CAPÍTULO 56
Los términos del contrato eran muy ventajosos para mí, el sueldo era más que aceptable e incluía los gastos de Trevor en comida y demás. La cláusula de confidencialidad me prohibía hablar de cualquier tema relacionado con ellos con otras personas. Eso me tenía intrigada, ¿Porqué tanto secretismo? Pero en líneas generales estaba bien, así que lo firmé y lo dejé preparado para entregárselo a Dylan.
Aquel primer día, como ya me había advertido Trevor, llegó bastante tarde a recoger a su hijo, eran las diez de la noche cuando sonó el timbre de la entrada del edificio. Tuve el tiempo justo de prepararme para volver a verlo mientras él subía hasta mi piso. Trevor, como si presintiera mi incomodidad, se preparó para marcharse enseguida y, cuando sonó el timbre de la puerta, estaba listo junto a mí. Abrí y mi corazón dio un vuelco al verlo. Estaba tan guapo con aquel traje...
Apenas me salía la voz cuando le entregué el contrato firmado y lo despedí desde la puerta sin dejarle entrar en el piso. Quizás había sido muy brusca, pero de momento, hasta que consiguiese controlar mis emociones, tenía que guardar las distancias. Una vez sola, solté todo el aire contenido y me relajé tras la tensión del momento.
Decidí llamar a Neira para contarle cómo había ido todo.
—¿Zara, estás bien?—inquirió nada más descolgar el teléfono.
—Sí, tranquila, te llamaba para explicarte cómo había ido el primer día —expresé con calma— he firmado el contrato de trabajo y se lo he entregado.
—¿Cómo se ha portado el chico? Aún recuerdo que era un poco conflictivo —preguntó con cautela.
Aunque la verdad era que, tras romper el hielo del primer momento, la tarde había sido agradable.
—Se ha comportado bien. En principio estábamos incómodos, pero después nos hemos relajado y ha sido agradable no estar sola para variar —confesé a mi amiga.
—¿Cómo está Lara? ¿La has visto hoy? —preguntó, tomándome por sorpresa.
—Esta mañana trabajamos juntas, está bien, como siempre. ¿Por qué me lo preguntas?
—Por nada, simple curiosidad. Es una buena amiga — respondió enigmática.
Mi mente divagó un instante por el fin de semana, me di cuenta de que ellas dos se habían llevado muy bien, pese al desconcierto del primer encuentro, daba la sensación de que se conocieran desde siempre.
—Lara está bien, esta mañana no hemos hablado mucho, pero mañana me interrogará para saber cómo me fue el primer día de canguro —comenté entre risas.
—Salúdala de mi parte —pidió, con una voz diferente que llamó mi atención, aunque no le comenté nada al respecto.
Tras algunos minutos más de conversación, cortamos la comunicación y decidí irme a la cama. El lunes había sido duro, pero aún tenía que enfrentarme al resto de días laborables antes de poder descansar el fin de semana. Puse a cargar el teléfono móvil y me acosté. Pero antes de poder cerrar los ojos, otra llamada me sobresaltó. Vi que llamaba un número oculto y estuve a punto de rechazar la llamada, pero en el último momento descolgué el auricular.
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