~12~

*Créditos al/a la autor/autora de la imagen en la multimedia.* (*La autora se murió de la risa.*)


Bienvenidos a una nueva sección del zodiaco, "Historias de los Signos". Bueno, en realidad es la de los capítulos largos, solo que antes no tenía nombre. :') En en este apartado se incluyen los capítulos ~1~ y ~5~, los demás tan solo están relacionados con los acontecimientos que se narran (siguen siendo importantes para la trama de esta sección), por lo que solo son datos random de los signos (o no tanto =) ).

Este capítulo está relacionado específicamente con el anterior, ~11~, ya que es una típica quedada con tu mejor amigo/a y algo que normalmente hacéis.


Acuario:

- Hey Acuario, ¿sabes lo que me gusta de este lugar? - Estabas observando las piedras azul celeste que brillaban como diamantes "disimuladamente" a través del telescopio. Te sobresaltaste al escucharla y te alejaste unos metros del telescopio por la vergüenza de haber sido pillada.

- Emmm... - Una vez procesaste su pregunta, decidiste añadir algo más que no fuera una simple muletilla tuya. - No, no lo sé. - Respondiste secamente; realmente no sabías que decir ya que te había tomado desprevenida, sin tener suficiente tiempo para reaccionar.

- Era tradición coger una flor eco y susurrar un deseo a la flor bajo los cristales de esta sala. Se decía que si se deseaba con la suficiente fuerza, lo que pedías se volvía realidad. - Dirigió su mirada a unas flores que reposaban tranquilamente a menos de un metro de distancia. Con una mano, rozó uno de los pétalos, haciendo que la flor repitiese las últimas palabras que escuchó, haciendo honor a su nombre.

- Desearía que algún día la barrera se rompiera y pudiéramos ver las estrellas de verdad. - La voz tenía una especie de tono infantil, seguramente de algún niño monstruo de menos de 10 años.

El sonido del eco de aquellas esperanzadoras palabras disminuyó de volumen, al igual que el brillo de la flor, indicando que había finalizado aquella "grabación" tan peculiar. La expresión de Frisk se volvió más sombría, algo bastante inusual en ella. Sentiste que algo iba terriblemente mal.

- Eso es porque no vine antes, si no, ya verás cómo si que hubiera podido ayudar a que ese sueño se volviera realidad. Aunque todavía puede hacerse realidad...- Bufaste un poco al principio. Lo que acababas de mencionar era una mezcla de verdad y broma, para hacer entender a la del jersey rasgado que podías ayudar y de paso subirle un poco la moral.

- No creo que eso hubiera sido posible; ni antes ni ahora. - Te revolvió el pelo como si fueras una niña pequeña, lo que hizo que te enfadases. Te estaba subestimando, tratándote como si no fueras lo suficiente fuerte para ayudarla, descartando tu "indirecta", desechando tus palabras pues creía que eras como una niña pequeña, haciendo inocentes promesas solo para romperlas al día siguiente. No eras una niña pequeña, eras conscientes de tus actos, al igual que la importancia de tus palabras.

Quisiste decirle algo, hacerle entender que no estabas de broma, que eras capaz de ayudar, pero antes de que pudieras articular palabra, esta se levantó repentinamente dándote la espalda. Esto era demasiado extraño, nunca habías visto esa clase de comportamiento en ella, ni siquiera cuando peleaba con Sans, manteniendo siempre la compostura.

- Y-Ya se está haciendo tarde, deberíamos volver. - Y sin más, comenzó a andar, dejándote atrás. Frunciste un poco el ceño al ver que no se molestó en comprobar que la seguías.

Dirigiste tu vista de nuevo a un parche de húmeda hierba azulada donde florecían unas cuantas de esas flores fluorescentes. Una de esas plantas en especial te llamó la atención al estar cerca de ti por lo que, aún sin creer lo que estabas haciendo, te inclinaste un poco, hundiendo tu nariz en la flor eco y percibiendo al instante su aroma. El olor era embriagador, del tipo que no olvidas en tu vida; un poco demasiado empalagoso para tu gusto.

Susurraste unas pocas palabras tras haberlas pensado y elegido cuidadosamente pues no tenías otra oportunidad; después, te levantastes y te quitaste la tierra de los pantalones/falda/vestido, alejándote del sitio en el que estabas hace unos segundos para tan solo comenzar a aumentar el ritmo de tus pasos pues si no, no alcanzarías a la castaña nunca.

- Desearía poder demostrarte que soy útil... -


Piscis:

Estabas dando un paseo por la zona de Hotland; tenías algo de tiempo libre antes de que lo que sea que esos extraños esqueletos tuvieran planeado y pensabas gastarlo en despejar tu mente de todo; simplemente de todo.

Llevabas ya dos años en el subsuelo, ayudando a diferentes versiones de dos esqueletos de los que ni siquiera conocías su versión original y separando almas de amalgamas. Un trabajo duro que nadie quiere hacer por obvias razones... pero tú sentías que era tu deber y si no lo hacías, nadie más se sacrificaría por ello..

Te llevó mucho tiempo acostumbrarte a la dinámica del lugar, aunque finalmente pudiste adaptarte, haciendo algún que otro amigo, el cual desaparecería de tu vida una vez más cuando separases las almas de una nueva amalgama. Aquella siempre fue la parte más difícil para ti, ver cómo con quienes habías compartido tantas risas se irían sin poder despedirte de ellos, sabiendo que no te recordarían nunca más; sin embargo, si no separabas las almas, los pobres monstruos continuarían sufriendo. ¿Tu felicidad o la de otros? La respuesta estaba clara para ti.

Escuchaste un extraño sonido estático detrás de ti acompañado de una aglomeración de voces, algunas agudas, otras graves, unas fuertes, otras débiles... Te paraste, dándote la vuelta y mostrando una sonrisa a aquella amalgama a la que habías salvado al principio de tu viaje, cuando todavía eras una primeriza que no quería siquiera salir de su nido y explorar las infinitas posibilidades que te ofrecía el mundo.

No os dirigísteis ni una palabra más, no hacía falta, ambos os entendíais perfectamente, sin necesidad de expresar vuestros pensamientos en voz alta. Sanstrocity fue tu compañero durante esos dos solitarios años, el único que continuó a tu lado a pesar de que todo comenzase de nuevo aunque con ligeras diferencias.

