Oye, Dios (Song fic)

AU mundo moderno

La canción es Dios de Lasso (le hice unos pocos cambios a la letra).

(●'◡'●) sin advertencias, esta historia es apta para todos los corazones, creo.

—Buena suerte Shabana, espero no volver a verte–.

Ah, que despedida tan agradable. No podría esperar algo mejor del guardia de seguridad que le estuvo jodiendo la vida durante su condena en prisión.

Al fin es libre ¿Qué podría salir mal? Bueno ¿Qué podría volver a salir mal?

Comenzó a llover. Claro que sí. Hizo llorar al señor porque no pudo deshacerse de él antes de que fuera liberado.

Está en medio de quién sabe dónde, completamente solo y lo único que trae encima es un celular descargado y que ni siquiera está seguro de que sirva porque no le cargó la batería en todo ese tiempo.

Tampoco es que tenga alguien a quien llamarle, lo único que le importa en ese celular son las fotos.

Gyutaro comenzó a caminar, resignado a que o nada puede empeorar el momento o Dios decide que sobrevivió a cinco años de cárcel para salir y morir de pulmonía.

— • —

La verdad, en Dios no creo

Pero cuando yo lo veo

Quiero tirarme al suelo y rezar

— • —

—¡Oye! ¿Quieres entrar? ¡Se cae el cielo!–.

"¿Y tú te caíste con él?", pensó Gyutaro cuando un joven rubio bajó el vidrio de su auto para gritarle. Apenas se aleja del reclusorio comienza a tener mejor suerte.

Eso o está cayendo en las viejas tácticas de gente hermosa que seduce a pobres desgraciados sin futuro, ¿Si decide entrar va a despertar en una bañera con hielo y sin algún órgano?

Se acercó un poco para no tener que gritar, iba a agradecer la oferta y negarse pero la puerta del auto se abrió. Pudo ver que la mata rubia iba acompañada de ojos ámbar, una naricita roja por el frío, manos delicadas y en general un cuerpo menudito.

Bueno, quizá tenga algún órgano de sobra y con suerte uno que no le hayan apuñalado con un cepillo de dientes.

Entró al auto en el asiento de copiloto que el chico cubrió rápidamente con una bolsa, lo comprendió al verse escurriendo a pesar de que no tenía mucho caminando.

—Gracias–.

El chico le hizo un ruido de asentimiento mientras revolvía las cosas en los asientos traseros. El corazón de Gyutaro fue robado cuando lo vio volver a su asiento con una sonrisa.

—Ten, usa ésto para tu cabello– el ángel a su lado le extendía una sudadera.

— • —

No sé qué hace él conmigo

No merezco algo tan lindo

Alguien del cielo me debe de amar

— • —

—Eres demasiado amable con un desconocido, ¿Sabes que estamos a pocos metros de una cárcel?–.

—Oh, ¿También vienes de ahí?–.

Mierda ¿Qué pudo hacer esa criatura divina para ser encarcelado? Aceptó la sudadera para secar sus ondas azabaches.

—Sí, justo salí cuando comenzó a llover, ah. Soy Gyutaro Shabana, gracias por toda la ayuda...–.

—¡Zenitsu! Soy Zenitsu Agatsuma–.

El tinte rosado en la nariz del rubio se extendió a sus mejillas, Gyutaro se arrepintió de haber mojado la sudadera porque seguramente el chico tiene frío.

El silencio se llenaba con el golpetear de la lluvia contra el auto. Los vidrios se empañaron tanto que Zenitsu se puso a dibujar.

Una carita feliz... Una flor... Un señor con gran bigote y cicatriz... un pajarito deforme.

¿En serio ese niño estuvo en prisión? ¿Dónde estuvo todo ese tiempo, enterrado en el patio como si fuera un girasol? Solamente así se le ocurre que podría sobrevivir alguien tan adorable. El último cachito de ventana fue ocupado por un tiburón sonriente. Él no lo sabe, pero ese tiburón es su representación.

