Capítulo 19
ALEX
Nos movemos en silencio detrás de Nathalia, quien no nos ha dirigido la palabra y luce muy molesta. No entiendo qué hace él aquí, me fastidia porque desde hace un tiempo ha venido tratándome mal y diciendo que no debo estar con ella. Sé que tuvieron su pasado y que él aún está enamorado, pero debe superarlo. Nathalia está conmigo ahora.
Nos perdemos por las calles oscuras que hoy lucen más tenebrosas que siempre y entramos a una edificación abandonada. Pasamos los escombros, tropiezo y me caigo de bruces. Nathalia me agarra del brazo y me ayuda a levantar, esto hace que me sienta un inútil.
Si esta fuera una historia, yo, sin lugar a dudas, sería la damisela en apuros y eso es muy humillante.
Nathalia entra a la casita de Carmen y sostiene la puerta abierta para que entremos.
—Lía —dice mientras posa su mirada en nosotros—, no esperaba que vinieras con visitas.
Gael se sienta en el sofá como si de su casa se tratara.
—Discúlpame, Carmen, tengo que hacer algo urgente y estos inútiles casi lo arruinan.
Frunzo el ceño, molesto por sus palabras, odio cuando se mete en el papel de chica mala.
—No sabía que ibas a venir a este sitio, de lo contrario no te hubiese seguido —replica Gael, ganándose una mirada de odio de Nathalia.
—Quédense aquí con Carmen, vuelvo en un rato.
Nos da una mirada de advertencia y se retira.
—Les prepararé algo de tomar —nos dice Carmen y se va a la cocina.
Me siento en el otro extremo del sofá alejado del idiota, no sé por qué su presencia me molesta tanto. Él no me quita los ojos de encima, esto hace que me sienta incómodo.
—¿Qué tanto me ves? —pregunto con brusquedad, sosteniendo su mirada.
—Quisiera saber qué es lo que te ve Nathalia; no puedo creer que sus gustos varíen de excelente, pasable a crítico. —No entiendo lo que dice y decido ignorarlo—. Ay, cuatro ojos, si supieras —canturrea y sonríe con burla.
—Les hice un café.
Carmen me pasa una taza humeante que huele rico. Le doy un merecido gracias, hace lo mismo con Gael y se retira.
Disfruto el delicioso contenido, soplando y dando pequeños sorbos.
—¿Tienes alguna idea de qué está haciendo ella? —me dirijo a Gael y asiente pensativo.
—Tengo entendido que está reunida con el hermano de su difunto novio.
—¿Qué?
Creo que no escuché bien lo que dijo, ¿difunto novio?
—¿No sabías? —Sonríe malicioso y se me acerca—. La razón principal del porqué Nathalia está metida en este lugar, con tanto ahínco, es por su novio salvaje que asesinaron. ¿No te dijo?
Niego con la cabeza incrédulo, ella me hubiese contado esto si fuera verdad.
—No te creo nada, Gael, quieres hacer lo imposible para estropear nuestra relación.
Se carcajea sin gracia.
—Sospechaba que eras un idiota, pero ahora estoy seguro. Nathalia no te quiere, solo está a tu lado por la ayuda que le brindas y puede que se sienta a gusto como tu amiga —afirma, sus palabras gotean veneno.
—Eso no es verdad.
Me levanto y Carmen se une a nosotros mirándonos con cautela.
—¿Qué sucede? —Sus ojos van de Gael a mí.
—Carmen, querida. —La abraza por los hombros—. ¿Puedes decirme quién era Ángel? —Ella me mira y luego a él—. Vamos, dile a este creído que Ángel era el novio de Lía, el hombre que aún ama y llora todas las noches.
Ángel, ese nombre lo he escuchado mucho. Ahora comprendo todo, puede que Gael esté en lo cierto. Un dolor de cabeza se apodera de mí al darme cuenta que fui engañado, Nathalia nunca me lo mencionó, pero Gael sí lo conoce.
Joder, todos lo saben menos yo. Esto es tan humillante, ¿cómo pudo jugar así conmigo? Por eso me consiguió el empleo, no porque le importara, sino para que le facilite el trabajo. Tantos rechazos de su parte y aún me mantenía a su lado a base de mentiras.
