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—Como se lo había comentado en un principio, salimos de la habitación y vimos a Abdel inconciente en el suelo, no tuvimos nada que ver con su estado.—alegó con seguridad, era verdad, no tenía razón alguna para mentir.

La Organización lo miraba con atención al igual que oía su testimonio, analizaba sus palabras, sus gestos y su mirada en silencio. Intentaba dar con una respuesta obvia antes de dar un veredicto. No mentía en absoluto, decía la verdad. Era un muchacho honesto, no podía esperar menos de la crianza que ha tenido.

Hijo de Israel y Egipto, criado sus primeros meses en el seno de una familia amorosa que fue destruyéndose conforme la desaparición de Israel se prolongaba. El papel de Texas en ese entonces resultó relevante. Entre todos los hijos del americano solo uno fue escogido, no era de esperar dado que los restantes no tenían interés absoluto en tener una carga sobre sus hombros.

—Fuiste bien criado por tu tutor, me enorgullece ver la transparencia de tus palabras.—halago con sinceridad, tras largas décadas de inestabilidad hallaba un pequeño suspiro con cambios insignificantes como el que tenía en frente.

Una nueva nación que cumpla con las espectativas que había puesto en los demás, una que no lo decepcionaria. Un orgullo ascendiente.

—Padre se esforzó mucho por criarme de la forma más correcta, me alegra mucho saber que los esfuerzos que hizo se ven reflejados y brindan orgullo a mi familia.—agradeció con una gran sonrisa en el rostro, amable y gentil.

Una que recuerda a quien estuvo ausente por circunstancias aún desconocidas.

—Puedes retirarte, a menos que tengas algún tema que tratar puedes permanecer aqui.—tomó un par de papeles de su escritorio, antes de siquiera volver a retomar la palabra él hablo.

—Abdel ¿Cómo esta? ¿Esta mejor?. —pregunto con preocupación, tenía que el golpe que había visto fuese más grave de lo que pensó en ese instante.

—Esta bien, fue un fuerte golpe pero no uno que pusiera en riesgo su vida, aun así esta en observación para ver si ha tenido repercusiones por el largo estado de inconciencia en el que lo encontraste.—comentó con tranquilidad, observó el alivio ajeno por lo que su rostro dibujo una pequeña sonrisa.

—¿puedo verlo?.—pregunto ansioso esperando una respuesta positiva a su petición.

—Por supuesto, tú hermana también está a su lado, será bueno para él verte dado que quería agradecerte a ti y a Sirian por haberlo socorrido.

Aquel joven tricolor estaba ansioso mientras caminaba tras la imponente figura de la ONU, deseaba en el fondo de si corazón que aquel joven con alas estuviera bien y fuera de peligro. Pese a que la organización le dijo buenas noticias esperaba verlo con sus propios ojos.

Cuando la organización abrió las amplias puertas de la última habitación del complejo quedo anonadado por lo amplia que era, era como estar en la gran sala de Estados Unidos, aquella en la que todos sus "tios" se reunian en ocasiones especiales. Un piso de mármol blanco, ventanales que dan con una hermosa vista, cortinas de seda roja que quedan bien con los detalles del estilo barroco de las paredes con cuadros de pintores famosos. Era deslumbrante y extasiante al mismo tiempo.

Avanzando un poco más diviso a las dos personas que con anterioridad la ONU había mencionado, ahí en un amplio sofá color borgoña estaba su hermana consintiendo un poco a Abdel, tal vez quizá molestandolo.

—Me alegra de que estés bien, estuve muy preocupado cuando te vi tirado en el suelo.—emitió un leve suspiro de alivio y tomó asiento a lado de su hermana.

—¿como es posible que hayas hecho tal tonteria?.—le remedaba egisra con una cara de molestia burlona, aun no creía que el mismo se había inducido a la inconciencia.

—Como te había estado repitiendo desde que llegaste e irrumpiste en esta habitación, odio estar encerrado, me siento como un ave en una jaula de oro. Es tedioso tener que pedir permiso para salir y más cuando te ponen gente para vigilarte 24/7. Pero no es algo que alguien como tu entienda, nadie me comprende.—dijo con simpleza encogiendose de hombros con una burlona sonrisa.

—¡¿De que hablas!? Te entiendo pero creo es mejor tomar las cosas con más madurez en lugar que actuar como un niño mimado ¿no lo crees? Lo que hiciste parece un berrinche para conseguir lo que quieres, esa "libertad" que nosotros no comprendemos.—copió su misma acción y sus gestos, algo que ciertamente podría ser molesto resulto divertido para aquel que recibía el mensaje.

—¿De que libertad estas hablando? espero que no sea algo referido a la lujuria, si es así no tengo intenciones de saberlo.—Egipel hizo un gesto de desagrado bastante infantil que sacó risas en sus acompañantes.

—Nada que ver, no soy de esos tipos. Es una libertad especial, un sentimiento embriagador y extasiante que recorre mi cuerpo cuando extiendo mis alas y la brisa choca con ellas. Es como mi eterna amante, me complace con una simple caricia, una tan delicada...—cerró sus ojos por un momento imaginandose nuevamente libre surcando a escondidas los cielos de su tierra natal y en algunas ocasiones en bosques de estados a los que va sin invitación.

—Algo semejante al sentimiento del amor se podría decir o ¿es algo diferente?.—pregunto con curiosidad Egisra tomando las delicadas manos de Abdel.

—No, es algo totalmente distinto a ese fuerte sentir, ¿por que lo relacionaste directamente con eso?.—pregunto curioso Abdel.

Parecía un juego para ver quién avergonzaba a quien o bien quien era capaz de desentrañar el mayor secreto del otro, eran como dos individuos que se tenían gran confianza, que se conocían desde ya hace tiempo y no así de algunos días o inclusive semanas. Esa habilidad social era muy envidiable, típico de un extrovertido.

Conforme aquella amena charla  se hacía más prolongada, alguien del otro lado de la puerta permanecía con la incertidumbre de pasar aquella puerta o bien regresar a su habitación o solicitar un breve paseo por los alrededores. Estaba preocupado por Abdel pero creía que involucrarse más de lo debido le ocasionará problemas. Ya le hizo daño accidentalmente por lo que a futuro desearía que si ha de existir incidentes no ser parte de ellos.

Dio una profunda respiración antes de decidirse dar su siguiente paso.

Sus manos tomaron la manija de la gran puerta y accedió al interior de la habitación sin causar impacto. Imperceptible fue su presencia por la charla que aquellos tres individuos tenían, se fue acercando con tranquilidad, a medida que lo hacía escuchaba risas risueñas, semejantes a las de sus hermanos cuando el era apenas un niño, risas alegres.

—¡Bienvenido Sirian!.

Una cálida bienvenida con gentiles sonrisas en el rostro, quizá su antipatía era la causa por la cual se refugiaba en su soledad pero ¿por que hasta ahora se le viene eso a la cabeza?.

—Conozcamonos mejor, de esa forma podremos establecer ¡vínculos irrompibles!.—sugirió alegre Egipel, con una sincera y amigable sonrisa en el rostro.

Tal vez hubiese sido mejor optar por la segunda opción que tenía en mente, quizá de esa manera evitaría hablar sobre su vida.

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