Capítulo 37

ALEX

Camino hacia la casa, cabizbajo. El sol está saliendo, debo apresurarme para pedirle perdón a Nathalia. Anoche no me comporté bien con ella, dije palabras hirientes y no debí amanecer fuera. No pude dormir pensando en todo; en Evan, el embarazo. Ya es hora de que me haga un hombre y asuma mi responsabilidad.

Lamento cómo tomé la noticia, no quiero ni pensar en lo mucho que lloró Nathalia por mi culpa. Espero que no se haya hecho ideas equivocadas y piense que la voy a dejar sola o que ya no la amo. Al contrario, quiero protegerla de mi supuesto amigo, darle mi apoyo y estar con ella para siempre.

Aún no me lo creo, yo voy a ser papá. Es increíble porque tengo tanto miedo, pero siento una alegría extraña en el pecho  porque de nuestro amor saldrá un hermoso ser. Espero que saque la belleza de su mamá. Río ante este pensamiento, estoy seguro de que Nathalia será una excelente madre, pero no sé si seré un buen padre. Daré todo de mí porque así sea.

Entro a la casa y se me encoge el corazón al recordar a mi mamá. ¿Cómo ella hubiese tomado la noticia? Puede que me haya dado un sermón y me hubiese dicho lo estúpido que soy. No sé qué haré con esta casa aún, venderla no está en mis planes porque no pienso deshacerme de algo tan valioso para ella.

—¿Qué haces aquí? —Gael me mira extrañado y se acerca a mí, confundido.

—¿Estás loco? —respondo con otra pregunta porque este tipo es raro.

—Pensé que te habías ido con Nathalia, cuatro ojos.

Se encoge de hombros y camina hacia la cocina.

—¿De qué hablas? Nathalia está en mi habitación.

—Recibí un mensaje de ella muy temprano, decía que tuvo que regresar a la ciudad, pero lo vi hace rato cuando desperté. Así que pensé que la habías acompañado.

El corazón me late frenético, un nudo se me hace en el estómago y mis pensamientos locos crean imágenes horribles de ella y Evan que me paralizan.

Salgo de mi trance y corro hacia el cuarto, la cama está arreglada y no hay rastros de ella. Gael entra detrás de mí, mirándome con la confusión marcada en su rostro.

—Debemos irnos ya, Gael, tengo que hablar con Nathalia urgentemente.

Asiente y se dirige a la otra habitación. Me baño en tiempo récord y salimos de ahí directo a la ciudad en su auto.

════ ⋆★⋆ ════

No me toma la llamada ni contesta mis mensajes. Me estoy volviendo loco, este viaje ha durado más de lo previsto y la desesperación me está consumiendo ya.

—¿No puedes ir más rápido?

Él rueda los ojos y me mira de mala manera.

—Estoy en el límite de velocidad, Alex. Si me vuelves a preguntar eso, te saco del vehículo.

Aprieta las manos en el volante, molesto. Tiene razón, debo calmarme, es necesario llegar vivos si es que quiero arreglar las cosas con ella.

—Lo siento, es que soy tan estúpido.

Me cubro la cara con las manos con pesar.

—Te entiendo, cuatro ojos, o eso intento. Yo me hubiese ido del país si estuviera en tus zapatos —dice mientras se ríe, burlesco.

—Solo espero que se encuentre bien, tengo tanto miedo de lo que esté pensando sobre mí.

Me paso las manos por los pantalones, tratando de secar el sudor que emana de ellas.

***

Gael se parquea frente a una casa enorme y muy bonita. Salimos del vehículo y no puedo dejar de admirar tanta belleza. Mi inseguridad crece con cada segundo que nos vamos acercando a la puerta, nunca podré darle estas comodidades a Nathalia.

Eso me da miedo, es decir, ¿cómo podré tenerla como se merece con un salario mezquino? Por esto, debo esforzarme y trabajar duro para darle a ella y al bebé lo que necesiten.

Un jovencito rubio, de ojos grandes azules y mejillas pecosas, nos abre la puerta y saluda muy amable a Gael. Nos invita a pasar a la sala, el lujo y la elegancia se imponen aquí también. Me encojo en mi lugar, tratando de no ensuciar ni de tocar nada.

—Ruddy, ¿Nathalia está aquí? —pregunta Gael.

—¿Quién la busca?

