9. Urbi et orbi (I)


"El futuro no pertenece a los iluminados de corazón. Pertenece a los valientes". —Ronald Reagan.


—Esto no está nada bien... esto no está nada bien... esto no está nada bien... —repitió él, terminando de tragarse el último trozo de uña que le quedaba en su meñique—. Yo no estoy preparado para esto, me van a asesinar. ¡Me voy a morir! ¡Hasta aquí llegue!

Él no se encontraba solo, una muchacha lo acompañaba; al menos en cercanía posicional, porque de ambos, solo era él quien emitía alguna palabra, y solo lo hacía para quejarse del infortunio que tenía que padecer al encontrarse metido en un foso de mala muerte para ser partícipe de uno de los nefastos juegos del desquiciado de Calavera.

El hombre portaba una chaqueta deportiva azul con unas mangas negras que él aprovechaba en cualquier ocasión para quitarse el sudor de la frente; sus pies no paraban de moverse, incesantes, trasladando su esbelto cuerpo de un punto a otro, aunque siempre manteniendo cercanía con aquella muchacha; incluso podía sentir como sus cabellos anaranjados se erizaban con tan solo pensar en los sucesos catastróficos que acontecerían en breve.

Sus lastimeras oraciones siempre encontraban el punto negativo de todo, y su boca parecía no escatimar en saliva, al no parar de moverla ni por un segundo, para soltar a viva voz todo el recorrido que había experimentado desde la hecatombe de muertos vivientes hasta el día de la fecha; empezando por comentar como había tenido la desdicha de sobrevivir al día rojo gracias a permanecer en su oficina, en un piso 32, encerrado durante largas horas esperando que el humo rojo lograra disiparse en su ciudad; luego continuó su relato comentando como, de alguna u otra manera, había sido capaz de conseguir llegar a mantenerse en pie durante algún tiempo, con la suficiente comida como para subsistir un año y quizás más, y un refugio totalmente seguro de alimañas caníbales; claro que no totalmente seguro para los esbirros de Alexander, quienes luego de descubrir su locación, lo encarcelaron e incautaron todas sus valiosas adquisiciones para ellos.

—Para ahí... un segundo —lo frenó ella con prisa, antes de que su boca volviese a encontrar hueco para formar alguna nueva y cansina oración—. Te voy a ser honesta: ¡No me interesa tu historia! ¿No te das cuenta dónde estamos? ¡No tenemos el lujo de perder tiempo hablando! Tenemos que hallar una forma de salir de aquí.

Él hizo una mueca que mezcló una sonrisita histérica con una mirada que rotó de un lado a otro.

— ¡Es imposible! —contestó—. Hay solo una puerta, allá. Sin contar que estamos rodeados por centenares de los ojos de estos tipos, «los oscuros», que nos llenarían de huecos al intentar salir de aquí sin cumplir sus exigencias. Estamos acabados. Estamos perdidos. ¡No hay forma de salir ilesos! —el hombre bufó mientras su frente se arrugaba de la preocupación—. Lo lamento, no sé tu nombre. Me gustaría saberlo, yo soy Marvin Wints, tengo treinta años y esta es la última vez que me presentaré en mi vida.

La muchacha inhaló aire de manera prolongada, para luego soltarlo con sutileza. Se llevó sus manos a la cara para disipar todos aquellos pensamientos que involucraban darle una paliza a Marvin y decidió centrarse en lo que realmente importaba: Sobrevivir. Siempre que sentía que sus emociones podrían superarla, repetía la misma acción: Juntar sus manos, tapar su rostro, y usar sus dedos para despejar los dos mechones de su flequillo que casi siempre descansaban sobre sus pómulos. Ese pequeño ritual para mantener la calma siempre lo finalizaba trasladando sus manos hacia la zona de la nuca, para así masajearse unos segundos entre su corta cabellera ocre con sus dedos. Al terminar, sus ojos se fijaron con una enorme determinación hacia los de Marvin.

