6. Acuerdo de paz (IV)

El arma cambió de posición y ya no apuntaba a Franco, si no a Zeta, quien se frotaba su garganta a causa del estrangulamiento. - ¿Vas a dispararme Rex, amigo?- dijo Zeta seriamente.

-Sí, si no me dices la verdad ¡aquí y ahora! -ordenó Rex alterado, acercándose en un paso desafiante a Zeta-. ¡Basta de secretos! Quiero saber la verdad, ¿Qué mierda pasó en esa nación? ¿Qué significa esa cicatriz? Dímelo todo Zeta, o te juro... que disparo.

-Como quieras, si quieres disparar hazlo. Atraerás a los zombies de por aquí y además a la nación oscura- dijo Zeta fríamente, con la mirada clavada en Rex sin siquiera pestañar-. Dispárame, y moriremos todos ¿es eso lo que quieres? - comenzó a acercarse a paso lento, notaba como los nervios le jugaban una mala pasada a Rex por cada palabra que profería, percibía sus nervios aumentar y veía caer la sudoración en su rostro -. Y en el hipotético caso, de que yo no quiera morir, ¿crees que puedes matarme? ¿De verdad lo crees? No olvides amigo, quien te conoce de verdad aquí; ni siquiera tu amigo Juan conoce lo que te pasa. Si, ese mismo amigo que te abandonó con tus padres cuando comenzó esta mierda -Zeta se detuvo a un palmo de la punta del arma de Rex, la cual apuntaba a su pecho-. Espero que tampoco te estés olvidando de quien te salvó la vida cuando nos conocimos ¿Lo recuerdas verdad? De no ser por mí, todavía estarías en los dientes de ese perro zombie en la ruta -Zeta pudo observar el cambio en la expresión de su amigo, ahora se encontraba desconfiado -. ¿Y ahora me estás diciendo que dudas de mi, y que me mataras? Bien, ¿Sabes qué amigo? -dijo y rápidamente, de un manotazo desvió hacia un lado el arma de Rex; arrebatándosela de un tirón, rápidamente con su hombro derecho lo empujó bruscamente provocando que el joven cayera al suelo, seguidamente de eso, lo apuntó evitando que realizara cualquier tipo de movimiento - Te entiendo.

Franco hizo ademan de levantar su AK-47 contra Zeta, pero Rex lo detuvo antes. - ¡No te metas! Esto es entre él y yo-. Aún en el suelo y consumido por la impotencia, Rex observaba la punta del arma que amenazaba su vida, luego cambió la visión a los oscuros ojos de Zeta, que lo miraban desde lo alto... desafiante, amenazante. Tuvo una agria sensación de inferioridad. - ¿Me entiendes?

-Exacto- dijo en un tono más amigable-. Entiendo a la perfección como te debes sentir, tú me contaste prácticamente el peor momento que pasaste en tu vida. Y yo no he sido sincero contigo en ningún momento, no sabes absolutamente nada de mí, y siendo que tú me ayudaste a tener una identidad, por más que solo sea un apodo, eso me ha ayudado mucho y no te lo he agradecido como es debido. Y te pido disculpas por eso -giró el arma sosteniéndola esta vez desde el cañón, con la culata apuntando hacia Rex y esbozó una sonrisa mostrando sus dientes-. Prometo contarte todo lo que quieras saber Rex, pero primero tenemos que concentrarnos. Debemos salir de aquí con vida lo antes posible. Esa chica está en muy mal estado, y debemos salvarla; mientras más nos quedemos, más peligros corremos, sé que me entenderás.

Rex se tomó su tiempo para responder, evaluó la situación, observó a Noelia, su pierna estaba ya vendada pero su aspecto no daba buen augurio, por más que no quisiera admitirlo, Zeta tenía razón; no podían permanecer mucho tiempo en ese lugar, debían evadir al grupo de la nación oscura y a los zombies. Una situación no muy amena.

-Está bien -aceptó Rex, mientras tomaba el arma y se terminaba de incorporar- esperaremos a llegar a la nación escarlata, y entonces, hablaras; sin filtros, ni omisiones, ¿Cómo era? ¿Libre asociación?

- ¡Ja! Asociación libre... Está bien, no hay problema, es un trato - dijo y estrechó su mano con su amigo.

-Si piensas escapar en algún momento... no te irá bien, créeme - dijo Franco tajantemente.

-No necesito escapar - respondió Zeta con soltura.

-Entonces sigamos -acotó Samantha, luego se dirigió a Rex-. Si tu amigo de la nación oscura no miente, deberíamos tener el camino despejado. No hay muchos zombies, no debería ser difícil.

-Te aconsejo algo, Sam -dijo Zeta sonriendo- Piensa siempre, como si debiera ser difícil.

Samantha no contestó, pero consideró esa filosofía como acertada. Inmediatamente, el grupo siguió su rumbo y marcharon hacia el pasillo; Zeta fue el primero en abrir la puerta y cerciorarse que no hubiese enemigos por la zona, ya sean muertos, o vivos. No había nadie.

