El verdadero verdadero comienzo - 01
Yeonjun estaba luchando por respirar, su rostro se tornó rojo. Yo estando en mi estado de insania, de manía total, no fui realmente consciente del daño que le estaba haciendo.
Pero había una diferencia entre su fuerza y la mía: él ejercitaba, yo no, por lo que cuando me empujó con toda su fuerza, logró apartarme de él.
Giró en la cama y cayó de rodillas. Tosiendo gateó relativamente despacio hasta la esquina de la habitación, sus ojos engalanaban lágrimas, su inmaculado traje ahora estaba arrugado y manchado con polvo. Su respiración era agitada, ronca; con cuidado se sentó en el suelo y se giró para verme, horrorizado; dolido.
Sus ojos sobre los míos siempre me dieron paz, y esta vez tampoco fue la excepción, por lo que cuando vi directamente a sus refulgentes luceros, mi ira desapareció, esa expresión mía demoníaca se esfumó siendo reemplazada por dolor. Fue aún peor al ver lo que había ocasionado: lastimar a la única persona que me amó como nadie.
Fueron varios segundos así, mirándonos a los ojos. Tanta intensidad que en cualquier momento el mundo ardería en llamas.
Era mucho para sobrellevar...
Desconcierto, confusión, desespero, ira, deseo, amor...
De alguna forma, él y yo nos tranquilizamos sin decir ni una sola palabra. Sus ojos siempre fueron mi mejor calmante, y eso, jamás, jamás cambiaría.
Al mi ira y frustración desaparecer, tan solo volvió incrementado ese sentimiento asesino, ese que iba a matarme algún día si seguía consumiéndome de esa forma: la tristeza.
Viendo esos ojos brillantes y dolidos, a aquella adicción mía, solté un sollozo.
Se sentía como si alguien hubiera echado ácido a mi garganta, y honestamente, creo que hubiera preferido ese dolor al que estaba experimentando.
Caminé de espaldas como pude hasta que sentí a esta chocar con una pared. De repente era como si toda la fuerza que usé para lastimar a Yeonjun se hubiera ido, porque me sentía tan débil...
Mis piernas no dieron más, estas cedieron y me deslicé por la pared, caí desbaratosamente sin poder detener mi llanto, también rehusándome a seguir torturándome con esos ojos.
Yeonjun también empezó a llorar, mirándome así.
Él sabía.
--¿Por qué, Yeonjun? --pregunté herido, sin fuerza --. ¿Por qué me haces ésto? --intenté reír, mas no salió como esperé: porque se supone que una risa no debería doler --¿P-Por qué tuve que conocerte? ¿Por qué me tuve que enamorar así de ti? Dímelo.
Yeonjun mordió su labio inferior para retener un sollozo.
No me estaba reclamando nada. Pero supongo que ya no podía hacerlo. Se había acabado, ¿verdad?
Bajó la cabeza y eso ocasionó que más lágrimas desembocaran en la alfombra.
--Lo siento tanto, Soobin...
Yeonjun tenía tanto poder sobre mí que era gracioso y aterrador a la vez. ¿Cómo una persona puede controlar tanto tu vida? ¿Tus gustos? ¿Tus sentimientos? ¿Tus pensamientos? ¿Tu corazón? Solo Yeonjun podía hacerme sentir tanto... Y quién diría que tan solo con esas cuatro palabras, él haría que la molestia volviera mi cuerpo.
Mi mirada, ahorra irritada, se agudizó sobre él.
--¿Sientes qué, Yeonjun? ¿Qué es lo que carajo sientes, huh? ¿Engañarme? ¿Ignorarme? ¿O tal vez sea la culpa que sientes porque me ocultas cosas? --Callé un momento para respirar, casi no podía, tragué saliva --Los sueños extraños siempre fueron algo más, ¿verdad? --Sonreí ladino --Siempre hubo algo más... Yo... --Bajé la cabeza un momento, no podía romper en llanto de nuevo, así que me obligué a volver a tragar el nudo en mi garganta --No sé lo que está pasando, Yeonjun --Fui lo suficientemente valiente para mirarlo a los ojos --, t-tengo tanto miedo de no entender... Lo siento mucho, Yeonjun. N-No quise hacerte daño, pero necesito entender la verdad, necesito una respuesta, porque si es que no la tengo, voy a volverme loco y no quiero hacerlo, mi amor... --Lloré aún más por esas palabras, esas dos malditas palabras que se habían vuelto costumbre en esos dos años, palabras de las que había olvidado su significado e importancia por costumbre --Entonces, p-por- favor, por favor Yeonjun, si es que sabes algo, si es que me amas, necesito que me lo digas por favor. Porque yo ya no puedo vivir así --Mi voz se rompió al final y mi cara se deformó en un mueca fea.
