⏳11. ɦʊʍɨʟʟǟċɨօռ.⏳

Han pasado los días de manera sorpresiva. Encerrado en su habitación tuvo mucho tiempo para reflexionar siquiera un poco sobre su estadía actual. Recluido y privado de su libertad pensó una vez más en escapar, lo pensó y aun lo sigue pensando solo que planificar su fuga seria algo riesgoso. Cuanto daría para estar nuevamente con sus hijos, con aquellos seres a los cuales fue capaz de darles vida. Soñó con ellos cada día, imaginando que algún día en el futuro más próximo saldría de aquel espantoso lugar; que él seria capaz de atravesar aquella puerta y al hacerlo salvarlo de las garras de aquellos hombres ante los cuales se humilla cada día.

La situación a mejorado desde ese entonces, aunque "mejorado" es algo que pretende creer para no asimilar la realidad, un maquillaje que tapa las verdaderas cicatrices de la realidad. ¡Oh como odiaba estar ahí! Fue humillado de mil y un maneras entre las cuales se destaca el hecho de ser tratado como animal o inclusive menos que eso.

Optaron por cortarle todo el cabello hasta el punto de dejarlo calvo, decidieron ponerle una correa de obediencia en el cuello e incluso lo sacaron a pasear como si fuese una mascota común y corriente con la única diferencia de que lo dejaron caminar normalmente y no en "cuatro patas".

Lo obligaron a usar disfraces de animales, incluso algunas veces lo vistieron con harapos y se divirtieron viéndolo hacer todo aquello que ellos demandaban con capricho.

Con nostalgia se miro en el escaso reflejo de la ventana, paso sus manos por su cabeza y observando como aquellos días que paso lamentándose y como el insomnio cobraron factura sobre su rostro haciéndolo lucir demacrado. Ni siquiera era la sombra de lo que alguna vez fue, los moretones que existían sobre sus mejillas ahora simplemente eran manchas verdes sobre su piel, las heridas abiertas con dificultad sanaron dejando huellas con sus cicatrices observables sobre la superficie de su ceja derecha y de parte de su mejilla izquierda. Observo su cuerpo, aquellas marcas que lleva jamas en su vida podrá borrarlas, serian de por vida al igual que las marcas de la historia de su vida yacen sobre si mismo.

—Es hora de la diversión corderito~.—Una vez más se imagino disparándole en la cabeza, no soportaba que lo llamasen de aquel modo burlón.

Permaneció estático ante aquel escaso reflejo de la ventana, pasando nuevamente sus manos temblorosas llenas de impotencia por todo aquel desastre y los escombros de lo que alguna vez fue, sintió que no resistiría más y que se lanzaría como un demente contra la presencia de su reclusor; una escasa y pequeña lágrima, la ultima de todas aquellas que derramó, se deslizo por su mejilla dejando un recorrido de dolor sobre aquella superficie maltratada.

Una presión en sus hombros, tan suave en el tacto y fuerte en el ejercicio sintió y se volteo a verlo, ahí sobre su hombro descansaba el rostro de uno de sus tantos opresores, con el semblante tranquilo sintió como aquel ser aspiraba el aroma de su cuerpo, la calidez de su respiración hizo a su cuerpo estremecerse de pavor, había deseo en su mirada, lujuria en la forma en que sus labios acariciaban con deseo la piel de su cuello.

lamentaria mucho tener que darte otra clase de correctivo~.—el tono de su voz se tornaba más oscura conforme las verdadera intenciones salian a la luz en la forma en que las expresaba.

—no...señor por favor... —suplico de manera débil, el nudo que existía en su garganta por la necesidad de querer descargar aquel dolor que lleva dentro le impedía articular de manera firme aquellas palabras.

—Vamos corderito...mi benevolencia tiene..—lo abrazo con fuerza y lo obligo siquiera a voltear un poco para ser observado.—cierto limite que con gusto sobrepasaría~

Él le cedió el paso, de entre aquellos tres solo el que estaba presente había sido capaz de tratarlo de manera un poco más humana, siempre con palabras dulces que se tornan subidas de tono y en el peor de los casos insultos que terminan con golpes severos que solo se pasan en días y otros que dejan secuelas. Por el momento la única secuela que tiene es la leve cogerá de su lado izquierdo a causa de aquellos golpes desmedidos que le proporcionaron para corregirlo.

Nuevamente se encaminaba erguido por aquel pasillo, observo los cuadros que reflejan e inmortalizan ciertos paisajes en una época en específico, deseando y anhelando estar en aquellos lugares. Con las muñecas atadas con una soga fue guiado hasta una puerta, una entre todas aquellas que tenia como fin humillarlo de una forma en la que jamás dejaría de pensar siquiera un segundo de su existencia.