Zenitsu mira de reojo al joven con manchas en el rostro y dientes más puntiagudos de lo normal, piensa que estar a su lado se siente como estar nadando con un tiburón que no parece interesado en desgarrar su carne.

Luce amenazante y peligroso, seguramente sonríe al verlo porque le causa incomodidad como a muchas personas pero no lo quiere mostrar hasta que pueda huir de su amabilidad sin ser nuevamente empapado por la lluvia.

—Te falta una aquí–.

El largo y huesudo dedo del azabache se acercó a su dibujo para agregarle una pequeña aleta a la cola del tiburón. Al parecer ese simple acto fue suficiente para que Zenitsu tomara confianza para hablar hasta por los codos.

Incluso se puso a llenar de dibujitos la ventana del lado de Gyutaro aunque eso significara acercarse más a él. Inevitablemente la pregunta del millón fue pronunciada.

—¿Por qué estabas en la cárcel?–.

Pudo mentir. Mirarlo fijamente a los preciosos irises y escupirle la primer historia tonta que se le ocurriera con tal de no verse tan mal frente al chico que le genera cosquillas y nerviosismo.

Pero no se sentiría bien haciéndolo, ni siquiera pudo pensar en una buena razón para no hacerlo antes de empezar a hablar y ver cómo el suave rostro contento se iba apagando con incredulidad.

Quizá la historia de ser separado de su hermana menor es muy trágica. Rascó su rostro con nerviosismo.

— • —

Oye, Dios

Sé que tú y yo ya no hablamos

Que tal vez yo me he alejado

— • —

Cuando su madre murió, los hermanos Shabana no lo supieron. Pensaron que simplemente la vieja estúpida los había abandonado definitivamente. No era de extrañar y tampoco una tragedia.

De hecho era facilitarles la vida, al menos eso creyeron al principio. Jamás esperaron que sus acciones cayeran en una cadena de terribles sucesos como piezas de dominó.

Gyutaro robó una pluma fuente. Esa fue la primera ficha en caer. Las siguientes fueron él regalándole esa pluma a su pequeña hermana Ume porque le pareció un objeto hermoso, a eso le siguió el hecho de que la niña comenzó a usarla como arma.

No era un arma potencial, el filo no era algo de lo que debiera preocuparse, pero cualquier cosa es peligrosa en manos de alguien que fue criada con fuerza.

Siempre defenderse, siempre ganar, siempre ser superior y pisar a cualquiera que se meta en su camino.

A Ume no le importó que esa persona en su camino fuera alguien de servicios sociales que fue a visitarlos cuando el cadáver de su madre fue identificado. Ella le arrancó un ojo con la pluma cuando intentó escapar.

Una gran ficha del destino cayó en ese momento, los hermanos Shabana fueron separados porque estaba claro que juntos eran un peligro para la sociedad.

La primera cárcel que Gyutaro pisó fue un maldito orfanato en el que tuvo que aprender a sobrevivir o su aspecto debilucho, pálido y manchado lo habría mantenido por siempre en la enfermería del lugar.

Se mantuvo en aquel infierno el tiempo suficiente como para salir por mayoría de edad y entonces recuperar a su pequeña princesa albina. Pero Dios decidió que no merece tener algo tan bueno en la vida.

La última ficha del camino desafortunado cayó cuando el director del orfanato en el que estuvo Ume le dio la noticia de que la pequeña había muerto repentinamente.

Un asqueroso hijo perra sin un ojo y con varias cicatrices en las manos le dijo que Ume había enfermado.

"¿Dónde está la pluma fuente? ¿Aún está clavada en tu trasero?".

Los ojos del estúpido se encogieron con las preguntas. Supo en ese instante que el adefesio frente a él era el culpable de haber perdido lo único que tenía.

Cinco años de sentencia por casi matar a golpes a un pobre intento de hombre se sienten como la mierda. El orfanato era el cielo en comparación con el lugar en el que estuvo.

Todos en ese lugar se habían alejado del camino del señor, al igual que Gyutaro al pensar que él le había arrebatado lo único bueno que le había dado.

