⏳43. Ữиɑ Ćђɑяℓɑ Ŧɑя∂ıɑ.⏳

Junio, New York-Estados Unidos, 13:05 pm.

No perdió esperanza alguna, aun siendo años más tarde de lo esperado. Pensó que su llamado seria atendido con urgencia y rapidez, algo que claramente no se dio debido a la conspiración existente en su contra para mantenerse callado.

Aislado del mundo, aislado de todos aquellos a quienes estima en demasía, lejos de sus tierras, lejos de la persona que tanto ama...lejos de todo aquello que le daba color y sentido a su mundana existencia. El arrepentimiento es un tanto tardío, lo siente, su corazón herido a lanzado una exclamación exigiendo delatar a los culpables de su tormento.

Un llamado exclusivo hace que sus ojos vuelvan a brillar nuevamente, lleno de emoción no puede esperar a que su celda sea abierta y de una vez por todas poner un pie fuera de aquella gris y sobria instalación carcelaria.

Diviso con curiosidad sus alrededores, sonrió como un dulce niño al volver a ver y sentir los cálidos rayos del sol que yace en la cúspide de un angelical cielo celeste despejado y armonioso.

A añorado este día con tal anhelo que su corazón late con locura, su cuerpo tiembla con ligereza mientras que sus ojos emocionados brillan como centellas al observar aquella lujosa camioneta que lo llevara a su destino. Al parecer se hizo justicia después de todo.

Un silencio sepulcral, una sensación extraña recorre su ser asemejándose a un mal presentimiento, un sabor amargo siente en su boca conforme sus cabeza produce extrañas ideas que lo ponen muy nervioso.

Un pequeña parada en una tienda comercial, un hombre sale de la camioneta y se adentra en una tienda que al parecer es de trajes, al cabo de unos 5 o quizás 3 minutos salio con una pequeña bolsa entre sus manos.

—Tome.—le ofreció aquella bolsa de papel con la indumentaria que usaría para su tan ansiado encuentro con la organización.—vistase de la forma más adecuada, no demore, él lo esta esperando.—citó antes de sacarlo del auto y guiarlo a los vestidores de aquella tienda.

Observo aquella fina indumentaria, recordando las veces en las cuales uso semejante traje, han pasado varios años desde que se ausento de estar presente en cada reunión que solicitaba la organización para mantenerse al tanto de las cosas que sucedían en cada país. Deslizo sus ásperas y demarcadas manos sobre la superficie fina y suave de aquel lustroso traje antes de proceder a ponérselo, sintió tanta nostalgia, nunca pensó que que extrañaría tanto estar presente en aquellas aburridas sesiones al igual que en el parlamento de su pais, ¡oh, como extrañaba sus tierras...que tanto las hecho de menos en estos últimos años siendo recluido de su libertad!.

Vistiendo el mejor de sus trajes a regresado a aquella camioneta cuyo destino son las instalaciones de la organización, temiendo por algo que desconoce y pretende olvidar se sumerge en el más profundo silencio, rebuscando en cada recóndito lugar de su mente aspecto que puedan ayudar a dar con el israelí, al menos siquiera dar con lo que resta de él.

Que crueles años de martirio sufrió en carne viva a manos de aquellos lunáticos y psicópatas, que vejamenes habrá de haber sufrido en manos de aquellos con los cuales anduvo confabulado un par de años, sentía pena por él...una pena lastimera.

【30 minutos más tarde...】

Llego, observo las amplias instalaciones en las que alguna vez fue citado a declarar, camino entre sus amplios y pulcros como silenciosos pasillos hasta estar en frente del despacho de la organización, el retumbe de las suelas de sus zapatos hacen eco en su cabeza y van al compás de los latidos de su acelerado y desesperado corazón.

Apenas presentable, y eso que hizo lo más que pudo para verse recatado y pulcro, tomo con sus temblorosas manos la perilla de aquella puerta y le dio un pequeño giro. Lo vio ahí, sentado en frente del escritorio rebuscando entre los papeles esparcidos en el mismo, observo con cautela sus gestos y movimientos, desesperados a decir verdad.

Una mirada perdida, una que demuestra pánico y miedo confabuladas con la seriedad de su extrañado y confuso rostro, desesperación, un sentimiento bastante evidente en la forma en que sus manos rebuscan en aquella montaña de papeles que alguna vez resultaron importantes.

—¡Mentiras!.—vocifero con enfado, leyendo cada párrafo incoherente en el que alguna vez creyó, sintiéndose estúpido y culpable al mismo tiempo.

