Capítulo 20
ALEX
—¿Pensaste en lo que te dije? —Suspiro desganado y me decido a hacerle frente.
—Sí, y no me interesa. De hecho, voy a renunciar, solo espero a que me llamen de otro sitio para trabajar.
Sus ojos no se apartan de los míos y puedo notar lo sorprendida que se encuentra.
—¿Por qué lo vas a hacer? Pensé que te interesaba saber la verdad.
Niego varias veces y le doy la espalda mientras saco mis cosas del casillero.
—Eso era antes, Elena, no quiero escuchar ni saber nada de ese lugar.
Me engancho el bolso en el hombro y camino hacia la salida.
—¡Espera! —Me agarra del brazo y se para frente a mí sin dejar de observarme minuciosamente—. Hace días que estás muy raro, Daft, ¿qué te pasó?
—Nada nuevo, solo estoy cansado de que se quieran aprovechar de mí. Por ejemplo, tú. Nunca te interesé y de un momento a otro me persigues. Claro, para que te ayude a descubrir qué es lo que pasa en ese sitio. Todos hacen lo mismo y ya estoy hastiado.
—Eso no es cierto —se defiende deprisa—. No me quiero aprovechar de ti, no soy esa clase de persona.
—¿Ah, no? —Me río irónico—. Yo no te caía bien, Elena, y de un momento a otro sí. Muy sospechoso si me lo preguntas.
—Puse interés en ti desde que te conocí. —Sus mejillas se sonrojan y desvía la mirada—. ¿Por qué crees que aparecía dondequiera que ibas? Te cuidaba la espalda, Daft, eres tan tonto que no te dabas cuenta de lo obvio que eras cuando tratabas de buscar alguna información. Te cubrí la espalda muchas veces.
Sus palabras parecen sinceras, es decir, siempre me la encontraba y no creo que era por casualidad. Pero eso no importa ahora, no quiero saber nada de la Zona B, de las cosas que pasan allí ni de Nathalia. Pienso darle un giro a mi vida, ya no permitiré que me vean la cara de estúpido.
—Gracias, supongo.
Paso por su lado y camino dispuesto a salir.
—¿Te piensas quedar de brazos cruzados sabiendo todo lo que pasa ahí? ¿No te preocupan esas personas que podrías salvar?
Paro en seco y me doy la vuelta para encararla.
—¿Quién se preocupa por mí, por lo que siento? No soy de la ley ni tengo superpoderes, no puedo hacer nada, Elena. Lo siento.
—Yo lo hago. —Se acerca y me pasa una mano por la mejilla, esto hace que abra los ojos en sorpresa—. ¿Crees que eres el único con problemas y colas que le pisen?
Me alejo de su toque más confundido que antes, ¿qué le pasa?
—No entiendo tu comportamiento, Elena, pensé que te caía mal. Desde que nos conocimos me has tratado de lo peor.
Agacha la cabeza con timidez.
—Lo sé y lo lamento, a veces uno no sabe cómo actuar ante ciertas situaciones y sentimientos.
—¿De qué rayos hablas...?
No me deja terminar porque siento sus labios sobre los míos.
****
Entro al club detrás de Evan, la música está tan alta que me hace vibrar, está muy lleno y hay un montón de gente en la tarima bailando como si no hubiese un mañana. Es la primera vez que visito un sitio como este y accedí a venir después de las tantas insistencias que me había hecho mi amigo.
Yo solo quiero pasarla bien y distraerme para no seguir pensando en Nathalia.
A un mes de lo que pasó, no he recibido la primera llamada ni ningún mensaje de su parte. Al principio estaba bien con eso, pero al pasar de los días me di cuenta que me estaba engañando a mí mismo y que su indiferencia hacia mi persona me afecta más de lo que quiero aceptar.
Nos acercamos a la barra y Evan pide nuestras bebidas.
—Tómate esto, Alex, para que vayas haciendo el ambiente.
Asiento y me tomo el líquido de un sorbo. Empiezo a toser por lo fuerte que es y porque sentí que se me quemaba la garganta. Evan estalla en carcajadas al verme arrugar la cara en desagrado.
Él me pasa una copa más, luego otra y otras.
—¿Ahora qué? —pregunto acomodando mis lentes.
Me siento un poco mareado por las bebidas que he consumido. Nunca he tomado tanto alcohol en mi vida y ya estoy sintiendo los efectos.
—Mira esa chica de allá. —Señala a una rubia de pelo corto y un vestido diminuto—. No te ha quitado los ojos de encima. —Entrecierro los ojos sin poder creerlo. No puede ser que una mujer como esa se fije en mí—. Quiero que te acuestes con alguien esta noche.
Asiento no muy convencido. Se aleja de mi lado, camina directo a donde está la rubia hermosa y noto que entablan una conversación. Los observo desde donde estoy, queriendo tener la seguridad y el atractivo de mi amigo. Quizás las cosas fueran diferentes y ella se hubiese enamorado de mí. No quiero pensarla, pero me es inevitable. Por más que trato de aparentar lo contrario, la realidad es que amo a Nathalia y esto me está matando.
Pido otro vaso y me lo tomo de un sorbo para luego caminar hacia donde todos bailan. Me retiro los lentes y me sacudo, siguiendo el ritmo de los demás cuerpos sudorosos que chocan conmigo. Siento que se me pegan y me dejo manosear de quién sea que lo haga.
Tiran de mi brazo; no me resisto cuando me sacan de la multitud a un lugar apartado. Me coloco los lentes y veo a la rubia que hace un rato hablaba con Evan.
—Tu amigo dijo que necesitas compañía.
Me posa un dedo en la barbilla y lo baja hasta mi pecho. Noto que mueve la boca, pero no logro escucharla. Asiento a lo que sea que me dice y me dejo llevar hacia los baños.
Ella me empuja contra la pared y me besa con brusquedad. Dejo que me explore la boca y siento cómo va soltando el cinturón de mi pantalón. Todo me da vueltas, aun así, vislumbro que se arrodilla y gimo en voz alta al sentir su boca alrededor de mí.
Me agarro de la pared debido al temor de caerme a algún vacío en cualquier momento. Mi vista está nublada y un grito se escapa de mis labios cuando siento que llego a mi límite.
Su sonrisa es maliciosa, se saborea los labios para después sentarme de un empujón en la taza del inodoro. Tengo ganas de vomitar, todo me da vueltas y chillo cuando empieza a saltar sobre mi erección.
Quiero apartarla, pero no tengo fuerzas; sus brazos alrededor de mi cuello se sienten como si estuviera en una prisión. Me besa temblorosa, aún saltando sobre mí. Un escalofrío me recorre entero y tengo que apretar los dedos de los pies ante las sensaciones que estoy experimentado. No aguanto más, necesito liberarme porque el calor es insoportable.
Un grito ahogado sale de mi garganta, respiro con dificultad y toso con desesperación. Ella se carcajea, me besa los labios una vez más y se separa de mí. No aguanto las náuseas, así que me encorvo y expulso todo lo que estaba reteniendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top