Yo seguía llorando, pero Yeonjun ya no. Se había calmado. Entendería la razón en los siguientes minutos.
Miraba cabizbajo la alfombra, sorbió de su nariz una última vez antes de decirme lo que tanto temía pero quería escuchar.
--Está bien --musitó con la voz rasposa asintiendo una vez con la cabeza --. T-Te explicaré todo.
Esa última oración la dijo con tanta aflicción que supe que estaba luchando como yo, usando toda su fuerza de voluntad para no llorar.
Mi corazón se estrujó cuando entendí sus palabras: Yeonjun me había mentido.
Pero no tenía idea de lo grave que sería. Hubiera deseado estar mejor preparado.
--Acompáñame afuera por favor --me pidió sin verme.
Cuando me dijo "afuera", creí que se refería a que debíamos salir de la habitación, pero no se refería a eso, porque lo que Yeonjun hizo fue salir al balcón de la habitación, un balcón antiguo victoriano enorme, con macetas en las esquinas, uno que te permitía ver el patio verde desde arriba.
¿Cómo es que no había visto tremendo balcón al entrar a la habitación?
La respuesta era más simple de lo que parece: Nunca estuvo ahí. Y entiendo que estén confundidos, yo también lo estaba, pero Yeonjunnie me aclararía las cosas.
Lo seguí hasta el balcón. Él se apoyó en la baranda y tan solo pude ver su tallada espalda en traje. Mis lágrimas se secaron en mi piel tan pronto salí, el viento soplaba delicadamente como cada vez.
--Antes de decirte la verdad. Quiero dejarte en claro una cosa, ¿sí? --El silencio fue apenas enmascarado por el grillar de los grillos, entonces Yeonjun continuó hablando --. Yo nunca te mentí, ¿ok?
Me acababa de decir que iba a revelarme la verdad, pero según sus palabras él no me había mentido. ¿Entonces qué estaba pasando?
--Yeonjun, no-
--Jamas mentí --Por fin se giró a enfrentarme, nunca lo había visto tan decidido, con ese brillo en los ojos, era hipnotizante incluso en ese momento --. Jamás te mentí acerca de mis sentimientos, eso jamás fue una mentira, ¿sí? --Su voz se rompió. Lentamente subió una mano hasta mi rostro y me acarició lentamente, se tomó su tiempo para apreciar mi rostro, como lo hizo tantas veces en el pasado, con su pulgar barrió nuevas lágrimas --. Te amo mucho, Soobin, s-siempre lo haré, ¿ok?
No pude resistirme, tomé su mano que me acariciaba con ambas mías y le dejé un beso en el dorso de la suya.
--Cierra los ojos, amor --me susurró.
Con mi corazón a punto de explotar, lo hice, apretando su mano mucho esta vez, porque temía que desapareciera.
--Ábrelos.
Mi mayor miedo se disipó cuando aún pude sentir el tacto y el aroma de Yeonjun cerca, así que lo hice. Y cuando lo hice, el mundo se detuvo, literalmente.
Fue diferente: Yeonjun y yo ya no usábamos esos incómodos trajes, ahora ambos estábamos usando ropa casual, cómoda. Tampoco estábamos en el balcón, no pude identificar dónde estábamos exactamente, pero era un lugar alto con rejas metálicas por doquier, mucho más alto que el balcón donde estábamos. La vista era diferente también, pues bajo mis pies ya no se apreciaba un patio, sino la ciudad, una que yo no reconocía.
Turbado y confundido busqué su mirada.
Yeonjun me sonrió ladino y soltó mi mejilla, se posicionó a mi costado y sonrió un poco más al ver la vista, el atardecer justo había aparecido, hacía brillar su ya bonita piel, se veía mágico, hermoso. Miró al horizonte con atención antes de hablar.
Al parecer era una clase de mirador también, Yeonjun apoyó sus manos en el barandal. Su sonrisa me desconcertó, pero de alguna forma también me daba paz entre tanta incertidumbre.
--¿Recuerdas esa vez que fuimos al restaurante con bonita vista para celebrar nuestros primeros ocho meses? --preguntó aún sin verme.
Asentí, vacío.
--Recuerdo que ahí me dijiste uno de tus más grandes sueños --Escuché a Junnie suspirar --: Ver el atardecer desde la Torre Eiffel, justo a las 4:00 pm, porque según buscaste en Google una vez, era la hora más bonita que el cielo podía ofrecer.
