Capítulo 18

ALEX

Ruedo los ojos al ver cómo Evan se ríe en mi cara, está encorvado y hasta ha derramado lágrimas. Él no lo sabe, pero me hace sentir mal que siempre sea el hazmerreír. Me mira, hace un esfuerzo para dejar de burlarse, pero vuelve y estalla en carcajadas.

Agacho la cabeza y camino hacia la habitación, estoy cansado de mi vida y cada cosa que pasa.

—Alex, no me estoy burlando.

—Sí, claro. Es bueno saber que siempre te sirvo de bufón.

Luce serio ahora y entra conmigo al cuarto.

—Ay, Alex, las cosas que te pasan son increíbles. —Asiento y me acomodo en la cama, él hace lo mismo a mi lado—. Así que tu noviecita no quiso acostarse contigo.

Niego con la cabeza, avergonzado.

—Ese no era el plan, así que estoy bien. 

—Mentiroso. —Me señala de manera acusatoria—. Sabes muy bien que la loca te tiene desesperado.

Lo miro de mala manera por cómo la ha llamado.

—No le digas así. Si ella no quiso, sus razones tendrá, además, es muy pronto aún.

—Bueno, amigo, eso mismo pasó con Patty y mira ahora, con un encargo de otro hombre.

Se carcajea de nuevo como el loco que es.

—Nathalia no es así, ella quiere algo serio conmigo y por eso no accedió.

Me mira dudoso.

—¿Sabes qué creo? —Agito la cabeza en negación—. Que deberías venir conmigo a un club y acostarte con alguien. Está comprobado que las relaciones serias no son lo tuyo, Alex, deja a esa chica y vive tu vida como yo, por ejemplo.

Lo observo sorprendido. Es cierto, Evan no tiene una pareja estable y siempre consigue citas con mujeres. Para él es fácil porque es atractivo y todas esas mierdas que les gustan a las chicas.

—Yo no podría —digo con sinceridad, derrotado y cansado—. Nathalia y yo somos el uno para el otro, Evan, polos opuestos que se complementan.

Rueda los ojos y se manotea la frente.

—Ahora eres filósofo. No seguiré con esto porque no entiendes. Sigue con tu "relación" —dice, haciendo gestos de comillas con los dedos—, pero mantente alerta y abre los ojos no vaya a ser que te salgan con otra sorpresa.

Me muerdo la lengua para no hablar del hombre que lo engendró y cómo este dejó a su madre a un lado cuando se enteró que venía en camino. Sería de la única forma que podría devolverle las burlas que me ha hecho, pero eso sería muy bajo de mi parte.

Me levanto de la cama y doy pasos hacia la salida, molesto y frustrado, con la intención de caminar por ahí sin rumbo para pensar con claridad.

***

—No puede ser, Alex. —Cubre su boca con la mano por el asombro—. ¿Cómo ella sabe todo eso?

—No lo sé, Nathalia, no le creo mucho. —Asiente pensativa.

—Mi tío no me engañó, sé que él no fue capaz de decirme una cosa por otra.

—O tal vez él pensaba eso y no era así. —Me mira aún anonadada—. Todo esto es muy raro y no sé qué pensar.

Se levanta de la alfombra y camina de un lado a otro.

Después de varios días sin saber de ella, me tomó la llamada y se disculpó. Al principio estaba reacio por su comportamiento, pero ella ha pasado por muchas cosas y fui muy brusco en insinuarme de esa manera. La entiendo, es muy pronto y tiene muchas cosas por qué preocuparse.

—Quiero disculparme por lo de la otra noche, Alex. —Se sienta frente a mí y toma mi mano entre las suyas—. Yo ahora no puedo, ¿me darías tiempo, por favor?

Sus ojos lucen angustiados como se ha hecho costumbre. Asiento y acaricio su mejilla con suavidad. Me acerco a su rostro y la beso, estar con ella así es tan placentero que me quedaría por el resto de mi vida sin problemas.

—Te dije que te amo porque lo siento, Nathalia, no fue mi intención presionarte.

—No te merezco. —Agacha la cabeza con pesar—. Lo siento mucho.

Me abraza con fuerza, dejándome sin palabras. Soy yo que no la merezco a ella, ¿de qué habla?

—No digas eso, voy a seguir investigando con Elena para poder resolver todo esto. Ten cuidado, por favor, si algo te llega a pasar yo me moriría.

—Puede que esa tal Elena quiera cubrir a mi papá y por eso te dijo esas cosas.

Lo pienso, tuve esa impresión, pero ella se veía muy sincera.

—No lo sé, Nathalia, ¿por qué estás tan empeñada en que es él?

Su ceño se frunce y desvía la mirada.

—Hace un tiempo que se está comportando raro, está tratando de negociar algo y escuché que está comprando mercancía peligrosa.

—Eso no es suficiente, creo que debes dejar las cosas así. —Me mira como si estuviera loco—. Es decir, sé que quieres vengar a tu tío y ayudar a esas personas, pero es muy peligroso y puede que no sepas ni con quién te estás metiendo.

—Nunca lo entenderías. —Se aleja de mí como si la hubiese abofeteado—. Puedes desistir de tu ayuda, lo entiendo y no te voy a juzgar por eso.

—No me malinterpretes, amor. —Me  acerco y le acaricio las mejillas—. Solo estoy preocupado por ti.

-—Estaré bien.

Se levanta y camina hacia su habitación, molesta. No sé qué hice para que se pusiera así, solo me preocupo por ella.

***

Saboreo la comida incómodo por la mirada intensa que me está dando la loca de Elena. Estamos en el comedor del laboratorio y desde que entré no me ha quitado los ojos de encima. He tratado de evitarla lo más que he podido, yo nunca le he caído bien y después de lo que me dijo no confío en ella. De hecho, nunca lo hice y ahora mucho menos. Tengo la sensación de que ella sabe más de lo que creo, puede que Nathalia esté en lo cierto y quiera encubrir al señor Benson.

—Daft.

Se sienta a mi lado y me alejo con disimulo, arrastrando la silla. Ella rueda los ojos y se acomoda sin dejar de mirarme.

—¿Puedes dejar de observarme como si fuera un bicho raro?

Su sonrisita burlona me saca de mis casillas.

—Puede que lo seas —bromea y la miro como si estuviera loca.

Nunca se había mostrado así y me parece sospechoso que ahora lo haga. Me trago el resto de la comida y salgo de ahí a toda prisa.

—Espera, Alexander. —Suspiro y me giro despacio. Elena se acerca agitada por haber corrido—. ¿En qué viniste?

—En un autobús.

Me doy la vuelta y sigo mi camino, confundido por cómo actúa.

—Te puedo llevar, tengo un auto.

Paro en seco, me giro y noto que me observa mientras muerde su labio inferior.

—No, gracias.

Hago ademán para irme, pero ella me agarra del brazo.

—Solo te voy a llevar, Daft, no sé por qué me temes.

Entrecierro los ojos ante lo extraño de su comportamiento. Hay algo en esta chica que no me permite confiar en ella.

—¿Qué demonios te pasa, Elena? —Me cruzo de brazos, molesto por su insistencia—. Hace tiempo que no me soportabas y ahora de la nada quieres llevarme.

—No me interesas si eso es lo que crees. —Me señala de manera acusatoria—. Digamos que me he dado cuenta que me puedes ayudar y yo a ti.

Sus palabras me confunden más, esta tipa está loca.

—No comprendo lo que dices, estás chiflada y no deseo ayudarte en lo que sea que quieras.

—Alexander, necesito que me ayudes a descubrir quién en realidad está detrás de los sucesos que están ocurriendo en la Zona B.


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