Seguía los pasos de su antecesor, la sombra de aquel extinto ser yace tras sus espaldas, cometer sus mismos errores y encaminarse por su mismo camino lleno de fracasos era su peor pesadilla, una que al parecer se hacia realidad.

Dio un pequeño brinco de miedo, sin perder su formal postura erguida ni la seriedad de su pavoroso rostro. Su exclamación demostraba enojo, aquella mirada que lanza sobre él es penetrante y parece juzgarlo con severidad. Al parecer aquel sereno y apacible caballero desapareció cuando se dio cuenta de tal catastrófico error cometido hace ya varios años atrás.

—¡Todos me habéis mentido mirándome a la p**** cara!.—se le acerco aun con aquella mirada amenazadora, su voz fue subiendo de tono cada vez más, más enfurecido.

Los papeles que sus manos agitaban frente a su rostro fueron puestas en sus manos, leyó cada párrafo, las supuestas verídicas declaraciones de quienes al parecer negaban participación alguna en el caso, pistas falsas que llevaron a la conclusión de la misma. Un acta de defunción que daba por muerto a una personalidad viva, la cual apareció hace muy poco y puso en la mira a la organización y a sus colaboradores.

—Habla, ¿tú sabias algo al respecto?.—le pregunto calmadamente, sus manos se deslizan lentamente sobre su agobiado rostro denotando un severo cansancio.

Asintió con la cabeza baja, manteniendo su mirada en aquellos papeles llenos de mentiras e hipocresías, sintió enojo, rabia y frustración al leer aquella acta y el poder cedido a una entidad joven que prácticamente fue obligada a engañar al mundo, prácticamente a quienes estaban aislados de aquel caso, usurpar la entidad de su padre y con ello seguir con el juego de la potencia que lo protege.

Vio también otros papeles y justo antes de divisarlo se le fue arrebatado por la organización que exigía explicaciones ante sus intrigas.

—Yo...yo fui participe...—hizo una breve pausa, sus tartamudeo demuestra su pánico y nerviosismo.—pero...usted pudo haber evitado su deceso, si tan solo me hubiese escuchado y atendido mi pedido de forma urgente y prestándole primordial importancia.—sus palabras anclan un hecho del cual el contrario jamás se entero.

—¿Qué pedido?.

—Yo...yo le mande una misiva, quise tener una reunión urgente con usted para decirle la verdad de los hechos pero ahora ya es demasiado tarde para hacerlo...ya que...él...esta muerto.—el sentir profundo de sus palabras saca de contexto a la organización que le prestó suma atención a su testimonio.

Quizá había cometido un grave error al juzgarlo sin precedentes validos, al menos por haberse dejado llevar por las sugerencias y opiniones como deliberaciones y discusiones de los demás, quizá fue mala idea caer en el enojo y el clamor de justicia del estadounidense quien pregonaba por justicia para su protegido que en ese entonces fue declarado muerto.

—Esta vivo, fue encontrado moribundo en las orillas del mar mediterráneo.—explicó antes de dejar aquellos papeles en su escritorio y proceder a ordenarlos para analizarlos más a profundidad por vigésima quinta vez.

Por dentro saltaba de alegría que su rostro fue incapaz de ocultar una pequeña y sincera sonrisa de felicidad, estaba dichoso de que él pudo haber salido de aquel infierno.

La organización tomo entre sus manos su teléfono y convoco a una asamblea  extraordinaria, escucho con detenimiento cada una de sus palabras y quedo pasmado al oír el nombre de ella.

Siria.

—¡Pronto todos ustedes rendirán cuentas a la justicia! ¡Nunca más ninguno de ustedes volverán a verme la cara de idiota!.—sentencio con firmeza.—retirate, ya recibirás una notificación dentro de un par de días.

Quedo perplejo y un tanto asustado pero asimilando la culpa que era más que merecida por aquellas decisiones tomadas en un momento de rabia y vulnerabilidad. Muy en el fondo ansiaba conseguir el perdón de una persona en especial.

Que más daba el mundo entero, que más daba o importaba que le dieran la espalda cuando siempre lo han hecho en situaciones criticas de constantes sucesos que catalogan algunos como "innecesarios, infantiles..." o siquiera le brindan el seudónimo de "terrorismo". Quien más le importa en este instante yace vivo de milagro, tan solo le queda esperar el momento preciso para solicitar poder verlo y así acercarsele y tomando su mano suplicarle con la más grande sinceridad suya una sola cosa, perdón.

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