Fortalecisteis vuestra amistad con el tiempo y antes de que pudieras darte cuenta, ya te habías encariñado con aquel círculo de caritas deformadas. Lo más gracioso de la historia es que él también parecía haberse encariñado de ti puesto que cada vez que ninguna de las versiones alternas de esos dos monstruos esqueletos andaba cerca, se acercaba a ti para jugar, comer o simplemente charlar; era como un extraño cachorro monstruoso, aunque un cachorro demasiado adorable a tus ojos.

- Gracias por todo... - Susurraste, sabiendo que te había oído perfectamente. Continuasteis caminando por los candentes y pedregosos caminos de Hotland en silencio, disfrutando de la compañía del otro y agradeciendo internamente el haber encontrado a alguien que os aceptaba tal y como sois.


Aries:

- ¡Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! - Con las manos en alto, te deslizabas por la baranda de las interminables escaleras principales mientras que Asriel bajaba los escalones de esta lo más deprisa que podía para alcanzarte.

- ¡Aries, ten cuidado! - No le hiciste caso, tan solo te inclinaste para coger más velocidad riendo como una loca. En cuanto dejaste de escuchar los gritos alarmados de Asriel, aunque seguías oyendo los apresurados pasos del monstruo que aceleraban por momentos, giraste la cabeza para observarlo con una mezcla de curiosidad y confusión; sin embargo, al ver que su rostro apenas tenía color y sus ojos irradiaban miedo, te diste cuenta que estaba a punto de pasar algo que no te gustaría en absoluto.

Volviste tu mirada al frente, dándote cuenta que estabas yendo a toda velocidad hacia una muerte segura, literalmente. Sans, Reaper, Death, el Dios de la Muerte, o como se quisiera llamar el esqueleto ese, estaba pasando justo por delante de la zona en la que ibas a aterrizar.

Cerraste los ojos, preparándote para tu muerte inminente. "Mi vida fue buena mientras duró." Para tu sorpresa, esta nunca llegó, al igual que tu lenta y dolorosa muerte. Levantaste la vista y mentirías si dijeras que no sentiste un escalofrío recorrer tu espalda.

Asriel había hecho un sprint final para llegar antes que tú, situándose justo entre ti y el esqueleto de ropas oscuras. Habías impactado contra su cuerpo, él aún sujetándote con fuerza en sus brazos, como si tuviera miedo de que si te soltaba tú morirías. Aquello no era lo que te causaba pavor, no, era el hecho de que el Dios de la Esperanza había sido el que había chocado contra el cuerpo del otro dios.

Sans se apartó inmediatamente, pero no fue lo suficientemente ágil como para evitar el contacto. El cuerpo de Asriel comenzaba a desintegrarse, empezando por los dedos de sus manos.

Cubriste tu boca con las manos, todavía procesando lo que acababa de ocurrir. No pensaste, saliste corriendo por los intrincados pasillos del castillo en busca de algo, lo que fuera, una salida, una cura...

No pudiste llegar muy lejos ya que una puerta se abrió, impidiéndote el paso y poniendo fin a tu carrera. De ella salió una mujer cabra vestida con un elegante, pero sencillo, vestido de tela verde y una capa del mismo material aunque de color amarillo dorado. Tu vista empezaba a nublarse, estabas a punto de romper a llorar allí y en esos momentos. Toriel, por supuesto se dio cuenta que algo pasaba, manifestándolo con temblorosos escaneos por todo tu cuerpo al mismo tiempo que te preguntaba si estabas herida.

- Asriel... - No dijiste nada más, no hacía falta. La Diosa de la Vida se apresuró a atender a su hijo moribundo; quizás todavía había tiempo para salvarlo.

Estuvisteis así durante una hora, Toriel sanando lo mejor que podía a su retoño, Asriel todavía inconsciente a pesar de haber dejado de desintegrarse, Reaper apoyado en una pared alejado del grupo y tú, bueno, mirabas al suelo con una pasividad impropia de ti.

Finalmente Asriel abrió los ojos, entrecerrándolos un poco por la intensidad de la luz del lugar. Lo primero que notó fue que lo envolvieron un par de brazos segundos después de gruñir un poco por la excesiva iluminación, aunque aquel abrazo no se sentía como los que daba su madre. Se dio cuenta de que eras tú quien, ante las miradas de asombro de dos de los dioses allí reunidos, abrazabas a Asriel sin querer dejarlo ir, como si tuvieras miedo a que desapareciese.

- No vuelvas a hacer eso. - El Dios de la Esperanza esbozó una sonrisa, le parecía tierna tu reacción.

- No puedo prometer nada. - Tan solo recibió un débil golpe en el hombro de quien ya consideraba su hermana adoptiva. Ahora dabas más miedo que ternura.


Tauro:

- ¿E-Est-Estás s-seg-segur-a-a d-de q-q-qu-ue q-quie-quieres v-v-volver a v-ver el C-CD p-po-po-por s-septu-septuagé-gési-m-ma v-vez? - La pobre "fantasma" titubeaba cada dos por tres, pudiendo enervar a cualquiera ya que tardaba demasiado en decir una sola frase; a cualquiera que no seas tú.

- No te preocupes Alph, sé que este es tu episodio favorito y no tengo nada en contra de verlo de nuevo. - Le diste una pequeña sonrisa para inspirarle confianza, lo que pareció dar resultado.

- ¿Te parece que vaya a comprar unos donuts de arañas para cuando lo veamos? - Alphys asintió con su cabeza, indicando que sí; a continuación, empezó a rebuscar en la mochila que había traído el CD y así tenerlo todo preparado para cuando llegaras.

Saliste de tu habitación, avisando a Papyrus que saldrías un momento a comprar y en seguida volverías. Una vez fuera, avanzaste por las salas de pared de roca morada hasta llegar al lugar al que te dirigías; compraste un par de donuts junto con una botella de sidra por si os entraba sed durante el episodio y saliste de la "tienda".

Estabas volviendo a la casa cuando decidiste tomar un desvío, el cual desembocaba en un montículo de rocas que se habían desprendido del techo. Guardaste la comida en tu bandolera y apartaste una de las rocas más grandes, dejando a la vista un agujero en la pared lo suficiente grande para pasar si te agachabas.

