⏳22.ɛxքʀɛֆɨօռɛֆ ɖɛ ʊռ ǟʍǟʀɢօ ċօʀǟʐօռ⏳

Postrado en cama y atado desde los brazos hasta las piernas se quedo pensante, pensar es la única forma en que suele ser libre hasta en las ocasiones en que su propia mente llega a traicionarlo con pensamientos bastante negativos.

Demacrado, pálido y sobre todo descuidado, no tiene voz para pedir siquiera una gota de agua, sus labios resecos y resquebrajados impiden por el dolor de su garganta pedir aquello, solo a la deriva, esperando que por aquella puerta la persona que tanto ama llegue o al menos alguien cuya benevolencia sea tan grande como para arriesgar su vida al entrar a esta residencia que funciona como una especie de campo de concentración de aquellos que muy bien recuerda.

Con la mirada cansada y agotada de tanto ver arriba, abajo y a los costado se detiene en lo que correspondería ser adelante; la puerta de roble oscuro emite un rechinido mientras una entidad pasa por ella con una bandeja en sus manos. Aquella entidad la conoce a perfección, no solo por que su vestimenta es diferente a las demás, sino por aquel rostro que aquella vaga máscara apenas logra ocultar.

Sus ojos destellan ira y decepción al igual que cierta satisfacción, su porte impone autoridad y miedo como también aquella irónica sonrisa malévola implantada en sus finos labios pálidos. Tenia un rostro particular, un rostro que muestra severa inconformidad y a su vez ambición, odio y culpa...

—Veo que has mejorado, vaya forma en que pensabas abandonarme...—bufo sarcástico mientras dejaba aquella bandeja en la mesita de noche y procedía a tomar asiento a un costado suyo.—hasta para suicidarte eres un completo inútil e incompetente.

Una risa genero, una que simplemente murió dentro de su cavidad bucal sin antes mostrarse en una sonrisa burlesca en el rostro de la gran Entidad.

Dejame en paz...—solicito apenas, cansado y a su vez somnoliento desvío su mirada de la agobiante de su acompañante, siendo esto un motivo para que el contrario mostrara su severa molestia.

La entidad se levantó de su sitio, camino tranquilo y pacifico hasta la presencia de su acompañante y procedió en silencio a quitarle aquellas ataduras para dejarlo libre, resulta más divertido y placentero para él que su presa tenga la libertad de luchar contra el siendo básicamente una vanal perdida de tiempo. Prefiere su lucha antes que verlo sumiso y servicial, como le encantan los ariscos.

—Cuando te hable, me respondes mirándome a la cara.—sus manos sostuvieron aquel pálido rostro entre las yemas de sus dedos y después de cuadrarlo lo soltó de forma brusca.

El contrario simplemente bajo la cabeza, no tenia fuerza siquiera para refutar y/o luchar para evitar volver a verse humillado y golpeado.

Se sintió incapaz de poder hacer algo al respecto más solo intentar asimilar lo que le sucede...

Aquella entidad tomo asiento frente suyo posicionando aquel sofá individual que estaba en la esquina de la habitación, del bolsillo de su camisa blanca saco un cigarrillo y del bolsillo de su pantalón un encendedor, un chasquido dio origen al fuego, fuego que posiciono justo en el extremo de aquel cigarrillo. Una profunda calada, una sensación de satisfacción y de miedo embargan a dos almas, la curiosidad y el nerviosismo se presentan de forma imponente.

Su mirada parece serena, tranquila como si hubiese encontrado el momento exacto de la paz, una leve sonrisa se formo en sus finos labios pálidos, un leve abertura en los mismos liberan aquel humo del tabaco hacia el exterior, una estela que poco a poco toma la forma de una neblina en su habitación.

Estornudo mientras entrecerraba sus ojos, intentaba con sus manos de forma desesperada disipar aquella neblina "toxica" que lo cercaba. Una  risa aterradora escucho de parte de la entidad, aterradoramente sus orbes naranja brillaban cual acero fundido, era como ser observado por una bestia del averno que esperaba el momento exacto para atacar y arrebatarle la existencia misma con un sigiloso y rápido movimiento.

—Estabas así de cerca, así de cerca...—hizo un pequeño ademán dejando claro la cercanía que estuvo de cruzar la linea entre la vida y la muerte.—de dejarnos, de dejar tanto en este mundo...vaya que no te importa aquella vida que dejaste atrás, las personas que aun mantienen una burda esperanza de encontrarte, al menos siquiera tus restos.

