CAPÍTULO 77
—De acuerdo, Zara, tienes motivos para tratarme así, he sido un estúpido por no haber aceptado ayudarte cuando me lo pediste. Pero la situación es seria, los tipos como Mel no se dan por vencidos nunca. —y añadió — Déjame ayudarte por favor.
Su tono de súplica, su cara de arrepentimiento y la mirada sincera acabaron con mi resistencia.
—De acuerdo, tú ganas. Mañana hablaré con mis amigas, es muy posible que se enfaden conmigo, después de todo ellas han estado planeando esto y ahora yo les voy a decir que no hace falta —puntualicé señalándole con el dedo acusadora.
—Asumiré mi responsabilidad, déjame hablar con ellas —comentó ofreciéndome su mano para sellar el pacto.
Tendí mi mano hacia la suya, noté su calor y la firmeza con la que me sujetaba. Me ofrecía seguridad y eso era lo que necesitaba en aquellos momentos, hasta estar de nuevo recuperada y segura de mí misma. Tras nuestro trato me preguntó si había cenado y le respondí que sí. Pasamos a hablar de cómo nos organizaríamos para que él pudiera estar conmigo siempre. La solución parecía evidente, de hecho era la única manera de no estar sola en ningún momento. Lo sabía pero me negaba a aceptarlo.
—No hay otra manera, Zara, tienes que venir a mi casa —afirmaba una y otra vez— Mel no la conoce y siempre estaré contigo.
Yo lo miraba, con mi terca actitud, tratando de encontrar una solución a los problemas que se presentarían si se quedaba en mi casa. Pero siempre surgía un nuevo inconveniente y en el último momento me pasó como con mis amigas. Tuve que aceptar y asumir que la solución era mudarme a su casa.
—Está bien, me mudaré contigo —reconocí mi derrota.
Una sonrisa iluminó su cara y comentó, haciéndome reir.
—Soy irresistible, siempre consigo lo que quiero.
—No lo creas —respondí guiñándole un ojo— a fin de cuentas fui yo quien quiso que me protegieras.
Miré la hora en mi teléfono móvil y me di cuenta de que llevábamos bastante tiempo hablando. Era muy tarde y las enfermeras no tardarían en venir a regañarnos por molestar a otros pacientes.
—Necesito descansar —musité con ojos de agotamiento— Mañana me espera un día movido si tengo que mudarme a tu casa.
Por fin, la tranquilidad de tener a mi lado a Dylan consiguió hacerme dormir tranquila. Tuve sueños inquietantes que no tenían nada que ver con Mel, sino con el gigante y la atracción que ejercía sobre mí.
Cuando amaneció, Lara y Neira vinieron a buscarme, pero Dylan se las llevó a la sala de espera para hablar con ellas y explicarles el cambio de planes. Cuando volvieron a mi habitación noté una mirada suspicaz en Neira. Intentaba descubrir si de verdad estaba de acuerdo con el cambio de planes. Ella tampoco se fiaba de Dylan, por ello se las arregló para quedarse a solas conmigo.
—¿Estás segura de lo que vas a hacer? ¿mudarte a su casa? Creo que ese hombre esconde un gran secreto y no me fío de él.
—Es lo mejor, Neira. Yo sé que esconde algo, pero creo que pronto me lo contará.
—Ten mucho cuidado, he visto cómo os miráis. Os sentís atraídos y puedes sucumbir a sus encantos —espetó antes de que los otros se reunieran con nosotras.
¿Caerá Zara en las redes de Dylan?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top