Ingresaste en un espacio algo más pequeño que tu propia habitación, el cual estaba sumergido en una completa oscuridad. Buscando en tus bolsillos/bolsa/mochila, hallaste tu móvil, así que encendiste la linterna para poder ver.

Suspiraste, todo seguía igual. Apoyaste una mano en el frío cristal del ataúd transparente, cerrando los ojos mientras murmurabas unas pocas palabras al cadáver que allí descansaba. En cuanto terminaste, saliste de la sala oculta, volviste a tapar la entrada con la misma roca y te encaminaste a la casa.

"Todo sigue igual."


Géminis:

- ¡Así no! ¡¿No ves que le estás estás dejando escapar?! - Tus manos estaban manchadas de una extraña sustancia blanquecina y tu camisa/jersey/chaqueta/vestido de un espeso líquido rojo.

- ¡¿Cómo va a poder escapar?! ¡Sé que no eres normal, pero pensar que puede escaparse es de locos! - Agitaste el cuchillo en tu mano, haciendo gestos exagerados con tus brazos dirigidos al humano translúcido quien te miraba con aburrimiento después de tu afirmación.

«¿No se supone que los locos somos nosotros o me he perdido algo?»

[No que yo sepa...]

«¿Cuánto a que se escapa?»

[No voy a apostar en algo tan estúpido]

«500G a que lo hace»

[700G a que no]

«Trato»

Por otra parte, tú te encontrabas en plena discusión con el fantasma que tan solo quería matar a todos los seres vivos bajo y sobre la faz de la Tierra, lo normal. Estuviste muy tentada de tirarle el cuchillo a ver si le podías abrir la cabeza, pero sabías mejor que nadie que no debías hacer eso si no querías acabar en la lista del Grim Reaper o lo que fuera.

- Mira, tan solo déjame hacerlo a mi manera y después lo haces a la tuya. - Te volteaste para no ver la estúpida cara de tu compañero/a y terminar con lo que habías empezado. Levantaste el cuchillo, preparándote para cortar en dos a tu víctima.

- ¿Sabes? - Gruñiste por la oportuna interrupción, volviendo a quedar cara a cara con Chara. - Eres demasiado bipolar. Primero haces de esto un drama y después haces como que no importa. - Agarraste con más fuerza el mango del cuchillo cuya cuchilla ya estaba manchada, dándole una mirada mortal al/a la de cabellos chocolate.

[Razón no le falta]

«Lo mismo que dice la amargada»

[Te odio]

"¡¿Queréis callaros de una p**a vez?!" Finalmente, las voces en tu cabeza subsidieron, dándote un respiro al no tener que escuchar sus estúpidas discusiones. Chara arqueó una queja. Parecía que ya estabas volviendo a tener una discusión mental contigo misma... de nuevo...

Suspiraste, contaste hasta diez y te dignaste a enfrentarte cara a cara con el/la humano/a de ridícula pajarita fucsia. Su cara mostraba, nuevamente, aburrimiento, lo que hizo que te enfadases más. Decidiste ignorarle, continuando con tu tarea; Chara se acercó flotando un poco más cerca, mirando por encima de tu hombro.

Elevaste el brazo, preparándote para dar un golpe mortal; esbozaste una sonrisa maquiavélica en tu rostro, la cual provocaría pesadillas en los de corazón débil. En el momento en el que el cuchillo iba a hacer contacto, una voz te lo impidió.

- Por cierto... - Gruñiste de desesperación; ya estabas harta. Con el mango del cuchillo golpeaste fuertemente la mesa, haciendo que temblase y que lo que estabas a punto de cortar cayese al suelo, rodando por este y acabando debajo de los cajones de la cocina. En cuanto te diste cuenta de lo que había pasado quisiste cortaste las venas de la frustración.

- ¡¿QUÉ?! - Gritaste al humano de camisa pistacho y chaleco chocolate con rayas verticales por encima; tu paciencia había llegado a su límite.

- Si estábamos haciendo un bizcocho de chocolate, ¿por qué estamos cortando cerezas y utilizando azúcar glas? - Te quedaste inmóvil por unos momentos.

«¡Te dije que la cereza escaparía!»

[Genial estúpida, me has hecho perder 700G]


Cáncer:

Frescas manchas de sangre salpicaban la perlina capa de nieve del bosque de Snowdin; los árboles permanecían impasibles, observando todo y cubriendo con sus ramas y copas la escena de ojos ajenos. 

Dos figuras se miraban fijamente, cada una desafiando a la contraria a que diera el primer paso. Una de ellas era un monstruo que recordaba a un lobo negro con alguna que otra mancha blanca en la negrura de su pelaje; sus ojos eran dos furiosos orbes esmeralda hipnotizantes y su hocizo estaba curvado en una mueca fanfarrona, aunque al mismo tiempo ocultaba su dolor y miedo internos; portaba una chaqueta abultada negra con una capa tipo poncho que le quedaba por unos centímetros encima de donde estaría su ombligo, unos pantalones que le quedaban por la rodilla debido a que tenía una especie de vendajes que cubría las piernas desde esa zona hasta los tobillos y unas botas estilo militar algo desgastadas; tenía un gran corte en la mejilla y otros más profundos en el resto de su cuerpo, todos aquellos producidos por ti.

La segunda figura no era ni más ni menos que tú misma, con tu típica ropa habitual y una sonrisa calmada en tu rostro a pesar de haber recibido varios arañazos bastante profundos en tus costados, piernas e incluso en tu ojo derecho. Tus heridas sangraban abundantemente, aunque no les prestaste importancia; la adrenalina del momento inundaba todo tu cuerpo, permitiéndote sacar las fuerzas necesarias para pelear.

- Vamos... ¿No decías que ibas a matarme y  a todos mis seres queridos la próxima vez que nos encontrásemos? ¿No quieres mi alma? Ven a por ella. - Tus palabras parecieron hacer efecto en el monstruo lobo, observando cómo se lanzó hacia ti con las fauces abiertas creyendo que estabas demasiado débil para poner resistencia.

"Qué predecible." Con un rápido movimiento de pies, te apartaste de su camino, dejando que perdiese el equilibrio, de forma que se desorientase por unos pocos segundos. Aquellos insignificantes segundos fueron lo suficiente para que lo agarrases de la parte posterior de su capa y tirases de él hacia atrás.

