Pecas (Headcanon - Oneshot)
Tres headcanon:
❁ Sin importar qué versión del ship sea, Gyutaro siempre le va a sabrosear las piernas a Zenitsu.
❁ En una versión Gyutaro x Zenko, a Gyutaro le encanta la carita pecosa de su rubia, la apoda Pecas o Pequitas, le gusta contarlas y frecuenta darle besos donde tenga.
❁ Siendo cazadores, Gyutaro y Ume tendrían la respiración del viento y, si Douma no es también cazador, Sanemi es su maestro. También serían cercanos a Shinobu por los venenos.
— ◍ —
AU de cazadores pero con Zenko y con los hermanos Shabana siendo también cazadores.
Cachito sin advertencias (❁'◡'❁) todo bonito y meloso.
—Hola Pecas–.
Zenko ya debería de estar acostumbrada a que no la llamen por su nombre, después de todo la mayoría de sus misiones las hace con Inosuke y él no para de llamarla de mil y un formas... pero nunca por su nombre.
Aún así le impactó demasiado que, a tres segundos de conocerse, un joven como alfiler, alto y delgado a más no poder, la llamó Pecas.
No había maldad en ello, de eso podía estar segura porque lo escuchó claramente. Él simplemente se acercó, le regaló una sonrisa que le dio cosquillas y la nombró por lo primero que vio en ella.
¿Eso era malo?
En un principio y para su nula autoestima sí.
Su pichón la despertó a gritos esa mañana y le ordenó ir a una nueva misión en compañía de los hermanos Shabana. Nunca antes los había visto, solamente había escuchado hablar de ellos porque son los tsugukos de Sanemi Shinazugawa y, por lo tanto, ambos respiran para matar.
Llegó al punto de encuentro y al instante fue abofeteada por la tremenda de belleza de Ume Shabana, todo en ella parece haber sido esculpido por un maldito Dios y si a eso le sumas que un azabache sin pudor como Sanemi, porque va con el uniforme abierto, apenas la ve le pone un apodo, bueno, la confianza y el aprecio hacia su persona voló más lejos que Ukogi.
—¿No tenías algo mejor que ponerte en el cabello? Esos moños se ven viejos y feos–.
Joder, ese debe ser un tiempo récord con el que alguien la hace llorar, ya puede sentir las lagrimitas acumulándose en sus ojos.
—No seas grosera Ume, apenas la conocemos, ah. ¿Cómo te llamas, Pequitas?– el chico tomó sus trencitas y las acomodó con la delicadeza que jamás sospechó que podría tener alguien con su aspecto tan rudo.
—Zenko Agatsuma–.
—¿Te vas a enfermar? No te me acerques, no pienso ir por ahí con mocos y ojos rojos– Ume ni siquiera piensa en la posibilidad de que sus palabras sean las culpables de la voz gangosa y los ojos llorosos.
—Somos Ume y Gyutaro, ah...–.
— ◍ —
La rubia iba despertando de a poco. De alguna forma el mundo a su alrededor se movía pero ella no. Terminó de despertar al sentirse sujetada de las piernas.
—Buenos días, Pequitas– Gyutaro la lleva en su espalda.
Hay una gran laguna en su mente, no puede recordar absolutamente nada de la pelea contra el demonio, está por amanecer y ya parecen ir de vuelta porque puede reconocer el pueblo por el que pasaron para llegar a la misión.
—Al fin despiertas, ya me estabas preocupando, pensé que jamás despertarías–.
¿Acaso esa fue la primera vez que Ume le habla de forma agradable? No entiende por qué, debería ser al contrario, se desmayó en cuanto vio al demonio así que solamente fue, otra vez, un maldito estorbo.
—Nah, Pecas es demasiado buena como para terminar así ¿No es cierto?– sintió un apretón en sus muslos.
También pudo percibir ciertas notas de calidez en la voz del mayor. Fue demasiado para su ser, su cabeza obtuvo el aspecto de algo a punto de reventar y volvió a quedar inconsciente.