—¿Estás bien? Te ves pálido.
Me alejo de Carmen que quiere tocarme. Me siento engañado, ofendido y usado. Todo este tiempo hice de payaso; demonios, hasta Evan se dio cuenta menos yo.
—Espero que no se hayan peleado.
La observo de arriba abajo como si se tratara de otra persona. Se retira el suéter dejando libre su cabellera negra, sus labios están rojos y el arete en la nariz brilla con la luz reflejada. Sus ojos se cristalizan cuando me ve, puedo notar cierta angustia en ellos.
—¿Por qué me miras así, Alex?
Trata de acercarse, pero retrocedo.
—¿Quién es Ángel?
Soy directo porque no quiero que me envuelva. Sus orbes se abren por la sorpresa, es una cínica, creyó que nunca lo iba a saber.
—Te lo puedo explicar. —Su voz sale como una súplica y niego varias veces.
—Háblame del hombre que amas, Nathalia.
Pestañea varias veces y se cubre la boca con una mano. Mi mirada de desprecio la recorre entera, soy el mayor idiota del mundo. Todos tenían razón.
Carmen se le acerca y ella la aparta, Gael me mira con lástima y eso me hace enojar aun más. No sé por qué está así, eso era lo que él quería.
—¿Pueden dejarnos solos, por favor? —Ellos salen de la casita de inmediato—. Alex, déjame explicarte, yo nunca quise hacerte daño.
—¿Quién es Ángel?
Lágrimas mojan sus mejillas, se abraza así misma y se sienta en uno de los sofás.
—Era mi novio —dice en un hilo de voz—. La noche que viniste y me viste destrozada, presencié cómo lo asesinaron —llora desesperada ahora.
—¿Por qué no me lo dijiste?
Se limpia las mejillas y ojos deprisa.
—Te lo iba a decir en varias ocasiones y tú no me dejaste.
—¿¡Ahora es mi culpa!? —Me le acerco furioso—. Si querías ser sincera conmigo, lo hubieses sido y ya. No te atrevas a justificarte.
—Perdóname, Alex, yo nunca quise hacerte daño.
Río sin gracia y halo mi cabello molesto.
—Fui un estúpido al pensar que sentirías algo por mí; mírate, soy tan poca cosa que solo sirvo para ser utilizado.
—No digas eso. —Se me acerca, pero retrocedo—. No te estoy usando, siento mucho que tuvieras que enterarte de esta forma.
—¿Lo amas? —La miro con intensidad y ella agacha la cabeza. Mi corazón se hace añicos cuando asiente y luego se cubre la cara—. Entiendo, fui tu entretenimiento, ¿no?
—No digas esas cosas, Alex. Por favor, no pienses eso.
—Pero eso es precisamente lo que fui para ti, por eso trabajo de conserje en el laboratorio de tu padre. Felicidades, moviste muy bien tus fichas, lograste que este idiota hiciera hasta lo imposible por ti. Todo tu empeño en vengar la muerte de tu novio te llevó a estar conmigo, a ilusionarme y a dejarme como un imbécil. Rayos, hasta un maldito muerto tiene más valor que yo.
No permito que responda porque salgo de ahí hecho una furia.
—¡Alex!
Escucho que me llama, pero no miro hacia atrás.
Camino a pasos apresurados lejos de este lugar y de ella, nunca debí confiar ni abrir mi corazón tan fácil. Es inevitable, las lágrimas salen como torrentes. Detengo mi andar, retiro los lentes de contacto con enojo y frustración.
Saco los anteojos antiguos, esos que antes utilizaba cuando me daba lo mismo impresionar a alguien. Lo debí intuir, es ilógico que una persona como ella se fije siquiera en un chico como yo.
Miro hacia atrás y la vislumbro entre las sombras, como siempre le ha gustado. Camino deprisa, en un intento de salir de este maldito sitio al que nunca debí pisar.
Desato la pulsera de mi muñeca y la arrojo en la desierta calle mientras me pierdo en la oscuridad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top