Con agilidad y rapidez, sacaste un navaja de uno de tus bolsillos y la colocaste en la nuca de tu oponente. Sin siquiera titubear ni dejar tiempo al lobo de pelaje oscuro para gritar, introdujiste el filo del arma en un punto en concreto de su cuello; sus ojos se volvieron carentes de vida, indicando que había fallecido.

"Me hubiese gustado haber jugado un poco más, pero tengo prisa." Limpiaste la sangre de la navaja con las ropas del cadáver que ya empezaba a convertirse en polvo y te dirigiste al siguiente lugar en el que estaría tu próxima víctima.

"Uno menos, faltan cuatro."


Leo:

- ¡̵̯̼̮͙̿̌͑̕¡̸̠͕̟̞̥̀Ṅ̵̜̜͔̪̔̽͑͠Ǒ̷̟͇͎͈̳͘̚O̵̩̾̚O̸̮̽̈́̈́͜O̵͕̩͎̱̲̣̔̌̅̿͛Ò̴̟̜̪̅͜Ö̶̰̱̬̙͉̟́̈͋̋͝O̶̘̲̭̣͑̿́̓͒̉Ǒ̵̢̻͉͓̥!̵̳͖͂!̶͚̹̻̰̳͊ ̵̢͕̻̦̦̣͗̓̍¡̵̛̹̗̼̙͒̄¡̷̦͚͓͙̀̍͂̒̆͘Ä̸͉͖̗́Ş̸̦̤͎̋Ġ̵̤̭̥͓͎̇̊͐͝Ö̶̺̣́̀͝R̷̙͐̀̐̎̐O̷̧̮͚͓̼͛͊Ő̵̡͇̙͇̗͌O̴͚̖̍̃͗̏O̶̦̗̣̞̙̪͛̾̆̍!̴̾̈̄̓̽͊͜!̶̢͉̹̥̱͐̚ - 

- ¡¡SIIIIIIIIIIII!! ¡¡VAMOS SIN!! - Te encontrabas viendo Undernovela, obviamente, con Error a través de uno de esos portales-ventana que era capaz de hacer aparecer de la nada. Es cierto que cuando Error experimentaba sensaciones muy fuertes como ira, melancolía o ansiedad, este emitía un sonido muy molesto que te recordaba a las interferencias del antiguo teléfono fijo de tu casa pasada; ahora mismo estabas escuchando aquel irritable sonido.

- ¡¿Quieres calmarte un poco?! ¡No vamos a poder escuchar el final si no apagas el j***do walkie-talkie roto interno ese que tienes! - Volviste a centrarte en la serie, en la que justo en ese momento Sin estaba a punto de acabar con la vida de Asgoro, colocándole una pistola en la cabeza. El insoportable ruido cesó; viste por el rabillo del ojo que Error ya había vuelto a meterse de lleno en el capítulo al igual que tú.

Unos instantes antes de que el esqueleto por el que apostabas apretara el gatillo, una voz un tanto aguda lo interrumpió, haciendo que ambos rivales se girasen para ver al desconocido que no captaba la pantalla. Antes de que vierais de quién se tratara, la pantalla se volvió negra, indicando que había terminado.

Oíste un gruñido a tu lado, seguramente el esqueleto de huesos oscuros quejándose de que se había quedado con la intriga y que ahora tendría que esperar para ver de quién se trataba. Te recostaste en la hamaca que el único habitante de aquel vacío de un blanco cegador había hecho para ti con la excusa de que no quería que te acercases demasiado, algo sobre espacio personal. "¿Eso se come?" Cerraste los ojos durante unos segundos, solo para escuchar una voz dirigirse a ti.

- ¿̶̟̕͜C̴̨͈͆̀́̎û̵̘̀͝á̷͖͖͇̮̥̃̽͝n̶̝̟̉̆̓̃̊̊t̷̝̣̭̓̂͆͂͊͘ơ̵̮͍̰̤̂̾͘͝ ̵̟͊́a̶̗̼̬̮̮̪͋̋͊̊ ̶͕̍q̷̘̹̈ṳ̵̳͚̼̀͆̊̉̏e̷̼̳̮̮͆̀̈́ ̶̨̤͖̗͂e̴̼̤̓̓̊̌̍ṣ̶͉̦̳̗̬̑ ̷̗́̋́̃͗̄T̶̨͙͉̍͊́̉͜o̵̺̼̯̰̹̊̌̆̓̔͠r̶̩̈́ị̶̅͝ë̴̹̬̰̠̼͚́̊l̶̟̩̿̀̅͛̓̍?̸̧͉̖̬̞̱͐ - Abriste un ojo con pereza, esbozando una sonrisa ladina que no le dio un buen presentimiento a Error.

- Una caja entera del mejor chocolate de Underfell a que es Frisk. - Viste por el rabillo del ojo cómo el de marcas azules, las cuales parecían lágrimas, sonreía malévolamente, quizás pensando que iba a conseguir esa caja de la forma más fácil del Multiverso.

- ¿Trato? - Te incorporaste, mirando fijamente al contrario con una falsa sonrisa, estrechando una mano para que la tomase. Te miró con cara de "no pienso tocarte", pero igualmente asintió, indicando que aceptaba el trato.

- Para que quede claro, apostamos por la caja los dos, ¿no? - Preguntaste, no recordabas que Error hubiera apostado algo y sabías perfectamente que aquello podría ser utilizado a su favor en el caso de que tú estuvieras en lo cierto. Viste cómo gruñía un poco por lo bajo; habías acertado en eso de que haría trampa si perdía.

- V̸̨͎̞̉͌̎͛e̶̢̫̣͐̂͆͗̚n̸͈̥̲̪̬̣̑̌͒̆̽ḡ̶͉̟͂̈͝͝ͅȃ̴͓̲̜̏̾́̂̃,̵̛̭̰̅͋̌̌̽ ̸͈͗̐v̴̖̏̀͐͝a̷͚͂̆̾̐ľ̶̼̟̲͇̻̈́e̵̛̫̥͔͂̃̆̓͜͠.̶̢̙̮̓͊̿̚.̴͇̱̖͇̤̈́ͅ.̵̤̼̤͍̂͐̒̾͘̚ - Asentiste igualmente, volviéndote a recostar en la hamaca con mejor humor que antes al saber que pronto tendrías chocolate para ti sola durante un mes aproximadamente.

