CAPÍTULO 64
Cuando desperté estaba en una habitación a oscuras, sentada en una silla con los brazos atados.
-¡Trevor estás bien! -grité con todas mis fuerzas- ¡Por favor contesta! -insistí sin obtener respuesta.
Traté de ver en medio de aquella oscuridad, pero era imposible distinguir siquiera mi propio cuerpo. ¿Qué había ocurrido? ¿Cuánto tiempo llevábamos allí? Estas preguntas y otras cientos más pasaron por mi mente en segundos, mas no hallaba forma de encontrar respuestas. Temía por Trevor, pues estaba convencida de que quien estaba detrás de nuestro secuestro era su padre biológico. ¿Cómo había podido creer que podría manejar una situación como esta? No debí haberme involucrado en algo tan peligroso.
Traté de mover mis pies pero también estaban atados a la silla. Entonces un ataque de pánico me invadió.
-¡Socorro! ¡Ayúdenme! Por favor ¡Que alguien llame a la policía! -gritaba sin poder contenerme, mientras mi cuerpo no dejaba de temblar. Me dolían las muñecas por las cuerdas que las sujetaban, los tobillos también estaban atados con tanta fuerza que tenía miedo de que me cortaran la circulación sanguínea.
-¿Trevor, estás bien? -volví a preguntar al aire- ¿Hay alguien aquí?
El silencio que siguió a mis gritos conseguía asustarme todavía más. ¿Estaba sola? ¿quién era la persona que había hecho esto? Pensaba en todas estas cosas cuando escuché un gemido. En un principio me asusté, pero después deducí que se trataba de Trevor y más tarde él mismo me lo confirmó.
-No grites, Profe. Me va a matar el dolor de cabeza-susurró sin apenas voz.
-¡Menos mal que estás aquí! ¿estás bien?-inquirí en voz más baja para no agravar su dolor.
-Creo que me dieron un golpe en la cabeza y estoy atado de los pies y de las manos -puntualizó para que me hiciera una idea clara de la situación.
Pensé en todas las posibilidades que pudieran existir para escapar de allí, pero ninguna era realista. No sabíamos quién nos retenía, aunque mis sospechas se declinaban hacia el padre de Trevor, un delincuente que debía tener experiencia en estas fechorías.
Poco a poco mis ojos se fueron adaptando a la oscuridad y vi la silueta del chico cerca de mí. No había ventanas en aquella habitación, por lo que la luz que se filtraba debía hacerlo por debajo de alguna puerta.
-Trevor, ¿Puedes mirar si detrás de mí hay una puerta?-susurré mientras mi cerebro trabajaba a toda velocidad.
-Se ve una rendija por donde entra un poco de luz-explicó él.
-No se oye a nadie fuera-pensé en voz alta- Quizás podamos soltarnos de las ataduras e intentar salir por ahí.
-Seguro que tienen a alguien vigilando, profe -habló Trevor-. No van a ser tan tontos de dejarnos aquí sin vigilancia...
-Tienes razón, pero si pudiéramos soltarnos... Me duelen los brazos y creo que tengo sangre en las muñecas-enumeré- ¿Tú cómo estás?
-Parece que estoy bien, me aprietan las cuerdas pero no demasiado - me explicó, dejándome más tranquila.
Me sentía responsable de lo que le ocurriera a Trevor, estaba más preocupada por él que por mí misma, aunque, si lo pensaba bien, su padre no le haría daño, pero conmigo no tendría ningún reparo en agredirme y maltratarme, podría incluso matarme, aunque prefería no pensar en esa posibilidad.
¿Qué van a hacer ahora? ¿Conseguirán escapar? Atentos al próximo capítulo...
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