La coincidencia.
Cuarto para las siete.
Demasiado tarde.
Si no se apuraba a salir de casa perdería el último tren que aún podría dejarla a tiempo para el trabajo.
Maldita sea.
Ni siquiera se acomodó el cabello más allá de unas cepilladas, tomó el vaso de licuado de avena junto con la mochila y su cárdigan. Se armó con el llavero lista para irse, cerrando con un portón su apartamento.
Mientras bajaba por las escaleras metálicas del complejo, se maldecía internamente por su estupidez. Ayer en lugar de ver algunos videos de platillos que no le salían en la vida real, se puso a hablar con un desconocido. Pero no de cualquier tema casual, más bien terminó teniendo sexo telefónico. Sin entender su inverosímil elección de anoche todo se esfumó con la voz automática que marcaba el tiempo límite de su llamada.
Para cuando reaccionó, había dejado sus pantaletas en un estado vergonzoso, tenía el pulso a tope y la cara colorada. Mientras su mano se apretaba contra su entrepierna con fuerza, insatisfecha de quien sabe qué pero sin el valor de volver a llamar, se metió a la galería del blog hasta la sección de Zafiro, llevándose sorpresa y decepción por igual, lo único que veía eran fotografías de su cuerpo pero ninguna de su rostro, admitía que su figura augusta era exactamente como lo imaginó, enfundado en esos trajes caballerescos provocándole mayor calor, probablemente se volvería una especie de fetiche para ella. Sin querer ahondar en lo que fuera que la empujó a hacer esta idiotez, se dió una ducha rápida yéndose a dormir.
No obstante, su imaginación terminó por jugarle una mala pasada con toda esa estimulación. Provocándole un sueño húmedo tan caliente que incluso puso verse a si misma frente a un espejo, siendo recorrida por las manos de un tipo con el cuerpo de ensueño aunque con el rostro en las sombras todo el tiempo, embistiendola con los dedos, probando sus límites. Hasta que de nuevo todo se esfumaba como un castillo en el aire.
Razón por la cual estaba yendo tarde a trabajar.
Al tiempo que bajaba por las escaleras, un joven alto de cabellera negra, trenzada sobre su hombro, iba caminando con lentitud hacia arriba. Se cubrió un bostezo con la mano derecha, delatando la longitud de sus dedos en ese movimiento. Mientras cerraba los ojos, una figura más pequeña pasó a lado suyo igual que un rayo, sin poder librar por completo su figura.
Acto seguido ella soltó el cárdigan, las llaves y su mochila. Afortunadamente llevaba el licuado de avena en su otra mano, evitando una desgracia —Ay, lo siento. No era lo intención.
Él también se apenó, tal vez la hubiera podido esquivar si hubiera prestado más atención —Disculpame tú a mí, iba distraído— ambos se agacharon para recoger las cosas del escalón. Cuando estuvieron de pie, uno delante del otro. Akane no pudo evitar una exclamación ahogada al verlo.
Era como si se estuviera volviendo loca. Debía tener alucinaciones ahora mismo. Sin poder evitarlo soltó —Zafiro— haciéndolo abrir desmesuradamente los ojos —Lo, lo siento. Gracias— se excusó cuando notó la mirada de extrañeza que le dedicaban. Dispuesta a seguir con su camino lo evadió.
—¿La llamada por error?
Esa sola frase la detuvo en seco. Girando la cara con rapidez pudo captar la sonrisa ladina en sus labios.
—Yo...
—Eres exactamente como me imaginé. Una fantasía total— comentó él bajando el par de escalones que los separaban —¿Me buscaste después de que no terminamos anoche?
Ella aún no salía del asombro cuando respondió —No. Yo vivo aquí.
—¿Qué?
—Vivo aquí. En el 417.
—Entonces ¿Tú eres la vecina que nunca he conocido? Soy el del 416.
—¿Perdona? ¡Ah!— Cuando procesó la información, su cerebro hizo click. Éste era el famoso vecino que jamás había visto. Era alguien que trabajaba de noche. Debido a sus horarios incongruentes no tuvo la oportunidad de conocerlo hasta ahora.
Siempre salía temprano de casa, por lo que al ser la primera vez en irse tan tarde, se produjo esta rara oportunidad.
—No pensé que nos encontraríamos de esta forma. En verdad debe ser el destino— comentó el muchacho.
—Bueno...— No sabía cómo responder.
—¿Vas a trabajar?
—¿Eh? Si, yo— fué interrumpida por su celular —¿Me disculpas un poco?— alcanzó el aparato para responder —Diga, doctor Tofu.
—Akane ¿Todavía estás en casa?
—Este, si pero no me tardo en llegar.
—No, es un alivio que aún estés allá. He tenido un problema y me temo que no abriré la clínica hoy. Así que no tienes que venir, afortunadamente no has salido. Nos vemos mañana.
—C-Claro— Con eso último, se cortó la comunicación. Él esperó pacientemente sin irse —Parece que ya no tengo que— sonrió la joven con nerviosismo. No sabía porqué, de los millones de personas en el mundo, su vecino tenía que ser el que atendió su llamada anoche. Quería huir, sin embargó él le sonrió con mayor amabilidad.
—¿Te gustaría un café? Yo invito— ofreció el chico —Por cierto, me llamo Ranma, Ranma Saotome— mientras le extendía la mano para saludarla le dedicó una mirada coqueta acompañada por un guiño.
—Un placer. Akane Tendo— arrastrada por una fuerza mística correspondió el apretón de manos a pesar de no poder evitar su pregunta —¿De verdad eres Zafiro?
—Je, je, je, qué dices si después de tomar un café, vamos a una corsetería para reponer esas panties negras de encaje. Por supuesto, si tu novio no tiene inconveniente.
Ella soltó una bonita carcajada, inexplicablemente feliz, diciendo con voz seductora —No tengo novio.
Gracias por leer.
Pd: Aunado a este fic, se realizó un fanart NSFW, que pueden encontrar en mi Twitter. Aparezco como @lanming_artist
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