Después de todo, el haber podido visitar Undernovela sin que Error lo supiera y robar una copia del guión de esta semana tenía sus ventajas.


Virgo:

No lo podías creer. Habías pasado la noche en la casa de Mettaton para hacer una fiesta de pijamas y esta mañana habías aprovechado devolver algunos libros que habías tomado prestados de la bibllioteca de Snowdin hacía una semana más o menos; ahora, te encontrabas con la puerta principal de la casa que compartías abierta y una repulsiva escena nada más dar un paso.

El salón de los hermanos esqueletos parecía haber sido sacado de una película, pero no de esas en las que todo es perfecto y nada está mal, no, era una típica post-apocalíptica: había cajas de pizza y comida china desperdigadas por todas partes, ensuciando el suelo, sofá y alfombra; los altavoces seguían enchufados y operando perfectamente, de forma que la pegadiza melodía de una canción pop-latina retumbase por la sala; diferentes tipos de líquidos a los que no te querías acercar en el caso de que fueran lo que pensabas que eran manchaban el sofá, algunos sillones, hasta incluso en la mesa y la pared; también había botellas de dudosa procedencia y bastantes cosas que prefieres no mencionar; varias prendas de diversos colores estaban desperdigadas por la sala, quizás sus dueños todavía estuvieran en el recinto...

Cerraste los ojos, como si el no vislumbrar lo que se te presentaba hiciera que desapareciera mágicamente y pudieras calmarte. Sentiste una mano metálica en tu hombro, lo más probable es que fuera Mettaton quien te daba ánimos, sabiendo que lo que se presentaba ante tus ojos era prácticamente un tabú para ti.

Si tan solo no vivieras con tal par de, de, bueno, ya ni siquiera sabes cómo describirlos, no tendrías que pasar por esto casi todos los días a todas horas. Quizás la presencia de Papyrus no te molestase tanto, por el hecho de que es pareja de Mettaton y que no ha vuelto ha mantener relaciones con otro monstruo desde que formalizaron su relación, para así demostrarle que le es fiel; sin embargo, Sans era un tema aparte.

Sabías que el desorden ante tus ojos era obra suya, tenía su firma por todas partes. Estabas furiosa, ya era la quinta vez en un semana, ¡y todavía estabais a miércoles! Por el momento, por tu cabeza solo concurrían ideas mortíferas con las que acabar de una vez por todas con la vida de ese lujurioso esqueleto.

Un bostezo te sacó de tu "ensoñación", trayéndote de vuelta al mundo real. Dirigiste tu mirada a un esqueleto de ropas ligeras y coloridas que se desperezaba en el sofá; si las miradas pudieran matar, las cenizas de aquel monstruo estarían a siete metros bajo tierra.

- Sans... - Tu voz poseía un timbre escalofriante, lo que hizo que tu acompañante se estremeciese, eso no era una buena señal. Por su parte, Sans mantenía su sonrisa pícara, aunque se le mostraba un tanto cansado, sin saber qué le esperaba.

- Ahora no princesa, estoy un tanto cansado de toda la acción de esta noche. Si quieres, podemos "hablar" más tarde. - Hizo comillas con sus dedos al mismo tiempo que mencionaba la palabra "hablar" y se recostaba en el asiento en el que estaba.

El robot de ojo dañado dio dos pasos para atrás, sacando su móvil y marcando el número de Papyrus; esto iba a acabar muy mal. No pasaron ni dos segundos para que te lanzases al sofá y empezases a estrangular al lujurioso; tus ojos reflejaban un odio casi imposible de superar y ganas de matar, hasta te daba igual estar tocando a aquel ser recubierto de aquella asquerosa y pringosa sustancia. En ese momento, Sans sintió el verdadero terror, intentando apartarte de él, pero siendo imposible puesto que no pensabas dejarlo escapar por nada del mundo.

- Papyrus, necesito que vengas... Sí, otra vez... Sí, trae el sedante... - 


Libra:

- NYE, HE, HE. LO ESTÁS HACIENDO MUY BIEN HUMANA. CASI TAN BIEN COMO EL GRAN PAPYRUS. - Papyrus dijo, mas bien gritó, al mismo tiempo que carcajeaba al estilo "nye-he-he".

- Papyrus, no estoy del todo segura de que esto esté yendo bien... - Colocaste una mano en tu nuca mientras cerrabas tus ojos, soltando un suspiro para liberar toda la tensión que había en tu cuerpo.

Los dos os encontrabais en Hotland, más específicamente en la sala en la que estaba el puzle de colores que había diseñado Alphys. Papyrus quería que intentaras completarlo ya que se había acordado de que no habías podido finalizarlo en el show de Mettaton, pues simplemente te sentaste en el suelo esperando a las llamas al no querer siquiera probar suerte con las baldosas de colores.

En un principio el alto esqueleto quería hacerlo en Snowdin, pero la réplica del rompecabezas continuaba rota, así que no tuvistes más remedio que ir hasta Hotland para cumplir el deseo de tu acompañante.

En esos momentos te encontrabas atascada en una baldosa naranja, entre dos losas de agua, con una morada a tu derecha y una barrera a tu izquierda. Debido a que la losa naranja había provocado que desprendieses el aroma de la fruta con el mismo nombre que el color, no podías atravesar el agua sin que unas hambrientas y sanguinarias pirañas te quisiesen despedazar con esos dientes de acero.

Intentaste volver por donde vinistes, pero para tu desgracia, la baldosa lila hacía que te dirigieses a una amarilla, la cual te electrocutaba, obligándote a volver al punto en el que te encontrabas.

"Genial. Ni para resolver un acertijo de colores sirvo." Te resignaste a sentarte, sabiendo que no podías hacer nada hasta que alguien viniera a ayudarte. Papyrus, al notar que no continuabas, decidió que él, el Gran Papyrus, iría a rescatarte de aquella trampa infernal.

- NO TE PREOCUPES HUMANA, ¡EL GRAN PAPYRUS TE SALVARÁ! - Levantaste la cabeza, observando cómo el esqueleto de bufanda roja avanzaba con cierta torpeza por el puzle, sin saber muy bien qué debía hacer. La escena te causó bastante gracia, aunque también ternura debido a que su actitud te recordaba mucho a la de un niño pequeño.

