SB

Caminar hacia la universidad son de las cosas que más amo hacer por las siguientes razones:

1. A las siete de la mañana hace muchísimo frío. ¿Adivinen a quién le encanta el frío de invierno?

2. Adoro caminar, si es con música (cortesía de mis audífonos) mucho mejor.

3. Todas las mañanas cruzo dos calles para comprar un café negro, caliente y amargo de mi cafetería favorita. Nada mejor.

4. Es la hora del día en la que más tranquilo y menos atareado me siento. Solo soy yo, mi café y mis audífonos. Nadie ni nada más.

5. Como última razón tal vez podría sumar el hecho de que las calles están vacías a esas horas por lo que el ruido de ciudad no es mucho.

Ahora, todo tiene un lado negativo.

¿Qué cosa no me gusta de mis caminatas matutinas?

Creo que solo vendría a ser una cosa: la vista.

No me malentiendan, Seúl es una ciudad preciosa, calles limpias y bien cuidadas, infraestructura estética tanto ambigua como moderna, minimalista de hecho, cosa que me gusta.

El problema tiene nombre y apellido.

Choi Yeonjun.

Choi Yeonjun es quien arruina una vista que bien podría disfrutar cada mañana.

¿Por qué?

No me agrada el chico, así de simple. No lo conozco, pero su cara bonita me resulta estresante. ¿Y cómo no? Si es que la ciudad está completamente infestada con sus fotos. En cada maldito edifico, en cada pantalla digital, sale el famoso Choi Yeonjun, posando para publicitar un perfume, una marca de ropa, comerciales de comida y de todo lo que te puedas imaginar.

Y de verdad me pregunto, ¿no existen más modelos? Ese pelinegro incluso se ha ganado el título del chico de la nación. No hay persona que no sepa de él o que no hable de él todos los días.

Mis amigas dicen que cuando lo critico, solamente es porque estoy celoso de que él apenas teniendo un año más que yo, ha logrado conquistar millones de corazones a nivel mundial con su porte y su carita preciosa.

¿Celoso yo? Permítanme que me ría. Honestamente, creo que no tengo nada que envidiarle a Choi alucinado Yeonjun. Es más, les apuesto a todos que finge su personalidad de príncipe frente a las cámaras.

¿Ahora se entiende por qué no me agrada?

Giro la cabeza ochenta grados, Choi Yeonjun, se me da por ver los edificios, Choi Yeonjun, incluso en la radio, Choi Yeonjun. Choi Yeonjun, Choi Yeonjun...

Es irónico que cuando llegué a la universidad esa fría mañana de junio, lo primero que escuché en la entrada fue a una de las chicas de primer año gritar su nombre como si estuviera en una película de terror.

La verdad quise reír por su estúpido fanatismo, pero la sonrisa se me borró del rostro cuando mientras caminaba por los pasillos, oí su nombre alrededor de unas veinte veces más, incluso proviniendo de profesores.

Era normal que lo escuchara un par de veces al día, pero no de la forma en la que sucedió esa mañana.

Cuando llegué a mi casillero, solo podía escuchar por encima de mi música su irritante nombre otras cincuenta veces más.

Tuve que contenerme de voltear y mandar a todos a la mierda.

Es en ese momento que siento una mano en mi hombro, que me hace sobresaltarme un poco, haciendo que me gire hacia aquella dirección, bajándome los audífonos.

Era Huening Kai, un buen amigo mío y con quien solía pasar la mayoría de clases.

——Hey ——saludé con una sonrisa ladina mientras guardaba mis audífonos en el bolsillo de mi pantalón.

——Hey Binnie, ¿escuchaste la noticia?

Inmediatamente negué, dos segundos después, cinco chicas pasaron a mi costado corriendo, empujándome como si mis 185 cm fueran poco.

Miré a su dirección con molestia y Kai se burló de mí.

——No, no he escuchado nada de ninguna noticia, ¿qué pasó? ——pregunté con desinterés. De seguro era otra de sus películas o de sus mangas.

——No te ves de buenas ——comentó burlón.

Honestamente estaba aburrido, solo me encogí de hombros.

——Vamos a clase, será mejor que lo veas por tu cuenta.

No insistí, simplemente con mis cuadernos en mano, lo seguí hasta nuestra primera clase.

Estábamos ya tarde, por lo que trotamos hasta nuestros asientos.

Apenas nos sentamos, la señorita Kim se levantó de su escritorio, acomodó sus anteojos y caminó hasta estar en frente de todos en el medio del salón.

Los murmullos que intenté ignorar antes, se convirtieron en un bullicio insoportable, incluso gritos.

En mi clase había puro niñato inmaduro, que para ser honestos, no entendía porque querían estudiar psicología cuando no podían ni con sus propios problemas. Debo decir que estaba acostumbrado a sus actitudes infantiles, pero jamás se habían comportado así antes.

El griterío también molestó a Kim, quien con una mueca de disgusto, levantó la voz.

——¡Silencio!

Entonces el volumen se redujo y los susurros volvieron. Giré a mis costados para ver a mis compañeros ansiosos y emocionados. Luego miré a Kai pidiéndole una explicación con los ojos.

Él solo hizo un gesto con la cabeza como diciéndome que atendiera a Kim.

——Muy bien, alumnos ——Aplaudió haciendo que todos le presten atención ——. Antes de comenzar con la clase de hoy, creo que no es novedad que tenemos un nuevo estudiante uniéndose a nosotros.

——¡Choi Yeonjun! ——gritó una castaña a unos cuantos asientos de mí.

