CAPÍTULO 5

El viernes me dediqué a preparar el material para la semana siguiente. Tenía todas las clases de tercero, lo que representaba muchos alumnos. Primero me centraría en los que estaban bajo mi tutoría, pero las otras tres clases también me preocupaban; el lunes tendría que presentarme y tratar de ganarme su atención. Todo el trabajo pendiente evitó que me sintiera sola hasta llegar la noche. Hablé con Mel y me acosté tratando de distraerme con un libro hasta que me quedé dormida.

La mañana del sábado me levanté temprano y fui a la estación de tren a recoger a Neira, nos abrazamos y la invité a desayunar.

—¿Cómo va todo por el pueblo? —le pregunté con mi taza de café en las manos.

—Como siempre, sabes que allí cada día es igual que el anterior, aunque en esta última semana se han levantado rumores, pero no sé si son ciertos —comentó frotándose las manos y mirando de pronto al suelo—. No quisiera preocuparte con algo que no he podido ver por mi misma...

Sus palabras me dejaron preocupada, mas por mucho que le insistí me dijo que no podía decirme más. De todas formas ese gesto denotaba que era una persona honesta. Nos acercamos a mi casa y dejó su escaso equipaje.

—Tu casa es preciosa, Zara, es pequeñita pero tiene mucho encanto —comentó mirando a su alrededor embelesada.

—Es lo único que podía pagar de momento, si encuentro un segundo trabajo quizás pueda mudarme a otro piso un poco más grande —comenté un poco avergonzada.

—¡No lo cambies! es perfecto para ti, mira bien: Tiene todo lo que necesitas.

Miré a mi alrededor con otros ojos para tratar de captar el punto de vista de Neira, pero en mi mente se repetían las palabras de Mel cuando me acompañó a verlo el día que lo compré...
«No podría vivir en un sitio tan pequeño»
«No esperes que venga mucho a verte mientras estés aquí»

Y de momento lo estaba cumpliendo, no había venido ni una sola vez desde que me había mudado.

—¡Salgamos a dar una vuelta! Quiero ver donde vas a trabajar y pasar un fin de semana diferente. Siempre he admirado tu valentía. Recuerdo que Mel no te lo puso fácil para aceptar el trabajo.

Neira era como un vendaval, llegaba a tu vida y te arrastraba con sus locuras. Pero era justo lo que necesitaba en aquellos momentos.

Le mostré el instituto y quedó impresionada por el tamaño del edificio. Comparado con el centro en el que estudiamos nosotras, este parecía gigantesco.

—¿Qué tal te llevas con tus compañeros de trabajo?

—Digamos que de momento me ignoran. Tengo mejor relación con el camarero del bar de la esquina...

Nos reímos y, como para demostrarle que era cierto, entramos a tomar algo.
Nada más pasar por la puerta lo vi en la barra, su presencia llenaba el local y hasta mi amiga quedó impresionada con su apariencia.

—¿Has visto a ese hombre, Zara? ¿Lo conoces? Te está mirando.

—Es el padre de uno de mis alumnos...

¿Tenéis vosotros también una amiga como Neira? Seguro que consigue animar a nuestra protagonista. Pero ha vuelto a aparecer el padre de Trevor... ¿Qué ocurrirá?

Seguid leyendo mañana pequeños pajarillos, dadle una estrellita a la historia y comentarme qué os parece.

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