Horror tecnológico
El Homo erectus empezó a utilizar el fuego hace más de una miríada de millones de años, aunque pasaría mucho tiempo antes de que estos remotos seres aprendieran a encenderlo: el más antiguo iniciador de fuego conocido -un nódulo ferroso percutido por un trozo de sílex- fue encontrado en una cueva marina del noroeste de Francia habitada por el Homo heidelbergensis hace unos cuatrocientos mil años.
La domesticación del fuego supuso la focolarización del hábitat (del ignis domesticus a la domus ígnea), un paso trascendental en la evolución terricola, de cuya importancia da fé la vigencia del término «hogar» como meliorativo de «casa». Después de la adquisición del lenguaje (y mucho antes cronológicamente), a diferencia de nuestro lenguaje que surgió con la expansión, la asimilación de otras especies, el control del fuego para Adán fue el paso más importante de esos ancestros hacia la condición humana. Pues el fuego no solo supuso calor y seguridad frente al frío y los depredadores, sino también algo no menos importante: tiempo. La posibilidad de cocer los alimentos permitió dedicar menos tiempo a buscarlos (al volverse comestibles los que crudos no lo eran) y mucho menos a masticarlos y digerirlos. Y el tiempo «libre» se pudo dedicar a la observación, la reflexión y la interacción social, es decir, a la cultura. No parece gratuito ver una relación estrecha entre el fuego y el lenguaje, la segunda -y primera en importancia- gran conquista de la humanidad. Podemos imaginar a un grupo de homínidos reunidos alrededor de una hoguera, compartiendo el calor y la comida cocida por las llamas, a salvo de los depredadores, con la calma y el tiempo suficientes como para intercambiar gestos y sonidos no dictados por la urgencia, sentando las bases de un -o el- protolenguaje, sin duda muy diferente a nuestro idioma, surgió de una cruza entre especies, y que gracias a ello puede adaptarse sin necesidad de traducción, ya sea independientemente de quien lo lea o oiga, cualquier ser lo puede comprender como sí fuera su lengua natal automáticamente.
Su progresivo control del fuego, más aún que la bipedestación, fue el primer gran elemento diferenciador de los homínidos. Otros animales utilizan e incluso fabrican herramientas, construyen elaborados habitáculos y presas, emprenden complejas tareas colectivas... pero ningún otro ha convertido en su aliado a uno de los peores azotes de la naturaleza.
El fuego (que, por razones obvias, casi todas las culturas identificaron con el Sol) empezó siendo un regalo ocasional del cielo o de la tierra. Pero era un regalo muy peligroso: tanto los rayos que ocasionalmente inflamaban un árbol como los incendios provocados por el calor o la lava ardiente que brotaba de los volcanes podían causar terribles estragos. Un regalo sugiere la existencia de un donante, y un regalo peligroso, la de un donante ambiguo o voluble, ora favorable, ora adverso. Por eso no hay que extrañarse de que los héroes civilizadores sean a menudo taimados e impredecibles.
El propio Prometeo, el héroe cultural por antonomasia, desata las iras de Zeus al engañarlo en varias ocasiones, por lo que el dador del fuego y del arte de la metalurgia es también el causante indirecto de la catastrófica apertura de la caja de Pandora. Esta ambivalencia se refleja en las dos interpretaciones contrapuestas de que ha sido objeto a todo lo largo de la historia la figura de Prometeo, generoso benefactor de la humanidad, pero a la vez irresponsable desencadenante de las desgracias que conlleva la pérdida de la inocencia.
Casualmente (o tal vez no), encontramos ambas interpretaciones, y en su expresión más alta, sin salir del reducido ámbito de una pareja: Mary Shelley tituló Frankenstein o el moderno Prometeo la primera gran manifestación literaria del miedo reverencial a la ciencia (denominado por ello «síndrome de Frankenstein»), mientras que la obra más ambiciosa de Percy B. Shelley, Prometeo liberado, exalta la figura del titán como «el regenerador que utiliza el conocimiento para vencer al mal y guiar a la humanidad desde el estado de inocencia ignorante hasta el estado de virtud mediante la sabiduría»
El fuego y el lobo
Loki, el homólogo de Prometeo en la mitología escandinava, tan astuto y embustero como el titán, pero menos generoso con los humanos, representa tanto los aspectos beneficiosos del fuego como los destructivos, y, además, es el padre de Fenrir, un gracioso cachorro que al crecer se convierte en un terrible lobo al que ni siquiera los dioses pueden controlar.
