─;; cuatro.

― Y al final me dijo: “No, 18, serán 18 meses, no 36”. ¡Huevón, te juro que me caga todo!

― Pero marico, cálmate.

― ¡No pe’, no puedo! Todos me llegan al pincho, ¡por mí que se vayan todos a la mierda!

El peruano gruñó con frustración mientras se desparramaba en el mismo sillón de antes, el cual estaba en su sala. Decidió cerrar sus ojos buscando calmarse, pero el estrés acumulado desde hace días no le dejaba lograrlo. Rendido, los abrió de nuevo y notó cómo Venezuela lo miraba con pena, parado en frente suyo. Carajo. No tenía porqué molestar a su inquilino con sus problemas, mucho menos cuando él tenía peores asuntos que atender. Además, ya sabía que se sobrepasaba cuando alguien empezaba a mirarlo con el mismo rostro de huevón conmovido que tenía el venezolano en esos momentos, y a Perú le cagaba que sintieran pena por él, ¡no necesitaba ayuda de nadie!, tan solo buscaba desahogarse sin necesidad de una respuesta o ayuda. Él podía solucionar sus cosas solo.

― Pucha, perdón, me pasé.

Aun así, también sabía cuándo estaba incomodando a alguien, como en ese instante. Venezuela no sabía qué decir y el ambiente ya era muy tenso.

― No te preocupes pana, haré que no te escuché―Negó con su cabeza, con tono casual.

― Chévere―suspiró fuertemente, se estabilizó en el sofá y se sentó, encontrando la paz de una vez―. Ya me desahueveé.

Algo similar sucedía cada vez que Perú iba a reuniones importantes que tenían relación con la política (últimamente estas se tornaron muy frecuentes). El peruano retornaba a su hogar más asado que nunca si las cosas no salía como él esperaba, lamentablemente Venezuela era el más afectado de sus quejas que duraban… hasta que se le pasara el berrinche. Ah, pero cuando se ponía intenso, el venezolano no tenía problema alguno en cortar su huevada de una: “No seas mingón” y se callaba.

Ya eran las seis de la tarde y la reunión había iniciado a las ocho de la mañana, demasiado temprano si le preguntaban, el peruano terminó exhausto, no tocó su fono en todo el tiempo y tampoco tenía ganas de hacerlo. Lo único que quería era jatear y ya, pero se vio repentinamente obligado a meditar en cuanto vio al venezolano retirarse de la sala.

Ah, qué día de mierda.

El peso de las responsabilidades ya no le afectaban tanto como antes, ya que había aprendido a vivir con los episodios de estrés que le daban. A las malas, pero tuvo que hacerlo. Desafortunadamente, no podía afirmar que su situación general cambió para bien, porque no era cierto; se encontraba estable, pero eso no significaba que estaba mucho mejor y no tenía nada de qué preocuparse. Por lo contrario: vivía con la constante preocupación de que cualquier crisis que haya ocurrido, podría volver a suceder, por lo que prefería guardarse su vulnerabilidad para sí y soltar su enojo con todos (aunque eso nunca lo admitiría).

Sí, Perú era un terco, un necio y un orgulloso, incapaz de mostrar ante otros sus temores y preocupaciones, reprimiéndolos. Al final, solo se hacía más daño a sí mismo. Probablemente ya se les haya quedado claro en este punto, mas el único que no lo sabía todavía era él mismo.

Pero no lo culpen, su historia siempre fue muy complicada.

●●●

Perú se había retirado a su cuarto para recuperar sus horas de sueño. Venezuela sabía que el peruano dormía como tronco, podría ocurrir un terremoto y él seguiría durmiendo tranquilo. Así que decidió quedarse en la sala viendo tele.

Por eso es que no le sorprendió que no se haya despertado, ni siquiera pareció quejarse entre sueños, cuando sonó insistentemente el timbre de la casa, Venezuela rezongó en silencio y le bajó el volumen a Esto es guerra (programa que veía con el único propósito de burlarse de los concursantes), antes de pararse y abrirle la puerta a... Bolivia. Ahora, eso sí era una sorpresa. El país vecino no le avisó de su visita, prácticamente la última vez que lo vio fue el jueves pasado.

