TRES AÑOS CONVIVIENDO CON LOS RECUERDOS

Era Junio, un crudo invierno azotaba el pueblo de Whispers y faltaba una semana para mi cumpleaños número veintiuno. Aún me encontraba aquí, en El Sagrado Corazón de Jesús yendo a terapia dos veces a la semana, a clases todos los días y los domingos a misa. Lo único bueno de estar aquí era poder pasar el tiempo en la biblioteca, donde, aunque no había nada de terror en aquellas paginas viejas llenas de polvo en la vieja biblioteca del psiquiátrico, podía darle a mi mente y alma mi dosis diaria de historias de Fantasías. Sin embargo, aquello duraba poco porque cuando la noche llegaba... nada de lo que hacía al salir de la vieja bibloteca podía disipar las pesadillas, ni mucho menos los recuerdos. Las sesiones, ni siquiera las píldoras para dormir funcionaban. La pequeña y fría habitación donde habíamos tenido las sesiones durante estos tres años estaba más helada que nunca.

—Disculpa pero el calentador se averió, Elizabeth.

El silencio reinó en el lugar mientras me encontraba tumbada en el enorme diván victoriano de color negro y mirando un punto fijo en el techo, tratando de poner la mente en blanco. Intentando no pensar en las pesadillas, porque, había días, pequeños momentos,  en que esas pesadillas tomaban vida para perseguirme estando despierta.

La psiquiatra, Juana Alvarado, soltó un suspiro mientras se acomodaba en su silla y colocaba sus manos entrelazadas encima de su regazo. Tal vez era el hecho de que habíamos tenido varias sesiones juntas lo que hacía que la incomodidad inicial se desvaneciera, pero, aun así, podía sentir que Juana se encontraba realmente molesta con mi presencia, más aún porque nada de lo que ella aportaba para mi mejoría funcionaba.

Juana carraspeó antes de hablar, mientras se dispuso a abrir su libreta: ―Entonces… ¿Has vuelto a tener las mismas pesadillas de siempre?

Entrecerré los ojos ante la misma pregunta que hacia sesión tras sesión.

  ―Sí… —respondí con un tono frío y contemplativo.

Juana cerró la libreta, dejando el lápiz atrapado entre sus notas inconclusas acerca de mi Psicosis y mi fobia por la sangre.

―¿Qué piensas si procedemos a hacer un pequeño análisis de tus pesadillas? —inquirió mientras se cruzaba de piernas.

Aparte de las constantes pesadillas, se sumó la fobia a la sangre qué, en definitiva, según las conclusiones de la doctora Juana, eran producto de mis pesadillas sangrientas.

Claro porque el ahogarme en mis pesadillas con la viscosa salvia rojiza del sauce llorón cada noche no era suficiente.

Juana inspiró profundamente y abrió de nuevo la libreta. ―Hablemos de esto en profundidad ―siguió hablando, al mismo tiempo que tomaba notas―. La sangre para ti se centra en los sentimientos físicos, como, por ejemplo, en tus pesadillas, el ahogarte con la salvia de aquel árbol puede representar lo atrapada que te sientes, cuanto añoras tu libertad… Es posible que el inicio de tu fobia a la sangre se deba a tus pesadillas o quizás a una vivencia traumática que hayas experimentado en el pasado.

―Entonces, ¿Me cree usted? ¿No tiene miedo, doctora? ―le pregunté y Juana  frunció el ceño. La conversación parecía avanzar a trompicones, ella me creía y las sesiones ya no estaban llenas de sobreentendidos e insinuaciones o silencios incómodos, a lo mejor y, solo a lo mejor ella me creía.

—¿De que debería tener miedo, Elizabeth? Aquí solo estamos tú y yo. —Juana se frotó el puente de la nariz con el dedo índice, exasperada, podía percibir que estaba perdiendo la paciencia conmigo. —Es normal que sientas miedo por algo imaginario y que no existe.

«Ella no me cree».

Juana descruzó las piernas y se inclinó hacia delante. Cerró la libreta y la apoyo en su regazo ―Nunca me has hablado completamente de tus pesadillas, pero deduzco por la salvia que representa la sangre y los ojos rojizos en la oscuridad que sueñas con… ―Su voz se fue apagando lentamente en busca de la palabra más adecuada ―. Vampiros.

Aquello hizo que reaccionara. No debía decirlo en voz alta.

Completamente asustada, Juana se dejó caer contra el respaldo de su silla para mantener las distancias cuando clavé mi oscura mirada en ella. Al estar a su altura pude ver mi reflejo en el pequeño espejo  tras ella. Tenía las pupilas extremadamente dilatadas, dándome un aspecto demoníaco junto a mi despeinada melena cobriza, hace tiempo no observaba mi semblante tan de cerca, me alarmé cuando vi las pronunciadas ojeras que resaltaban junto a mis pecas en mi pálida piel.

―Elizabeth…―pronunció mi nombre en un tono suavemente amenazante mientras me observaba fijamente ―. Si quieres que te ayude a volver a ser tú, necesito que me hables completamente de esas pesadillas para entenderte un poco más. He sacado deducciones tomando en cuenta la poca información que me has dado. El hecho de ver sangre o pensar en ella, te paraliza. Por no mencionar que siempre sufres las mismas pesadillas, una y otra vez, constantemente. Déjame ayudarte antes de que prueben otros métodos contigo.

―Todo empezó aquella noche en la feria… ―susurré así sin más, tomando desprevenida a la psiquiatra quien empezó a tomar notas en su libreta―. Sabe, viví toda mi vida en el mismo pueblo, con los mismos amigos, los mismos vecinos y hasta con las mismas leyendas; donde los ancianos contaban la historia sobre el manto de oscuridad que cubría a Whispers cada noche de Feria, cuando los turistas se abarrotaban en la plaza central y las sombras del pueblo los tragaba, porque nadie le contaba esas historias a ellos. ¿Cómo iban a saber que las limpias calles del pueblo escondían la pudrición en los callejones?, o ¿Cómo los niños del pueblo les advertirían a los de afuera que cuando el balón sale disparado al bosque  lo deben dar por perdido? Porque el bosque se traga todo lo que entra en él. Nadie dice que Whispers es un pueblo seguro para los turistas, los de aquí deciden callar para proteger a sus familias, donde los forasteros son solo sacrificios.

—¿Sacrificios? —inquirió la doctora Juana mientras descruzaba sus piernas para cruzarlas al lado contrario.

—Sí. Para los monstruos que custodian el bosque, los Espectros… los Demonios… los Vampiros…

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top