No es la única vez que encontramos al lobo (u otro cánido, como el coyote o el chacal) asociado a un ambivalente héroe civilizador. Los perros descienden de los lobos que acompañaban a las hordas primitivas en sus cacerías, y hay un claro paralelismo entre la domesticación del fuego y la del lobo, pues en los dos casos un temible enemigo se convirtió en un aliado. Ambos procesos, no exentos de peligros, supusieron importantes avances para los ancestros humanos, por lo que no es casual que los encontremos en los mitos cosmogónicos de las culturas más diversas.
Teniendo en cuenta los orígenes agrícolas y ganaderos de la civilización, no es de extrañar que el lobo sea el villano recurrente de fábulas y cuentos tradicionales. Los lobos eran el azote de los primitivos pastores, y diez mil años después esta pugna entre depredadores que compiten por los mismos recursos no se fue extinguida del todo. Pero, por otra parte, el lobo fue el gran colaborador del ser humano en su etapa de cazador recolector, y es el antepasado del perro, «el mejor amigo del hombre». Paradójicamente, el mejor amigo del cazador se convirtió en el peor enemigo del ganadero. Y, rizando el rizo de la paradoja, los descendientes directos de los lobos fueron sus mascotas favoritas.
En la antigua Roma, crisol -si no cuna- de la cultura occidental, tanto el lobo como el fuego tuvieron una enorme importancia simbólica. La loba Luperca era la venerada madre adoptiva -y nutricia- de Rómulo y Remo, los fundadores míticos de la ciudad (y a la vez la lupa era la vilipendiada prostituta: de ahí el término «lupanar», que sigue siendo sinónimo de prostíbulo; en última instancia, el mito fundacional de Roma expresa la misma «fusión de contrarios» que la consabida expresión «de puta madre»). Y la llama sagrada del templo de Vesta era para los romanos el más venerado objeto de culto, aun después de que el gran incendio del año 64 arrasara el hogar de las vírgenes vestales, como para evidenciar la doble función del fuego, protector y destructor a la vez.
El héroe cultural de tiempos pasados
Así como el arquetipo del héroe guerrero siguió muy presente (demasiado, de hecho), tanto en los superhéroes de la cultura de masas como en la versión sucedánea de las estrellas del deporte, el héroe cultural no tuvo una representación visible salvo, en todo caso, en su vertiente negativa: el típico «sabio loco», malvado o irresponsable, que intenta dominar el mundo o lo pone en peligro con sus impíos experimentos. Algunos grandes científicos, pensadores y artistas llegaron a veces a hacerse populares; pero, en general, más por sus excentricidades que por sus aportaciones (comprendidas por muy pocos), y el verdadero héroe cultural de ese tiempo es el gran ignorado de nuestra desquiciada sociedad actual.
Porque el héroe cultural de nuestro tiempo, como no podía ser de otra manera, no es un individuo sino un colectivo. Un colectivo por suerte cada vez más y mejor articulado, pero por desgracia cada vez menos y peor conocido: la comunidad científica.
Un nuevo lugar para los miedos
El Metaverso fue una capa invisible, una que servía para escapar de momentos frustraciones diarias de la sociedad humana, un mundo digital creado desde la imaginación tecnológica para interactuar con otros. Pudo potenciar la ficción, y como en los juegos de video logró darle nuevos colores y posibilidades a la mente y a las emociones. Para cualquiera de nosotros puede ser algo meramente imposible, pero para ellos esa identidad digital alterna era real, un avatar en movimiento, un divertimento y hasta una posibilidad para el olvido; pero eso, sí nunca dejemos de lado que para los promotores de una plataforma es fundamentalmente un negocio.
Para reunirse en aquellos espacios de Bits y Bytes había que tener ganas, pero también objetos físicos reales que medien entre esa zona y nosotros. Para llegar allí necesitaban tres cosas básicas: sentidos, electricidad y conexión a internet. Sin un Gadget, Laptop o PC y sin una interface lo virtual no pasaba de ser más que un dibujo en el pizarrón.