― ¡Cumpa! ¿Cómo es? ―El pequeño saludó con energía mientras el venezolano rodaba sus ojos. Lo dejó pasar y ambos ingresaron a la sala.

― Perú está dormido, chamo. Y te aconsejo que no lo intentes despertar. Ha estado muy ocupado.

― ¿Ah, sí? Qué pena… ―dijo el contrario. Venezuela recordaba porqué detestaba su actitud tan expresiva, resultaba tan exagerada y cagaleche que lo ponía arrecho―. ¡No importa! Así coordinaremos lo necesario para la tafies―canturreó animado mientras se sentaba.

― Marico, dijiste que sería el viernes. Creo que te estás apresurando.

― El tiempo pasa volando.

― Estoy empezando a dudar en si esto es buena idea...

― ¡Ya hemos hablado! Mi broder es tonero. ¿Sabes qué es eso, no? ¡Alguien al que le encantan las fiestas!

El venezolano seguía frunciendo el ceño cada vez que el boliviano pronunciaba palabra. Sí, sabía sobre ello, vivía con el peruano después de todo. Pero no quería desanimar a Bolivia tan rápido: el problema residía en que no sabía cómo cortar su fantasía sin ser grosero.

― Pero chamo, he visto a tu hermano, está burdo de cansado―Luego decidió seguir añadiendo―: Creo que necesita más una siesta que otra vaina.

Bolivia le dedicó una mirada, pero no era una cualquiera, se trataba de una socarrona. Oh no. Ya la conocía. Seguro diría una...

― ¡Tranquilo! Además, ya invité a todos.

… güevada.

― ¡¿QUE QUÉ HICISTE?! ―lo interrumpió con furia. No podía creerlo, ¿cómo que el mamagüevo había hecho eso? Ni siquiera coordinaron cómo iban a ser los preparativos, ¿qué coño?

― ¡Invitar a todos!

― ¡Por Maburro, sí te escuché, güevón!

― Bueno, tenía que hacerlo. ¡Habíamos quedado en algo! ¿O no cachaste? ―Alzó sus hombros mirándolo algo asustado ante su reacción. Venezuela simplemente palmeó su rostro, lamentando la poca inteligencia del boliviano. Ya lo había enojado en su totalidad.

― Mira, cabeza de güevo―Le dirigió la mirada con furia―. Si las cosas no resultan bien, me hago un paso patrás y te echo toda la culpa, ¿vale?

― Ay, qué agresivo eres ah. Pero ya, ya, entendido.

Con esa respuesta, el venezolano se destensó.

― Bien.

Permanecieron en un incómodo silencio durante varios segundos, sentados en el sillón sin mirarse o dirigirse la palabra, lo único que vieron durante ese lapso fue a los concursantes del absurdo reality sin nada de volumen… sí, sin duda, ambos ya no sabían qué más decir.

― Entonces… ¿Cómo será todo? ―Fue la pregunta que se le ocurrió al venezolano, después de todo ya quería saber cómo era que el país planeaba la idea de la fiesta.

― Ah, pues mira: el mismo viernes puedes distraer a Perú temprano, salen a dar una vuelta y es allí donde entro, recibo a los otros y nomasia.

Rezongó en silencio. Tremendo plan, guau, cagante. Pero cuando se ponía a pensarlo tampoco esperaba mucho del boliviano, por lo que decidió no dar más vueltas en el asunto y aceptar.

― Vale.

A pesar de que le daba mala espina.


•••

hOLAAA,, morí pero reviví xdd. dudo que alguien vuelva a leer esto, pero wenO, espero poder actualizar pronto porque el cap que sigue no me convence tanto, así que trataré de editarlo:(

asiesSS, veo a perú como un  s a d  b o i™️

si me confundí con las personalidades de bolivia y venezuela meper donan¿¿))

vayan formulando sus conspiraciones, qué planeará chile y todo lo demás xddd. (?)

eso, hasta la próximaaa xd

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