2. Moneda de intercambio (IV)


Aclaración: Publico este fragmento corto para dar fin al capítulo 2 y continuar luego el resto. Mañana voy a actualizar las correcciones de los capítulos anteriores, arreglando algunos detalles para que concuerde todo con la edición definitiva de ZI. 
Recomiendo que a partir del 29 de junio se lean el libro de nuevo, para refrescar la memoria de los acontecimientos, y porque a partir de ahora... ¡ZII continua! 

¡Feliz lectura! 

Extrañaba esto...

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El golpe había sido brutal. El torrente de dolor que sintió en su columna al impactar en el concreto se tradujo en un sonoro grito que inmediatamente tubo que obligarse a callar. Sabía que dentro de ese foso lo acompañaban decenas de esas odiosas criaturas. Jin se encontraba completamente adolorido, sus piernas no respondían luego de que Calavera lo hubiese arrojado sin piedad a esa aterradora trampa. Apenas podía observar con claridad a su alrededor; pudo escuchar como varios zombis se acercaban hacia él, ya había sido descubierto. Se esforzó de manera sobrehumana para poder moverse pero apenas podía mantener el torso separado del suelo.

Los latidos de su corazón se potenciaban cada vez que esos seres se acercaban más a él. Intentó buscar un arma regada por el suelo, o algún elemento cortante; cualquier cosa que le sirviera de protección sería ideal en un momento de crisis así. Lastimosamente para él no había nada a su alcance, lo más cercano que tenía era el cadáver de uno de sus compañeros a su lado. Supo reconocerlo al instante, se trataba de Antonio, era un buen sujeto; bastante alto y corpulento.

Verlo postrado de esa forma lo destrozó por dentro, pero su angustia fue cortada por un zombi de cabello rubio que intentó alcanzarlo por los pies, Jin le propendió una patada de forma automática. Otra criatura lo vio cerca y también atacó; entonces, en ese momento, sus instintos reaccionaron más rápido que su mente. Jin tomó el cadáver de Antonio y lo giró sobre su cuerpo, colocándolo encima de él como un escudo. El zombi cayó sobre el cadáver, y una vez arriba, Jin volvió a girarse para atrapar al monstruo debajo de Antonio.

El giro había activado un umbral de dolor en toda su columna; pero no tenía tiempo para pensar en ello. En un golpe de vista, pudo apreciar cinco sombras más que detectaron su presencia. Revisó a Antonio hasta toparse con un cuchillo táctico militar, de un filo tal que cortaría cualquier cosa, o en este caso, cualquier zombi.

Con el cuchillo en mano, volvió a patear al zombi que intentaba alcanzarlo por los pies, aquel maldito no parecía agotarse. Se arrastró todo lo que pudo lejos de él, acercándose hasta otra de las siluetas carnívoras. El monstruo tuvo que colocarse de rodillas para alcanzar a Jin, pero su lentitud fue su perdición y el joven asiático estiró su brazo para incrustar el cuchillo dentro de su mandíbula.

Al reciente cadáver lo utilizó de apoyo para poder sentarse; su cabeza se sacudió de una esquina a otra intentando buscar alguna cobertura, pero sin suerte. Una nueva silueta resurgió de las sombras, Jin atacó a la rodilla con una patada que provocó que el monstruo cayera a su lado, cambió el cuchillo de mano y lo hundió con fuerza en otro nuevo cadáver.

Esta vez fueron dos las criaturas que sorprendieron al asiático; una mujer que se le colgó a la espalda buscó morderlo en el hombro, pero el movimiento de brazo de Jin fue más ágil, destrozándole la nariz de una puñalada. El siguiente era un hombre obseso de rostro deformado por la podredumbre, que fue directo a él desde el frente logrando tumbarlo en el suelo, la navaja se le escapó de las manos en ese movimiento y el asiático tuvo que interponer sus brazos para protegerse.

Su respiración pareció haberse terminado, le costaba respirar con aquella bestia apresándolo contra el piso; utilizó su último aliento para ejercer la fuerza suficiente y poder inclinarse hacia un lado. Su mano derecha pudo alcanzar el cuchillo, pero en ese momento, su otro brazo sintió un aliento caliente. Era el mismo zombi rubio de antes, el cual se había arrastrado hasta él de nuevo sumándose a la contienda.

Una punzada de terror lo sacudió al sentir como aquellos dientes se clavaron en su brazo generando un intenso dolor; y movilizado por la euforia, atravesó con el cuchillo el área frontal del cráneo del zombi obeso, y continuó con el siguiente, conectando una tajada rápida en el cuello de la criatura y luego una puñalada certera en la sien.

Las fuerzas de Jin se agotaron después de eso, abandonándose a sí mismo en ese foso sin salida. Sin perder el conocimiento, su mente fue presa del pavor al escuchar como los monstruos deambulaban cerca de él. La angustia lo golpeó al instante. No quería morir, pero ya nada podía hacer, y aquella herida en su brazo lo quemaba por dentro. Su agonía se extendió durante varios minutos; y con el pasar del tiempo el dolor comenzó a esfumarse, su respiración volvió a la normalidad y sus lágrimas ya se habían secado. Pero había algo que no comprendió hasta alzar su mirada.

Seguía vivo y ninguna bestia se había molestado en acercarse a él de nuevo. Al parecer estar envuelto en cadáveres había hecho que le perdieran el rastro. Era buena señal, así que esperó lo suficiente como para recobrar un poco de energías y se colocó de pie. Su vista ya se había acostumbrado a la oscuridad y asesinar con sigilo al resto de los muertos en aquel foso fue una tarea duradera y de extrema paciencia; pero luego de encontrar un arma de fuego de entre tantos cadáveres de sus ex compañeros, la tarea se tornó más sencilla.

Salir del foso con un solo brazo también contrajo complicaciones, pero nada que el maestro de Parkour de la nación no pudiese sobrellevar, y el hecho de fabricar una montaña de cadáveres ayudó a la labor. Una vez llegó arriba, un alivio alcanzó su cuerpo cuando su rostro recibió la caricia del viento, afuera de la torre de radio. Pero todavía no estaba terminado para Jin, la noche había caído y su nación lo necesitaba. Lo siguiente que hizo fue buscar un buen vehículo.  

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