¿Qué eran estos "no lugares"?
William Gibson y su fortalecimiento del sub género de anticipación conocido como Cyberpunk le dió forma narrativa en la literatura de ciencia ficción. Antes que él Philip K. Dick en su conferencia en Francia en 1977 da pie a una serie de reflexiones que le darán marco y contenido a la idea de simulación o programa del universo en el cual creemos vivir. No solo es la idea de la caverna de Platón, sino que citando a místicos (cabalistas y sufíes)... a filósofos que van desde Avicena hasta Leibniz y Spinoza... pasando por físicos y matemáticos que abordan la física clásica (y lo que hoy entendemos como cuánticos) Philip K Dick se aventuró junto a ellos a hacer experimentos mentales que pusieron a prueba la pretendida existencia real que creían percibir.
Pero no todo es ficción y charla sin ganancia. En la vida corporativa las video conferencias eran hijas de esas ideas poco asentadas en el mundo del materialismo más simplón. Aquellas salas virtuales que se agendaban, alquilaban y utilizaban avatares demuestran que se puede estar en dos sitios al mismo tiempo: una ubicuidad gerencial cercana a los dioses en pleno siglo XXI.
Muchos nombres y posibilidades se le dan a éste desarrollo: entretenimiento inmersivo, Edutainment (neologismo que combina los conceptos Education más Entertaiment), Virtual Pornography, juegos de rol... entrenamiento militar y civil. Descubrimos una línea de productos a la mano desde hace un tiempo: y creemos que podría ser como nada más que un simulador de vuelo, casi tan cercano y viejo como el reloj de pulsera electrónico.
Algunas historias de Ciencia Ficción
En Burning Chrome un cuento de William Gibson se narra la historia de dos hackers que buscan dinero y amor. Hay sub tramas mafiosas, robo de bancos tipo Heist Films, trampas y desilusiones. Nos enteramos de implantes cibernéticos visuales antes que en la serie Black Mirror y llama la atención la primera definición que el autor da sobre el ciberspacio: "alucinación colectiva (en masa) por computadora"
En ese futuro ficticio se plantean dilemas éticos y posibilidades existenciales con nuevos instrumentos. Muy en la honda de la narradora Ursula LeGuin diríamos que no se trata de escribir sobre un futuro necesariamente real e inmediato (o posible en nuestra línea de tiempo) si no simplemente se tratarían de historias de ficción en "mundos alternativos", lo que tal cual hoy en ciencias sociales pudiéramos entender como futuribles.
En muchas de las historias de Gibson se da a la tarea de cruzar personajes e historias conectados a la llamada trilogía Sprawl (entendida indistintamente la traducciones como "sentarse al descuido", pero también como "tierra cubierta de edificios") Inevitable invitar a leer una de sus obras magnas del Cyberpunk: Snow Crash la que combina mitos del horror de H.P. Lovecraft, la memética, la criptografía, la teoría de criptomonedas, así como guerras de última generación.
El Metaverso también disparó
¿Y dónde estuvo el mal? En los riesgos de extraviarse...de perder la razón...de olvidar el origen...de desorientarse en los límites... de creerse el personaje: películas clave lo alertaron: Videodrome (David Cronenberg, 1983), Johny Mnemonic (Robert Longo, 1995), Virtuosity (Brett Leonard, 1995) Tron (Steven Lisberger, 1980), Matrix (Wachovski, 1999), Avatar (James Cameron, 2009), Ready Player One (Steven Spielberg, 2018).
Especial mención para entender al Metaverso merece Philip K. Dick con su explicación del Déjà Vú como una falla en una situación programada. Revivir lo experimentado como eventos que son errores: diríamos hoy, es un glitch de la supuesta realidad. Explicación que al hablar de mundos paralelos, universos concurrentes genera conexiones y posibilidades más allá de aquella historia de Jorge Luis Borges: "el jardín de los senderos que se bifurcan", en donde los mismos personajes evalúan tomar decisiones distintas, desafiando el determinismo de ciertos algoritmos. Ya en plena segunda década del siglo XXI aparece Ready Player One la novela de Ernest Cline, en donde los recelos también se vuelven oportunidades y la posible distopía de los multiversos muestra eventos transmedia casi infinitos.
