Capítulo Final
NATHALIA
Carmen me abraza con fuerza mientras lloramos por la amarga despedida. Eva se une, sus pequeños brazos me rodean el cuello y dice cuánto me quiere. Me duele dejarlas, pero ya mi misión en este lugar está completa y debo hacer mi vida. Puede que en un futuro venga a visitarlos, pero no será por ahora.
Alex me contó lo que sucedió aquel fatídico día que perdí a mi papá. Estuve hospitalizada, pero todo salió bien con el bebé. Ahora mi pancita está mucho más grande y estamos esperando para saber el sexo.
Pude reunir las pruebas necesarias para ayudar a las personas de la Zona B y las autoridades han intervenido por presión internacional.
Vendí la casa, el laboratorio y todos los bienes que tenía mi padre. Ese dinero lo guardé para los estudios de Ruddy. Eso sí, me aseguré de desaparecer las fórmulas y evidencias de los experimentos que hicieron Jorge y Angus para que nadie más los vuelva a utilizar.
Gael me pidió perdón y se fue a vivir a otro país, él quería de verdad a Elena y todo lo que pasó lo marcó para siempre. Sus ojos no tenían brillo ni lucían traviesos como antes.
—Te voy a extrañar, Nathalia.
Carmen acaricia la mejilla con suavidad. Les dije mi nombre y pedí que ya no me llamaran Lía.
—Yo también, espero verlas algún día. —Asiente y se va a la cocina.
Me acomodo en la silla a esperar la última taza de chocolate caliente que tomaré de su mano.
Unos toques provenientes desde la puerta hacen que me levante para abrirla. Jona se abalanza sobre mí, me funde en un abrazo y le correspondo.
—Gracias, Lía, te vamos a extrañar por aquí.
Me conmueve la muestra de cariño que expresa, cosa rara en él.
—Yo también, mi nombre es Nathalia.
Le doy la mano y él la agarra sonriente.
***
Alex me abraza y besa con fervor, me aferro a él mientras acaricio el pelo de su nuca y me dejo llevar por el amor que le tengo.
—Estaba nervioso, cariño, debí ir contigo, aún no me fío de ese lugar.
Niego, divertida, su sobreprotección a veces me asfixia.
—Estamos bien. —Toco mi vientre con dulzura—. No tienes de qué preocuparte.
Suspira, aliviado, y coloca las maletas dentro del baúl.
Ruddy ya está en la parte trasera del vehículo, nos iremos al campo a vivir juntos. La vida lo ha golpeado fuerte a su corta edad y quiero que tenga otros aires. Aunque es un poco duro para él el cambio.
Me siento a su lado mientras Alex conduce, lo atraigo a mí y lo abrazo para besar su cabeza. Me rodea la barriga con sus brazos con cuidado y se queda dormido en mi pecho. Se me encoge el pecho al verlo tan vulnerable, quisiera desaparecer todos sus traumas y hacerlo feliz por lo que resta de vida.
Miro hacia adelante, encontrándome con la mirada de Alex que ha detenido el vehículo y sonríe con ternura.
—Estará bien —afirma y continúa conduciendo.
════ ⋆★⋆ ════
ALEX
Termino de entregar la última botella de jugo y recibo mi pago de parte del señor Carlos. Le agradezco para después caminar deprisa hacia la camioneta. Mis nervios están a flor de piel, Nathalia no se ha sentido bien y eso me preocupa demasiado.
Estoy estudiando tres días a la semana en la universidad del pueblo. Ahora tengo mi propio negocio, ya que Amancia se retiró. Remodelé la casa, la hice más grande y cómoda. Ruddy tiene su espacio, es mi ayudante y estudia en la escuela donde Nathalia trabaja.
Ahora mismo está de vacaciones, Nathalia y yo le tenemos la sorpresa de que lo llevaremos a viajar en crucero muy pronto. La vida ha sido buena, no perfecta porque tenemos dificultades, pero estamos juntos y luchando por seguir adelante.
Ahora me veo al espejo y no siento vergüenza, mucho menos el inútil que pensé era. Edtoy orgulloso por lo que he logrado, es poco, pero tengo a la chica que amo conmigo y estoy construyendo el futuro que quiero.
Mi celular timbra, dejo de conducir y tomo la llamada, nervioso porque es Ruddy.
—Alex, ya nació.
El corazón me late con fuerza, cuelgo y conduzco como un loco hacia la casa.
Entro tropezando a la casa, Ruddy está en la sala con la cabeza gacha y eso hace que me maree.
—¿Qué pasó?
Me mira mientras se limpia los ojos rápidamente. Me acerco, lo agarro de los hombros y lo remuevo con desespero.
—Es un niño —susurra en un hilo de voz.
Lo suelto y me dirijo con rapidez a la habitación. Nathalia sonríe al verme, está pálida y luce muy cansada, pero feliz.
—Acércate, Alex, tuvimos que hacerle el parto de emergencia aquí.
Amancia me palmea la espalda con suavidad.
Me siento a un lado de ella, el bebé está envuelto en una mantita azul claro y lo tomo de sus brazos. Una lágrima cae al apreciar a mi hijo por primera vez. Lloro, emocionado, y Nathalia me abraza sollozando también.
—Es hermoso —dice, emocionada, y asiento sin quitarle los ojos de encima al pequeño ser que tengo entre mis brazos.
Es perfecto, sus ojitos están cerrados, su pelo es negro y su piel clarita. Es un niño regordete y no muy grande.
—¿Cómo le llamaremos? —pregunto, embelesado.
—Nicolas Daft Benson —sentencia y asiento en acuerdo.
***
—Te tengo una sorpresa. —Sonríe y me extiende la pulsera con franja rosa que una vez compré. La tomo, emocionado y sorprendido a la vez, la había tirado y pensé que no la iba a ver de nuevo—. La encontré en una de las calles de la Zona B.
Me la coloco. Es rara, pero significa mucho para mí. Ella aún conserva la suya y sé que es algo especial.
Nos besamos con dulzura, la noche está estrellada y celebramos nuestro tercer aniversario. Luego de que Nicolas naciera, le pedí matrimonio a Nathalia, aceptó y nos casamos dos meses después.
Estos años han sido hermosos, pude graduarme de medicina y estoy haciendo mi espacialidad en pediatría. Ruddy se ha convertido en un jovencito muy apuesto, rompecorazones y nos ha dado muchos dolores de cabeza a mí y a Nathalia.
Fuera de las cosas malas y comunes, puedo asegurar que soy feliz. Eso es algo que me enorgullece, nunca pensé que lo lograría, pero sí, aquí estoy con la mujer que amo entre mis brazos.
—Estás muy pensativo, Alex.
Me alejo un poco y la miro directo a los ojos.
—¿Eres feliz? —pregunto, esperando que su respuesta sea positiva.
Lo piensa, sonríe y me besa con dulzura.
—La mujer más feliz de la tierra.
Sonrío en medio del beso, sintiéndome pleno.
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