⚜ 11 ⚜

[ Yoongi ]

Le miré a los ojos y me di cuenta de que por fin se había percatado.

Lo había entendido.

Por lo menos en parte.

Entonces jadeó y tuve la esperanza de que hubiera encontrado en mis ojos lo que estaba buscando.

— ¿Ahora le ves el sentido? —le puse la mano en la mejilla y se la acaricié— ¿Ahora entiendes, aunque sólo sea un poco, cómo me siento cuando veo lo que me das?

— Sí —contestó, sin dejar de buscar mi mirada— Ahora lo veo.

— Me alegro.

Le atraje hacia mí y lo besé con firmeza y urgencia.

Quería saborearle.

Quería sentirlo debajo de mi cuerpo.

Gimió dentro de mi boca y me rodeó los hombros con los brazos.

Por un momento me dejé ir y me abandoné a la necesidad que había estado conteniendo desde que vi su cara de sorpresa en el cuarto de juegos.

Sólo me detuve cuando él tiró de mí y trató de tumbarme encima de su cuerpo.

— No —dije, apartándome— No podemos. Chan Yeol ha pedido que traigan comida preparada.

Tenía muchas ganas de decirle a mi amigo que nosotros comeríamos más tarde y pasar las siguientes horas a solas con Minnie en la cama.

Pero no podíamos hacerlo, éramos sus invitados y él había sido muy considerado al preguntarme a qué hora debía pedir que trajeran la comida.

Teníamos que respetarlos el tiempo que estuviéramos en su casa.

Él suspiró.

— Sí, Señor.

— Luego —le susurré.

Me respondió con una sonrisa.

Sus dedos resbalaron por mi camisa.

— ¿Te puedo hacer una última pregunta?

— Lo que quieras.

Sus dedos no se detuvieron.

— Tus anteriores sumisos —dijo— ¿Ellos... Y tú...?

Yo posé las manos en su pelo y las arrastré por la suavidad de su melena.

Comprendía los motivos por los que Chan quería que los sumisos llevaran el pelo recogido en su cuarto de juegos, pero yo no pensaba igual.

Le había soltado el pelo a Jimin en cuanto salimos del cuarto.

— ¿Si los miraba de la misma forma que te miro a ti? —le pregunté.

— Si es así, lo entiendo. Me refiero a que ahora comprendo más cosas —sus dedos se deslizaron por el cuello de mi camisa— Aunque supongo que sólo los he visto a ti y a Chan Yeol. Y Baek Hyun y yo somos... Bueno —dejó caer la mano— Es igual, no sé lo que estoy intentando decir.

— Yo sí —le tomé la cara con las manos— Y no, no creo que nunca haya mirado a nadie de la forma que te miro a ti. Tú eres mi uno por ciento.

Él arqueó las cejas.

— Tú, ¿qué?

— Antes de que entraras en mi despacho aquel primer día —le expliqué— yo me sentía completo y en paz durante el noventa y nueve por ciento del tiempo. Pero me obsesionaba ese uno por ciento. Y entonces te encontré: El uno por ciento que me faltaba.

Abrió unos ojos como platos.

— Vaya.

— Eres tú. Siempre has sido tú. Cuando me dejaste, eras tú. Cuando volviste, eras tú. Nunca habrá nadie más —le rocé la mejilla con los labios.

— Así que si me preguntas si alguna vez he mirado a alguien, ya fuera sumiso o no, de la misma forma que te miro a ti, la respuesta es un contundente «no» —volví a tirar de él.

— Y por muchas ganas que tenga de quedarme contigo en la cama para demostrártelo repetidamente, le he prometido a Chan Yeol que bajaríamos a comer con ellos.

Pareció desanimarse.

— Luego —le repetí— Te lo prometo.

[ ⚜ ]

Después de comer, nos sentamos los cuatro en el salón.

Yo ya le había explicado a Minnie que como hacía menos de tres meses que Baek Hyun había dado a luz y estaba dando el pecho, Chan Yeol dedicaba más tiempo del habitual a cuidar de su pareja después de cada escena.

— Una suspensión invertida es particularmente intensa —le expliqué— Incluso sin añadirle las demás circunstancias.

Baek parecía completamente satisfecho y relajado sentado en el sofá entre los brazos de su esposo.