Una vez Papyrus estuvo a tan solo unas pocas casillas de ti, intentaste avisarle que no pisase la baldosa morada y se dirigiera a ti directamente; sin embargo, no fuiste lo suficientemente rápida y tu "salvador" acabó en la misma situación que tú.

- Creo que no ha sido una buena idea... - Murmuraste por lo bajo, más para ti misma que para el contrario. El monstruo de más altura se quedó pensando un rato, sopesando sus opciones y viendo qué posibilidades eran más viables. Finalmente, una idea un tanto alocada cruzó por su mente; quizás no fuera la más segura ni razonable, pero seguro que haría que soltases unas cuantas risas y te olvidases de tus problemas por un momento, el cual era el propósito de todo aquello.

Sin darte tiempo a reaccionar, Papyrus te subió a su espalda, agarrándote de las piernas de forma que no te cayeras y comenzó a correr como si no hubiera un mañana por las baldosas. Las pirañas intentaron morderlo, pero, estando él hecho de puro hueso, los dientes de los hambrientos animales no aguantaron mucho sin quebrarse, rompiéndose en miles de pedacitos.

Al principio te asustaste bastante puesto que estaba demasiado alto para tu gusto; sin embargo, te acostumbraste a la diferencia de altura, incluso te divertías cuando pasabais por determinadas losas, como las resbaladizas lilas que te hacían de gritar de emoción, sintiéndote como si estuvieses en una atracción de feria.

Finalmente, llegasteis al final del rompecabezas, por lo que le pediste amablemente a tu compañero que te bajase. Sorprendentemente, él se negó, queriendo volver a casa cargándote de esa forma. No pudiste decirle que no, aunque te sentías algo mal porque tuviera que aguantarte durante todo el trayecto.

- Gracias por todo Papy. - Susurraste a tu mejor amigo al mismo tiempo que apoyabas tu cabeza en su hombro, dejando que el rítmico balancear del andar de este te acunase.

- No hay de qué humana. - Respondió "susurrando", puesto que era más en un tono de voz normal, esbozando una sonrisa al ver que te habías quedado dormida.


Escorpio:

"Derecha. Izquierda. Recto. Izquierda. Izquierda. Recto. Izquierda. Derecha. Ahí." Te ocultaste dentro un puesto de madera podrida que apenas podía mantenerse en pie. Tu agitada respiración apenas podía ser escuchada por la intensidad de los latidos de tu corazón.

Asomaste la cabeza con cuidado, en caso de que alguien te pudiera ver. Nada. Esta vez volviste a sacar de nuevo la cabeza en dirección del bosque de donde habías salido, solo para ver la delgada figura de Aliza correr hacia ti sin aliento. La cojiste del brazo, la atrajiste hacia ti e hiciste que ingresase dentro del puesto por la parte superior que no estaba cubierta, observando su frágil cuerpo en busca de alguna herida; afortunadamente, solo tenía un par de raspones en las rodillas y en la cara.

Suspiraste, dejando resbalar tu cuerpo por la mugrienta pared del puesto y sentándote en el suelo completamente abatida. La chica de vestido morado algo roto por la parte inferior tomó asiento a tu lado, de vez en cuando observándote detenidamente por si estabas herida y no habías querido decirle para no preocuparla.

- Estoy bien Ali, solo cansada... no hemos podido descansar en tres días y no encontramos comida por ninguna parte... - Encojiste tus piernas, sujetándolas con tus brazos y escondiendo tu rostro, quedando en posición fetal. Por el rabillo del ojo notaste cómo, en efecto, a tu compañera empezaba a hacerle efecto el cansancio y la inanición, aunque a ella se la veía peor que a ti.

- ¿Quieres que haga guardia? - Inconscientemente te estremeciste. No. No ibas a permitir que volviera a ocurrir lo de la última vez. Aquella escena se te quedó grabada en la mente y no fuiste capaz de borrarla, como si fuera un recordatorio de que si cometías el más mínimo error o decisión errónea aquello podría volver a repetirse.

- No. - Levantaste la cabeza, mirando fijamente a los entrecerrados ojos violetas de Aliza. Pareció entender, así que no replicó, sabiendo que no iba a conseguir nada discutiendo contigo.

La del vestido sucio y rasgado se tumbó en el destartalado suelo de madera del que faltaban algunos tablones; sin embargo, ambas os habíais refugiado en lugares peores, por lo que ninguna os quejasteis. Rebuscaste en tu bandolera/mochila/bolso/bolsillos hasta dar con lo que buscabas, una daga algo desgastada con una sustancia blanca polvorienta impregnada en el filo de esta.

Podrías utilizar "aquello", pero era demasiado arriesgado, así que preferías utilizar armas físicas que pudieras llevar y utilizar sin temer por perder tu vida al instante. Dejaste en blanco tu mente, intentando no pensar en las infinitas posibilidades de qué iría mal en caso de que la fastidiases. 

Suspirando, escaneaste con mirada crítica el limitado espacio en busca de algo que os fuera útil; sin embargo, no vislumbraste nada de comida ni algo que os sirviese para protegeros. Tu vista se posó en la inerte figura de Aliza, a lo que inmediatamente tu mente se inundó de pensamientos de los cuales predominaban que la chica tan solo te estaba utilizando y que en el momento adecuado te daría de lado, dejándote a tu suerte, siendo devorada por monstruos caníbales al mismo tiempo que suplicabas por piedad.

Sacudiste la cabeza, no podías dejarte llevar por tu paranoia en esos momentos. Detestabas cuando estabas sola puesto que tu cabeza te hacía pasar malas jugadas; por eso preferías estar huyendo de una horda hambrienta de monstruos que descansando, la adrenalina inundaba tu sistema y eso no permitía que tu cerebro se centrara en otra cosa que no fuera sobrevivir.

El sonido de pasos que se oían cada vez más y más cerca te alertó, poniendo todos tus sentidos a punto. Si quien fuera no pasaba de largo, tendrías que estar preparada para una nueva batalla. Los pasos cesaron. Maldeciste la existencia de aquel monstruo internamente mientras que te ponías en una posición que te permitiera estar oculta pero también atacar en el momento en el que asomase la cabeza por la parte superior del puesto.