Tendrá que pasar algún tiempo para que ella se entere de la verdad. En cuanto se durmió comenzó a pelear con todas sus fuerzas, incluso protegió varias veces a Ume de ataques que podrían haber dejado cicatriz.
Pero no pasaría tanto tiempo para saber que robó el corazón de Gyutaro en esa pelea, mostrando un poder tremendo, defendiendo a su hermana y joder, luciendo tremendas piernas que pudo apreciar con bastante detalle, gracias al cerdo del sastre que cada vez le va acortando más la falda.
— ◍ —
—¡Ya voy, ya voy, deja de picarme!– Ukogi a veces no le tiene piedad.
Pero está en todo su derecho de apresurarla porque ya va tarde a la nueva misión y todo porque antes de ir al punto de encuentro con los hermanos Shabana corrió a la finca mariposa por auxilio.
Lloró y suplicó a gritos la ayuda de las tres maripositas, sabe que ellas suelen ayudar a Kanao con su peinado y maquillaje.
Cuando terminaron de transformar su rostro se vio al espejo y casi arruina el maquillaje con su llanto, sentía que nunca antes se había visto tan linda. Las maripositas lograron desaparecer sus pecas bajo el polvo y sus labios lucen tan radiantes que invitan a ser besados.
La fugaz fantasía de Gyutaro robándole un beso la hizo chillar de emoción.
Corrió hacia su encuentro, su pecho brincaba de emoción.
—¿Qué le pasó a tu rostro?– auch, eso casi la mató, Gyutaro no tuvo compasión, incluso la mira con demasiado asombro pero no con el que buscaba.
No se ve encantado, ni hipnotizado, mucho menos con ganas de halagar su aspecto y tratar de convencerla de que le marque el cachete con un besito color ciruela.
—¡Increíble, te ves hermosa, sólo te falta algo!– bueno, al menos a Ume sí le gustó.
Le arrancó del cabello las horribles cintas viejas que siempre usa, volvió a trenzar la suave mata blonda con mucha más delicadeza y las ató con nuevas cintas que le regaló.
Pero de nada sirve la emoción y las chispitas en los ojos si éstas provienen de la albina y no de Gyutaro. Ni los regalos fueron suficientes para llenar el hueco en su corazón que va creciendo con cada segundo que Gyutaro la mira con el ceño fruncido.
Zenko realmente pensó que terminaría de conquistar a Shabana al tratar de ser más... ¿Más como Ume? Preciosa, con piel lisa como la porcelana, labios brillantes y todas esas cosas que naturalmente no tiene. ¿Tan horrible luce? No puede hacer mucho por su aspecto tan extraño desde que un jodido rayo la hizo rubia, quizá si aún tuviera el cabello oscuro tendría mayores posibilidades de lucir bonita.
—¡Ya sé, ya sé, esperen aquí sólo un momento!– Ume desapareció sin esperar respuesta.
Gracias al maquillaje su rostro luce rosado, sin éste se vería como una manzana.
"No llores, no llores, no llores". Piensa y aprieta los bordes de su haori.
—¡Vamos, ya deja de mirarme así, no tenías que ser tan cruel, sólo quería cambiar un poco y tú vienes y me rompes el corazón!–.
—Ume tiene razón, ah, te ves preciosa Zenko–.
Zenko... es la primera vez que la llama por su nombre y también ya la halagó, pero algo no está bien, algo se siente forzado o como si algo faltara.
—Te ves hermosa pero no me gusta– Gyutaro se acercó tanto que bruscamente el hoyo en su pecho bajó a su estómago.
—Así no puedo verlas, ah, mis pequitas– deslizó su dedo del puente de la nariz hasta el final de la mejilla de Zenko.
Su yema se llevó una buena cantidad de maquillaje, algo que lo hizo sonreír y dejar de fruncir el ceño porque en ese caminito pudo volver a ver las manchitas que tanto le gustan en el rostro de la rubia que, a sus ojos, siempre ha sido hermosa.
