Día 2: Nieve
— No creo que sea buena opción esto — dijo Ray, caminando detrás de él, adentrándose al bosque nevado. Y no lo decía por aguafiestas, lo decía por lo débil que era su sistema inmunológico, como buen amigo que era —. Podrías enfermarte.
Norman volteó a verlo por sobre el hombro, con una sonrisa.
— Sé que, si llegase a enfermarme, vendrías de inmediato a mi casa a cuidarme.
Lo que ganó fue a Ray chasqueando la lengua y apartando la mirada a un lado, haciéndolo reír. Porque Ray no podía negarlo, pero tampoco iba a admitirlo, y era eso mismo lo que le daba risa.
— Y exactamente, ¿Para qué vamos al bosque?
— Porque Emma y yo lo encontramos, y queríamos mostrártelo.
— Y si era así, ¿Por qué no está ella aquí con nosotros?
Las mejillas de Norman tomaron color, era una suerte mirar al frente y decir que su sonrojo era por el frío.
— Ella no pudo venir.
Ray arqueó una ceja, y se acercó más al albino, tomándolo por el hombro, haciendo que voltease a verlo. Rozando su nariz con la de él.
— ¿Estás seguro que es sólo por eso?
Las amatistas de Ray buscaban respuestas en los zafiros de Norman, los cuales, se negaban a dársela.
Aunque el sonido de algo acercarse hizo que se separaran, siendo así, que una lechuza nival se posase en el hombro de Norman, sorprendiendo a Ray y haciendo sonreír a Norman.
— Esto fue lo que hallamos Emma y yo en ese lugar, ¿Qué te parece?
— Je, ¿Es tu mascota?
— Para nada, simplemente, le agrado — dijo Norman, acariciando con uno de sus dedos el cuello del ave, haciendo que cerrase los ojos, disfrutando de la caricia.
— ¿Hallaron a la lechuza en ese lugar?
— Sí, ¿Vamos?
Él simplemente le sonrió de medio lado, respuesta suficiente para él.
Al llegar, Ray vio que se trataba del claro de ese bosque, en donde para su sorpresa, descubrió que era ahí, donde las lechuzas anidaban, pues la lechuza posada en el hombro de Norman tomó vuelo y se reunió con los suyos; al parecer, tenía familia.
Definitivamente, la vista era hermosa. Y únicamente salió de sus pensamientos cuando una bola de nieve se estampó contra su nuca, sintiendo el frío de la nieve colarse por su ropa; volteó y le dirigió una mirada entre molestia y sorpresa a Norman, quien se reía por su reacción.
— ¡Norman!
Fue un día divertido en la nieve, aunque al final terminó cuidando de Norman por esos días.
-Traumada Taisho
Tardé, ay.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top