Epílogo

—Jovencito.

La voz molesta me hace gruñir y me acomodo más en el asiento. Siento que me zarandea y lo manoteo para que me deje en paz.

—Es la última parada.

Abro los ojos de repente, me acomodo los lentes y recorro cada parte del autobús vacío. Miro al chofer escuálido con cara de pocos amigos.

Me espanto al verme aquí, esto debe ser un sueño. El carraspeo del señor me hace pestañear y lágrimas escapan de mis ojos al darme cuenta que no poseo la pulsera rosa en mi muñeca.

—Debe bajar ya, es la última parada —repite como si de un robot se tratara.

Me levanto, desorientado, la noche oscura y fría me hace temblar.

Un escalofrío me recorre al ser consciente de que nada fue real. No, no lo acepto, debo ir por Nathalia y por mi hijo.

Camino entre los asientos vacíos, sintiendo que esto ya lo había vivido anteriormente. Los recuerdos de todo lo que pasé me llenan la mente como si de una película se tratara.

Sollozo con fuerza al salir del autobús, el frío me golpea haciéndome temblar, pero no me impota. Doy unos pasos por la oscura calle, no sé dónde estoy ni qué hacer. El sentimiento de pérdida hace un profundo agujero en mi pecho.

—¡Jovencito! —Detengo mi andar y el chofer se me acerca, quedando a una distancia prudente—. No lo puedo dejar aquí, suba que lo voy a llevar dónde debió quedarse.

Me introduzco al autobús de nuevo, no dejo de observar las calles oscuras que dejé atrás hasta que las pierdo de vista. Reviso mi celular, me espanto al ver la fecha de mi cumpleaños número diecinueve.

Es oficial, solo fue un sueño, pero uno tan real que duele.

Entro a mi casa, temiendo encontrarme con él. Evan me espera en la sala, mis ojos se van a la mesa y hay un panecillo con una velita encima.

—Feliz cumpleaños, amigo.

Me abraza, pero me quedo petrificado sin saber qué decir.

Me alejo; él  me mira, sus rostro muestra confusión y algo más que no sé descifrar.

—Gracias.

Tomo el regalo y camino, desganado, hacia mi cuarto.

—¿Qué sucede? —pregunta y entra detrás de mí.

Me siento en la cama con la cabeza baja, ¿cómo decirle que soñé cosas horribles y a la vez hermosas?

—No es nada. —Me quedo pensativo por un momento—. Evan, ¿sabes qué es la Zona B?

Sus ojos se abren en sorpresa y se gira, dándome la espalda.

—Sí, ¿por qué la pregunta?

Le doy la vuelta para mirarlo directo a los ojos. El corazón me golpetea el pecho sin piedad, me sudan las manos y creo que voy a colapsar en cualquier momento.

—Nada, pura curiosidad...

Las palabras se quedan en el aire, atrapadas en una tensión densa que no me deja respirar con normalidad.

Me toma un segundo decidirlo, así que salgo del cuarto y corro hacia la salida.

Necesito ir a ese lugar, tengo que entrar a la Zona B y encontrarme con Nathalia.

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🙋‍♀️Muchísimas gracias por seguir aquí. No saben cuánto aprecio el apoyo y el cariño que me han brindado.

Cuando empecé a escribir esta historia,en mayo 2020, nunca imaginé que se iba a convertir en una de mis favoritas.

Espero que la hayan disfrutado y captado todo lo que quise transmitir.

Hice un crossover con Ruddy Benson de adulto, el hermanito de Lía, en la historia "Has sido tú". Está completa y disponible en mi perfil. ❤

☆Ruddy también tiene su propia historia, esta se sitúa después del epílogo de Has sido tú. Se llama "Melifluo", está completa y disponible en mi perfil. 🥰

☆En mi perfil tengo otras historias que podrían gustarte. ¡Ve y echa un vistazo! 👀

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