Capítulo 4
⚠️Advertencia de contenido. ⚠️
Juro que nunca he sido fácil, solo estaba bromeando con mi deseo sobre aquel chico, además, literario no uno de verdad.
—¿Eres maga, Zela?
—¿Y tú, Mick? —le sonrío mirándolo de soslayo.
—Por supuesto, ¿quieres ver que tipo de magia hago?
—Demuéstralo.
Lanza una carcajada que se vuelve música para mis oídos, deja de cortar los tomates para acercarse, me toma de la cintura para levantarme en volandas y me sienta sobre la meseta, mis piernas se enredan en su cintura quedando a centímetros de mis labios.
—Soy un excelente mago.
—Haz magia conmigo —susurro al delinear su mandíbula con mis dedos —por favor, Mick.
El chico comienza acariciar mis tobillos hasta subir a mis piernas donde sus dedos trazan círculos con lentitud, se inclina a tal punto que sus labios húmedos tocan mis muslos al subir el borde de mi vestido hasta la mitad, abro la boca soltando un jadeo, llevo una mano a su cabello para juguetear con sus mechones rebeldes y suaves.
Me reparte besos en ambas piernas. Arqueo la espalda permitiéndome llevar por la excitación en el que mi cuerpo se envuelve. Se supone que esto era nuestra cita, pero hemos preferido pasar al postre con desesperación.
Un gemido se me escapa al sentir la respiración del chico en mi entrepierna, alza la mirada lanzándome una cargada de deseo. Con un ademán le pido que se acerque, así puedo retirarle la camisa de un tirón, la tela pasa por sus brazos hasta quedar expuesto.
—¿Algo más su majestad? —habla con picardía —porque una vez que comencemos dudo que nos detengamos.
—Quítame la ropa.
Mick sonríe, se acerca a mi rostro y en menos de un parpadeo me roba un beso que no dura ni cinco minutos para disfrutar como se debe. Sus dedos serpentean en mi pecho y comienza a desabotonar el vestido. Me muerdo los labios cuando se percata que no llevo sostén, sus ojos se oscurecen de excitación.
—Lo haré en la mesa —susurra —porque ahí se come.
Oh, sagrados cuervos.
Grito cuando vuelve a cargarme. Tiene una bonita mesa en su apartamento, no me pondré a detallar porque ahora mismo estoy concentrada en él y lo que hará conmigo. Mi espalda toca el frío de la madera.
Quedo expuesta ante sus ojos, desconecto mi cerebro permitiendo que aprecie cada parte de mi desnudez. El chico se desabrocha los pantalones hasta resbalarse sobre mis piernas.
Yo también me aparto el vestido hacia aun lado. Me abre las piernas sin lastimarme.
—Eres un chocolatito demasiado irresistible, Zela.
—Estoy esperando que me pruebes.
Su sonrisa se ensancha.
—Claro que voy hacerlo.
Se trepa a la mesa hasta quedar encima con los brazos a los costados de mi cabeza, estiro una mano para atraerlo hacia a mí y sus labios no tardan en colisionar con los míos, es un beso cargado de deseo con desesperación, su lengua batalla contra la mía mientras siento una de sus manos serpentear por todo mi cuerpo causándome cosquillas.
Esto no es un sueño, es real.
Muerde y chupa mis labios, ahogo un jadeo ante la acción. Agradezco que no está siendo delicado, porque quiero todo lo contrario, quiero al Mick salvaje.
La respiración se me entrecorta como si estuviera corriendo. Mis manos aprovechan para tocar cada milímetro de sus anchos hombros y espalda donde sus músculos se contraen ante mi tacto. Siento el calor invadiéndome la entrepierna que grita con desesperación ser estimulada.
Sus labios se separan de los míos.
—Debo comentar que tus pechos son preciosos. Son grandes, me gusta.
—Cállate —siento las mejillas arder —no hagas eso. Concéntrate en besarme.
—¿Por qué? Quiero que lo sepas, amo todo de ti y no solo hablo de tu cuerpo, Zela —siento sus yemas deslizarse hacia mi ombligo —me gustas desde hace mucho.
—No lo arruines, Mick, sé salvaje conmigo, nada de amabilidad —él comienza a reírse.
—Seré salvaje.
Sin más, se desliza hacia abajo donde su lengua comienza hacer magia hasta hacerme llegar.
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