Capítulo 26

NATHALIA

—Profe, un chico quiere verla.

Nicki me avisa y levanto la cabeza de los cuadernos. Alex está parado en la puerta del aula, mirándome con intensidad.

—Gracias, corazón. —Le revuelvo el pelo y camino directo a la salida—. Alex.

Sus ojos siguen fijos en mí, niega y luego carraspea.

—¿Podemos hablar?

Asiento para después caminar hacia Clara, mi ayudante.

—Voy a ausentarme por un momento. Chicos, saldré a hacer algo, pueden jugar con los bloques, pero ordenados.

Celebran con algarabía mientras les paso las piezas. Salgo, percatándome de que él me sigue y me detengo en el patio de la escuela, un poco alejado de las aulas.

Se queda paralizado sin dejar de mirarme de una forma que no me gusta. Escanea cada parte de mí, minuciosamente, haciéndome sentir incómoda.

—Ay, Nathalia, ¿qué me has hecho? —dice con pesar y el corazón se me estruja al escucharlo.

—No te entiendo, Alex.

Agacho la cabeza, avergonzada por alguna razón que no comprendo.

—Elena me contó cosas de ti.

Parpadeo ante lo que ha dicho. Claro, estoy segura que malinterpretó lo que vio hace unas noches en la Zona B.

Luego de que ella se fue, volví a mi casa sin saber cómo. Estaba sorprendida, dolida y con el juicio nublado. Aún no puedo creer que mi tío está vivo y que él es el culpable de todas las fechorías que se hacen ahí.

—¿Qué cosas? —pregunto con recelo e imaginando lo que le contó.

Se queda en silencio, sin dejar de observarme, para luego apartar la vista.

—¿Quién eres, Nathalia?

Me sorprende su cuestionamiento. Lo pienso y, si soy sincera, no tengo idea de qué decirle.

—Tú sabes quién soy.

Mi voz sale dolida, no entiendo por qué me hiere tanto esta conversación.

—¿Lo hago?

Estoy cansada de sus preguntas, quiero acabar con esto ya.

—No te comprendo, Alex, si no vas a decir algo coherente es mejor que te vayas. Tengo que trabajar.

La voz me sale más dura de lo que pretendía. Asiente, se acerca y me acaricia la mejilla.

—Me revocaron la beca y me voy de la ciudad.

Abro mucho los ojos por la sorpresa. Esto no puede ser.

—¿Por qué lo hicieron?

Él resopla con cansancio, sus ojos lucen tristes y hunde los hombros con resignación.

—Me la dieron por equivocación, Nathalia, yo no puedo quedarme aquí, siento que este no es mi sitio.

—No lo hagas, por favor. —Lo agarro de los brazos—. No después de que te dije lo que siento.

La vista se me nubla por las lágrimas contenidas. 

—Dime algo, ¿has matado a alguien?

Su cambio de tema me desconcierta y a la vez siento que me han apuñalado. ¿Cómo decirle que sí, que soy una asesina? Asiento y puedo notar que su mirada cambia de confundida a dolida.

—He acabado con la vida de dos personas.

No lo aguanto más y las lágrimas se hacen presentes. Admitir esto en voz alta ha sido muy duro y más al chico que amo.

—Elena tenía razón, entonces. —Se encoge de hombros y soy incapaz de refutar sus palabras. Desconozco lo que está pensando ni las cosas que esa mujer le ha dicho de mí, solo sé que me duele cómo me mira—. ¿Por qué no me habías dicho, Nathalia?

—Yo no lo quería aceptar, me duele mucho esto, Alex. Por favor, entiéndeme.

—Tenías razón, no te conozco, solo me enamoré de una fachada.

—Alex, no es así. —Llevo las manos hacia su cara para que me mire directo a los ojos—. Solo eso no te he dicho, todo lo demás es real.

Estoy desesperada, un nudo se me ha instalado en la garganta que no me deja expresarme cómo deseo. Odio esta sensación de pérdida, odio mi vida.

—¿Y si me estás mintiendo? Es decir, cada vez más descubro cosas de ti que me has ocultado. —Se pasa las manos por la cara—. Elena está haciendo unos reportes, con pruebas como fotos y documentos para exponerlo a organismos internacionales. Busca lograr que tomen cartas en el asunto con la Zona B, así que te vine a informar sobre esto. Es la única ayuda que te puedo brindar, Nathalia o Lía, quién seas en realidad.

—Alex, déjame explicarte, por favor. —Se retira lo lentes, los limpia con su camisa y luego se los acomoda—. Debo ir a trabajar, ¿podemos vernos esta noche en mi apartamento?