— • —

Por eso hoy yo te llamo

Para agradecerte por habérmelo enviado

— • —

El rostro de Zenitsu se volvió indescifrable para él. Durante todo su relato se mantuvo en silencio y estático, casi parecía que había dejado de respirar.

"Supongo que se acabó la buena suerte".

Pensó que sería buena idea al menos rapiñarle la bolsa que puso en el asiento para cubrirse un poco de la lluvia... Mierda, o usarla para asfixiarse, lo que más le dieran ganas.

—Lamento mucho todo lo que les pasó, a ti y a tu hermanita–.

"¿Qué?".

—Espero que el asqueroso tuviera secuelas peores que las cicatrices por atreverse a tocarla–.

"Espera, espera ¿Qué? ¿Acaso me di un golpe en la cabeza?".

—No imagino todo el dolor y odio que debiste sentir–.

"¡Mierda, hice llorar al ángel!".

Porque eso debe ser, definitivamente ese chico rubio, precioso incluso cuando llora y se sorbetea los mocos, es un ángel que Dios debió aventarle para arreglar su cagada o para que Ume deje de molestarlo.

Se miran fijamente.

El menor no lo mira con asco, miedo ni pánico. En realidad luce triste, sus preciosos ojos brillan con las lágrimas que le hizo derramar y su rostro grita el "lo lamento" que nunca antes le dijeron.

—¿Y tú? ¿Por qué estabas en la cárcel? Ah– necesita respuestas, no es posible que esa bella flor estuviera en la cárcel.

—Ay, no... Es que... ¿Conociste a alguien llamado Kaigaku ahí dentro?–.

—Cualquiera que conozca a Kokushibo conoce a su perra, ah–.

—Es mi hermano, vine a visitarlo y traerle un par de cosas–.

Entonces su cerebro hizo clic, claro que sí. Eso tiene todo el maldito sentido del mundo porque hoy es viernes de visita.

—Ah... Él es, sí... ¿Una perra fiel?– joder, ya no sabe cómo arreglarlo.

Si no lo corrió por ser un ex recluso ahora lo va a mandar a patadas al diluvio por insultar de esa forma a su hermano.

—Ah, no, tu hermano es–.

—Un pendejo, ya lo sé–.

Puede jurar frente a cualquiera que la risa de aquel joven es el sonido más estremecedor que pueda existir. La siente en toda la piel, corre por sus piernas, sube a su estómago a dar cosquillas y luego da un brinco hasta su pecho.

Sus rostros compartieron un adorable sonrojo.

Zenitsu escucha la risa rasposa del mayor y piensa que quizás Diosito no lo odia y por algo hizo que su auto no encendiera justo en ese lugar y ese momento.

— • —

Dios, ya entendí

Por qué no me quiero morir

Es que en la Tierra ya estoy con él

¿Para qué quiero irme yo para el cielo?

No es mi sueño

— • —

Se cancelan todos los malditos planes. No tiene idea de lo que Zenitsu estuvo planeando hacer de su vida en un futuro, pero ahora él sabe lo que quiere y eso ya no involucra una creativa y rápida forma de dejar esa vida.

En cuanto supo que ese ángel está soltero se dejó ir como gorda en tobogán.

Y por supuesto que Zenitsu se dejó hacer, no tenía ningún buen motivo para rechazar a un ex convicto con cicatrices pero también con manchas lindas, con cuerpo delgado pero pecho marcado, historial violento pero actitud de cachorro junto a él, ojos caídos pero que sólo lo miran a él.

Joder, es toda la fantasía.

Y las cogidas ni se diga, no sabe si se viene o se va con cada vez que Gyutaro le hace probar el cielo.

Está claro que el abuelo Jigoro no supo que metió a su apartamento a un ex convicto hasta después de un par de meses cuando su relación se formalizó, Gyutaro se estabilizó con un buen trabajo y, sobre todo, luego de que Kaigaku también salió de la cárcel.

Así la balanza se nivela, ambos tienen en casa a un ex convicto y no van a haber bastonazos por hacer algo tan imprudente.

