Capítulo 35
NATHALIA
Ruddy entra a mi cuarto, sosteniendo una bandeja llena de comida. El olor a pan tostado y jugo de naranja me hacen salivar. Me siento de golpe, él la coloca sobre mis piernas y empiezo a comer deprisa.
—Me alegro que hayas despertado y que tengas buen apetito, Nathalia.
Sonríe y me detengo. Me limpio la boca con una servilleta y trato de relajarme.
—¿Por cuánto tiempo estuve dormida?
Él haces gestos para simular que piensa profundamente.
—Desde anoche que papá te trajo, estabas muy mal, Nathalia.
Observo la hora en mi reloj de pared: dos de la tarde. Vaya, sí que dormí mucho.
Termino de comer y me levanto despacio porque aún me siento débil. Aprovecho que Ruddy se ha marchado y me doy un rico baño. Mi cara es un asco, la piel está muy pálida y estoy muy delgada. Esto no es normal, debo ir al hospital y que me chequee un doctor.
Los pensamientos de la noche anterior son confusos, recuerdo que Angus me llevaba a algún lado y luego oscuridad.
Me visto, dispuesta a buscar a Alex, necesito verlo y estar con él. Lo extraño tanto que duele. Tocan la puerta y mi padre asoma la cabeza. Entra por completo, su mirada me recorre entera y carraspea para aclararse la garganta.
—¿Cómo te sientes?
Se acerca a la cama y se sienta. Hago lo mismo, colocándome en el centro quedando frente a él.
—Un poco débil, pero bien. —Asiente, aliviado.
—¿Recuerdas lo que pasó anoche, Nathalia? —Trato de buscar en mi mente algo más y no puedo. Niego con la cabeza—. No te preocupes, lo importante es que estás bien.
Me acaricia las mejillas con dulzura en un silencio cómodo.
—Me siento bien —afirmo, ignorando el deseo de dormir que me embarga.
Bostezo y me recuesto sobre una almohada, estoy muy cansada.
—¿Desde cuándo te sientes así? —Lo miro y noto que está molesto ahora.
—No lo sé, casi una semana. —Bostezo de nuevo y me dejo caer en la cama.
—Sería una decepción que sea lo que estoy pensando.
Se levanta y camina hacia la puerta. Hago lo mismo, lo sigo y lo agarro del brazo para evitar que se vaya.
—¿A qué te refieres?
—Creo que estás embarazada.
Se suelta de mi agarre y se retira, dando un fuerte portazo.
════ ⋆★⋆ ════
Alex abre la puerta, entro y me acorrala entre sus brazos. Me aferro a él como si de un ancla se tratara, su calor y el olor a suavizante de su camisa me relajan por completo.
—Te extrañé mucho. —Me besa y le correspondo, dirigiéndonos hacia su habitación—. Tengo que contarte algo Nathalia.
No le hago caso y voy soltando los botones de su camisa. Lo beso de nuevo, bajo por su cuello y le halo el pelo de la nuca.
—Yo también, mi amor.
Mis ojos se llenan de lágrimas y él me mira desconcertado.
—¿Pasa algo malo?
Se separa, toma su camisa del piso y se la pone de nuevo. Me siento en la cama con la cabeza hacia abajo, sin poder emitir ninguna palabra.
—Alex, yo... —Unos toques en la puerta nos interrumpen y resoplo, frustrada.
Sale de la habitación, lo sigo y abre la puerta. Elena entra, alterada, me mira con odio y se acerca a mí con furia.
—¿Te atreviste?
No entiendo lo que dice, mis ojos van hacia Alex que está igual de perdido que yo.
—Baja el tono, Elena, no le hables así.
Ella rueda los ojos y se cruza de brazos.
—Nunca pensé que lo ibas a hacer, acabaste con la vida de Angus y cualquiera que te ve...
Abro la boca, conmocionada, los recuerdos me llenan la cabeza y me hacen marear. Me tambaleo y Alex me sostiene contra él para que no caiga.
—Nathalia —me llama con temor.
Recuerdo todo, mi papá mató a Angus. Lloro impotente, no sé qué es lo que sucede y ahora tengo la certeza de que él está involucrado en lo que sea que mi tío hacía.
—No fui yo —susurro, aún presa del pánico.
¿Qué es lo que está pasando?
—Bueno, eso no importa, Nathalia, muerto el psicópata de tu tío se acabaron nuestros problemas.
Alex la mira, incrédulo, y luego a mí.
—Mi papá asesinó a Angus —le digo con la voz entrecortada.
Él me sostiene contra su pecho y me abraza con fuerza.
—Vaya qué familia te gastas... —expresa Elena con sarcasmo.
La miro de mala manera, esto no es momento de bromas.
—Creo que debes irte, Elena —dice Alex, molesto.
Ella lo mira y luego a mí. Asiente varias veces para después retirarse.
—No puedo creer que esto haya acabado —susurro con el pecho encogido por un mal presentimiento.