—Contigo no creo que logre gran cosa, siendo honesta, creo que tú serás el primero en morir aquí. Y en cualquier otra situación, créeme, te hubiese dejado atrás. Pero no puedo permitirme un lujo tan grande en este momento. No puedo porque sería una desventaja, viendo que solamente somos cinco personas aquí en este foso y que es más que seguro que necesitaremos la ayuda de todos para sobrevivir. Y eso te incluye.

Marvin se volteó para observar a los otros participantes: Tres hombres más. Uno que presentaba un peinado mohicano y que cuyo rostro daba miedo con solo verlo; otro que resultaba ser el más alto, con una impecable tez morena y una musculatura bien trabajada que no tendría nada que envidiar a un atleta profesional; y el último, que parecía un simple muchacho, el cual vestía unas botas y unos pantalones militares muy peculiares, de color negro con detalles escarlatas, con una remera negra muy desgastada y una extraña cicatriz que se asomaba bajo la manga de su brazo izquierdo.

—Como vez —continuó la muchacha—. Ellos parecen ser personas capaces, el único que sobra eres tú mi querido Marvin. Así que te recomiendo una cosa antes de que esta locura comience: Toda tu mierda, todo tu miedo, todo tu pasado, todo eso... lo haces un bollo, te lo tragas y sales a ganar como sea. Piensa en lo siguiente: ¡Debes sobrevivir! No te me frenes... no te me eches para atrás... todos tenemos que trabajar juntos para salir de aquí. ¿Está claro? ¡Hey! ¿Me estás escuchando al menos?

—Claro que si... —respondió él en un sobresalto volviendo su mirada hacia la embravecida muchacha—. Pero también quería escuchar lo que decía ese tipo del micrófono... al parecer el juego va a comenzar.

—Necesito que te concentres, Marvin.

— ¡Ah, genial! ¿Has visto eso? —señaló Marvin a la enorme ruleta que se encontraba sobre el foso, unos metros encima de la puerta—. ¡Tocará un peculiar!

—Bien, como sea, pero necesito saber si puedo contar contigo Marvin.

— ¿Quieres que me sacrifique? No creo que sirva ni para eso...

— ¡No! Solo te digo que si colaboramos entre todos, podremos salir de cualquier situación. Incluso en contra de peculiares.

Marvin comenzó a negar con la cabeza de manera intermitente y nerviosa.

— ¿Te pusiste a pensar que podemos hacer sin ningún tipo de armas contra un peculiar? No importa cual, todos son tremendamente peligrosos.

—No lo pienses, no le des vueltas al asunto o será peor para ti, es mejor que solo actúes —en ese instante, le fue imposible para ambos ser distraídos por los potentes gritos y vitoreos del público oscuro, que daba una calurosa bienvenida al primer adversario que se batiría en un enfrentamiento contra los cinco supervivientes—. Carajo... ven, tenemos que hablar con los demás y planificar un ataque.

Las puertas del foso emitieron un sonoro «clack» al finalizar su apertura, mientras una criatura comenzaba a asomarse desde las penumbras del otro lado.

— ¡Hey! ¡Hey! —dijo la muchacha arremetiendo con prisa al trio de supervivientes—. ¡No tenemos tiempo! Hay que organizarnos para lograr sobrevivir. Tenemos que definir los roles que tomaremos. Alguien deberá ser el atacante, otro el distractor... quizás necesite un poco de información sobre ustedes para poder asignarles un rol conveniente para todos.

—Discúlpame, ¿cómo te llamas? —inquirió Ezequiel.

—Jennifer.

— Bueno, Jenny. ¿Y si tu rol es el de callarte la boca? —comentó el hombre escrutando su oído con el meñique—. Digo... porque tienes un color de voz tan agudo que no escucho ni mis pensamientos.

