Capítulo 17

ALEX

Me quedo con la boca abierta al ver a Nathalia en ese vestido corto floreado. Observo su cuerpo y me detengo en sus hermosas piernas, sintiendo un calor recorrerme entero de repente.

—Buenas noches, Alex.

La dejo pasar, incapaz de emitir ningún sonido y con un gran problema entre las piernas. Rayos, si ella me descubre pensará que soy un adolescente calenturiento.

—H-Hola, Nathalia, no debiste. —Tomo de sus manos el vino y otro paquete que no sé qué es—. Espero que te guste el guiso de pollo con papas.

Asiente mientras recorre con los ojos la casa. Observa cada rincón y por un momento me siento inseguro. Debe vivir en una mansión enorme y bonita, no es que esta sea fea y pequeña, pero para ella debe ser horrible.

—Lindo lugar —comenta y se retira el abrigo para después colocarlo en el sofá junto a su bolso.

Sonrío satisfecho y camino a la cocina para preparar la mesa.

Comemos en un silencio agradable, Nathalia se ha sumergido en sus pensamientos y daría lo que sea para saber qué pasa por su mente. Quisiera hacerla reír, pero no encuentro qué cosas decirle porque está vulnerable por lo de su madre. Sé lo mucho que ella la amaba, además, está la sospecha de que puede ser su papá el asesino. Es horrible lo que está pasando.

—Nathalia —hablo al fin y sus ojos brillosos me miran con intensidad—, estoy aquí para ti, cariño, y siempre será así.

Me le acerco y beso sus labios con dulzura.

Ella se separa y me toma del brazo, guiándome hacia el sofá. Me siento y ella hace lo mismo sobre mi regazo. Respiro profundo y casi gimo cuando me pasa las manos por el pecho.

—Creo que mi papá sabe lo que hago en la Zona B, Alex. No tengo idea de cómo voy a actuar de ahora en adelante.

Sus ojos lucen angustiados, pero no puedo razonar mucho cuando estoy sintiendo las caricias que me hace. Asiento sin lograr emitir ninguna palabra.

—Estaremos bien —es lo único que me sale decir. Soy un estúpido.

Aleja las manos de mi piel, deseo tomarlas y ponerlas ahí de nuevo y que baje un poco si quiere.

—Gracias por todo lo que has hecho, yo... —Se queda en silencio y niega varias veces.

—No te preocupes, amor, todo lo hago porque quiero ayudarte.

Acaricio sus mejillas y la acerco a mí para besarla. Es tan adictiva su boca, anhelo llevarla a mi habitación y arrancarle ese vestido, pero no quiero asustarla.

Se sienta a horcajadas sobre mí y me abraza sin apartar sus labios de los míos. Los saboreo y paso las manos por su espalda hasta llegar a su lindo trasero. Lo aprieto sin pudor al mismo tiempo que gimo de placer al sentir sus besos por mi cuello.

Joder, mi necesidad es tan notoria ahora, pero le resto importancia. Levanto un poco su vestido, acariciando sus muslos en el proceso. Ella suspira bajito y eso solo hace que me encienda más.

—Vamos a mi cuarto —susurro en su oído.

Nathalia se separa y me observa con pesar. Rayos, debe tener miedo y yo de bruto. Se levanta de mi regazo y agarro uno de los cojines deprisa para cubrirme la erección.

—Lo siento mucho, Alex, no puedo.

Asiento desganado, eso ya lo había escuchado antes.

—No te preocupes, yo también soy virgen. —Sus ojos se abren mucho al escucharme y se gira, dándome la espalda—. Voy a esperar el tiempo que sea necesario, Nathalia. Te amo.

Se da la vuelta, noto la sorpresa y algo más que no sé descifrar en sus facciones. Niega varias veces mientras se aleja más de mí. Agarra sus cosas sin decir una sola palabra y sale de la casa, dejándome confundido y con la sensación de que he arruinado todo.

***

Arrastro el carrito de limpieza desanimado porque, después de lo que pasó hace dos noches atrás, no he hablado con Nathalia. Tengo miedo de que piense que solo la quiero para un revolcón, ya que no es así. Yo la amo, aunque creo que fue muy rápido y brusca la forma en cómo se lo dije.

