⏳30.ʟǟ ʍʊɛʀtɛ ɖɛ ʟǟ ɛֆքɛʀǟռʐǟ.⏳
Un total de 6 noches han transcurrido desde aquel día en que aquella entidad entro en su habitación y le dejo una clara advertencia. Había tanto que perder si se rehusaba a cenar con él usando un atuendo femenino bastante exhibicionista.
Nuevamente en la esquina de su cama, sentado y encorvado yace sosteniendo y observando con detenimiento aquel vestido rojo que dicha entidad le cedió. Usarlo seria vergonzoso debido a que lo ve como una "humillación". Se ha burlado de su sentir y le ha obligado a usar un vestido para respaldar aquel sentimiento y catalogarlo como " natural y/o normal". Ellos no comprendían la pureza de su sentir, no había nada malo con amar pero sus perjuicios han hablado más alto que su razonamiento, cada uno ha pecado de algún modo y ahora son ellos quienes imponen sus decisiones por encima de las suyas, han suprimido cualquier palabra suya obligándolo a callar y aceptar su realidad sin la posibilidad de soñar. Sus sueños dejaron de ser los mismos, cada noche sueña con ellos, con sus insultos, con sus golpes, con sus insinuaciones lujuriosas; agitado, asustado y muy confundido cada madrugada ha despertado ansiando que las mismas simplemente fuesen pesadillas, que a su lado encontraría descansando a Egipto y que al atravesar aquella puerta se halle en los pasillos de su hogar encaminándose al balcón para observar el mar y escuchar su rugir mientras el viento acaricia su cuerpo con sus invisibles y frías manos. Un brazo siquiera de su pareja en aquella madrugada seria reconfortante para borrar recuerdo alguno de tan grotesca pesadilla que vivió como si fuese verdadera.
¿Y ahora? Miro todo a su alrededor con ganas de enloquecer y volver a intentarlo, tenia tiempo, tenia la oportunidad puesta frente a sus ojos. El espejo, los cristales de aquel reconstruido espejo podían quitarse fácilmente pero no puede, no puede volver a intentarlo, no seria capaz de poner en peligro lo que más ama en esta vida, sus hijos.
Con resignación suspiro lanzando al fuego de la desilusión y desesperanza toda pizca de esperanza que aun le quedaba, borrando cada momento en el que pensó que Egipto llegaría y lo salvaría de semejante tormento, que siquiera hubiese hecho el intento de buscarlo, que hubiese indagado bien y no se hubiese dado por vencido para encontrarlo, que no hubiese sido capaz de derrumbarse y si haberse mantenido fuerte para con sus hijos, bajo la tutela de un gran amigo han quedado, creciendo en hogares distintos y rezando para que crezcan sabiendo sus orígenes y parentesco. Al menos que aun lo recuerden siquiera una vez parta de este mundo cuando ellos se aburran de su presencia y logren destrozar cada centímetro de su alma marchita.
—Esta es mi sentencia...—asevero con tristeza y rencor mientras se miraba en aquel destrozado espejo.
Sus manos peinan su rizada cabellera mientras que del cajón de la mesita de noche saca aquellos cosméticos que le dio la entidad aquella vez que lo visito. Un labial rojo carmesí seguido de un par pestañas postizas y un par de pendientes de oro acompañados de un collar con una resaltante piedra de zafiro en medio. Sus manos temblaban un poco pero todo se debía a la impotencia de no poder decir "no" ante ellos, de no poder imponerse y protestar contra semejante trato, de no poder huir aun cuando ellos le dieron la oportunidad, de no haber pensado con claridad desde el primer día que llegó a esta prisión.
Se pintó aquellos quebrados y maltratados labios, se puso cada una de esas pestañas postizas que hacían ver a sus ojos sumisos, se puso cada pendiente de oro y a su vez aquel collar relucía sobre su varonil cuello lleno de marcas que relatan las incontables veces en que ellos intentaron matarlo, la última vez quedo plasmada en su piel dejando lineas sobre su cuello que son muy notables debido a que se coloraron de violeta. Se despojo de su harapienta indumentaria, tan solo en ropa interior procedió a colocarse aquel ceñido y extravagante vestido rojo, su cuerpo ancho era el problema para caber en semejante vestido hecho a la medida de una dama, curiosamente había listones a cada lado, desamarrar cada uno denotaba la realidad de dicho vestido hecho para humillarlo. Mostraba cada parte de su cuerpo, cada parte de aquel maltrecho y enclenque cuerpo que ni es siquiera la sombra de lo que alguna vez llego a ser, un cuerpo pecaminoso que corrompió a uno de los suyos en un mundo de perversión.
Pasaron exactamente una hora y media, él lo esperaba impaciente mientras las velas alumbraban la gran sala y el banquete que poco a poco va enfriándose. ¿Estaba molesto por la demora?, ¿habría sido tan estúpido para volver a intentar huir o quizá...?