—No seas grosero, Ezequiel —expresó Boris, siendo el único que se dirigió directamente a la muchacha—. No lo escuches. Lo que dices me parece una buena idea. Ya estaba pensando que ustedes se rehusarían a ayudarnos, agradezco que no fuese así. Mi nombre es Boris, y creo que puedo ser yo el que ataque directamente a los monstruos.

—Pues hombre, yo que tú me lo replanteo porque no será nada facilito con este «amiguito» que vino a saludar —comentó Ezequiel palmeando el hombro de su compañero para que observara hacia adelante.

Sus dedos se estrujaron a la puerta; sus pies dieron los primeros y contundentes pasos anunciando su llegada. Una mortífera mirada comenzó a asediar los alrededores del interior del foso, escudriñando a sus cinco residentes. Mientras su demoledora presencia impactaba a la vista de cada uno de ellos. Una sola criatura, una sola abominación era suficiente para retorcer los corazones de los participantes e inyectar en sus cuerpos una inmensa dosis de adrenalina. La altura que ostentaba era sobresaliente, pero no tanto como su joroba, que sopesaba unos cuantos centímetros respecto a su cabeza. Su andar era precavido, con un pie que parecía haberse fracturado a juzgar por el ángulo anómalo que presentaba, pero que no por ello le restaba potencia a la hora de blandir el suelo y hacer vibrar los nervios de Zeta y los demás.

La puerta se cerró tras la espalda de la bestia y el juego, oficialmente, había iniciado.

— ¡Mierda, mierda, mierda! —Marvin se unió al grupo con apremio para posicionarse detrás de Jennifer—. ¡¿Qué mierda vamos a hacer?!

— ¡Bueno, bueno! Ehm... hay que pensar... hay que pensar... —comenzó a precipitarse la muchacha quitándose las manos de Marvin de sus hombros—. Necesito saber sus destrezas. Los más rápidos para mantener al monstruo distraído, los más fuertes para atacarlo, y tenía pensado que uno de nosotros socorriera a los que pudiesen llegar a ser heridos y alejarlos del peligro.

— ¿Y si atacamos todos de frente? —preguntó Ezequiel.

—Nos va a matar...

—Yo soy fuerte y veloz, puedo distraerlo y probar un ataque frontal... —añadió Boris—. Pero lo veo imposible. Esa cosa tiene fama de ser un cabeza dura.

—Literal... —dijo Ezequiel.

—Nos va a pulverizar...

— ¿Qué hay de los demás? ¿Tú, por ejemplo? —Jennifer se refirió a Ezequiel—. ¿Eres bueno para algo?

—Nos va a machacar...

— ¿Es broma? ¿Qué si soy bueno para...? —interrumpió su frase con una risa sarcástica—. Yo soy bueno para... todo. ¡Experto! Número uno, en matar a estos... estos... ¡Chamucos!

—Nos va a...

— ¡Marvin, cálmate! Bueno... a ver, a ver —Jennifer continuaba su intento por esforzar sus neuronas al máximo para concretar un plan que los salvara a todos, pero para ello, necesitaba la información de un individuo más—. Escucha, tú... —zarandeó el brazo de Zeta, quien en todo momento no había despegado su mirada de aquella bestia—. Necesito saber algo sobre ti... ¿Estás dispuesto a ayudarnos?

—Si... —contestó de forma mecánica sin dirigirle la mirada.

— ¿Estás seguro? Porque parece que ni siquiera me escuchas.

Zeta finalmente se volteó.

—Escuché todo. Me uno con Boris, nosotros atacaremos. Ezequiel, si eres bueno corriendo necesito que te mantengas a una distancia prudente, preparado para intervenir y distraerlo si algo sale mal. Tú, Jennifer, ¿no? Quiero que hagas lo mismo que Ezequiel —luego movió su cabeza para poder ver a Marvin—. Él estorbaría. Que se quede atrás.

—No creo que deba quedarse atrás, todos debemos cooperar si queremos superar esto —contradijo la muchacha.