Sonó sarcástico e irónico, mostraba alivio en su lenguaje corporal suelto, pacífico, no había músculo alguno que se tensara mientras lo observaba con atención, simplemente quedo en silencio pensando en su decisión, observando sus muñecas vendadas y en aquella vida que le espera en tierras egipcias. Un hombre a quien dejo de estimar, un alma a quien dejo de amar.

Las cicatrices de su maltratado y maltrecho cuerpo no solo están en la carne, no solo esta presente en su piel...están presentes en su alma y en su mente ¿Cuando sera el día en que vuelva a ver a sus hijos nuevamente?, ¿Cual sera el día en que alguno de ellos enloquezca por el odio y con sus manos acabe con su existencia?, ¿Deberia tener miedo o simplemente ser valiente y orgulloso aunque claramente eso signifique un cruel correctivo?

Hay tantas preguntas que circulan por su cabeza, tantas ideas locas que van tomando formas extrañas tergiversando sus prioridades y planes. Quedarse hasta el fin, esperando morir con tal deseo que siente ser un vil pecador, su mayor obsequió brindado por el grandísimo siendo arrebatado por sus propias manos, ¡que osadía!.

—Tu silencio es inquietante, desperdiciaste un hermoso vestido que resaltaba la delicada forma de tu pecador cuerpo, el tono de tu piel...—se acerco con cautela, con una mano sostuvo su distraído e inquieto como atemorizado rostro mientras que con la otra sostenía aquel cigarrillo mientras soltaba el humo en su cara.

En aquel instante, mientras estornudaba y cerraba los ojos la entidad aprovecho el momento y de manera fugaz sus labios reposaban en los ajenos, que amargo era aquel beso, muy desagradable la mezcla de la sangre y el tabaco, aquel sabor metálico estaba presente en ambas bocas mientras uno con desesperación intenta escapar y otro seguir con el beso foezado.

Se separo apenas, tosió y de su boca salio una pequeña estela de humo que provoco una sonrisa divertida en el rostro de la entidad maquiavélica. Su ser se estremeció con tal pavor que sus ojos no pueden ocultar, su ser sentía repulsión por aquel hilo de saliva que aun unía sus bocas, tenia tantas ganas de vomitar, las nauseas nublaban su mente mientras quedaba hipnotizado por aquella extraña y familiar mirada de placer que mostraba su cruel verdugo.

Acaricio su rostro con vehemencia mientras sus ojos paseaban por los delicados segmentos del mismo, con temor sintió haber sentido aquellas caricias en algún momento de su vida, un toque tan sutil que remueve cada recóndito lugar de su cuerpo, era una sensación extrañamente familiar, por un leve instante dejo de pensar en su situación actual y procedió a recordar instantes de su vida en compañía de la segunda persona a quien entrego los retazos de su roto corazón cuyo sentimiento universal aun seguía perteneciendo a otro.

—Mis manos han recorrido te cuerpo en más de una noche en mis pensamientos más eróticos, el aroma de tu cuerpo...la suavidad de tu piel maldita...—parecía gemir y excitarse con cada una de las palabras que salían de sus labios, estaba sumido en la más profunda lujuria deseando un encuentro carnal libidinoso.

Nuevamente se acerco, levantándose de aquel sofá se abalanzo con fuerza contra la enclenque personalidad de su víctima mientras esta buscaba forma alguna de quitárselo de encima, aquel sujeto resulto ser más ávido de lo que pensaba. Su mano derecha reposaba sobre su boca con fuerza evitando así que pidiera a gritos socorro, su mano izquierda sostenía sus lastimadas muñecas por encima de su cabeza y su rostro lujurioso estaba a centímetros del suyo, mirándolo con deseo.

Una mirada aterrada y severamente frustrada e iracunda se muestra en su rostro conforme aquel que tiene enfrente se desliza por su cuello impartiendo besos y caricias con sus labios, sintió el roce de sus agitadas respiraciones sobre la piel de su cuello y rostro. No hay lágrimas que derramar, esta seco, no hay voz que pueda pronunciar a enajenados gritos endemoniados socorro, esta mudo.

—Ten en cuenta que las noches siguientes conducirán a la liberación de mi más perverso deseo, seras mi esclavo, seras mío porque tu destino estará en mis manos.—declaró con elocuencia y severidad, sus palabras sonaban como promesas de políticos con la única diferencia de que cumpliría con las mismas.

Lo soltó y se retiro de aquella habitación con una sonrisa de satisfacción a medias, con las ganas de haber querido completar su cometido. Debía esperar, vaya forma de dejar las cosas a medias con alguien a quien estima y odia.

Lo mejor siempre esta al final. Un final que se acerca más y que alegra a quienes con ansias lo esperan y mortifica a aquel que con resignación espera la llegada del ultimo día de su vida.

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