Capítulo 22

NATHALIA

—¿Cómo te pasó esto? —pregunta mi inocente hermano mientras me limpia la herida.

—Tuve una pelea con alguien, no es tan grave, no te preocupes. —Asiente, concentrado en lo suyo—. Muchas gracias, Ruddy, no sé qué haría sin ti.

Levanta la cabeza y me mira directo a los ojos. Los tiene rojos de tanto llorar, mi hermanito sufre mucho y no sé qué hacer para que se sienta mejor.

La muerte de mamá le afectó más de lo que pensaba, no es ni la sombra del niño alegre y despreocupado que era. Ahora pasa mucho tiempo encerrado en su cuarto, no quiere salir con sus amiguitos y no come bien.

No le veo progreso a sus citas con la psicóloga, aunque es de esperarse si él no pone de su parte. Paso la mano por su pelo y lo acaricio, me abraza y escucho que solloza en mi pecho. Me duele tanto verlo de esta manera, daría lo que fuera por hacerlo feliz.

—Ro, te amo. —Levanta la cabeza—. Eres lo más importante que tengo y siempre te voy a proteger.

Agacha la mirada al mismo tiempo que se muerde el labio inferior con pesar.

—No quiero vivir más, Nathalia.

Sus palabras hacen que se me encoja el pecho.

—No digas esas tonterías, Ruddy, mírame. —Lo hace tímido—. Nuestra madre no estaría feliz si sabe que estás pensando esas cosas. Puedes hablar conmigo, cariño, dime lo que puedo hacer por ti para que te sientas mejor.

—Trae de nuevo a mamá.

Un nudo se me hace en la garganta al escuchar su petición, no sé qué decirle.

—Ro, cariño.

No me deja terminar de hablar porque se va corriendo de la habitación. Resoplo con tristeza y recojo lo que estaba utilizando.

—Nathalia.

Mi padre entra y se queda paralizado, observándome.

—¿Te puedo ayudar en algo?

Sus ojos recorren todos los lugares magullados visibles de mi cuerpo y aprieta sus manos en puños.

—¿Qué te pasó? —Camina hacia mí y me agarra la cara con brusquedad—. ¿Volviste a ese lugar?

Ya no me sorprende nada; de hecho, estoy segura que él tiene que ver con lo que pasa en la Zona B, aunque Alex me haya dicho lo contrario.

—No voy a descansar hasta detener lo que sucede ahí, papá, ¿por qué haces esas cosas?

Mis ojos se tornan borrosos por las lágrimas contenidas al pensar en Jared. ¿Cómo puede hacer algo así?

—Estoy cansado de que me estés acusando sin sentido, no tengo que ver con nada de lo que pasa ahí.

Suelta mi cara y hala su pelo con frustración.

—No mientas, admite por una buena vez la verdad. ¿por qué haces esas cosas?

—Eres muy ingenua, impulsiva e inmadura. Tu comportamiento no te llevará a nada bueno, no sé en qué estás pensando, pero me decepciona bastante que estés diciendo todo esto.

—No eres ningún santo, papá, es lo que has tratado de vender, pero sé de lo que eres capaz. Mi tío me lo dijo una vez y no quise creerle.

Sus ojos se abren en sorpresa y niega varias veces.

—Angus. —Ríe sin gracia—. Ese bastardo era un miserable que siempre se creía la gran cosa. —Escucho atenta lo que dice sin llegar a sorprenderme. Mi tío y mi papá nunca fueron unidos y competían por demostrar quién era el mejor—. Mis padres lo preferían, nuestros amigos, todos e incluso tú. Pensaban que era un santo porque hacía sus travesuras y de una forma u otra yo terminaba siendo el culpable. La guinda del pastel fue cuando logró abrir su laboratorio primero, solo lo hizo para demostrar que era superior.

No le creo nada, mi tío era una persona excepcional y con un corazón noble.

—No concibo que aún le guardes rencor porque era mejor que tú —escupo sin pensar.

Mi padre me mira como si quisiera matarme, sus ojos azules se vuelven tenebrosos cuando está enojado.

—Piensa lo que quieras, Nathalia, te aconsejo que no vuelvas a ese lugar, olvídate de eso. —Se acerca a la puerta y me mira con intensidad—. Lo mejor que puedes hacer es invertir tu tiempo en ayudar a Ruddy, él solo confía en ti. Te agradecería que lo mantengas con vida.

Dicho esto, sale dando un fuerte portazo.

Me tumbo en la cama con las manos sobre los ojos. Nada tiene sentido, por más que quiero avanzar solo doy pasos hacia atrás y perjudico a las personas que amo.

Me siento de repente y agarro el teléfono para marcar el número de alguien que me puede ayudar a esclarecer todo este lío.

***

Alex entra a la cafetería, me busca con la mirada, se acerca y se sienta frente a mí. Toma el menú para luego verificarlo sin siquiera saludarme.

—Hola.

Sus ojos se cruzan con los míos, no logro ver la chispa que tenían antes cuando me tenía cerca y eso hace que me sienta mal.

—¿Qué quieres?

Su voz es dura y corta el contacto visual. Carraspeo para aclararme la garganta, no sé por qué me afecta tanto su indiferencia.

—Sé que estás molesto conmigo, pero necesito que me hagas un favor.

Junto las manos en señal de súplica al decir esto.

—No estoy molesto, Nathalia. Me siento herido y decepcionado. Aun con todo lo que ha pasado, tienes la desfachatez de llamarme para pedirme un favor. ¿Quién crees que soy? ¿Un maldito estúpido?

Hace ademán para levantarse, pero lo sostengo del brazo.

—Por favor, Alex, sé que no merezco nada de ti, pero es sumamente necesario.

Lleva las manos hacia su pelo y lo acomoda hacia atrás varias veces en señal de que está frustrado. Hasta ahora me doy cuenta que conozco esos detalles de él.

Mi vista viaja a su boca y luego a su mandíbula. Alex es un chico lindo, no de los que te atraen al momento, él es una persona que con su trato enamora. Lástima que me di cuenta muy tarde y le hice daño.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunta dudoso.

No sé si es buena idea, pero debo buscar ayuda y no seguir con mi método. No he tenido buenos resultados, estoy cansada de ver gente morir y quizás pueda estar más cerca de Alex.

—Quiero hablar con tu compañera de trabajo, esa chica que dijiste te persigue y sabe de la Zona B.

Sus ojos se abren en sorpresa y niega varias veces.

—No, no te llevaré con Elena. Estoy cansado de este tema, Nathalia. Solo quiero ser un chico que trabaja, estudia y hace su vida normal. Dije que no me metería más en tus cosas y nada que tenga que ver con ese lugar —sentencia enojado.

—Por favor, por lo que me has dicho, ella sabe muchas cosas que me podrían ser útiles.

—Aquí vamos de nuevo. —Ríe irónico—. Me llamas diciendo que necesitas verme y hablar conmigo, pero claro, solo es para tu conveniencia. —Se levanta molesto y hago lo mismo—. Estoy cansado de que quieras utilizarme, no me busques más.

Sale de la cafetería furioso, dejándome perpleja. Reacciono y troto detrás de él para alcanzarlo.

—¡Alex! —Lo agarro del brazo y lo giro—. Por favor, es la última cosa que te pediré, ayúdame.

—Su nombre es Elena Carter, trabaja en el laboratorio de tu padre, así que te será fácil encontrarla —informa como si se tratara de un robot.

Se suelta de mi agarre y se marcha a toda prisa sin darme tiempo a reaccionar. 



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top