Sujetaste con fuerza la daga, despejando tu mente de cualquier inservible distracción. Notaste que el desconocido empezaba a introducir la cabeza en el puesto. No había vuelta atrás. 


Sagitario:

Te aburrías, observando con ojos carentes de emoción el techo de tu habitación tumbada en tu cama. Esperabas que algo sucediese, lo que fuera; bueno, mejor que alguien hiciera que ese algo sucediera.

Una fría corriente de aire provocó que las ventanas se abrieran repentinamente de forma tan escandalosa que casi te dio un infarto al escuchar aquel ruido, levantándote lo más rápido posible de tal cómodo colchón tapado cuidadosamente con sábanas de tu color favorito.

Las ráfagas de viento se revolvían de forma inquieta por toda tu habitación hasta que por fin empezaron a girar sobre sí mismas, contigo en el centro del pequeño torbellino, revolviendo tus cabellos y moviendo tus ropajes.

- Jajajajajajaja, ¡ya está bien, tengo cosquillas! ¡Jajajajajajajaja! - Pronunciaste entre carcajadas, sosteniendo tus costados en un inútil intento de parar aquellas cosquillas. Cualquiera que te estuviera viendo en esos momentos pensaría que estabas loca, pero eso estaba demasiado lejos de la realidad.

- No eres nada divertida Sagi. - Una voz burlona dijo. El viento paró en cuanto aquella voz un tanto aguda, aunque definitivamente masculina, habló. Sonriendo divertida, tomaste asiento de nuevo en tu cama, apoyando tu espalda en la pared, cruzando tus piernas en el proceso.

- Lo dice el chico que no me deja ver cómo es ni tampoco saber su nombre. - Aunque la voz no tuviera una forma corpórea, sabías que este había rodado sus ojos pues si no, ya hubiera suspirado con pesadumbre, una costumbre suya que habías sido rápida en captar.

No podías ver a tu interlocutor, como todas las demás ocasiones, así que era normal el intentar averiguar qué expresiones estaría haciendo. Pateaste con un mano el espacio a tu lado, invitándole a sentarse. Era extraño, sí, pues ¿cómo una voz puede sentarse ahí? Para sorpresa de muchos, tú sentías que estaba allí, no solo porque lo oías sino que notabas su presencia, como si su físico fuera incorpóreo, algo parecido a un fantasma.

Notaste cómo la presencia se colocó justo a tu lado, haciendo que esbozases una sonrisa aún más amplia. Estuvisteis unos segundos en silencio, los cuales no duraron mucho debido a que empezaste a ahogar a la pobre voz en preguntas sobre dónde había estado, por qué no había venido últimamente, si había visto a nuevos integrantes y más.

- Eh, para un momento. No llevo ni cinco minutos aquí y ya pareces el FBI cuestionándome de esa forma. - Un poco avergonzada, colocaste una mano en tu nuca, tu sonrisa ahora teniendo un toque más nervioso.

- Lo siento, hace mucho que no te veo y digamos que Night no es de las mejores compañías... - Toda tu alegría y entusiasmo habitual desapareció nada más nombraste a aquel ser hecho de las mismas pesadillas y tinieblas del Multiverso. Te esforzaste por mantener la sonrisa, pero esta temblaba, indicando que algo no iba bien.

La presencia te observó detenidamente, sabía que algo había pasado durante el tiempo en el que no había estado presente. Su vista se detuvo, tomando en cuenta el cómo la mano que no tenías posada en la nuca apretaba con fuerza la manga de la sudadera/camisa/vestido/chaqueta (lo que sea, pero tiene que ser de manga larga); aquello sin duda le había llamado la atención.

- Sagi, enséñame tus brazos... - Te quedaste petrificada, incapaz de moverte. No había hecho falta que tu imprudente boca se abriese y la fastidiase sin tú darte cuenta hasta que fuera demasiado tarde.

Lo único que fuiste capaz de hacer fue negar con la cabeza, escondiendo los brazos detrás de tu espalda, presionándolos contra la pared, haciendo que fuera más difícil para él el verlos en el caso de que emplease fuerza. 

- Por favor... - Su voz sonaba rota, a punto de quebrarse, lo que te tomó desprevenida. Si bien no querías enseñarle por miedo a volviese a suceder un suceso parecido, no querías que tu único amigo en aquel frío e inhóspito lugar desconfiase de ti o tuviera ideas equivocadas.

No dijiste nada, extendiendo los brazos hacia adelante. Sentiste cómo la presencia se posicionó justo delante de ti, incluso cómo te levantaba las mangas a pesar de que a ojos de otros pareciera que el viento las estuviera elevando. Una vez tus brazos fueron visibles escuchaste el sonido ahogado de una exclamación.

- N-No es lo que y-yo creo, ¿v-verdad? - Tus brazos estaban recubiertos de moratones, quemaduras y varios cortes que aunque habías tratado previamente seguían notándose profundos. Quisiste volver a bajar las mangas, sintiéndote más segura cuando la tela de las mangas las cubría, imposibitándote ver aquella atrocidad; sin embargo, la presencia sujetaba con fuerza tus muñecas, exigiendo una respuesta.

- N-No. - Escuchaste un suspiro seguramente de alivio por parte de tu compañero. También sentías cómo te preguntaba silenciosamente entonces por qué tenías aquellas marcas y cortes en tus brazos. - F-Fue él. Un día la fastidié. E-Estaba enfa-enfadado y n-no fui capaz d-de darme c-cuenta. T-También tengo en l-la espa-espalda. - La presión aplicada en tus muñecas aumentó, provocando que sollozases un poco. En cuanto la presencia fantasmal te escuchó, te soltó inmediatamente.

- Perdona por preguntar. - Un silencio incómodo hizo presencia en tu alcoba, el cual no te gustaba para nada. - Tengo que irme, pero antes de eso quiero que me prometas una cosa. - Levantaste la cabeza, asintiendo enérgicamente; lo que fuera. - Necesito que te cuides, no dejes que vuelva a pasar algo así. -

- Lo prometo. - *You're filled with untrustworthiness*

- Bien. - Y con eso, dejaste de sentirlo en aquel lugar, dejándote de nuevo sola con tus miedos y pesadillas.

Por otra parte, aquel "chico fantasmal" se dirigía rápidamente a una habitación en concreto, necesitaba decírselo lo antes posible.