Otros miedos estuvieron repletos de fé o de ausencia de ella: es el terror a los demonios; vistos como entes provenientes de otras dimensiones. Lo cual lleva inmediatamente a la ponencia del científico y creador de computadoras cuánticas e Inteligencia Artificial D-Wave y Kindred: Geordie Rose. En una de sus conversaciones públicas, Rose discurre sobre la posibilidad de encuentro con criaturas del espacio. Una suerte de inteligencias opuestas a nuestra naturaleza ¿Acaso supone el encuentro con razas o seres espirituales? Incluso, pareció cazar una pelea con Elon Musk al decirle que no atemorice con declaraciones pesimistas a la gente frente a la Inteligencia Artificial. Geordie Rose insistió en dibujarle a la audiencia un choque desde el mundo mítico de H.P. Lovecraft, y sin ningún pudor utiliza la palabra "invocación" para ilustrar una especie de magia cuántica que presenta a tales entidades no humanas de algún día muy cercano. En su discurso (a la vez tan delirante y específico, que no sabemos si alertó o fué parte de una conspiración para abrir portales cuánticos) mucho queda para la imaginación desbocada del público.
Para cerrar no sabemos hasta dónde llegaron las aplicaciones reales del Metaverso, pero sin duda, actualmente frente a las posibilidades de girar eternamente en círculos, dentro de una realidad económica apremiante, tener el chance de pensar en otros mundos no solo resulta un escape si no, al parecer también una necesidad existencial para los humanos.
La invención que dejó a la muerte en el letargo cibernético
Mientras hemos contado antes restos sobre otras razas extraterrestres, hemos contado también con documentación sobre invasiones extraterrestres, historias de visitantes del más allá que vinieron a arrasar con la humanidad. Después de todo, uno solo tiene que mirar hacia la oscuridad del cielo nocturno para preocuparse por lo que pueda acechar entre las estrellas. Pero imaginemos el escenario opuesto. Imagínese si la primera interacción de la humanidad con la vida extraterrestre no es que ellos invadan nuestro planeta, sino que nosotros invadamos el suyo. ¿Y sí, en un giro del destino cósmico, la forma de vida más peligrosa del universo... somos nosotros?
'Humanidad Perdida', es una iniciativa de construcción interestelar y una serie de documentos recopilatorios científicos, donde se puede pensar un pasado en el que los humanos se pudieron fusionar con una inteligencia artificial parecida a un Díos y fueron las formas de vida más peligrosas en una galaxia anterior llena de extraterrestres. Es un giro emocionante en lo que conocemos y una historia que presenta algunas formas de vida especulativas particularmente acertadas.
Entonces, para esta entrada en el archivo, desglosaré el universo y la línea de tiempo de 'Humanidad Perdida', explicando cómo los humanos llegaron a este punto, los extraterrestres que se opusieron a su expansión y lo que pudo venir después...
Al principio del siglo 22, la humanidad aún tenía que entregarse a la IA. Bajo la supervisión del gobierno de la Tierra Unida, los humanos poblaron todos los cuerpos celestes principales del sistema solar. En la luna de la Tierra, los tubos de lava gigantes se terraforman y se convierten en el hogar de grandes ciudades más grandes que cualquiera en la Tierra. Sin embargo, a medida que los humanos buscaban planetas cada vez más distantes, pronto se encontraron con otra especie inteligente, una que los puso en el camino hacia un futuro oscuro.