Zenko no hizo algo por detenerlo así que en lugar de un dedo le pasó ambas manos por casi toda la cara. Despintó su frente, nariz, sus cachetes, esquivó los labios y terminó en la barbilla. Ahora sí puede ver el tinte rojo intenso en todo su rostro aunque aún tenía más maquillaje embarrado.
—Me encantan tus pecas, ah, no deberías esconderlas–.
Sus mejillas se ensuciaron más cuando Gyutaro las tomó. Pensó que estaba haciendo un desastre en su rostro pero el sonido tan amoroso del azabache la tenía petrificada, bien podría batirle también el labial y ella seguiría sin reaccionar porque temía hacer que Gyutaro se alejara.
Y es que al fin veía lo que esperaba desde el principio, los ojos de Gyutaro parecen hechizados al mirarla, parece que el resto del endemoniado mundo no existe fuera de su rostro todo batido y pecoso. Joder, ahora ama sus malditas pecas tanto como las manchas en el rostro del mayor.
Más aún cuando su fantasía se hizo realidad, bueno, algo así. Zenko esperaba que Gyutaro le robara un inocente beso, un piquito que sólo le diera un mini paro cardiaco.
En cambio, Gyutaro tomó sus labios por completo, los dominó en un beso que le sacó el alma; devoró toda la piel cubierta con el rojo ciruela que las niñas le untaron y la remató con una suave mordida al labio inferior.
—Mira ésto, traje varias... ¿¡Qué te-!?– Ume volvió en el mejor momento para descubrir que la linda obra de arte llamada Zenko fue destruida por su hermano.
Ahora parecía que un payaso la había arreglado y ella ya hasta había conseguido pequeñas flores para decorarle las trenzas.
No puede con lo horrible que se ve ahora toda batida y encima Gyutaro tiene toda la marca del crimen en la boca y ambas manos.
—¡Largo de aquí traidor, ve a comprar un pañuelo!–.
Gyutaro voló en busca de no uno, cuatro pañuelos. De una vez porque no quiere andar dando vueltas comprando varios hasta que uno sea lo suficientemente hermoso para su hermana.
Ume tomó el menos bonito y lo usó para limpiar bien el rostro de Zenko. Enojada, usó las flores en el cabello dorado de la chica, nadie le va a quitar la fantasía de arreglar a su cuñada. Otro pañuelo, que no era el más bonito, se lo dejó a Gyutaro para que se limpiara.
—¡Ahora andando!–.
Zenko se adelantó a paso rápido aunque caminando como zombie porque el alma aún no le regresa al cuerpo. Va a guardar el recuerdo de ese primer beso hasta que se muera.
—Ten, cuando llore, porque seguro que hoy llora, te portas como caballero, no como animal, y lo usas– Ume le tendió el tercer pañuelo luego de guardarse el cuarto que le pareció más lindo.
Gyutaro lo miró por un largo rato, analizando las posibilidades y pensando en su rubia llorando.
—Ésto tan pequeño no me va a alcanzar para sus moquitos, ah–.
— ◍ —
Ahora que hicieron pública su relación, ya no necesitan esperar a tener una misión juntos para verse y Ume suele dejarlos a solas porque siempre dice que no aguanta tanta azúcar.
Mientras pasan el rato acurrucados contra un árbol, esperando a que el crepúsculo ponga fin a la luz del sol, no se preocupan de nada a su alrededor.
—¿Qué pasa?– Zenko ya no pudo con los nervios y la curiosidad. Gyutaro no ha dejado de mirarla fijamente mientras acaricia y cuenta las manchitas en su piel.
—Tienes una nueva peca– él le sonríe con ternura.
Su mano sube a su rostro, intentando seguir la mirada azul cielo que casi no parpadea por poder seguir mirándola.
—¿Dónde?–.
—Aquí– un beso fugaz le señaló el lugar donde surgió la nueva peca, no en la cara como pensó. El beso en su cuello la hizo temblar.
"¡Joder, que me salgan más, un millón más!", pensó Zenko que estalló de amor.
o(* ̄︶ ̄*)o Malandro por fuera pero suavecito por dentro.
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