Yo portaba una casaca de jean y algo vibró en el bolsillo de esta. Metí la mano y saqué mi celular, la pantalla se prendió sola, revelando la hora: 4:00pm. Tan solo ahí me di cuenta que estábamos en la punta de la Torre Eiffel.
Volví a ver a Yeonjun aún más desesperado. No me estaba explicando nada, pero por lo menos estaba convencido de que ahora sí estaba soñando.
--Yeonjun --llamé con exigencia.
Pero él solo se giró para sonreírme.
--Cierra los ojos, cariño.
No lo hice, pero en un parpadeo mío, de repente estábamos en... ¿La universidad?
Abrí los ojos asustado.
Ahora estábamos con ropa diferente, él tenía la frente cubierta por pequeños rizos, estábamos en el medio del pasillo... Alumnos iban y venían en pleno ajetreo, por más que estuviéramos parados en el medio de todo, entorpeciendo, nadie reaccionaba, nadie nos decía nada, solo nos ignoraban, nos evitaban, era como si realmente no hubiéramos estado allí.
--¿Q-Qué es esto, Yeonjun?
No respondió directamente. Pero su siguiente acción me abriría los ojos de una vez por todas. Sin borrar su sonrisa dócil, hizo un movimiento suave con la mano, apenas hizo eso todos los alumnos que caminaban a nuestros costados desaparecieron, todos se esfumaron en el aire.
No podía ser.
El pasillo estaba vacío, y yo en ese momento sentí como si alguien me hubiera acuchillado en el corazón.
No.
Mi llanto desconsolado volvió.
Lloré, lloré, y lloré. Fueron minutos en los que deshidraté mi cuerpo de aquella forma tan cruel. No obstante, él lo fue aún más al tomar una mano mía.
--Cierra los ojos, amor mío. --Me sonrió.
Le hice caso endulzado por su voz que tanto adoraba; volví a cerrar los ojos, y cuando los abrí, ahora estábamos en un campo.
Basta. Necesitaba que se detuviera.
Era un campo parecido al de nuestra cita, solo que este estaba cubierto por hermosas flores amarillas, el viento soplaba salvajemente y el sol brillaba en su punto.
Yeonjun ahora estaba usando una camisa blanca demasiado grande para él, yo estaba usando lo mismo.
Me miró a los ojos sin quitar su sonrisa, sus ojos brillaron por las lágrimas retenidas. Todavía su mano estaba en la mía.
Yo ya no pude más.
--¿Estoy enfermo, Yeonjun? --lloré --¿Es eso? ¿Estoy imaginándote en este momento? Estoy enfermo, ¿verdad? Lo estoy... Yo... Yo me he vuelto loco y estoy imaginándote en este momento. Tú no estás aquí, n-nunca lo estuviste --Estaba entrando en un estado de manía de nuevo --¿P-Por qué no eres real, Junnie? ¿Por qué no puedes quedarte conmigo para siempre? ¿Por qué?
Yeonjun reflejó mis lágrimas, solo que más tranquilas.
Se acercó a mí y tomó mi rostro con sus manos, acercó su carita a la mía y se relamió los labios húmedos por las lágrimas.
--No digas eso, mi amor, no, por favor no --Mi cuerpo comenzó a temblar, sostuve sus muñecas pero me vi incapaz de mirarlo a los ojos, hipé y me aferré con más fuerza a sus muñecas, sentía que iba a morir en cualquier momento --. Soy real, amor, soy real. Tú, yo, nosotros, lo nuestro... Siempre será real...
Negué una y otra vez con la cabeza.
--No... No. Pero tú-
--No me estás imaginando, Soobin, no soy un producto de tu imaginación --¿Por qué tenía que sonreírme así? ¿Por qué dejó un beso en mi frente de esa forma? --Soy real, mírame. Mirame Soobin, estoy aquí.
Seguí negando fogosamente con la cabeza. Ya no quería saberlo, no podía soportarlo.
--Amor, mírame --Sus dedos no fueron gentiles al tomarme de la barbilla para obligarme a verlo. Su sonrisa que se hizo más grande, tembló --Yo soy real, lo s-soy... Lo soy, Binnie, pero... --Bajó la cabeza y miró ansiosamente al suelo un segundo, luego volvió a dedicarme su mejor sonrisa rota --Solo que no en este mundo.
--¿Qué quieres decir?
Sentí que se me bajó la presión. Una lágrima rodó lentamente por su mejilla, y a pesar del inmenso dolor, su sonrisa no desapareció.
--Estoy muerto, Soobin.
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