Franco y Matías ayudaban a trasladar más rápidamente a Noelia, quien su pierna no daba tregua a la hora del intenso dolor que producía cada pisada. Por su lado, Samantha al ver nuevamente los cadáveres esparcidos por el pasillo y decapitados perfectamente, sintió deseos de preguntar sobre el tema. -Matías, ¿Tú hiciste esto?

Matías observó sorprendido a su alrededor y arqueó las cejas antes de responder -No, yo no tuve nada que ver. Es más, hace unos momentos antes de que ustedes llegaran los sonidos de esos muertos golpeando contra la puerta eran incansables. Pero luego todo se volvió silencio, y al principio pensé que eran ustedes, pero al no escuchar disparos decidí no salir hasta que tocaran la puerta.

-Decidiste lo mejor Matías -dijo Sam.

- ¿Cuánto tiempo pasó desde que no escuchaste los golpes? -preguntó Franco.

-No lo sé con exactitud -Matías al ver el mal gesto de Franco por su respuesta, intentó brindarle una más certera-. Pero... quizás unos quince o veinte minutos. Luego, ustedes llegaron.

Franco asintió en un gesto reflexivo -Entiendo.

- ¿Tienes idea de lo que pudo haber sido? -preguntó Sam.

-Quizás, tengo una teoría. Pero me baso en absolutamente nada sustentable.

-Dilo de todas formas- insistió Rex.

-Bueno, puede que me equivoque. Pero quizás sea obra de una nueva clase de zom...

- ¡Su puta madre!- el grito de Zeta interrumpió, resonando por el pasillo. Todos dirigieron su vista al muchacho -. La lotería. ¡Me saque la puta lotería! - Zeta se acercó sonriente a un cadáver de un anciano, el cual solo contaba con su torso y un brazo menos. Estaba clavado a la pared por un machete de cacería incrustado perfectamente en medio de su cabeza.

Extrajo el arma haciendo caer al putrefacto medio cadáver al suelo, y blandió el machete cual espada intentando quitar los restos de sangre de la hoja, y luego lo alzó mostrándolo al grupo y con una gran sonrisa en su cara. - Es como una katana, pero más pequeña. Justo lo que buscaba, y esta como nueva, ¡Y es veloz! ¡Já Ja! -blandía el machete hacia un lado y otro corroborando su velocidad. -Me la quedo.

Samantha no pudo evitar reír repentinamente por el infantil acto del muchacho a lo que tapó su boca rápidamente, Franco la observó de reojo seriamente pero no emitió palabra alguna a su novia.

Un disparo resonó por sobre sus cabezas, proveniente de algunos pisos arriba de su ubicación seguido de unos fuertes sonidos guturales.

-Fantástico Zeta, ¿Qué te parece si seguimos? -preguntó Rex apurado, perfilándose hacia las escaleras.

-Bien- respondió Zeta sin borrar la sonrisa de niño al haber recibido un regalo nuevo, mientras guardaba su machete entre su cinturón y seguía a su compañero.

El grupo bajó las escaleras cuidadosamente, evitando el menor ruido posible. Al llegar a la última planta se aseguraron de que no hubiese nadie vigilando el vestíbulo, pero se alegraron al no ver nadie en las cercanías. Avanzaron.

Al salir del edificio se encontraron con un vehículo jeep de color rojo estacionado en la calle de en frente. Todos ladearon sus cabezas a todas las direcciones posibles, pero no encontraron rastro de vida alguno, las calles estaban parcialmente vacías, Zombies lentos deambulaban por las lejanías pero nada como para preocuparse. Rex revisó el vehículo con atención mas no encontró nada útil, palpó el capó y percibió un leve calor que le brindó la certeza de que había sido utilizado recientemente. Perfiló a marcharse pero una desconocida voz lo tomó por sorpresa y lo obligó a desenfundar su arma nerviosamente hacia un oscuro callejón aledaño al edificio de donde habían estado.

- ¡Hey gorrita! A ver si quitas las manos de mi preciosidad, la he pintado hace un par de días, y no me gustaría para nada que se rayase -dijo un sujeto de aspecto terrorífico, con un peinado estilo mohicano y una chaqueta de cuero negra desprendida, que dejaba ver un peculiar tatuaje en forma de calavera en su abdomen.

Todos, inclusive Noelia, comenzaron a apuntar con sus armas al sujeto, quien terminaba de prenderse el cierre de su pantalón.

- ¡Oh vamos! ¿Así me reciben? ¿A qué se debe tanta hostilidad señores? -dijo el extraño alzando los brazos mientras se acercaba a largos y lentos pasos hacia el grupo-. Al menos podríamos presentarnos, la educación siempre es lo primero ¿Verdad? -guardó silencio esperando una respuesta, pero no hubo ninguna-. Entiendo. Yo comienzo, mi nombre es Baltasar, pero mis amigos me dicen...

-Calavera- interrumpió Franco, terminado su frase.

Calavera, al verlo alzó ambas cejas sorprendido. -Lo veo, y no lo creo.

-Ha pasado un tiempo.

-Soldado Brandon, del escuadrón "B" de seguridad- dijo Calavera, dibujando una sonrisa macabra en su rostro-. O mejor dicho, novato Brandon, del escuadrón de la muerte de Calavera.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top