4. El día "Rojo" de Rex. (I)

Capitulo 4: El día "Rojo" de Rex.

"El valor significa estar muerto de miedo, pero actuar igualmente". - John Wayne

El misil había explotado en el aire, la onda expansiva fue tal, que la tierra pareció sacudirse literalmente. Del proyectil, se desprendió una gran nube de humo con forma de hongo, de un color rojizo que se expandió rápidamente por gran parte de la ciudad.

Mientras tanto, Rex presenciaba de rodillas la secuencia ante sus ojos, empapado por las lágrimas. En un momento, en un ligero momento, se alegro de que no se tratase de un proyectil explosivo, como en las películas, que lo destruía todo.

Pero de todas formas, ese humo rojo tampoco le brindaba mucha tranquilidad, ¿podría tratarse de un humo toxico? No estaba seguro, lo único que quería era ver a su Sofía una vez más. Sabía que estaba mal, que no tenía oportunidad alguna, pero en contra de todos sus instintos, había una luz que no se había apagado aún, la luz de la esperanza. Tenía que ir a buscarla.

-Voy a ir a buscar a Sofía...-Dijo, entre palabras cortadas por el miedo que emanaba de todo su cuerpo.

Antes de que su padre Roberto pudiera objetar nada, Marta lo frenó con una mirada amenazante, estaba claro que a un chico enamorado que acababa de presenciar el posible exterminio de una ciudad completa, en la cual se encontraba su novia en medio, no iba a frenarlo con una simple reprimenda, por lo que simplemente la mujer decidió darle el gusto de una manera más sutil.

-Hijo... piensa mejor las cosas, no puedes ir ahí solo. No sabemos que es ese humo y que efectos causa. Podrías morir inhalándolo, antes de encontrar a Sofía.

Roberto observó con orgullo a su mujer, con las palabras no había quien le ganase, podría convencer a cualquiera, de hacer cualquier cosa con tan solo chistar, un don asombroso, pero un arma de doble filo en algunas ocasiones de su matrimonio, ya que le resultaba imposible ganarle una discusión.

Rex no quería aceptarlo, pero su madre tenía razón, como siempre. No podía simplemente adentrarse en la ciudad como si fuese un día cualquiera, buscar a su novia tranquilamente, y luego irse caminando, como si nada pasase. Totalmente resignado, Rex agachó la cabeza en un mar de lágrimas, y guardó silencio, tratando de procesar los hechos, pero todo era en vano, el dolor se intensificaba por cada segundo que pasaba ahí, de rodillas en el suelo, impotente, sin poder hacer absolutamente nada.

-Asi que iremos todos juntos... a buscar a Sofía. -Añadió Marta.

Tanto padre como hijo, dirigieron automáticamente la mirada sobre la mujer, ¿Acaso dijo que iremos todos? Se preguntó Roberto en sus adentros, en cambio Rex, trataba de contener su cara de felicidad ante las palabras de su madre.

- ¿Disculpa, marta? Creo que no te escuche bien, ¿Cómo que iremos todos? Es una...

No pudo terminar la oración, no porque alguien lo interrumpiese, pero por la mirada tajante que Marta le había clavado, la cual no admitiría contra opinión alguna, no se atrevió a continuar.

-Está bien... iremos. Juan ¿Tú también nos acompañaras?

- ¿Estás loco?, ¿Después de ver todo esto, aun así quieres ir?

- ¿No tienes a nadie en la ciudad, familiares?

-No, yo estoy solo... y no pienso adentrarme a ese lugar, es suicidio. Ya cumplí mi buena acción del día. Yo te lo avisé Roberto, no me escuchaste, te burlaste, pero al final de cuentas, yo tenía razón.

-Y odio que la tengas. Está bien, no puedo arrastrarte... haz lo que quieras.

Juan dio media vuelta, y se marchó, se subió a su moto que estaba aparcada cerca del taller y se dirigió rumbo a la ruta, sin despedirse, ni mirar atrás, nada.

-Pedazo de idiota...-Murmuró, Roberto.

-Él, no importa-Acotó, Marta. -Lo que importa ahora, es encontrar a mi hermosa y dulce nuera.