Su madre ya había vuelto a traer a SuHo y, después de darle el pecho, Baek Hyun se lo dejó tomar a Minnie.

Yo no estaba preparado para las emociones que me asaltaron cuando lo vi acunando al bebé.

Antes de que él formara parte de mi vida, yo nunca había pensado en casarme o tener hijos.

Pero ahora todo me parecía posible.

Recordé el día que encontré los anillos de boda de mis padres, cómo me puse el de mi padre y lo raro que me sentí.

Quizá ya no me sintiera así.

Me recosté en el sofá y disfruté viendo cómo Minnie hablaba con Baek y Chan.

Antes de salir de casa estaba tan nervioso que estuve a punto de cancelarlo.

Lo único que evitó que lo hiciera fue la esperanza de que aquel fin de semana pudiera sernos de mucha ayuda.

Me sentía aliviado.

Todo había salido mucho mejor de lo que esperaba.

De vez en cuando, él me miraba y sonreía cuando nuestros ojos se cruzaban.

«Joder. Lo deseo»

Chan Yeol le hizo una pregunta sobre la biblioteca y Minnie se centró en él.

Yo me acomodé en el sillón y seguí observando.

SuHo se quedó dormido y Minnie lo cambió de postura para que estuviera más cómodo.

— ¿Qué planes tienes para mañana, Yoongi? —preguntó Chan.

Dejé de mirarlo.

— Había pensado llevarme a Minnie al campus de Daegu después de desayunar. Para enseñarle parte de mi pasado. ¿Te gustaría? —le pregunté.

— Sí, Amo —respondió él.

«Amo»

Joder, era increíble las sensaciones que me provocaba cada vez que decía eso delante de otras personas.

Y, a juzgar por su mirada, él lo sabía.

[ ⚜ ]

El día siguiente le elegí la ropa antes de bajar.

— Hoy quiero que te recojas bien el pelo. Quiero que pasees por las calles de Daegu con el cuello completamente expuesto —deslicé un dedo por su collar.

— Nadie más sabrá lo que es esto, pero quiero que lo sepas tú. Quiero que lo sientas —le di un beso en el cuello— Cada vez que sople el viento y te acaricie la piel, quiero que te estremezcas pensando que llevas la marca de mi control.

Después de desayunarnos despedimos de Chan y Baek Hyun.

Prometimos volver pronto a visitarlos e incluso comentamos la posibilidad de que ellos tres pudieran venir a Seúl en algún momento.

Minnie y Baek se abrazaron y él le susurró algo al oído.

Minnie se rió y le contestó con otro susurro.

Chan Yeol me miró arqueando una ceja y yo asentí.

Sí, el fin de semana había sido un éxito.

Cuando estuvimos en el coche, le dije:

— Hoy vamos a probar algo un poco distinto. Vamos a explorar mis lugares favoritos de mi antiguo campus; pareceremos una pareja como cualquier otra —le apoyé una mano sobre la rodilla desnuda— Sólo tú y yo sabremos la diferencia.

Él se puso más derecho.

— Mientras caminemos, deberás ir un paso por detrás de mí. Cuando nos sentemos, deberás apoyarme la mano en la rodilla. No puedes cruzar las piernas ni los tobillos en ningún momento. No te pediré que me llames Señor o Amo si alguien te puede oír. ¿Lo entiendes?

— Sí, Amo —dijo con una seductora sonrisa en los labios.

Pocos minutos después, detuve el coche en un aparcamiento público cerca del campus.

Salí y lo rodeé para abrirle la puerta.

— Estás precioso, Jimin.

— Gracias, Amo.

Paseamos por la zona principal del campus y le señalé varios edificios donde estaban mis antiguas aulas.

Pasamos por delante de algunos alumnos que disfrutaban del sol de la mañana, quizá preparándose para las clases.

Al principio, él caminaba con cautela, despacio, comprobando sin parar que estaba en el lugar correcto.

De vez en cuando miraba a su alrededor como si esperara que alguien pudiera darse cuenta de lo que estábamos haciendo.

Pero, poco a poco, cuando por fin comprobó que nadie nos prestaba atención, empezó a mostrarse más seguro.

Me detuve en los escalones del Ween Hall, junto a la biblioteca en la que acostumbraba a estudiar; y me senté.

