ALEX

Nathalia corre por la grama verde, huye de una gallina que la persigue con furia. Sonrío desde donde estoy, le había dicho que no puede ir tomando a los pollitos porque sus madres son muy celosas. Sus gritos me hacen intervenir y espanto al animal para que la deje en paz.

—Eres mi salvador.

Me abraza por el cuello y me besa.

Se ha quedado tres días conmigo y han sido los mejores de mi vida. Le he enseñado el campo, fuimos al pueblo porque tenía que comprar ropa y nos hemos acostado en cada rincón del monte. Nunca imaginé que venir aquí de nuevo sería tan placentero. Cuando vuelva a mi vida en la ciudad tendré buenos recuerdos gracias a ella.

Nathalia regresa mañana a su casa, he decidido acompañarla e investigar sobre una universidad para seguir mis estudios. Buscaré un empleo, un lugar nuevo y, cuando todo termine con su tío y la Zona B, nos mudaremos juntos y seremos felices. Sí, ya hemos planeado nuestro futuro juntos, solo espero que todo suceda en ese orden.

Me besa los labios con dulzura, esto hace que salga de mis pensamientos. Le acaricio las mejillas y la guío hacia unos árboles enormes.

—No aquí.

Se separa y la miro, confundido.

—Pero ya lo habíamos hecho, ¿por qué te niegas ahora?

Sonríe con timidez, esto solo hace que se vea muy tierna.

—Es que creo que alguien nos observa, Alex, desde temprano he tenido esa sensación.

Por instinto, miro para todos lados, pero no veo nada que no sea la gran vegetación y solo escucho a los animales y el canto de las aves.

La tomo de las manos y caminamos directo a la casa. Nathalia y mi mamá se conocieron ya. Fue horrible porque el día que llegó, y nos acostamos, ella nos encontró desnudos. Pasó que nos quedamos dormidos y despertamos por el grito de mi madre cuando entró a la habitación y me vio encima de ella como Dios nos trajo al mundo.

Fue muy bochornoso. Nathalia intentó ser amable con ella, mas yo sé que siente rencor por cómo me trataba. Así que intentan no hablar mucho, no se llevan bien, pero por lo menos se toleran y eso es suficiente para mí.

Caminamos tomados de las manos hacia la casa de mi vecina, Amancia, la señora que es como mi madre y que por ella fue que pude ir a la escuela y terminar mis estudios secundarios.

Se comportaba como mi familia, me apoyaba y si necesitaba algo solo tenía que decírselo. Le agradezco muchas cosas, por eso quiero que conozca a la mujer que amo. Estoy seguro de que no lo va a creer cuando la vea y eso me llena de mucha alegría, poder presumir que Nathalia está conmigo. Quisiera hacerlo con mis antiguos compañeros de clase, ellos me molestaban y decían que iba a morir solo por raro.

Entro a la propiedad de Amancia junto a Nathalia y abro la puerta de la casita, percibiendo el olor a café y galletas de canela. Me trae muchos recuerdos, cuando era niño venía y siempre había en la mesa esperando por mí. Paso a la cocina donde la veo exprimiendo naranjas, muy concentrada.

—Tía Amancia.

Se gira y deja caer algunas de las frutas. Me acerco y las recojo para luego levantarme, quedando frente a ella. Me abraza con fuerza mientras llora y dice lo mucho que me extrañó.

—Pero qué grande y bonito estás, Alex. —Me mira de arriba abajo y examina cada parte de mi cuerpo con cuidado. Sonrío apenado cuando me manotea el trasero como siempre lo hacía—. ¿Quién es la jovencita?

Sus ojos escanean a Nathalia, quien se ha quedado parada viéndonos con una sonrisa genuina en los labios.

—Ella es Nathalia Benson, mi novia.

Abre mucho los ojos, se acerca a ella y la toma de las manos.

—Mucho gusto, querida. —Se gira hacia mí con una sonrisita pícara—. Pero qué niña tan linda has encontrado, Alex. —Asiento, satisfecho.

—Un gusto conocerla, Amancia, Alex me ha hablado mucho de usted —saluda Nathalia con dulzura.

Sonríe con sinceridad y se dan un pequeño abrazo.

—Espero que sean cosas buenas, mijita, este niño era un travieso que se hacía pasar por bueno y engañaba con sus lentes.

Reímos y me sonrojo al recordar todas las travesuras que hice.