Pensar en la sola idea de que lo había vuelto a intentar y que en esta ocasión hubiese tenido éxito lo lleno de pavor, con rapidez e impaciencia se dirigió a su habitación, no toco la puerta simplemente la derribo y al asentarse en tan oscura y sombría habitación lo noto gracias a la penumbra que proyecta la luz lunar entre tanta oscuridad.
Quedo atónito al verlo de aquella forma cuando siempre lo diviso recatado aun cuando en aquella ocasión se soltó un poco dejando de llevar aquellas indumentarias tan sencillas y tímidas que ocultaban la belleza de su cuerpo varonil sometido al deseo de su pareja. ¡Qué pensamientos mas lujuriosos y sucios circulan por aquella mente enferma! Deseándolo desde un principio, ansiando tocar su cuerpo con locura y pasión y odiando que sus manos nunca hallan acariciado aquella piel de la forma en que lo hicieron las egipcias. Aborreciendo el hecho de no ser el primero en aquellas piel, de no ser el dueño de ese corazón cobarde y mentiroso.
—Maldito seas, aun en tu deplorable estado sigues exquisito...—su corazón latía a mil por hora, la pintura blanca que maquilla su rostro dejo verse de un tono rosáceo debido a su sonrojo, sus labios temblaban y sus manos contenían el impulso de lanzarse sobre aquel cuerpo y despojarlo de su vestimenta.
Israel no mostró emoción alguna, una cara fría y sin emociones proyecto aun cuando su mirada yace sumergida en la vergüenza y la repulsión hacia quien tiene en frente, hacia aquel cuyos ojos siguen clavados en su cuerpo. Que ganas tenia de poner sus manos sobre su cuello y apretarlas con tal fuerza que fuesen capaces de arrebatarle el aliento, sentía tanto coraje que estaba seguro de que no sentiría remordimiento alguno con su partida.
La noche se hizo larga en aquella habitación mientras se miraban constantemente, la entidad tenia muy en cuenta que la cena la tenia en frente, de hecho ¿qué de malo habría si lo probara antes del acto final?.
Dejando a su instinto carnal salir arremetió contra quien imponía resistencia, de algún modo aquel enclenque cuerpo resultaba ser aun más fuerte que el suyo, no había forma alguna de llegar a sus hipnotizantes y dulces labios rojos, de recorrer con su boca los segmentos de su maltratado cuello, de tomarlo como suyo como en aquellas ocasiones en que siempre deseo hacerlo pero por un infortunio viviente no pudo. Por otra parte Israel quien imponía resistencia observo la flaqueza de su agresor y con un contundente cabezazo lo quito de encima pudiendo así tomar un cristal de aquel espejo e intentar apuñalarlo.
Situación que avivó más el fuego del deseo que ardía con descontrol dentro de aquella entidad. Tomando su pistola eléctrica apunto al israelí y procedió a darle descargas, cada una de ellas debilitaba al israelí, cada descarga alteraba el ciclo cardiaco de su víctima quien poco a poco se sumía en la oscuridad de un sueño sin retorno. Paro en el instante en que su corderito se desmayo en el suelo con el vidrio incrustado en la palma de su mano.
Sus besos recorrieron cada centímetro de su rostro, con desesperación beso sus cálidos labios rojos mientras que sus manos procedían a despojar aquel vestido del cuerpo de su desvanecido amante. De no ser por los ruidos que con anterioridad habían generado hoy hubiese sido ultrajado y vejado por alguien en quien alguna vez confió y cedió su corazón.
Desnudo, apenas con la ropa interior quedo tendido mientras aquella entidad pretendía hacerlo suyo en una noche sepulcral. El Ente estaba presente, apoyado en el marco de la puerta se quedo en silencio observando su deplorable actuar patético, aquella desesperación por adelantar lo inevitable, de dar por concluido un episodio de su vida que desencadeno un sin fin de problemas.
—¿No eres capaz de esperar al menos un par de años más?.—cuestiono con picardía a quien permanecía semidesnudo sobre la presencia de un inconsciente israelí.
Su imponente presencia intimido a quien pretendía clamar los ímpetus de su deseo lujurioso, se aparto del cuerpo de su amante mientras recibía una estruendosa bofetada por parte del Ente. Él lo miro con desprecio y le escupió con repugnancia dejándolo tirado en el suelo esperando el mañana para ver la expresión de su rostro al verse en ese estado.
—Es mejor que pienses que fuiste vejado, morirán las esperanzas de estar nuevamente con tu pareja y familia.—río maliciosamente mientras dejaba algunas vestimentas de su cómplice regadas por la habitación y a su vez algunas fotografías que le confirmarían lo peor.
Así su sentencia se dio, ya no habría rastro alguno de aquella esperanza de reunirse con su familia. Se creería sucio aun cuando sigue limpio.
Solo por un breve lapso de tiempo.
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