— • —

A que el tiempo pase lento

Que vivamos más que el universo

Quiero estar con él para siempre

Menos ya no es suficiente

— • —

Mira un anillo, demasiado simple. Mira otro anillo, se vería horrible en una mano tan hermosa como la de su ángel. Mira cientos de malditos anillos y ninguno le gusta.

Mierda, es la tercera estúpida joyería en la que se para y no puede encontrar algo lo suficientemente bueno para él.

Es que nada en ese mundo es suficiente para él. Ni siquiera el tiempo.

Últimamente ha estado sintiendo un hueco en su estómago que crece hasta su pecho cuando el miedo lo asalta. ¿Y si se le va la vida y no logra darle todo a Zenitsu?

El tiempo no se detiene ni va lento, al contrario, el hijo de perra parece correr cada vez que está junto a Zenitsu. Hace tres años estaba bajo la lluvia como perro abandonado y ahora llevaba esos años robando a un ángel del cielo.

Hubieron muchas cosas que no hizo con Ume. Muchísimas.

No quiere volver a dejar pasar el tiempo sin hacer todo lo que debe. ¿Es muy pronto para el matrimonio?

Quizá sea algo apresurado pero entonces ¿Por qué Zenitsu lloraría tanto al ver que al frentón de su amigo le pidieron matrimonio? Igual y sólo fue por emoción...

Mierda, o quizás lloró de envidia al ver que Kamado se comprometió con un gigante mamado que sonríe todo el tiempo, el desgraciado es tremendamente apuesto a pesar de tener ojos de pescado como dice Hashibira.

Él es malandro, delgaducho y apagado. Rengoku es alegre, con pechotes y casi brilla como el mismo sol. Maldita mierda, ahora tiene una crisis en medio de una joyería, sus uñas ya le causaron una buena herida en el pecho.

—Disculpe ¿Puedo ayudarlo en algo?– Una empleada se le acercó. Leyó el gafete porque resalta mucho en el tremendo busto donde está colocado.

Mitsuri lo mira con tanto o más nerviosismo del que él tiene. Suda y su gesto le grita "Por favor compre algo o voy a llamar a seguridad".

—Necesito un anillo, ah, quiero pedir matrimonio–.

En un segundo las esmeraldas de la joven resplandecieron, su gesto se transformó en uno entusiasmado y amoroso. Todo el miedo y la inseguridad desaparecieron de Gyutaro cuando la joven lo guió en su compra como si ella misma fuera a pedir matrimonio.

— • —

Dios, ya entendí

Por qué no me quiero morir

Yo era ateo y ahora en ti creo

— • —

Volvió a creer en Dios y en los milagros cuando recibió el más fuerte que ha escuchado. Está seguro de que no va a poder escuchar bien por un par de días pero no le importa, ahora lo único que debe importar es que Zenitsu grita de alegría, mira el anillo en su dedo y llora de la única forma en que a Gyutaro le gusta.

La felicidad corre por las mejillas del rubio que nunca antes tuvo en su cuerpo tanta euforia. Jamás pensó que alguien podría llegar a amarlo de la dulce y dedicada forma en que Gyutaro hace cada día.

— • —

Dios

Sé que tú y yo ya no hablamos

Que tal vez yo me he alejado

Por eso hoy yo te llamo

Para agradecerte por habérmelo enviado

— • —

Zenitsu debe agradecer. Grita, llora, reza y suplica que todo eso no sea el más hermoso de sus sueños. Por mucho tiempo se dedicó a ser una masita triste y arrinconada en la soledad de su apartamento, viendo a los demás ser felices, lograr sus metas y, en general, saber qué hacer con sus vidas en compañía de alguien más.

Por años fue esa presencia incómoda en las reuniones que gritaba "¡Estoy solo! ¿Quieres estar conmigo?" alejando para siempre a mujeres y hombres.

Pero ahora hay una hermosa joya abrazando su dedo con la promesa de que no volverá a estar solo. Cada día hay un par de brazos a los que puede recurrir por calor y un amor tan hermoso que lo hace llorar.