Solo eso bastó para que el escándalo volviera.

Si mi entendimiento básico no estaba del todo oxidado, entonces eso quería decir que ese idiota bonito era el nuevo, ¿verdad?

Con una cara de confusión mezclada con sorpresa, vi a Kai quien miraba con indiferencia hacia adelante.

¿Podría ser?

No, no creo.

Aunque por lo fanáticas que eran mis compañeras, sabía que él había querido estudiar psicología toda su vida.

No obstante, dudo que hubiera asistido a esta universidad precisamente.

Aunque fuera la mejor y más cara de Corea...

Oh joder, tenía que ser una broma.

——¡Silencio jóvenes! No he terminado de hablar-

En ese momento, la puerta se abrió. Un pelinegro alto usando una sudadera de colores y unos simples jeans, había asomado su cabeza tímidamente.

——Oh, todavía no dio la señal, lo siento tanto ——se excusó.

Los gritos se intensificaron y creo que quedé sordo del oído izquierdo.

Me tomé casi cinco segundos en identificar a ese chico como el protagonista de todos los anuncios existentes en el país.

Ese chico era Choi Yeonjun.

El único, inigualable y detergente.

Cuando Kim lo vio, su expresión que siempre era parca, se suavizó como si hubiera utilizado brujería, porque jamás había visto una sonrisa así en la señora.

——Con ustedes, Choi Yeonjun ——invitó con sus manos.

Gritos y más gritos que parecían de infantes de cinco años.

Por dios, solo era otro humano más. No era un dios o algún científico reconocido. Solo era un modelo más, uno muy guapo por cierto, pero solo era uno más.

El chico hizo una reverencia.

El grito que pegó una chica a mis espaldas, hizo que girara enfurecido y la mirara feo para que se callara de una vez, porque de lo contrario terminaría sordo.

——Mi nombre es Choi Yeonjun. Desde ahora seré su compañero, es un gusto conocerlos. Espero nos llevemos muy bien.

Oh sí, aplausos y más aplausos, más incoherencias, suspiros y hasta llanto, creo.

Cuando vi a Kai, este estaba aplaudiendo con una sonrisa amigable.

También era un fan de closet, lo sabía.

Después de que todos se tranquilizaran un poco. Kim, con esa sonrisa que jamás creí ver en la vida, señaló por la zona en la que estaba yo, el centro del salón.

——Es un honor tenerlo aquí joven Choi, pase por favor a su asiento. A lado del señor Choi Soobin.

Ay no.

——Disculpe, ¿quién es Choi Soobin? ——preguntó con timidez.

La chica que estaba a mi costado me levantó la mano como si fuéramos amigos.

——¡Aquí! ¡Es aquí! ¡Entre el espacio entre ambos!

No estoy seguro si vi bien, pero me pareció ver una sonrisa perversa formarse en la comisura de su boca antes de venir hacia acá. De seguro solo fui yo por la conmoción.

Escuché muchas cosas, pero el "Qué suerte tiene Soobin." fue lo más recurrido.

¿Suerte por qué? Solo iba a sentarse en una jodida silla, gente ridícula.

Cuando volví a ver a Kai este me miraba con aprobación, asintiendo como felicitándome o también burlándose de mí considerando que él sabía que no me agradaba el chico.

Maldita sea.

Cada paso que daba hacia acá, escuchaba el sonido de los suspiros de la gente fundirse con... ¿Con mis latidos acelerados? ¿Por qué estaba nervioso? Joder, no tenía porque estarlo si solo era otro chico más como yo, pero tampoco voy a hacerme el rico, el muchachito era un muñeco.

Me obligué a tranquilizarme, pero era difícil porque con cada paso que diera, yo sintiera que solo me estuviera mirando a mí, intensamente.

Obviamente era solo una imaginación mía, porque era imposible que me mirara a mí de esa forma habiendo tantos bombones en nuestro salón. De seguro estaba mirando a Olivia, sí. No era yo, incluso si lo parecía, no era yo.

Llegó hasta mi fila, haciéndose paso entre las sillas y ganándose miradas curiosas y enamoradas de todos.

Cuando se sentó de golpe a mi costado, me di cuenta de que había estado manteniendo la respiración por mucho tiempo, por lo que me avergoncé de mi hipocresía y me obligué a relajarme de nuevo.

——Gracias por darle la bienvenida al señor Choi. Ahora empezaremos la clase. Abran sus cuadernos...

No me había fijado de lo cerca que estaban nuestras sillas hasta que sentí su muslo golpear el mío disimuladamente por debajo de la mesa, donde solo supimos de aquel contacto él y yo.

Un poco desconcertado por su repentino contacto, me giré hacia él para ver su expresión. Mantenía la mirada fija en el pizarrón, parecía estar sonriendo de algo, también se veía relajado.

Me convencí de que solo había sido un accidente, y miré al pizarrón también.

Pero volvió a pasar.

Giré mi cabeza hacia él esta vez más alerta, y me estaba mirando con una diminuta sonrisa que pude leer.

——Espero que nos llevemos muy bien, compañero.

Lo había dicho muy extraño. No quise ser yo el que imaginaba otras cosas, así que ignoré su tono al decir eso.

——También lo espero ——respondí en un intento de sonrisa que no salió como esperé.

Cada uno devolvió su mirada al pizarrón.

Me costó llevar el ritmo de la clase porque me sentía intimidado.

¿De qué? Ni siquiera lo sabía con exactitud, pero todo había sido sumamente extraño.

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