ᶜᵃᵖⁱᵗᵘˡᵒ #2
Profundizando lazos
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Había ya transcurrido una semana desde la llegada de Gretur, quien menos aceptaba dicha presencia era Egipel por motivos bastante desconocidos y que se rehusaba a expresar, era algo irracional, hacia un berrinche a semejante edad. Por otra parte Egisra convivía más con Gretur, en el corto tiempo de su encuentro entablaron una relación que manejaban a distancia, hay sentimientos fuertes semejantes a la fraternidad y el compañerismo, se conocen desde hace mucho, se han visto en algunas ocasiones y comparten historias con un desenlace similar.
Sirian entablaba una relación con Abdel, en el tiempo transcurrido era la primera conversación que tenía con aquel tricolor alado, una conversación que evoca los recuerdos de una terrible y sorpresiva primera impresion.
Presenciar el porvenir del Alba era un espectáculo visual excepcional en un sitio distinto del que procede, incontables ocasiones se ha parado frente al ventanal para observar aquel evento de la naturaleza que se repite todos los días. No es aburrido en absoluto, le provoca añoranza, la añoranza de volver a ser libre, caminar sin preocupaciones sobre el tierno follaje de la pradera o sobre las frescas arenas de las costas, sentir aquella brisa proveniente del mar, sentir su aroma y envolverse en el mismo mientras surca sobre sus tempetuosas olas iracundas.
Vistiendo una bata holgada de color bermellón deambula por su habitación, aquella pequeña ventanilla era lo único que le permitía sentir la brisa y el calor de un día, los grandes ventanales del pasillo muestran un paisaje hermoso pero carece de la facultad de transmitir las sensaciones de la naturaleza expresada en fenómenos naturales conocidos.
Ante su buen comportamiento durante el transcurso del mes ha esperado con ansias un permiso especial, al menos la confianza de la organización para poder salir. Huir no era una opción, lo sabe a la perfección, ha vivido toda su vida en aventuras y peligros de los cuales sólo en una ocasión pudo terminar en un desenlace fatal si el tirador hubiese apuntado hacia otro lugar que no fuese la parte dorsal de su abdomen.
Por otra parte Sirian estaba libre de aquella prohibición que tenía Abdel, caminar sobre las frescas y calidas arenas de la playa era tranquilizante pero a su vez le trasmitía una sensación de extrema soledad. Observando su sombra detenidamente recordó todos los escenarios en los que se vio de semejante manera, sólo en un mundo herido.
Delante de sus ojos, mientras permanece sentado con una mirada fija sobre las pequeñas olas del mar, se proyecta un pequeño niño con características idénticas a las suyas caminando lentamente hacia la orilla, cabizbajo y sosteniendo una pequeña flor amarilla de papel humedecido por sus lágrimas, quizá confundía un recuerdo con un escenario diferente, quizá solo era una alucinación producto de su declive emocional, había tantas posibilidades que se le cruzaron por la mente hasta el momento en que aquel niño levanto la cabeza y lo miro fijamente. ¿Como podría abstenerse de ver aquellos hermosos y destellantes ojos verdes?
Estiró su mano, ofreciéndole su palma para dejar aquella flor que sostenía en sus temblorosas manos, su mirada evoca lastima y dolor. Sus pequeñas manos poseen marcas de palizas propinadas por un monstruo sin corazón, marcas violáceas que preservan la forma del objeto con el cual han sido propiciadas sobre la inmaculada piel de un infante. Sus pequeños pies también presentan aquellos patrones, salvó que hay marcas antiguas de di, has vejaciones bestiales, cicatrices que un son visibles en su cuerpo adulto.
Observó su mano, delgada y fría, y vio las marcas de aquellas palizas y recordó las duras palabras tras ellas, todas se escudan bajo "educación o corrección de comportamiento", revivió aquellas sensaciones vividas y que eran extrañas en su momento, conocía ahora sus significados, todas las sensaciones tenían un nombre, aquella de opresión en el pecho, aquel nudo en la garganta, aquellas ganas de llorar, aquel sentimiento que le hacía hervir la sangre cada vez que él lo veía de manera despectiva y derrochaba un sin fin de palabras hirientes sin tener consideración alguna por el. Todos tenían su propio nombre, ira, tristeza, frustración, rabia, coraje, desesperación... Tantas emociones que en su momento eran extrañas y confusas se muestran con mayor claridad frente a sus ojos, con una imagen suya de pequeño que lo mira fijo a los ojos y le ofrece una pequeña flor amarilla de papel.
Abrazar a ese pequeño era lo único en lo que pensó, brindarle aquel consuelo que en su momento no recibió, sostenerlo en sus brazos, aferrarse a el mientras pide perdón por su cobardía, mientras suplica con coraje y entre lágrimas que siga luchando y que no se rinda... Recuerda la promesa que lo llevó hasta donde esta ahora, una que rompió las cadenas que lo aprisionaban en una vida miserable llena de sufrimiento.
Aquel niño le da la espalda, se marcha... Se desvanece frente a su incrédula mirada. Abrazando sus rodillas y ocultando la cabeza en las mismas libera aquellas lágrimas que habían ofuscado su visión por un momento, un amargo rocio se desliza por sus mejillas como una lluvia torrencial en verano, gruesas lágrimas caen sobre la tela de sus pantalones, solloza y murmura cosas inentendibles, guarda en su interior aquel grito que por años se ha mantenido recluido en su interior, un nudo en la garganta, pequeños espasmos y una respiración profunda tras un largo desahogo solitario.
Gretur ha presenciado desde una distancia considerable aquel desenlace, aquellas pequeñas etapas de dolor por las que alguien muy cercano a él ha pasado y del que ha sido un fiel expectante por muchos años. Sabe cual es la cara de la tristeza, sabe cómo es de frágil un individuo que se ve fuerte por fuera... Sabe cuan rota puede hallarse el alma si se ha reprimido todas las emociones negativas hasta el punto de mostrarse simplemente como despojos de lo que alguna vez fue en su momento.
Sabe cuan necesaria es la presencia de alguien cercano, el cariño del mismo, la calidez de un simple abrazo es capaz de desbordar aquellas emociones retenidas y librar así el peso con el que uno carga, una charla amena, una sonrisa amable... Aspectos tan simples que pueden devolver la alegría a un rostro que carecía de ella, lo sabe, lo ha experimentado.
Aun así prefirió darle su espacio, era uno de esos pequeños momentos en los que una persona ansía estar sola pero para Sirian, ese momento era el peor de todos y que de algún modo era necesario para progresar.
Era necesario para ser fuerte, era necesario para dejar de vivir a merced de aquello que sentía y no comprendía. Era su momento, el momento para reencontrarse consigo mismo, el momento para recordar quien era realmente y cual era el propósito por el cual se hallaba ahora luchando. Ése era su momento.
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