Nos sentamos en el comedor, ella nos sirve de sus galletas y café, esto hace que me transporte a cuándo era un niño. Yo venía llorando por cualquier cosa y Amancia me hacía sentir mejor con sus meriendas.

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Mi madre nos observa con recelo, no ha dicho nada, pero no hace falta por las miradas que nos ha dado. Nathalia se ofreció a hacer la cena y estamos disfrutando de la rica pasta que preparó.

—Mañana regresamos a la ciudad, mamá. —Ella no dice nada, solo revuelve su comida con cara neutra—. Te vendré a visitar más a menudo y desde que consiga un empleo te mandaré dinero.

Sus ojos se posan sobre Nathalia, quien no ha hablado desde que nos sentamos a comer.

—Entiendo, ya eres un hombre y quieres hacer tu vida lejos de aquí.

No sé por qué habla con tanto enfado.

—No pensé que te importaba si estoy o no aquí.

Me levanto, furioso por lo hipócrita que es. Es cierto que en estos últimos días me ha tratado decente, pero eso no quita todos los años de sufrimientos y maltratos que recibí de su parte.

—Alex.

Nathalia me mira con reproche y me hace señas para que me siente. Resoplo, molesto, pero aun así le hago caso y vuelvo a mi lugar.

—No te quiero retener si eso es lo crees, solo tengo miedo de que algo malo te pase.

Sus palabras me sorprenden, ¿acaso le importo a mi madre? Eso es una novedad.

—Estaré bien y, como dije, vendré a verte de vez en cuando.

Nathalia se levanta, recoge la mesa y se retira dejándonos solos. Quiero irme detrás de ella, pero las manos de mi madre sobre las mías me obligan a quedarme quieto.

—Perdóname, Alexander, yo siento mucho todo lo que tuviste que pasar por mi culpa.

La miro incrédulo, los ojos se me llenan de lágrimas porque es el primer toque amable que recibo de su parte.

Se levanta y me abraza, me quedo estático en mi lugar, tenso y esperando el primer golpe. La escucho llorar y salgo de mi trance. La abrazo de vuelta sin poder contener las lágrimas, tantas veces que necesité de sus brazos y cariño, pero me los había negado.

Vuelvo a ser ese niño solitario y con falta de atención que se enamoraba hasta de las profesoras. La sostengo con fuerza y le pido perdón por todo, hasta por las cosas que no era culpable. Sé que arruiné su vida y por eso ella actuaba como lo hacía.

—M-Mamá —balbuceo, alejándome de ella. Puedo notar lo vulnerable y afectada que se encuentra—. Te perdono y quiero que lo hagas conmigo por no ser el hijo que querías.

Ella niega varias veces, sus sollozos son más fuertes ahora.

—Eres perfecto, Alexander, lamento mucho haberme dado cuenta tarde. Cuándo te vi herido y creí que te perdía, fui consciente de lo equivocada que estaba. Sé que esto no es suficiente ni va a remediar todo el dolor que te causé, pero por lo menos lo intento.

Asiento y la abrazo de nuevo. Trato de dejar grabado este momento en mi mente, sustituyendo los malos recuerdos del pasado.

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No hemos dicho nada, Nathalia solo me abraza mientras lloro en su pecho aún conmocionado por lo que pasó hace unas horas con mi madre en el comedor. Me siento liviano, como si un peso grande ha sido quitado de mis hombros. Saber que me quiere y que se preocupa por mí es razón suficiente para querer salir adelante.

Quiero ser un gran médico y llevar de viaje a mi madre, que se sienta orgulloso de mí. Levanto la cabeza para mirarla, ella me pasa las manos por el pelo y besa mi frente con amor.

Noto que también ha llorado, Nathalia es una chica con un corazón noble y frágil. Me le acerco y beso sus labios con dulzura, ella me corresponde y se sube sobre mí e intenta retirarme la ropa.

Me dejo llevar, ella hace conmigo lo que le da la gana. Me pone un dedo sobre los labios para que haga silencio, pero lo encuentro muy sensual y se lo muerdo.

—No hagas tanto ruido, Alex, estamos en la casa de tu mamá aún.

Asiento ido, echo la cabeza hacia atrás y me muerdo la mejilla interior para no chillar por todas las sensaciones que me hace sentir.

Ahora Nathalia yace dormida sobre mí, nuestros cuerpos están desnudos y entrelazados. Mientras voy cerrando los ojos, recuerdo que nos ha hecho falta algo, pero no sé qué es.

No le hago caso a mis pensamientos y me dejo llevar por el sueño hacia la inconsciencia.