—Yo creo que él tiene razón... —musitó Marvin agachando la cabeza—. ¿Así que te llamas Jennifer?

—No —sentenció ella—. No la tiene. Tu puedes ayudarnos Marvin.

El monstruo comenzó a avanzar hacia ellos.

—Prefiero que se quede, y no es porque no me gustaría que nos ayudase, simplemente no quiero que muera —Zeta comenzó a retroceder a la par del grupo para tomar distancia de aquella criatura—. ¡Escuchen, no hay tiempo! Boris y yo vamos a intentar derribarlo, este grandote tiene un pie herido que podemos utilizar para desequilibrarlo. Una vez en el suelo Boris y yo intentaremos retenerlo, mientras tanto necesito que Ezequiel y Jennifer ataquen a su talón de Aquiles: Su nuca —el monstruo rugió y acortó más las distancias—. Si tienen uñas, intenten atravesar su piel; si no funciona intenten golpearlo, lo que sea... necesitamos exterminarlo de cualquier manera y su único punto débil es ese.

Ezequiel se vio tentado a echar una breve risotada.

—Tu plan es infalible amigo, rasguñarlo hasta que se muera.

Zeta no respondió.

—No tienes que ignorarme así, somos compas de cuarto —continuó el hombre divertido, mientras el grupo comenzaba a dispersarse—. Si mi tarea es rasguñar, ¡seré un puto tigre, compa! ¡Vamos a hacerlo pedazos!

El quinteto de supervivientes se replegó en el siguiente segundo, rodeando a la bestia desde puntos alejados. El monstruo siguió con su mirada a Ezequiel, quien era su presa más cercana, pero a su vez, la que se hallaba más inquieta. El compa de cuarto de Zeta, como a él le gustaba referirse, tenía una modalidad muy ágil de moverse, y que el propio Zeta ya había sido testigo de esto mismo en su corta batalla al conocerse. Lo que resultaba interesante de Ezequiel era su ágil movimiento con sus pies, algo en lo que Zeta no pudo evitar dirigir su atención; con el uso de brincos pequeños alternando los pies hacia adelante y hacia atrás, Ezequiel se desplazaba con naturalidad, rapidez y energía, pudiendo mantenerse tan cercano al monstruo, como también alejarse de él en un parpadeo.

En cuestión de unos pocos segundos, era Ezequiel quien parecía dominar toda la situación en el campo, pero eso era algo que el Grandote no iba a dejar suceder así como así. Ya agotado de dar tantas vueltas sobre su propio eje, el zombi comenzó a actuar con rabia. El primer pisotón le dio la certeza a Ezequiel que planearía ir en un ataque directo, corriendo e intentando alcanzarlo. Lo que resultó muy sencillo de evadir, girando sobre sus pies, agazapándose, colocándose de espaldas al lateral del zombi, y lograr escabullirse en solo unos segundos a una zona segura a retaguardia del Grandote.

Pero aunque Ezequiel permaneció en su lugar al colocarse tras la bestia, esperando que se volteara a buscarlo, eso no pasó. El monstruo siguió su rumbo fijo, ya que su objetivo se encontraba más adelante: un objetivo temeroso, de cabellera anaranjada y cuyo cuerpo se petrificó al instante.

— ¡Marvin apártate de ahí! —vociferó Jennifer, pero ya era demasiado tarde.

El monstruo abrió sus brazos dispuesto a atrapar a un estático Marvin, que mientras más veía como aquella bestia le recortaba trecho, más eran sus ansias de atravesar el muro pegado a su espalda. A pesar de que la respiración de Marvin se cortó en un segundo, fue capaz de percibir un pútrido hedor que se inyectó en sus fosas nasales y fue sentido como una patada a la boca del estómago. La enorme criatura obstruyó toda escapatoria del joven, su cuerpo, inmenso y amenazante, se inclinó hacia su presa; estiró sus brazos al frente; sus zarpas alcanzaron a rodear el cuello del hombre con una mano y parte de su cráneo con la otra.