—Nathalia, Evan trama algo. Encontré muchas fotografías tuyas en su cuarto. Le pedí explicaciones y se marchó de la casa molesto.
Esto me sorprende bastante, nunca pasé más que unas cuántas palabras con él.
—Pensé que era tu amigo.
Alex se rasca la nuca y suspira en voz alta.
—Yo también creía eso, pero me equivoqué. Nathalia, tengo miedo de que algo te pase.
Corta la distancia y me besa, apasionado. Volvemos a su cuarto, le acaricio el cuerpo y él se adueña de cada rincón del mío. Nos besamos lento ahora, disfrutando la compañía del otro y susurrando varios te amo.
—Te deseo tanto —susurra en mi oído.
Se posiciona sobre mí y retira mi vestido. Me siento incómoda, aun así espero que se de cuenta, pero al parecer no lo hace.
════ ⋆★⋆ ════
—Hace días que no sucede nada por estos lados, Lía. —Carmen me entrega una taza de chocolate caliente y la tomo con cuidado—. Perdóname por cómo me comporté contigo.
Asiento y le hago un ademán con la mano, restándole importancia.
—No es necesario, tenías tus razones para estar así.
Ella me mira enternecida.
—Eva ha preguntado mucho por ti, se pondrá muy feliz cuando te vea.
Como si de una invocación se tratara, sale de su cuarto y se abalanza sobre mí.
—¡Lía!
La cargo y me abraza con fuerza. Le beso las mejillas y le digo cuánto la he extrañado.
—Ya, Eva. —Carmen la baja de mí y me señala con su índice—. No puedes estar haciendo fuerzas innecesarias, cariño, debes cuidarte más.
—No me acostumbro.
Agacho la mirada, avergonzada.
Hace una semana descubrí que estoy embarazada, no le he dicho a Alex porque no sé cómo hacerlo. Él está buscando un empleo, universidad y tengo mucho miedo de su reacción. Fue muy irresponsable de mi parte, no debí llevarme por el momento y ahora no sé qué hacer.
—No te pongas así, un hijo es una bendición.
—No en este momento, Carmen —refuto con los ojos llenos de lágrimas. Odio que me sienta tan vulnerable ahora.
—No digas tonterías, si pasó ahora es por algo.
Por no cuidarme.
—Debo irme, Carmen, gracias por todo —me despido de las dos y salgo a pasos rápidos.
Acomodo mi capucha y camino por las calles desiertas y oscuras. Debo dejar de venir por un tiempo, ya las cosas se han normalizado por acá.
Me siento observada, detengo mi andar y miro a mi alrededor. El corazón me late con fuerza, la piel se me eriza y por instinto me toco el vientre.
Suspiro con alivio al darme cuenta de que nada fuera de lo común ha pasado, reanudo la marcha ahora con más prisa porque quiero llegar ya a mi vehículo. Entonces, escucho los gritos, mis sentidos se ponen alerta y corro hacia una edificación.
—¡Que pare ya! —suplica con la voz entrecortada un hombre tirado en el piso.
Verifico que está solo y me acerco con cautela. Es un chico alto y calvo, reconozco que es uno de los hombres de Jona. Se retuerce en el suelo con desesperación, pero su piel está intacta. Su mirada aterradora me escanea y pide que le ayude. Lloro de la impotencia porque no sé qué hacer y me le acerco con cautela.
Me atrapa por las muñecas y me tira al piso junto a él, su fuerza es increíble y siento que me va a despegar los brazos si sigue haciendo presión. Le pido que me suelte entre sollozos, mis súplicas viéndose ahogadas por los gritos agónicos que salen de su boca.
Vocifera que le duele, que se quema y que no aguanta más. Trato de forcejear para que me deje libre, pero es en vano. Noto cómo las venas de su cuello se van haciendo más marcadas, sus ojos adquieren un color amarillento y se retuerce más sin soltar ni un poco de su agarre.
Un disparo lo silencia, se queda quieto y me suelta. Me echo hacia atrás conmocionada, pensé que estas cosas ya no iban a pasar. Esto me hace entender que mi papá es el responsable. Claro, él debió robarle el experimento a Angus.
Yo solo quiero que esta pesadilla termine.
—Levántate, Lía. —Mis ojos se posan sobre Elena que guarda su arma y me extiende la mano—. Eso estuvo cerca.
Me paro, desorientada, las muñecas me duelen mucho y verifico que están amoratadas. Camino hacia la salida, ignorándola totalmente. Ela corre hacia mí y me gira con brusquedad.
—Por lo menos agradece que te haya salvado.
Su voz molesta hace que me irrite más.
—¿Por qué siento que tú tienes que ver con todo esto, Elena? Tanto que decías que mi papá era inocente, no eres sincera.
Ella bufa con fastidio.
—No es momento para esto, vine a buscarte porque Alex se fue al campo solo.
—¿Qué?
La miro, incrédula, y ella agacha la cabeza con pesar.
—Lo llamaron, Lía, la casa de su mamá se quemó con ella dentro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top