Capricornio:

- Uno menos... -

El sonido del pobre Whimsun convirtiéndose en polvo revolvía tus entrañas. Aunque hubieras repetido el mismo proceso incontable veces y sabiendo que no eras tú la que propinaba el golpe final, no podías evitar que la culpa te consumiera por dentro. Una ráfaga de viento se llevó los restos del pobre monstruo, esparciéndolos por el suelo y paredes del lugar al igual que había hecho con los del resto de habitantes de las Ruinas.

*Has ganado 1 EXP y 0G* Aquella vocecita que resonaba en tu cabeza habló con voz neutral, como si lo que acababa de ocurrir no fuera más que un hecho, al igual que alguien dice la hora o si va a llover o no. Te enervaba el cómo podía decirse eso con tanta indiferencia, pero no eras quien para hablar, siendo tú la que casi mataba a este. Exacto, casi. Chara fue quién lo remató; sin embargo, el miedo proveniente de aquella inocente víctima y el daño que le habías provocado también hacía que tus Puntos de Exterminio aumentasen. 

- Ugh, debemos darnos prisa, la basura sonriente ya debe de estar a punto de matar a Toriel. - Toriel, oh, aquella amable cabra que os encontrabais nada más salir de la zona en la que caíais. Agradecías que su muerte no fuera provocada por tu impotencia ante hacer las cosas bien y oponerte a ayudar a aquel lobo en un disfraz de cordero; sin embargo, eso no evitaba que te sintieras mal al no poder ser capaz de ayudarla, de avisarle del cruel destino que le aguardaba o incluso de dar tu vida por la suya.

Asentiste inconscientemente pues aún te encontrabas sumergida en tus pensamientos, que si bien podrían parecer deprimentes, tan solo eran recordatorios de lo que iba a ocurrir próximamente y así poder prepararte mentalmente.

Continuasteis por vuestro camino hasta llegar a la casa de la guardiana de las Ruinas, una estructura acogedora excavada en la violácea pared rocosa perfecta y extrañamente pulida. No perdisteis tiempo, entrando directamente a la casa e ingresando al sótano que servía como salida de aquella zona del Subsuelo, no sin antes coger un par de trozos de tarta de caramelo de la cocina, los cuales eran de los mejores items en cuanto a recuperar HP se refería.

A pesar de la estatura de tu compañero/a, este/a llevaba un ritmo más acelerado y constante; sus cortas piernas moviéndose rápidamente y con confianza, sabiendo que nada podía detenerle, ni siquiera la muerte.

Un escalofrío recorrió tu espalda. No, no podías pensar así, aunque no te inspirase confianza y no concordases ni aprobases sus métodos, no sería capaz de hacer algo así, ¿verdad? Pero... Tu mirada se posó en la espalda de la figura de suéter azulado a rayas moradas con escepticismo; quizás sí era capaz.

Ahora no podías desconcentrarte, tenías que mantener la cabeza fría y no mostrar ninguna emoción que pudiera delatarte, sabiendo perfectamente que Chara es capaz de leer a alguien como un libro de primaria. Tenías la sensación de que cualquier movimiento nervioso, como un tic, o siquiera el más mínimo segundo de dubitación era analizado, seguramente para descifrar tu comportamiento y mentalidad, volviéndote una presa más fácil. Por esa razón, te escondías bajo una máscara de piedra, de forma que no pudiera determinarte, que fueras un completo misterio para él/ella.

Si aquello llegara a ocurrir, lo más probable ahora que lo pensabas más detenidamente, ser imprevisible para tu oponente te daría bastantes puntos a tu favor. Además, tenías un as bajo la manga que guardabas recelosamente, nadie podía saber de su existencia.

- Espero que estés preparada compañera, parece que el comediante ha llegado tarde a su cita con el destino. - Te encontrabas sorprendida, no, más que eso, estupefacta, ultrajada y con una presión creciente en el pecho; por supuesto, no dejaste que aquellos sentimientos se manifestasen externamente. Toriel estaba viva, Sans no había llegado aún, lo que significaba...

Empuñaste con fuerza el palo de madera que Chara te había entregado al principio del Reset, diciendo que intentaría conseguir el cuchillo de juguete antes que su "amigo". Lo apretaste con tanta fuerza que tus nudillos se volvieron blancos.

- Esto va a ser interesante. - Y sin mencionar nada más, se lanzó a la cabra antropomorfa con una sonrisa demoniaca y cuchillo en mano, pillando completamente por sorpresa a su víctima. Te disculpaste internamente por no ser capaz de protegerlos a todos, pero que todo esto llegaría a un fin, o al menos intentabas convencerte de aquello.

El sonido de una alma quebrándose y partiéndose en dos resonó por toda la sala, al igual que el casi imperceptible, pero inolvidable sonido del polvo siendo llevado por una corriente de viento, depositando este en varios lugares, el suelo, paredes, el filo resplandeciente del plástico del cuchillo y tus ropas.



¡POR FIN HE TERMINADO! *La autora hace un mini-baile de la victoria para después caerse rendida en su cama, demasiado cansada como para levantarse.*

Solo quiero decir que espero que os haya gustado porque de verdad que cuesta mucho hacer estos capítulos, especialmente con mi gran pereza, falta de motivación y poco tiempo libre. 

Aparte, he estado indagando un poco en otros fandoms que sabía que existían, pero no tenía la más remota idea de qué trataban. Eso no significa que ya no esté interesada en Undertale, ¡todo lo contrario! Llevo mucho tiempo aquí y nunca ha dejado de gustarme a pesar de estar en otros completamente diferentes.

La razón por la que algunos capítulos son más largos que otros es principalmente debido a que para algunos la motivación e inspiración se ponían de acuerdo para venir a mí al mismo tiempo, mientras que para otros mi pereza y falta de motivación hacían exactamente lo mismo. (Disculpadme lectoras Tauro porque vuestra parte sea la más corta, intentaré que para la próxima sea de las más largas). Si hay alguna falta ortográfica, no dudéis en comentarla. (Culpad al sueño que tengo, que no puedo con él).


Pd: ¡¡¡Feliz (tarde) aniversario Undertale!!! (Me hubiese gustado haber publicado esto el mismo día, pero qué se le va a hacer).


Espero que os haya gustado. =)

No os olvideis de votar y de comentar.

Catch ya on the next chapter!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top