Marvin dejó escapar el aire que hasta el momento había mantenido en sus pulmones y un resoplido de súplica se deslizó por sus labios. Morir le daba pavor, pánico... lo horrorizaba; si fuera por él, hubiese preferido jamás haber nacido si sabía que su final acarrearía semejante dolor y humillación. Porque eso era lo que sentía ahora mismo. Una punzada de intensa agonía recorriendo su cabeza, mientras aquella bestia hundía sus horripilantes dedos de salchicha en su cráneo para alzarlo del suelo.

Lo sabía, lo había intuido desde el primer momento en haber pisado el maldito foso. Sabía que él sería el primero en pasar a mejor vida en toda esta locura de «juego». Y aunque Jennifer le había dicho explícitamente que no se echara para atrás... eso fue lo único que alcanzó a hacer. Sus ojos comenzaron a deshacerse en lágrimas cuando su cuerpo ganó la misma altura que la del monstruo. Sus miradas se hicieron frente. Una que sublimaba odio y aversión, y la otra, que suplicaba con clemencia una oportunidad más... una última oportunidad.

Marvin inhaló sus últimos alientos, y perdiendo la última gota de fe que había sobre su persona, cerró sus ojos... pero lo que no sabía, era que no sería la última vez que lo hiciera. Tan audaz como un felino, y tan veloz y elegante como una gacela, los pasos de Zeta recorrieron el suelo, se elevaron hacia el muro y saltaron con precisión hacia el monstruo.





***

Notas de autor:

¡Hola a todos! Hacía mucho tiempo que no publicaba, pero siempre que tengo aires de volver a retomar la escritura, lo hago en grande y compenso a lo loco. Y esta no es la excepción, porque no solo traigo un nuevo capítulo de ZII, sino que vengo a informar de algo muy especial. 

Según la editorial, el libro de ZI en físico está muy, muy cerca. Más cerca de lo que mencioné por Facebook hace unos días, cosa de semanas, me dijeron... y con suerte, que espero que la tengamos, estaría disponible: ¡Este mismo mes! 

(La info sobre dónde conseguirlo y cómo, la publicaré al detalle una vez lanzado el libro).

Así que, muy animado por esta noticia, también tendré que recordarles que voy a tener que sacar el libro de ZI de Wattpad, en cualquiera de sus formatos. Cosa que ya había mencionado por mi perfil. 

Siguiendo el hilo de noticias de Z, no quiero que se desanimen por mi a veces, muy prolongada falta de publicaciones diarias. Yo intento escribir regularmente, pero hay veces que se tiene que hacer una pausa para recopilar algún que otro dato para el libro. 

Para fortalecer la historia, para reforzar la trama, etc, etc... Por más que no lo parezca, aunque estuve en "paro" de escribir ZII, si estuve escribiendo mucho de lo que se hará en un futuro. Algo así como el boceto de ideas que tengo para los próximos arcos argumentales.

(Porque créanme... el arco de "las naciones", es solo lo primero, de lo mucho que tengo en mente para esta historia). 

Así que estos "paros" le sientan genial a la historia a nivel futuro y para que ustedes JAMAS se puedan aburrir de su contenido. No quiero pecar a lo twd, ¿se entiende? 

(A veces me compadezco de ustedes por todo lo que pasará en esta historia y todo lo verán... pero la verdad que más los envidio... ¡Ja!).

En definitiva, la escritura siempre está y estará. Y ahora más que nunca, ya que si puedo, y adelanto un poco más... antes de terminar la semana les dejo un nuevo capítulo de ZII para que lo gocen, lo disfruten y lo comenten como solo la Horda Escarlata sabe hacerlo. 

Así que noticias buenas en combo X2 : ¡Nuevo capítulo con actualización rápida y fecha de estreno del libro físico adelantada!

¿Que más se puede pedir para este último mes del año? 


¡Feliz Lectura!



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top