Me encojo de hombros, ya lo que hice no puedo echarlo para atrás ni devolver el tiempo, pero no sé qué pasa por su cabeza si no me llama ni me busca. A veces pienso que debo olvidarme de todo esto.

No puedo seguir engañándome más, Nathalia no me quiere. Pero parece que sí porque la pasamos bien juntos y tenemos buena química. Aunque, si ese fuera el caso, ¿por qué no me lo dice y se comporta como si le gustara?

No, estoy mal. Ella me quiere, solo que no lo demuestra como yo. Es extraña, debo reconocerlo, y su forma de amar también.

—Daft —Elena susurra desde unos de los cuartos donde se guardan los detergentes.

Camino hacia ella y me adentra al sitio con brusquedad.

—¡Oye! No me trates así. —Me aliso la camisa y ella rueda los ojos—. ¿Qué quieres, Elena?

Mira para todos lados y cierra el cuarto con seguro.

—Debes parar esto, Alexander.

Me sorprendo porque es la primera vez que me llama por mi nombre.

—No sé de qué hablas.

Me cruzo de brazos enojado. Yo quiero terminar de trabajar para ir a hablar con Nathalia y pedirle perdón si la ofendí en algo.

—No te hagas el tonto, sé lo que buscas y es un error. Te están utilizando.

La miro sin parpadear siquiera y estallo en carcajadas, esto hace que ella frunza el ceño y se cruce de brazos molesta.

—Sí, claro. Estás más loca que una cabra, Elena, no busco nada.

—Deja de negarlo, idiota, sé lo que haces y solo eres una distracción para quién sea que estás trabajando.

La miro serio por lo que dice, yo no estoy trabajando para nadie.

—Creo que la droga que te metiste te pegó fuerte.

Niega varias veces y saca unos papeles de su espalda.

—Te he seguido, sé lo que haces porque estoy detrás de eso también.

Abro los ojos en sorpresa, no puede ser que haya sido tan estúpido. Nathalia me va a matar.

—No sé de qué hablas —niego porque no me queda de otra. No pienso caer tan fácil.

—Escucha, imbécil, Jorge Benson no tiene nada que ver con la Zona B. Solo es un loco que trata de inventar algo que ni él sabe lo que hace. —Pestañeo deseoso de reírme en su cara, pero su mirada de muerte no me lo permite—. Por eso ha fallado en todos los experimentos que ha hecho, esas fórmulas no son suyas y no sabe cómo seguirlas. —Coloca los papeles en una mesa y los señala—. Según estos informes, en la ciudad empezaron a pasar cosas extrañas como las que suceden en la Zona B, pero las autoridades estaban detrás de esos casos y pararon por un tiempo. —La observo con el ceño fruncido sin poder entender nada—. Hace nueve años iniciaron ahí, pienso que lo hicieron porque es un lugar marginado y descartado. Fueron astutos, Alexander, nadie se metería en eso y estoy segura de que no fue el señor Benson porque para ese entonces él no tenía un laboratorio ni nada parecido.

Pestañeo ensimismado, tratando de que toda esa información tenga algún sentido.

—¿Y quieres que te crea? Yo mismo vi todas las cosas que tiene en su laboratorio.

—¿Hojas y fórmulas sin sentido? —Ríe con ironía—. Solo ha desarrollado algunos que otros medicamentos para alergias. Creo que él quiere algo más y por eso el uso de químicos peligrosos, pero no lo ha logrado porque los descubrimientos no son suyos. Hay otra persona u otras detrás de eso y solo utilizan a Jorge como distracción.

—Eso no puede ser. —Me paso las manos por la cara frustrado—. Tienes que estar mintiendo.

Niega con la cabeza con pesar.

—No, debes dejar esto y alejarte de las personas que te tienen engañado.

Los ojos se me nublan por las lágrimas contenidas. Es mentira, yo le creo a Nathalia. No puede ser que ella haya fingido, o peor aún, desconoce la realidad de todo este asunto y corre peligro.

Elena hace ademán para acercarse, pero retrocedo y salgo del lugar deprisa. 


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