Él lo hizo vacilante junto a mí y posó una mano nerviosa en mi rodilla.

Yo apoyé la mano sobre la suya.

— Solía sentarme aquí a escribir las cartas que mandaba a casa.

Seguí hablando, compartiendo intimidades con él, recordando episodios que había olvidado.

Al rato, Minnie adoptó una postura más cómoda.

Hubo un momento en que movió las piernas y pareció que fuera a cruzarlas.

Yo me incliné hacia él y le susurré:

— No me obligues a castigarte. De momento hemos pasado bastante inadvertidos, pero si te tengo que tumbar sobre mis rodillas es posible que llamemos la atención.

— Lo siento, Amo.

— La próxima vez no te lo recordaré. Sube más la mano.

Él subió los dedos por mi pierna y yo reprimí un gemido al sentir el contacto.

Mi plan de demostrarle que podíamos estar en público durante el fin de semana era muy bueno, pero también ponía a prueba mi autocontrol.

Si hubiéramos estado en casa, o incluso en casa de Chan Yeol y Baek Hyun, ya lo tendría tumbado sobre algo.

Me miré el reloj, aún disponíamos de algunas horas antes de ir al aeropuerto.

Inspiré hondo y empezamos a charlar de nuevo.

Le hablé de cosas intrascendentes, de pequeños detalles sin importancia.

Y, sin embargo, era la clase de cosas que también quería saber sobre él, las cosas que quería oír sobre su etapa universitaria.

Así que me pasé la hora siguiente recordando el pasado.

Minnie se rió de algunas de las anécdotas que le conté y a su vez me explicó más sobre sus experiencias en la universidad.

[ ⚜ ]

Para cuando nuestro fin de semana en Daegu llegaba a su fin, supe que por fin lo había comprendido, que ya sabía que podía hablar conmigo durante el fin de semana.

Incluso sobre absurdas historias de universidad.

Luego lo llevé a comer a un restaurante de lujo.

Se mordió el labio mientras pensaba en cómo debía sentarse.

Yo me deslicé en un reservado y él me siguió para sentarse junto a mí y apoyarme la mano en la rodilla.

— Excelente, Jimin —lo felicité— Cuando llegue tu comida, podrás utilizar ambas manos para comer.

«Esta vez», quise añadir.

Mi cuerpo era consciente de cada una de sus inspiraciones, de cada pequeño movimiento.

Cada molécula de mi cuerpo reaccionaba a su presencia.

Apoyé un brazo en el respaldo del reservado para poderle rozar el hombro con los dedos.

— ¿Lo ves? —le dije— ¿Te das cuenta de que podemos relacionarnos con otras personas aunque lleves puesto mi collar?

— Sí, Amo —contestó, mirando a su alrededor para observar el comedor relativamente vacío— Para ser sincero, todo el día ha sido... —bajó la voz— Bueno, ha sido bastante excitante. Haber estado así contigo. Es como si estuviéramos ocultando un secreto a los ojos del mundo.

Alargué la mano y le acaricié la nuca.

— Más allá de tu collar, hay una conexión entre nosotros que es más profunda de la que tienen otros.

Él volvió la cabeza.

— Yo también lo pienso —dijo.

Lo besé con suavidad.

— ¿Quieres que pasemos la tarde como hemos pasado la mañana? —le pregunté, cuando trajeron la comida.

— Sí, Amo. Lo estoy pasando muy bien.

— Hace algunas semanas no habría estado seguro de que me estuvieras diciendo la verdad. Pero después de este fin de semana, sí que te creo.

— Gracias.

Después, cuando íbamos de camino al aeropuerto, pensé en la semana que teníamos por delante.

Como la boda de JungKook y Tae Hyung se celebraría el domingo, Minnie pasaría todas las noches en su apartamento.

Su padre llegaría el jueves y habíamos planeado que viniera a cenar a mi casa.

No podría volver a tenerlo en mi cama hasta el sábado por la noche.

Sería la vez que más tiempo pasábamos separados desde que retomamos la relación.

Y el sábado parecía muy lejos.

[ ⚜ ]

Cuando estuvimos en el avión, con el cinturón abrochado, y la azafata se marchó para sentarse con el piloto, me volví hacia él.

— Cuando diga «ahora» tendrás exactamente treinta segundos para irte a la habitación, desnudarte y ponerte en la postura número dos, página cinco. ¿Lo has entendido?

