Capítulo 6
ALEX
Luego de salir de la Zona B, Nathalia nos trajo en su vehículo hacia un apartamento. Saca una llave de su pantalón, abre la puerta y se aparta para que entremos.
El lugar es extraño porque está muy bien decorado, pero no tiene sofás ni sillas, solo una larga y mullida alfombra con varios cojines dispersos.
—Si querías un trío debiste preguntar primero, amor —el Ken le dice, moviendo sus cejas de forma sugestiva.
Su manera de ser me molesta, es un irrespetuoso.
—Cállate, Gael, los traje aquí porque quiero dejarles claro algunas cosas. —Asiento y me acomodo en el suelo. El estúpido rubio me imita y por último Nathalia que nos mira como si quisiera matarnos—. ¿Por qué me persigues? —se dirige a mí y trago saliva—. No creo que sea casualidad que me haya encontrado contigo ¡tres veces! —Sube la voz, lo que provoca que salte en mi lugar.
—No te seguía, es decir, no las primeras dos ocasiones. —Ella entrecierra sus ojos y se cruza de brazos—. La primera vez que nos vimos me perdí; la segunda me atropellaste, fue tu culpa. —La señalo y rueda los ojos—. La tercera, se podría decir, tenía curiosidad...
—¿Curiosidad? —pregunta confundida.
Asiento apenado, ¿cómo decirle que fui a la Zona B solo para verla?
—Yo creo que es un acosador, Nathalia, mira esas fachas, estoy seguro que es un psicópata vestido de idiota. —Lo miro de mala manera ofendido.
—Nadie pidió tu opinión, bola de músculos. —Se levanta y yo también. No pienso enfrentarlo, pero tampoco voy a hacer de cobarde delante de ella.
Nathalia se para del suelo deprisa al ver la situación.
—¡Ya basta! —nos grita y hacemos silencio—. Parecen dos mocosos. —Se toma del pelo y camina de un lado a otro—. No sé por qué tengo que soportarlos.
—Me ofendes, Nathalia, solo quiero ayudarte —se defiende el rubio.
—¿Ayudarme? —Se ríe sin gracia—. Solo estás fastidiando todo y tú también. —Me mira con desprecio.
No entiendo nada de lo que está pasando, yo solo quería confirmar si me estaba volviendo loco. Ella suspira y se sienta de nuevo.
—No quiero que vuelvan ahí, es muy peligroso y van a arruinar mis planes. Además, ese no es un lugar para alguien como tú —expresa sin dejar de mirarme.
Gael asiente muchas veces ante sus palabras. Yo, por mi parte, la observo más intrigado que antes y a la vez fascinado. ¿Cómo es eso posible?
—Debo irme, Nathalia —informa Gael, mirando su reloj—. Tengo cosas que hacer. —Ella asiente con hastío, se nota que él no le agrada—. ¿Vas a estar bien con este tipo aquí? —Lo miro ofendido y abro la boca dispuesto a contestarle, pero Nathalia habla primero que yo.
—Este renacuajo no es problema para mí.
—¡Oye! Me estás ofendiendo. —Me cruzo de brazos molesto.
El rubio se retira, aprovecho esto para acercarme y me coloco frente a ella. Está perdida en sus pensamientos, así me tomo la libertad de comérmela con los ojos. Nathalia es mucho más hermosa de lo que creía.
—Quiero saber por qué haces lo que haces. —Carraspeo para aclararme la garganta—. Es decir, una chica como tú...
—¿De qué hablas? —Me mira entre confundida y molesta.
—Me han contado todo lo que sucede en ese lugar y, por lo que he visto, eres una de esas personas malas. —Su boca se abre y se cierra, supongo que no sabe qué responder.
—Estoy segura de que todo lo que te han dicho es mentira. Eso es lo que quieren, desviar la atención.
—¿Qué? —Debo parecer un idiota porque no entiendo nada de lo que dice. Ella suspira con hastío y masajea su sien.
—La Zona B es no es lo que dicen, Alex, es un lugar marginado donde viven pocas familias porque no tienen a dónde ir. —Niega con la cabeza ida—. Como es poco habitable, ha sido blanco de muchos experimentos y abusos. —Asiento, tratando de comprender.
—Entonces, ¿tú eres una clase de superheroína o algo así? —pregunto intrigado.
Ella ríe irónica mientras niega varias veces.
—No exactamente. Mi tío era un farmacéutico al igual que mi padre. Él tenía mucho contacto con las personas de ahí porque, según me dijo, una vez descubrió que estaban probando un químico muy fuerte en humanos. Lo hacían y estoy segura de que siguen con esa práctica. Las personas desaparecen y luego los encuentran muertos de formas muy raras y espeluznantes. —Mi cara debe parecer un poema—. Se cometen todo acto de violencia porque ninguna autoridad los ampara, es como si ese lugar no tuviera una jurisdicción que les ponga un alto o no quieren.
—¡Rayos! —es lo único que logro decir.
—Mi tío murió ahí, pero antes me enseñó muchas cosas y me puso al tanto de lo que estaba investigando. Por eso es que tú y el idiota de Gael deben alejarse, no vuelvan más porque es muy peligroso y podrían echar a perder el poco progreso que tengo. —Hace silencio por unos segundos—. No sé por qué te cuento todo esto siquiera —añade molesta.
—Te puedo ayudar, Nathalia o Lía. —Me mira de reojo, sus orbes brillan de una manera que me asusta y me encanta al mismo tiempo—. Soy muy bueno con la ciencia, mis conocimientos te pueden ser de mucha utilidad. —Me observa de arriba abajo y me avergüenzo, debe pensar que soy horrible. Agacho la mirada apenado, ella es demasiado linda y perfecta comparada conmigo.
—No, no quiero arriesgarte. Además, eres un desconocido para mí.
—Y aun así me trajiste a tu apartamento —alego con chulería.
Ella se queda con la boca abierta, puedo notar que no sabe qué decirme.
—Tranquila, podemos elaborar un plan para que no corra tanto peligro —añado con voz firme.
—Eres muy insistente. —Asiento—. ¿Conseguiste el trabajo? —pregunta fingiendo interés, pero sé que solo quiere cambiar de tema.
Niego con pesar al recordar qué pasó ese día.
—Llegué muy tarde y ya habían contratado a otra persona.
—Lo lamento mucho, fue mi culpa. Juro que no te vi.
—No, nada que ver, son cosas que pasan. Además, valió mucho la pena.
La miro de los ojos a los labios, esto hace que el corazón me lata con fiereza. Ella se levanta del piso y la imito sin saber qué más decir.
—Debemos irnos, pero primero intercambiemos números por si sé de algún trabajo. Siento que te lo debo. —Asiento desganado porque no me quiero despedir tan rápido.
—¿Estudias? —le pregunto curioso.
—No, hace unos meses atrás me gradué.
—Oh, ¿cuántos años tienes? —Continúo interesado y tratando de alargar el tiempo con ella.
—Veintiuno, ¿y tú?
—Acabo de cumplir diecinueve.
—Soy mayor que tú.
Me cruzo de brazos ante sus palabras, no sé por qué me molesta tanto esto.
—Solo son dos años, no te creas una anciana —expreso irritado y ella ríe.
No es sarcástica ni burlesca, esta vez percibo su risa genuina y eso mueve algo dentro de mí.
Entonces recuerdo a Patty, mi novia, y me siento mal porque me está gustando otra mujer. Quizás es hora de ponerle fin a esa relación que nunca tuvo pies ni cabeza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top