Ahí en frente suyo estaban sentados aquellos eres que conocía, todos estaban reunidos frente a el, formando una medialuna cerca suyo se acercaron a observarle. Mentiría si dijera que estaba acostumbrado y que no era nada nuevo aquellas miradas despectivas que ellos siempre solían usar para verlo, como si fuesen superiores a él.

Toma.—uno de ellos le tiro en la cara un trapo sucio.—quiero que limpies cada rincón de esta habitación. —ordeno demandante sin borrar aquella sonrisa divertida de su rostro.

Con resignación acepto, limpiando el suelo que de por si estaba perfectamente limpio, hizo su mayor esfuerzo para aparentar ante la mirada juzgadora de sus reclusores. Ellos de rieron a sus espaldas y no tuvieron siquiera el mínimo tacto de guardarse sus burlas. Sus estruendosas risas, carcajadas que se hicieron más fuertes al pasar de los escasos minutos, hicieron de todo para verlo limpiar el suelo, se burlaron de su aspecto, hablaron mal a sus espaldas de forma descarada.

Uno de ellos lo tomo del antebrazo y lo hizo levantarse del suelo, el otro hundió sus dedos en sus mejillas para así obligarlo a verlo.

Mirate, estas hecho un desastre.—se río en su cara soltándolo de manera brusca dejándolo a mereced de quien aun seguía sosteniéndolo del antebrazo.

—Y donde esta él, donde esta Egipto? Ah, cierto, no esta y jamas estará aquí. —emitio una estruendosa carcajada antes de decir otras palabras hirientes.—enserio creías que te amaba?¿en verdad que fuiste tan estúpido en creer que un integrante de nuestra sociedad se fijaría en un ser tan insignificante como tú, un pueblo mezquino que se apropio de todo lo que le pertenece a uno de nosotros, uno que jamas debió ver la luz...eres un enorme error geográfico Israel ¿que loco se fijaría en un error, en un estorbo, en un ser tan insignificante como tú?.

Lo soltó con brusquedad, literalmente lo lanzo sobre la superficie del frío y solido piso de cerámica blanca sacándole en el acto un pequeño quejido, una queja siquiera que los pondría de mal humor tan solo por querer. Dos de ellos empezaron a patearle, sin descanso alguno y sin oir sus suplicas y sus disculpas como si estuviesen sordos incrementaron su brutalidad, le quitaron el aire y lo dejaron apenas consciente sobre el suelo. Apenas respiraba de forma errática, apenas podía moverse y/o retorcerse sobre el suelo.

—Ten, una muestra de nuestro afecto corderito..—le lanzo a la cara un par de prendas harapientas, trozos de tela que apenas llegaban a ser ropa decente.

Cuando dos de ellos se fueron uno se quedo observándolo en silencio, arrodillado en frente suyo lo miro de lado, como si intentará buscar algo en su mirada difusa que se conectaba con la ajena; verdes orbes como la frondosa copa de un árbol en verano reflejaban en sus iris su imagen. Se vio y sintió un fuerte dolor en el pecho ¿asi de mal se veía? Apenas podía reconocerse, si bien hace instantes se vio de una manera diferente ahora era mucho más.

—Nunca entenderé ni sentiré la satisfacción que ellos sienten al torturarte...—se acerco y de forma delicada procedió a ayudarle, con la manga de su camisa blanca procedió a limpiarle la escasa sangre que se deslizaba por la comisura de sus labios.—tal vez esta sea la ultima vez que te ayude, no dudes que un día de estos estaré con ellos en esta atrocidad...tu tienes la culpa de lo que te sucede...si no fuese por ti ella no estaría sufriendo...

Tambaleante él lo guió hasta su habitación, lo recostó sobre aquella suave cama antes de marcharse sin voltear a verlo.

—Gracias...—fue lo último que articulo antes de poder siquiera descansar para aminorar el dolor que siente.

Ahí lo observaba él, aqueménida, su único amigo en aquel lugar por más que sea imaginario. De brazos cruzados se dedico a verle, sintió pena a pesar de no estar vivo para sentir, se compadeció de él pero en los últimos días su charla con uno de ellos, aquel que era capaz de verlo fue netamente en vano.

—Has de perder todo aquello que te mueve...lo han de perder todo por su absurda venganza...

Expreso sus sentimientos más profundos en aquellas palabras, deseando muy en el fondo que quien es parte de su linaje sea capaz de recapacitar sobre sus acciones. Tan solo deseaba que ellos fuesen capaces de recapacitar antes de que fuese demasiado tarde.

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