CAPÍTULO 14
El viaje de vuelta a la ciudad fue el más triste y solitario que había hecho nunca. Esta vez ni siquiera había tenido fuerzas de pasar por casa de mis padres, ya que temía que me preguntaran por Mel y no poder contener mis lágrimas... Esas que ahora caían libres. El paisaje pasaba veloz por la ventana, pero yo ni siquiera era capaz de fijar la vista en el libro que llevaba en mis manos.
Entré en casa a las ocho de la noche del sábado, me desnudé y me introduje en la bañera con agua caliente y sales de baño. Todo mi mundo había cambiado en solo veinticuatro horas. Mi relación con Mel no era la más idílica pero llevábamos ocho años juntos. Le quería y la distancia había matado nuestro amor. Por encima de todo aún me sentía culpable por nuestra ruptura. Si no me hubiese ido...
Mis ojos estaban secos ya, el dolor en mi pecho continuaba y el nudo en mi garganta también insistía en quedarse conmigo. No cené, las escenas vividas pasaban por mi mente una y otra vez. Tumbada en la cama miraba el techo y veía pasar las horas sin poder dormir.
Ya de madrugada se cerraron mis ojos y descansé unas horas.
El domingo amaneció lloviendo, como si el día se hubiese contagiado de mi ánimo. Desayuné una tostada y, mirando mi teléfono móvil descubrí que tenía mensajes de varias personas... entre ellas Mel.
Estuve tentada de abrirlos, quizás pedía perdón o tal vez quería una nueva oportunidad, pero yo estaba muy dolida y no pensaba perdonarle tan fácil.
De hecho no podría perdonarle nunca la traición.
Miré el resto de mis mensajes, tres de ellos eran de Neira y otro más de Lara.
Decidí empezar abriendo este último.
"Hola, Zara, he pensado que quizás te apetecería tomar un café el domingo después de comer. Quisiera hablar contigo de un proyecto conjunto para realizar en el instituto. También me apetece charlar con alguien conocido ya que aquí no conozco a nadie. Espero no molestarte."
Dudé si aceptar ese café o no. Mis ánimos estaban por el suelo en esos momentos, pero salir y hablar con Lara del trabajo podría distraerme. Desde luego iba a ser mejor que quedarme encerrada toda la tarde en casa. Decidí aceptar su invitación. Después abrí los mensajes de Neira, en los que me preguntaba si estaba bien y me ofrecía su ayuda incondicional para lo que necesitara. Tuve que contenerme para no pedirle que viniese. Necesitaba a alguien que me comprendiese y me abrazara fuerte. Me sentía tan sola y desvalida... Haber visto a Mel con otra persona en la cama, el adiós en la puerta de su casa y mi vuelta a la ciudad, habían acabado con las fuerzas que me quedaban. Mandé la respuesta a Neira, dejando que creyera que ya estaba mejor... Aunque las heridas que tenía dejarían una huella en mi corazón.
Pequeños pajarillos... Nuestra querida Zara está pasando por momentos muy duros, seguro que algunos de vosotros los habréis tenido que vivir también. Quizás hablar con Lara le ayude a superar este bache de la vida. En ocasiones la fortuna nos coloca las personas adecuadas en cada momento de nuestra vida...¿Será así para nuestra Zara?
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