Él tensó la mano que tenía sobre mi rodilla y el deseo que brilló en sus ojos reflejó el mío.

— Sí, Amo.

Cuando estuvimos en el aire y el avión dejó de ascender, lo hice:

— Ahora.

Él se desabrochó el cinturón y corrió hacia la habitación que había en la parte posterior del avión.

Cuando conté treinta, me desabroché también el cinturón muy despacio y me puse de pie.

Minnie me esperaba en la habitación, tumbado boca arriba y con las rodillas flexionadas y separadas.

Me situé en su campo de visión.

Me saqué la camisa de los pantalones y me la quité por encima de la cabeza.

Mis zapatos, calcetines y pantalones pronto se unieron a la pila de ropa que había en el suelo.

Me acerqué a la cama, le tomé las manos y se las puse por encima de la cabeza.

— No las muevas de ahí. No me siento cómodo atándote en un avión.

Inspiré hondo tratando de controlarme.

Si aquélla iba a ser la última vez que lo hiciera mío en seis días, quería tomarme mi tiempo.

— Te puedes correr cuando quieras —le dije— Todas las veces que puedas. Y quiero oírte.

Me tumbé a su lado.

Quería absorber hasta el último ápice de necesidad de ambos.

Y quería alimentar su expectativa todo lo que me fuera posible.

Le mordisqueé.

Lo sentí.

Me deslicé entre sus muslos abiertos y lo saboreé.

Disfruté de la intensidad y la dulzura de su deseo.

— Tócame —le ordené, subiendo por su cuerpo con la necesidad de sentir sus manos sobre mi piel.

Él las dejó resbalar por mi pecho para explorarme y yo gemí.

Luego las deslizó hacia abajo para tocarme la polla.

Contraataqué metiéndome uno de sus pezones en la boca y dibujando un círculo con la lengua.

Le di un pellizcon en el otro pezón con los dedos.

Él arqueó la espalda para ofrecerse por completo y acepté lo que me daba metiéndome su pecho en la boca, chupándolo con más fuerza y mordiéndole con suavidad.

Metí el muslo entre sus piernas y lo estimulé con la rodilla, frotándola lentamente contra él.

Asegurándome de que le rozaba el clítoris.

Minnie meció las caderas contra mí y gimió mientras se corría lentamente.

Me puse encima de él.

— Abre los ojos. Mírame.

Sus profundos ojos castaños se posaron en los míos y yo me coloqué en la entrada de su sexo.

— Mírame a los ojos —insistí— Mientras yo poseo tu cuerpo, quiero que comprendas que tú has poseído mi alma.

Me interné en él.

— Te preguntabas si alguna vez había mirado a alguien de la misma forma que te miro a ti —me interné más adentro— Nunca lo he hecho. Mírame a los ojos. Quiero que veas en ellos la verdad de mis palabras.

Cuando la penetré por completo, abrió mucho los ojos y, a pesar de que yo casi cerré los míos, conseguí seguir mirándolo fijamente.

Nos movimos juntos lenta y acompasadamente.

El uno se ofrecía al otro, encontrando y tomando lo que necesitaba a cambio.

Deslicé una mano entre nuestros cuerpos para acariciarle el clítoris con suavidad y él volvió a alcanzar el orgasmo, con más intensidad esa segunda vez.

Parpadeó y cerró los ojos cuando el placer le recorrió.

Yo aumenté el ritmo.

Mientras lo embestía, disfrutaba de la sensación de su cuerpo contrayéndose alrededor del mío.

Pronto me resultó demasiado difícil seguir conteniéndome y me corrí dentro de él.

Seguí abrazándolo; no quería abandonar la comodidad de sus brazos y tampoco estaba preparado para dejar que Minnie abandonara los míos.

Nos esperaba una semana atareada y muy loca.

Ni siquiera estaba seguro de que fuéramos a tener la oportunidad de comer juntos.

Me puse de lado y le arrastré conmigo, de forma que su espalda quedó pegada a mi pecho.

Le desabroché el collar.

— Gracias por estar a mi disposición este fin de semana —dije contra la piel de su cuello.

Él me acarició la mejilla.

— Gracias por concederme el honor de poder estar a tu disposición.

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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

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