El señor Benson entra a la sala y nos mira de arriba abajo. Toda la seguridad que siempre muestra Gael se esfuma, sus ojos lucen temerosos y se pone tenso. No es para menos, el señor Benson es una persona muy intimidante. Cuando trabajaba en su laboratorio, lo veía de lejos y todo el mundo le tenía pavor.

—Señor Benson, qué gusto verlo.

Gael se le acerca y le extiende la mano. Él lo mira como si fuera un bicho raro y no se la toma. Muy mal de su parte.

—¿Y tú quién eres? —se dirige hacia mí, esto provoca que tiemble en mi lugar.

Soy el que embarazó a su hija.

—Alexander Daft, señor —saludo y él me observa con recelo.

—Eres el chico que Nathalia entró al laboratorio —afirma y trago saliva mientras asiento—. ¿Para qué buscan a mi hija?

Respiro con alivio cuando sus ojos se apartan de mí.

—Ni idea, es él que quiere hablar con ella.

Gael me señala, limpiándose las manos. Ahora el padre de Nathalia me mira expectante.

—Somos amigos y quiero verla.

No se inmuta, solo sigue observándome con sus ojos azules que dan miedo. ¿Todos en esta casa los tienen así?

—No se va a poder, pero le dejaré el recado.

Camina hacia la puerta y la abre. Niego varias veces con la cabeza.

—Es que es algo muy importante, solo serán unos minutos —insisto porque no pienso irme de aquí hasta aclarar las cosas con mi novia.

—Nathalia está indispuesta ahora mismo, no se siente bien.

El pecho se me contrae al escuchar sus palabras. Debo arreglar todo con ella a como de lugar.

—Quede bien, señor. Vámonos, Alex.

Gael me arrastra hacia la salida. Forcejeo con él, no pienso desistir hasta verla.

—Necesito que me escuche, no puedo irme así —le reclamo, dolido y molesto.

—Ven, genio, que con ese hombre no vas a lograr nada. Es muy celoso y desconfiado.

Me dirige hacia la parte de atrás. Hasta el patio es muy lindo y bien cuidado.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto mientras lo miro, confundido.

—Vas a entrar por ahí, esa ventana es la de Nathalia.

Señala un árbol que conecta al techo. Lo observo como si estuviera loco.

—Claro que no, si me caigo de ahí no lo contaré.

Rueda los ojos con hastío.

—Ella baja y sube de ahí sin problemas, así que puedes hacerlo.

Lo pienso, si esta es la única manera entonces lo haré.

Gael me ayuda, sirviéndome de soporte y subo al techo sin necesidad del árbol. Me acerco a la ventana, contento porque fue más fácil de lo que creí. Eso me asusta, su padre debería tener más seguridad por la posición económica que tiene.

Trato de abrir la ventana, pero está asegurada y una cortina no me deja ver el interior. Toco varias veces con una moneda que saqué del bolsillo de mi pantalón, tratando de no hacer mucho ruido. Lo hago más fuerte, mi paciencia se agota y la desesperación me tiene al borde.

Nathalia abre la ventana, retira la tela y me mira neutra

—¿Qué haces aquí?

Su voz es dura y sus ojos lucen dolidos.

—Déjame entrar, quiero que hablemos.

Resopla para después echarse a un lado. Salto y caigo de bruces en el suelo. Me levanto, me acomodo los lentes y finjo que nada pasó para que mi dignidad no sufra más.

—Creí que ya no querías nada conmigo.

Agacha la cabeza y noto que llora. Verla así me parte el alma, me acerco y levanto su cara para que me mire.

—Perdóname, mi amor, anoche me comporté como un idiota. Sé que eso no es excusa, pero la noticia nubló mi juicio.

Asiente con tristeza y se aleja de mí.

—No fue mi intención arruinarte la vida, Alex.

Su voz entrecortada me hace saber que le duele. Me acerco más a ella y le limpio las mejillas con dulzura.

—Olvida todo lo que te dije, cariño. No fui yo el que hablaba, eran mis miedos e inseguridades. Todo esto es muy difícil de procesar.

—Lo sé, debí esperar más tiempo, estás muy sensible y vulnerable por lo de tu mamá.

Me abraza con fuerza y la sostengo en mi pecho. Le pido perdón mil veces por lo que pasó y ella solo llora, aferrada a mí.

—Todo estará bien. —Asiente entre lágrimas—. Debo contarte algo, Nathalia, no puede esperar más.

Me lleva a su cama y nos sentamos uno frente al otro. No sé cómo empezar, pero debo ponerla al tanto de Evan.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top