Mañana a mañana despierta con un delicioso dolor en las caderas y un aroma que lo levanta al instante porque su Cielo tiene listo el desayuno; hace un esfuerzo tremendo por no gritar, pellizcarse a ver si no sueña y arruinar el momento.

Gyutaro lo mira a diario y no parece cansarse, sus ojos nunca se nublan ni tuercen en una mueca de fastidio como muchos otros pares de ojos lo han hecho. Ese hombre brilla para él con tanto amor que le es imposible no amarlo con la misma intensidad, con toda la emoción y los gritos que ha contenido por lo que sintió como siglos.

Ahora hay alguien que cuida de su corazón como tantas veces suplicó mirando al cielo antes de resignarse a la soledad y alejarse de todo eso.

— • —

Dios, me perdonas

Dios, me perdonas

Dios, me perdonas

— • —

Con tantos malditos nervios en su cuerpo siente que se va a derretir. Peor aún, siente que el destino le va a escupir en la cara y se va a burlar al ver que creyó por un segundo que podría ser feliz.

Algo malo va a pasar.

Le tiemblan tanto las manos que parece drogadicto en busca de un nuevo viaje. Pero eso es apenas la punta del iceberg, por dentro es un infierno de terror, pánico y recuerdos. En su mente explota todo lo malo que ha hecho, empezando por nacer, y que ahora se le podría cobrar.

Pide perdón por absolutamente todo.

Grita, ruega, súplica que nada malo ocurra justo en el maldito día de su boda. Su estómago está a tres recuerdos de consumirse. Ya no se puede diferenciar entre el tic tac del reloj y el tronar de sus huesos con cada movimiento de su cuerpo tenso, tieso presa del pánico.

Faltan sólo segundos para que Zenitsu entre por la gran puerta y lo convierta en el hijo de puta más suertudo del universo, pero joder, sabe muy bien que Dios es caprichoso y en segundos puede arrebatarle todo, hasta con tiempo de sobra.

— • —

Oye, Dios

Sé que tú y yo ya no hablamos

Que tal vez yo me he alejado

Por eso hoy yo te llamo

Para agradecerte por habérmelo enviado

— • —

Cuando Zenitsu entró a su vida lo hizo en un auto viejo y descompuesto, ropa floja, rostro con una palidez que anunciaba un fuerte resfriado, cabello revuelto y muchas otras imperfecciones.

Aún así, verlo le hizo sospechar que estaba junto a un ángel, quizás incluso ya estaba muerto y no habría tenido problema por ello con tremendo recibimiento.

Pero verlo entrar con su traje, sonrisa enorme, nariz roja y ojos hinchados por el llanto se lo confirmó. Zenitsu Agatsuma, a minutos de convertirse en Zenitsu Shabana, brilla con aura divina y le roba el aliento, el corazón y hasta el alma puerca que debe tener.

Se siente sucio al tomar las manos de tremenda creación de Dios.

Acepto– su voz resuena en el lugar. No tiene idea de cómo fue que el cerebro le dio para contestarle al padre pero gracias a Dios que lo hizo.

Puta mierda, su felicidad entera depende de que diosito no le arrebate su cachito de paraíso.

Las palabras que el padre dedica para preguntarle a Zenitsu si acepta la condena se hacen lentas, eternas para ambos que se toman las manos con mucha ansiedad.

ACEPTO– Zenitsu no lo dejó terminar la eterna pregunta.

Prefiere adelantar el asunto al momento en que su pacto de amor se sella con un beso. Un dulce, profundo y desesperado beso con el que se pueden escuchar algunos murmullos de ternura porque el rubio debe ponerse de puntitas para alcanzarlo.

Las mariposas revolotean tanto en sus cuerpos que se siente como un tornado, el amor llena sus pechos hasta casi desaparecer el hueco del miedo a perderse que ambos sienten y que jamás va a desaparecer.

Pero ya sea un día, una semana o la vida entera, juntos valdrá la pena arriesgarse a perder el corazón por un capricho de Dios.

(〜 ̄▽ ̄)〜 gracias por leer

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