Marta tomó a su hijo de las manos y lo ayudó a incorporarse. Luego pasó sus dedos por su cara, secando las lágrimas de sus ojos, y le dedicó una hermosa y reconfortante sonrisa, que hizo al joven sonrojarse.

-Gracias mamá... pero, ¿Cómo entraremos ahí? No sabemos que es ese humo, podría ser toxico.

-Tiene razón. -Lo secundó Roberto. - Debemos protegernos, creo que tengo varias mascaras en el taller, pero son para no inhalar pintura, no creo que sirvan para ese humo. Podría filtrarse.

- ¿Entonces qué haremos?

-Lamentablemente, no podemos entrar ahora mismo en la ciudad... tenemos que esperar a que el humo se disipe.

- ¿Y cuanto va a tardar eso?

Roberto enarcó una ceja, y miró hacia la ciudad en un gesto reflexivo. -Media hora, quizás menos.

- ¡¿Media hora?! ¡Le podría pasar cualquier cosa! -Se quejó Rex, nuevamente sentía como la desesperación se apoderaba de su cuerpo.

-Tranquilízate hijo. -Lo calmó Marta. -Sofía es una chica inteligente, seguro está escondida y no saldrá hasta saber si es seguro.

Rex no dijo nada, solo bramó un largo y pausado suspiro.

-Bien, esperaremos a que el humo se disuelva, e iremos por Sofía. -Dijo Roberto, palmeando la espalda de su hijo y con aire triunfante, para animar un poco la situación.

*****

- ¡Vaya! Parece que ya no llueve. -Interrumpió Zeta.

-Ni me había dado cuenta, ¿cuánto tiempo pasó?

-No uso reloj, pero media hora seguramente. -Dijo haciendo ademán con su mano de leer la hora.

Ambos salieron fuera del auto a estirarse. Zeta alzó los brazos y las piernas todo lo que pudo y dejó escapar un fuerte bostezo de su boca.

-Ya salió el sol, los pájaros cantan, los Zombies rugen, todo es perfecto el día de hoy... ¿Uhm? -Zeta sintió una presión en su pie, algo tironeaba de su pantalón, giró su torso para poder observar el problema y...- ¡La madre que te parió! -El joven pateo rápidamente a un zombie que lo tenía sujetado del pie, y dio un exagerado salto hacia atrás. - ¿De dónde mierda...?

El zombie salió a rastras de debajo del vehículo y se dirigió lentamente hacia Zeta, que lo evadía caminando tranquilamente hacia atrás.

-Yo me ocupo. -Dijo Rex, mientras sacaba el cuchillo de su funda, luego se acerco al zombie, tomándolo de la cabeza y de un rápido movimiento, le atravesó la hoja en medio del cráneo.

-Interesante...-Murmuro Zeta seriamente cruzando los brazos, mientras apoyaba el peso de su cuerpo sobre una pierna.

- ¿Eh? ¿Qué cosa?

-Al sacar tu cuchillo, no realizaste ese ritual de volverlo a colocar en la funda cuatro veces.

-Ya te lo dije, solo pasa con un arma de fuego.

-No estoy tan seguro... ¿Podrías probar ahora?

- ¿Qué cosa?

-Desenfunda tu arma, genio.

Rex miró a su compañero extrañado, no entendía porque quería que hiciera eso justo ahora, pero para darle el gusto y deje de molestar, simplemente le hizo caso. Y así fue, Rex desenfundó el arma, y se sorprendió al ver que no sentía ese impulso incontenible, para volver a guardarla.

- ¿Pero... qué? ¿Estoy curado?

- ¡Ni una mierda!-Respondió sonriendo. - ¿Crees que te vas a curar asi de fácil? No... solo descubriste, que el detonante de tu síntoma obsesivo-compulsivo es nada más y nada menos que...-Hizo una pausa, sonriendo con confianza. -Los nervios amigo, solo en momentos de estrés, nervios, y sensaciones de peligro, es cuando no puedes desenfundar tu arma.

Rex se quedó mudo, pensando unos momentos. - ¿Cómo te diste cuenta? Ni yo lo sabía.

-Tengo poderes, amigo.

- ¡Enserio!

- ¡Ja! Ok, me di cuenta cuando te vi atacando a este zombie, lucias tranquilo, sabias que no era un gran peligro, y por eso no te pusiste nervioso ni hiciste ese ritual. A lo que me lleva a pensar en algo...