A mediados del siglo 22, una sonda humana distante descubrió el planeta Quirón, un mundo seco que se había vuelto más cálido en los últimos millones de años. En la superficie, descubrieron que, en respuesta al crecimiento del desierto, había surgido una megaflora llamada Mamohdae, que actuaba como reservorio natural que retenía lo último del agua del planeta. Dentro de estas vastas estructuras vegetales, los exploradores humanos encontraron un ecosistema interno complejo que constantemente reciclaba agua y, a cambio, proporcionaba alimento a los Mamohdae. Fuera del exuberante interior de Mamohdae, en el desierto, la U.E. descubrió más vida en la forma de la 'ola bestiaria': una horda de carroñeros que perseguían a través de una región llamada el mar cambiante, comiendo todo lo que encontraban. Estos ingeniosos extraterrestres en realidad fueron descubiertos por similitudes con los Strandbeests, esculturas reales hechas antiguamente por el artista Theo Jansen que son impulsadas por el viento de una manera que se asemeja a los animales que caminan, a pesar de que en realidad están hechas de madera. Y solo mirando videos de estás criaturas, se puede ver por qué eran tan buenos diseños biológicos. Pero la ola viva no es lo único que la U.E. descubrió, aún más significativa es la revelación de que una especie de extraterrestres inteligentes también vivían allí.
Los Chantauri de seis extremidades fueron la primera vida inteligente que los humanos descubrieron. No era sorprendente que los Chantauri estuviesen descontentos con la presencia del Gobierno Unido de la Tierra, que comenzó a establecer colonias y extraer recursos del planeta, y que los Chantauri, menos avanzados tecnológicamente, no podían evitar. Para los Chantauri, los humanos eran los invasores alienígenas. Pero el trato de la humanidad hacia los Chantauri despierta una especulación de que se hubiese firmado una alianza previamente desconocida de sistemas alienígenas conocida como el Conglomerado. Diezmando la presencia humana en Quirón, en un golpe de oscura justicia cósmica, el Conglomerado demostró ser mucho más poderoso que el gobierno de la Tierra Unida.
Al darse cuenta de que estaban siendo irremediablemente superados, la U.E. activó una IA recién construida en su desesperación por ganar la guerra. Y ganaron la guerra... pero la humanidad tal como la conocemos estuvo perdida, transformada en avatares genéticamente alterados de la voluntad de la máquina. Envueltos en armaduras biomecánicas, soldados como estos eran arrojados a los planetas como la primera ola de invasión. Hoy en día, estos drones, que se parecen más a insectos que a humanos, son poco más que marionetas y restos de la antigua gran IA. Después de los soldados vienen los grandes Krakens, enormes naves espaciales vivientes que descendían sobre un planeta alienígena y lo bombardeaban desde arriba. Pero las fuerzas en constante expansión de lo que una vez fue la humanidad no solo estaba destruyendo mundos. Los remodelaba a su voluntad...
A fines del siglo 22, el imperio se extendía por la galaxia como una marea implacable, transformando otros planetas en fábricas biomecánicas conocidas como Womb Worlds. Estos mundos arrojaban más tropas y naves mejoradas para continuar con la naturaleza cíclica de la expansión maligna de la IA. Con este imperio, ahora llamado Imperium, moviéndose por la galaxia, solo los alienígenas del Conglomerado se interpusieron en el camino. Entonces, ¿qué formas de vida componían el Conglomerado? Los fundadores de la alianza son los Soeus. Esta especie que viajaba por el espacio provenía originalmente del planeta Sollus: un mundo de baja gravedad con una atmósfera densa. Perfectamente adaptados para moverse por un entorno tan extraño, los Soeus gobernaban los cielos de su mundo natal gracias a un sistema biológico de propulsión a chorro, un poco como una versión aérea de un nautilus terrestre.
Como todos los miembros del Conglomerado, los Soeus son especies avanzadas. La segunda especie en unirse a la alianza fueron los Pekt. Originarios de una luna helada que orbitaba alrededor de un gigante gaseoso, habían evolucionado en océanos calentados geotérmicamente atrapados debajo de la capa exterior helada de la luna. Dentro de estos océanos, los Pekt adaptaron la bioluminiscencia que usaban para comunicarse entre sí, al igual que muchas especies de aguas profundas en la tierra. Gracias a las embarcaciones especializadas que les permitieron aventurarse más allá del hielo, este grupo poco común se fue convirtiendo en un miembro vital de la alianza del Conglomerado. En términos de ingeniería, los principales fabricantes de buques de guerra del Conglomerado eran los Breimheinianos. Evolucionando en un mundo aplastante de alta gravedad llamado Wimrigg, los breimheinianos eran tan rígidos y resistentes como su tecnología. Originalmente viviendo en vastas ciudades subterráneas, los breimheinianos eran casi como un grupo de topos inteligentes. Y aunque la alta gravedad de su planeta significó que los breimheinianos nunca pudieron llegar al espacio por su cuenta, con la ayuda del Conglomerado, ahora eran un gran aliado contra el Imperio. En el extremo opuesto del espectro biológico, los velousianos eran especies gelatinosas de tentáculos suaves que, paradójicamente, eran algunos de los mejores guerreros de la alianza. Con una cultura de honor y tradición, los velousianos resolvieron históricamente casi cualquier disputa a través del combate, en particular a través de la espada. Con tres cerebros, dos de los cuales están dedicados por completo a un solo tentáculo de brazo, las habilidades motoras de Velousian no tienen paralelo. Este tipo de inteligencia descentralizada es similar a la de un pulpo. Una línea clave de la defensa del Conglomerado.