Asiente con la duda marcada en sus facciones, para después alejarse de mí y caminar hacia la salida.

***

Es la primera vez, después de la muerte de mamá, que almorzamos juntos como una familia. Hay una tensión palpable entre mi padre y yo, él me mira de reojo, niega y luego desvía la mirada. Ruddy es el único animado después de tanto tiempo, esto me alegra mucho y es un rayito de sol en toda esta sombra que se ha creado a mi alrededor.

—Hablé con Mía y quiere que vayamos al cine. ¿Me dejas, papá?

Este asiente, sonriendo de manera genuina. 

—¿Quién es Mía? —pregunto con curiosidad y un poco celosa.

No puede ser que mi hermanito de trece años tenga una vida amorosa mejor que la mía.

—Es mi amiga, Nathalia, pronto te la voy a presentar.

Sus mejillas pecosas se sonrojan, esto lo hace ver muy tierno e inocente.

—Sí claro —digo, divertida.

Ruddy se pasa el almuerzo completo hablando muy animado de ella y diciendo que le gustaría que me conozca.

—Necesito que hablemos, Nathalia —informa papá serio.

Asiento sin retirar mi atención de Ruddy.

Entre conversaciones banales y el molestar a Ro sobre esa chica, se nos pasa el tiempo hasta que cada uno de nosotros nos retiramos a nuestras habitaciones.

Me tumbo en la cama para descansar, pero recuerdo que papá quiere hablar sobre algo que desconozco. Tengo curiosidad, ¿qué querrá decirme ahora?

Con la motivación de saber qué es lo que tiene para contarme, me levanto y camino hacia la salida. El corazón me late frenético al estar frente a la puerta de su cuarto.

Pese a esto, la toco varias veces hasta que él abre.

—Entra.

Mi padre se hace a un lado y me introduzco a su habitación. La piel se me eriza, los nervios hacen que las manos me tiemblen. Es la primera vez que logro venir aquí luego de la muerte de mamá.

Abre unos cajones y me pasa una cajita rosa con el nombre de mi madre en la parte superior. El corazón se me encoge al caer en cuenta de que debo hacer algo con sus cosas. No las he tocado porque no estaba preparada para asumir su partida.

—Sé que quizás no valga nada mis palabras para ti, pero tienes que entender que no maté a Helen. Nunca he sido un santo, de hecho, soy culpable de muchas cosas de las que ahora me arrepiento y otras de las que no, pero no maté a tu mamá.

Asiento con la cabeza, hay algo que no me permite hablar. Me acomodo en su cama y abro la cajita despacio.

Encuentro fotos, en su mayoría de Ruddy y mías, su anillo de matrimonio, tarjetas, boletos de vuelos y un sinnúmero de cosas que ella guardaba porque tenían un gran valor sentimental. Al final de la cajita hay un sobre marrón, lo agarro con delicadeza para luego abrirlo.

Es una carta de mi mamá, reconozco su letra.

Leo todo lo escrito, esas palabra hacen que cada parte de mí duela. Lloro de la impotencia porque me siento una inútil. Debí preverlo, yo pude ayudarla, pero ya es muy tarde. Las lágrimas mojan el papel y me acuesto con este sobre mi pecho.

Reproduzco en mi mente lo que acabo de leer, que lo escuche con su voz lo hace mucho más doloroso aun.

Querida Nathalia:

Sé que cuando leas esto vas a odiarme y sentirte culpable. Por favor, no lo hagas. Es difícil para mí tomar esta decisión, pero siento que ya no puedo más. Tú y Ruddy son lo más importante para mí y tener que dejarlos es lo más doloroso de esto. Tu padre y yo no estamos bien, de hecho, hace mucho tiempo que no nos entendemos. Te diste cuenta y eso hace que me sienta mal y culpable porque siempre quise que tuvieran una familia ejemplar.

Jorge es un hombre controlador, siempre lo ha sido, y eso me llevó a desistir de lograr mis sueños. Estaba bien porque ustedes se convirtieron en lo más importante para mí. Él ha estado haciendo experimentos con unos químicos perjudiciales para la salud, no estoy de acuerdo y aun así lo ayudé. Hemos discutido mucho estos últimos días, por esa razón se han incrementado los insomnios y depresiones.

Soy débil, Nathalia, puede que esta no sea la mejor salida, pero no puedo más. Perdóname, cuida a tu hermano y espero que algún día llegues a ser la mujer que anhelas. No te dejes estancar por nadie, cariño, eres fuerte e inteligente, todo esos atributos de tu padre. Tengo más razones para no querer seguir, pero no es necesario que te enteres...

Te ama, mamá.

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