- ¿Qué cosa?

- ¿Cómo sobreviviste estos tres meses?

Rex bajo la mirada, enfundó nuevamente su cuchillo y volvió la mirada a Zeta. -Es algo obvio, pero esa historia la dejaremos para otro momento...

- Me parece bien, no hay que desviarnos, ¿Quieres seguir contado la historia?

Rex asintió.

Zeta subió al auto y lo puso en marcha. -Vas a tener que hablar mientras viajamos, ¿No tienes problemas?

-Está bien, ningún problema, pero yo viajare atrás. -Dijo Rex, mientras subía al coche y se recostaba a lo largo del asiento trasero. -Bueno, como decía, con mis padres habíamos quedado en buscar a Sofía. Esperamos esa media hora, que no te imaginas lo eterno que se me hizo, y luego...

Cuando gran parte del humo ya se había disipado, Rex y sus padres emprendieron su camino a la ciudad en un todo terreno. A Roberto no le gustaba la idea de que su esposa también fuera, podría correr algún tipo de peligro, pero Rex le hizo ver que era más seguro permanecer todos juntos a que alguno se separase. Por lo que estipularon una regla que prohibía que alguno se fuera del rango de visión de un miembro de la familia.

Rex miraba por la ventanilla, mas no observaba nada en especial, estaba absorto en sus pensamientos, preguntándose donde podría encontrarse Sofía, y rogando a los siete vientos que se encontrara bien.

Al llegar a la ciudad se toparon con el túnel de entrada, el cual se dividía en dos calles, una para ingresar, y otra para salir de la ciudad. Ambas estaban completamente congestionadas de vehículos de todos los tipos que intentaban a toda costa salir de la ciudad vanamente a base de bocinazos, empujones, choques y gritos. Algunas personas de la desesperación, bajaban de sus vehículos e intentaban salir de la ciudad corriendo, gritando por sus vidas, como si algo los fuera a atrapar, como si algo los estuviera siguiendo.

El joven mecánico observaba toda la gente que pasaban de lado de su ventanilla, y se exaltó en un momento, al ver que varias personas se encontraban enfermas, tosiendo y algunos vomitando. Sus caras estaban pálidas, sus ojos llenos de temor y desesperación. ¿Sera por el humo? Pensó.

Alguno que otro cruzaba miradas con el chico, unas miradas de incertidumbre y extrañamiento. Automáticamente sintió un vacío en su estómago, claro, era evidente... El y su familia eran los únicos que se dirigían hacia la ciudad, todo el resto de la población intentaba huir desenfrenadamente. Sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, ¿Por qué todos se comportaban así? El humo, se había ya disipado en su gran mayoría, tampoco parecía haber rastros de personas muertas en las cercanías, solo personas enfermas, ¿Era esa enfermedad tan grave como para salir huyendo despavorido de la ciudad? Ni siquiera se reparaban en seguir con sus vehículos, los dejaban como si no les importasen en lo más mínimo, ¿Por qué? Las personas no suelen ser asi... Entonces, ¿Por qué ahora si? ¿Qué mierda esta...?

- ¿Qué mierda está pasando? -Preguntó Roberto, casi leyendo los pensamientos de su hijo. -Como esto siga así, no voy a poder pasar.

-Tiene que haber otra entrada...-Propuso Rex dubitativo, ahora ya no estaba seguro de querer adentrarse, rezaba en sus adentros, poder llegar ver a su novia entre la multitud de gente, o que ella pudiera reconocer su vehículo, acercarse y luego salir de ahí, como alma que se lo lleva el viento.

-La otra entrada se encuentra del otro lado de la ciudad Renzo... y por lo que parece, no creo que este mejor que aquí.

-Tengo que encontrar a Sofía sea como sea, me adentrare un poco en el túnel y la buscare por ahí, ustedes quédense. Si no la veo, volveré.

- ¿Estás loco? No sabemos qué está pasando... ¡Eh vuelve aquí!

Rex hizo odios sordos a los gritos de advertencia de sus padres, debía buscar a Sofía, no le importaba otra cosa, estaba muerto de miedo, pero su amor por ella lo motivaba a seguir adelante.

