Capítulo 40

ALEX

Las horas pasan al igual que las personas y no hay rastros de Nathalia. La he llamado varias veces, mas no contesta. Estoy asustado, no he dejado de pensar en que Evan o Elena le hayan hecho algo malo. Esto no es normal, se supone que no le tomaría ni una hora el reunirse conmigo.

Me levanto, observo cada rostro de las personas que pasan por mi lado o eso intento. Es difícil distinguir a cierta distancia las caras, estoy jodido.

El estómago me gruñe de lo hambriento que me encuentro, salí muy temprano a una entrevista de trabajo y no pude comer nada. Quiero levantarme e ir a comprar algo, pero no puedo hacerlo sin Nathalia. No me pienso mover de aquí hasta que llegue.

—Cuatro ojos.

Frunzo el ceño al ver a Gael sentarse junto a mí.

—¿Qué haces aquí?

Es muy raro que me lo encuentre en este lugar.

—Vine por ti, Nathalia me envió.

Lo miro, desconcertado por el hecho de que algo le pudo haber pasado.

—¿Le sucedió algo?

Lo agarro por los hombros y él me aleja con brusquedad.

—No sé, solo me dijo que viniera por ti y te llevara al campo, que a ella se le presentó algo y se encuentran allá.

Trato de encontrar algún indicio de que me engaña, pero sus ojos lucen sinceros.

—La he estado llamando y no contesta, estoy muy preocupado —digo al borde del colapso.

Todo este asunto parece una película de terror, nunca pensé que mi vida llegara a ser tan intensa y desafortunada. Bueno, más de lo que era.

—Ella está bien, Alex, sabes como es Nathalia. Es mejor que nos vayamos porque se está haciendo tarde y no quiero que me atrape la noche en ese monte.

Asiento, agarro la maleta y me levanto para caminar junto a él.

—¿Podemos comer algo? No aguanto el hambre.

Me paso las manos por el estómago de forma dramática y él rueda los ojos.

Nos paramos en una cafetería, pido mi almuerzo y me lo trago con desesperación. Gael me observa sin decir nada, está muy callado, cosa rara en él. Mira su reloj varias veces y decido terminar rápido así no le quito más tiempo. Después de todo, es un favor que me va a hacer.

Conduce a toda velocidad, tanto que me agarro del asiento y lo miro de mala manera.

—Voy a ser papá, Gael, no puedo dejar a Nathalia sola con el bebé.

Resopla y me ignora sin decir nada.

—Necesito llegar rápido, no sé por qué me meto en estas cosas.

—Puede que aún te guste Nathalia que le haces tanto caso. —Niega, pensativo.

—No me gusta ya.

Recuerdo que él estaba detrás de la arpía de Elena. La rabia me consume al pensar en ella, nunca pensé que esa mujer fuera capaz de lo que hace.

—Aléjate de Elena, Gael, ella no es lo que crees.

Su mirada se desvía un segundo de la carretera y la posa en mí.

—No la conoces, yo he pasado tiempo con ella y puedo decir que no es lo que aparenta. Tipo así como Nathalia.

Lo miro, desconcertado.

—¿Has estado con ella?

—Un par de besos nada más, esa chica me está volviendo loco. Lo que daría por que se acostara conmigo una noche —dice mientras sonríe burlón.

No le digo nada más, me acomodo en el asiento y trato de llamar de nuevo a Nathalia, pero es inútil porque sale el buzón de voz.

════ ⋆★⋆ ════

NATHALIA

Camino por las calles desiertas de la Zona B, con algunos hombres de mi padre junto a mí. Los amigos de Ruddy dijeron que habían venido aquí por una apuesta que hicieron. Me molesté bastante al escucharlos, los niños de ahora no miden el peligro y hacen cosas que los pueden perjudicar por querer encajar en algún grupo tonto.

Es raro estar aquí después de tanto tiempo. Observo todo a mi alrededor con precaución mientras acomodo la capucha de mi suéter. El pantalón me molesta porque mi vientre está un poco hinchado. Me siento rara, como si estuviera en otra piel y reconozco que estar aquí ya no me llena como antes. Este lugar no es mi sitio, esta no soy yo y me da miedo que eso pueda llegar a hundirme más.

—¿Por dónde? —pregunta uno de los matones de mi papá.

Suspiro con desgano, me digo a mí misma que esto es por Ro, que debo hacer lo que sea por él.

—Debemos dividirnos. —Les señalo un punto—. Ustedes dos por allá. —Asienten, complacidos—. Y nosotros por acá.

El otro hombre me sigue obediente sin rechistar.

Noto que mi compañero está armado y saco mi pistola, apuntando al frente por si acaso. Llamo a Ruddy, desesperada, mientras entro en una de las edificaciones.

El tipo dispara de repente y me giro ante el estruendo. Marius yace en el suelo con su vasija de limosnas a un lado. Corro hacia él y verifico que está sin vida.

—¡Lo mataste, idiota! Solo es un vagabundo.

Lo empujo, ganándome una mirada de muerte de su parte.

—Me pareció sospechoso —dice y sigue caminando como si nada.

Mis lágrimas caen al ver al pobre Marius muerto, él solo era un loco que pedía en las calles. Tantas historias de este lugar que escuché de su boca y que algunas me hacían reír.

Otro disparo se escucha y me doy la vuelta, aterrada. Mi compañero está en el suelo con un balazo en la frente. Me alarmo y pongo en señal de alerta, el corazón me late con fuerza y los nervios me hacen sudar.

Evan sale de los escombros, con un arma en mano, su sonrisa malévola me da escalofríos. Se detiene a una distancia prudente y me recorre entera. Lo apunto con mi pistola, esta tiembla como una hoja por lo nerviosa que estoy.

—Eres tan predecible, Lía. —Se acerca y retrocedo—. Quiero ver cómo mi papá se pondrá al saber que sus dos niñitos mueren el mismo día.

Lloro de la impotencia, esto es una pesadilla.

—¿Dónde está Ruddy? —Se carcajea como el psicópata que es.

—Él está bien, por ahora. —Se pone serio de repente—. Baja el arma —demanda intimidante. Titubeo, pero no me queda de otra que hacer lo que me dice—. Eso es, hermanita.

Se acerca y me agarra por detrás, colocando su pistola en mi cabeza.

—¿Por qué haces esto? —sollozo, desesperada—. Ruddy y yo no tenemos la culpa de lo que mi padre te hizo.

—Han ocupado el lugar que me correspondía, ya es hora de que empiecen a pagar.

Camina conmigo hacia fuera de la edificación, apretando mi pelo con fuerza.

—Lía.

Jona se para frente a nosotros, sus ojos están muy abiertos por la escena.

—¡Largo de aquí, salvaje! —le grita Evan—. Quítate de mi camino.

Le apunta con el arma y él levanta los brazos con cautela.

—Tranquilo.

Me mira cómplice y entiendo. Aprovecho la distracción y golpeo a Evan en la entrepierna, esto hace que se encorve por el dolor. Jona, por su parte, se le acerca y lo golpea varias veces. Agarro el arma y le apunto. 

—¿Dónde está Ruddy? —Trata de levantarse, pero no puede. Jona lo golpea varias veces más, dejándolo tendido en el suelo—. Es suficiente, quiero que me digas dónde está mi hermano —demando mientras lloro por la rabia e impotencia.

Me le acerco, le doy un golpe en la cara y le levanto la cabeza con saña.

—Dispara si quieres y nunca sabrás dónde está el gusano —desafía sin una pizca de titubeo—. Hagamos un trato, tú me facilitas la fórmula de Jorge y yo te entrego a Ruddy.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top