CAPÍTULO 76
Tras las visitas de la mañana, la tarde se me hizo eterna. Aburrida, me acabé un libro que Lara me había traído. El doctor pasó a última hora para decirme que me daría el alta por la mañana. Tuve que avisar a mis amigas, para posponer nuestro traslado a casa de Lara hasta el día siguiente.
Nada salía como lo planeábamos. Ahora me encontraba sola en la habitación y me sentía vulnerable. Tenía miedo de que apareciese Mel, con su sonrisa terrorífica. Estaba tumbada en la cama, observando de manera obsesiva la puerta de entrada. Me encogía sobre mí misma y me cubría con la ropa de cama, como si eso me fuera a resultar de ayuda si aparecía. Tensa, no conseguía dejar de temblar como si fuera una hoja en un día de viento. Estaba a punto de ponerme a llorar.
La noche extendió su calma en el hospital y los sonidos se redujeron de forma radical. Las visitas se habían marchado ya y sólo quedaban los acompañantes nocturnos. Yo no conseguía relajarme sino bien al contrario, me mantenía cada vez más tensa. Los pasos de las enfermeras en los pasillos me sobresaltaban. Todavía no era medianoche cuando escuché que alguien abría la puerta, con una lentitud exasperante y aterradora al mismo tiempo. Miles de escenarios posibles rondaban por mi mente, imaginaba a Mel con un arma, entrando furibundo. La luz del pasillo era blanca e intensa, de manera que al quedar abierta vi una sombra enorme en el umbral. No podía gritar de tan asustada como estaba. Alguien entró con sigilo, como si no quisiera despertarme.
—¿Quién eres?— pregunté en un susurro.
—No te asustes, soy Dylan—respondió una voz que conocía bien.
Algo se rompió en mi interior, la tensión llegó al límite y empecé a temblar. El alivio por saber que era mi gigante y no Mel quién estaba conmigo abrió el dique de mis lágrimas.
—¿Te ocurre algo?— indagó asustado.
—No, todo está bien, me has asustado, creí que eras mi ex —justifiqué— Está en libertad condicional y tengo miedo.
—¿Lo han dejado salir? —exclamó indignado.
—Esta mañana ha pagado la fianza —expliqué con la voz temblorosa. Miré mis manos y decidí continuar— Por eso te pedí que fueras mi guardaespaldas.
—No lo sabía, pensé que... No sé lo que pensé —murmuró arrepentido.
—No pasa nada, me iré a casa de Lara con Neira, las tres estaremos bien —continué , ya más segura de mí misma.
—Deja que lo piense, podemos llegar a una solución para que te pueda ayudar.
Lo miré a los ojos y me pareció sincero, pero mi gran error al juzgar a Mel me impedía creer en lo que mi intuición me decía.
—Gracias, Dylan, pero mis amigas y yo ya lo tenemos todo previsto. —Algo que no era del todo cierto— Mañana me darán el alta y me iré con ellas.
Su mirada se ensombreció y pude ver un destello de desilusión. Pero no se rindió y siguió tratando de convencerme.
—Estarás más segura conmigo, tu ex es peligroso y no sabemos quién le ayudó a secuestraros.
—No quiero que te involucres más—añadí, utilizando sus propias palabras— conseguiremos salir de esto.
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