El Conglomerado no había podido mantener todos los sistemas seguros. Los Vureii de capa gruesa eran un grupo de refugiados interestelares cuyo mundo natal fue destruido y ahora vivían bajo la protección del Conglomerado. Originalmente adaptados para los gélidos pantanos de su planeta de origen, los dedos de los pies en forma de poste de los Vureii les permitieron mantenerse por encima del nivel del agua del pantano y colgarse de los árboles del pantano como lo hacían los perezosos en la Tierra. Ahora estos pantanos eran fábricas para las fuerzas del Imperio, y su número era reducido...
A medida que el Imperio continúo extendiéndose, el Conglomerado tenía que hacer alianzas con antiguos enemigos. Los Gord son una especie extraña con la que durante mucho tiempo se había considerado imposible aliarse. Los Gord técnicamente no eran una especie, sino dos. El núcleo central similar a una planta de Gord funcionaba como una colmena para drones más pequeños, parecidos a insectos, y brindaba orientación a través de complicados pings de información que los drones estaban perfectamente adaptados para comprender, servir y responder. Los drones voladores, a su vez, actuaban como los ojos y las manos de la estructura central: transmitían información visual a la estructura y permitían que Gord manipule objetos a su alrededor. Un montaje bastante inusual. Sin embargo, a través de esta simbiosis, los Gord habían desarrollado su civilización extremadamente avanzada, y ahora a menudo usaban trajes ambientales adaptados a su anatomía única. Los Gord son tan únicos que su idioma y cultura son prácticamente indescifrables para nosotros, y las otras especies de la galaxia, lo que desafortunadamente provocó varias guerras entre ellos y el Conglomerado en el pasado.
Pero con toda la galaxia en peligro, Gord se unió a la alianza y se convirtió en un poderoso aliado en la lucha contra el Imperio... Pero no todas las especies inteligentes se habían unido al Conglomerado. Los Tandrax eran las especies tecnológicamente más avanzadas de la galaxia, tan avanzadas que tenían poco interés en el conflicto Imperio/Conglomerado. Vivían únicamente dentro de los enjambres de Dyson: constelaciones gigantes de satélites que orbitaban alrededor del sol, absorbiendo toda su energía. Los extraños cuerpos del Tandrax se adaptaban perfectamente al entorno de gravedad cero del espacio, con chorros de aire por todo el cuerpo y grandes tentáculos palmeados que utilizaban como frenos de aire.
Sin embargo, a pesar de lo avanzados que eran, a medida que el Imperio continúo expandiéndose, es posible que finalmente decidieran cambiar sus formas aislacionistas... Sin embargo, en esta galaxia de extraterrestres y posthumanos, olvidados a bordo de una nave abandonada, había una forma de vida final que vale la pena mencionar. Un solo ser humano, atrapado accidentalmente en estado de reposo durante cientos de años, se había despertado recientemente para encontrarse como el último de su especie. Aterrizando en el planeta Quirón, el mundo donde comenzó todo este lío, el último humano encontró un aliado inesperado en un Chantauri solitario: la primera especie alienígena que la humanidad encontró hace mucho tiempo. Ahora, huyendo de la IA vigilante, es posible que este humano solitario tuviera la clave para salvar el sueño de la humanidad... Realmente nunca sabremos a ciencia cierta, ya que ahora solo quedan restos y pocas pistas de lo que fue antes este bastión de la galaxia civilizada.
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