Rápidamente se bajo del todo terreno, le costó bastante ya que la multitud de personas era tal, que tuvo que ejercer mucha fuerza para empujar la puerta para poder abrirla.

Cuando logró bajar, se dirigió rápidamente al túnel, abriéndose paso entre el mar de personas y vehículos. Roberto no se quedo de brazos cruzados, su hijo se estaba adentrando a una muerte segura, intentó tratar de abrirse paso en el todo terreno pero la tempestad de gente imposibilitaba su marcha.

Se apresuró a bajar del vehículo, no sin antes darle instrucciones a su mujer de cerrarlo con llave y solo abrirle a él o a Rex, a su mujer no le quedó más remedio que asentir y cumplir.

Al bajar intentó seguir a su hijo por el túnel, pero al ser más grande y corpulento, la gran cantidad de gente que había, lo arrastraba hacia atrás en contra de su voluntad, dificultándole el paso. Roberto observó a su hijo alejándose y perdiéndose entre la multitud, un frío helado recorrió su espalda, una agria sensación de angustia se dejo ver en su cara. No podía consentir perder a otro de sus hijos, no otra vez.

En contra de todos sus principios morales, empezó a empujar gente, a codear para abrirse paso, y golpear si era necesario para alcanzarlo. Las mismas personas al ver a ese gigantesco y corpulento mecánico, derribando cada quien que se le cruzaba, intentaban evitarlo, tratando de esquivarlo para no ser ellos los que terminasen en el suelo.

Mientras tanto, la gente en el túnel seguía corriendo, seguían gritando, empujando con todo a su paso, sin importarles nada, intentando salir a toda costa, algunos saltaban los techos de los autos y otros simplemente corrían ladeando los vehículos. El joven mecánico nunca había visto nada así antes, tanta desesperación colectiva, tanto caos.

Una alarma en su cabeza le advertía que algo no marchaba bien, pero no estaba seguro de que se tratara. Al terminar de cruzar el túnel, Rex comenzó a buscar entre la multitud de personas a su novia, pero era en vano, nunca la encontraría, pese a su altura no era capaz de localizar a la chica. Pensó quizás que si estuviera un poco más alto podría... ¡eso es! Rex comenzó a buscar un vehículo que estuviese abandonado, no le resultó una tarea muy difícil. Encontró uno desocupado e inmediatamente se subió al capó, y luego avanzó al techo.

Desde ahí su panorámica era mucho mejor, podía observar mucho más a la distancia. Procedió a buscar en cada esquina, en cada calle, mirando detenidamente cada rostro femenino que se le pareciera a su hermosa chica rubia de cabellos cortos y celestes ojos.

A una manzana de distancia le pareció ver a una chica parecida a Sofía, pero no podía ser ella, era rubia pero tenía el pelo mucho más corto que su novia, iba a apartar la mirada de la chica para seguir buscando pero algo lo obligo a mantener su atención sobre ella.

Una persona había saltado sorpresivamente sobre la chica, Rex se espantó al ver lo siguiente, ahora mismo la persona que estaba sobre la chica se la estaba ¿Comiendo? Si, definitivamente eso hacía, pero no solo ocurría ahí, también estaba pasando a su alrededor, en todos lados, muchas personas, se estaban comiendo a otras. Las mordían, les desgarraban la carne como si se tratase de un pollo asado, al que lo tomas con la mano y del hambre que tienes le zampas una buena mordida, sin remordimientos ni culpas.

Estas personas, si es que así se le pueden llamar, se comían a otras sin compasión atacaban sin dudar, Rex estaba completamente horrorizado, la gente atacada gritaba, gemían de dolor, se retorcían, sangraban a mares, su cuerpo se paralizó y sintió como le bajaba la presión sanguínea.

En un momento dudó de estar metido en una película de terror, o en un mal sueño. Lo que sus ojos reproducían era algo increíble para él, su mente solo podía dar una explicación aproximada y surrealista de lo que estaba ocurriendo, aunque no quería hacerle caso a su mente, pero no podía ser otra cosa, ¿O se estaría volviendo loco?

Sea como sea, su cerebro había recibido tanta información para procesar en tan poco tiempo, que últimamente nada le parecería una locura, pero si ese es el caso, entonces, lo que estaba presenciando ahora mismo eran...

¿Zombies?



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