08

Me sentía mal por mentirle a Yeonjun, pero sabía que no hubiera entendido la verdad o lo habría lastimado. Ninguna opción era viable.

¿Alguna vez les ha gustado otra persona mientras amaban a alguien?

Porque eso me pasó a mí.

Detesto admitirlo, pero una parte de mí nunca pudo olvidarse de Heejin, incluso cuando seguía con Yeonjun, ella todavía me gustaba.

Obviamente la diferencia de la magnitud e intensidad de sentimientos con uno y otro era abismal, sin embargo la coincidencia era esa, la existencia de sentimientos por ambas partes.

Era tan diferente...

Yeonjun era un amor obsesivo, dependiente y enfermizo del cual no me enorgullezco, pero joder, me hacía tan feliz... que incluso sabiendo lo tóxico que era, preferí mil veces no hacer nada más que alimentar esa toxicidad, solo porque ya era una necesidad para mí hacerlo.

Por otro lado, Heejin... Mi cariño por ella era solo eso, cariño, pero uno tan grande que es inmensurable. Si bien no sentía la emoción y nunca sentí las mariposas, con ella siempre sentí esa comodidad que es casi imposible de hallar, esa sensación de hogar... Y también me hacía feliz, claro.

Era un cariño sano, una amistad longeva, una relación bonita pero algo complicada...

Cuando me ponía a pensar en ello, una sonrisa nostálgica se dibujaba en mi rostro.

Dos niños, de ocho y once años corrían en las oscuridades de la noche .

——¡Oppa! ——lloriqueó Heejin intentando seguirme el paso ——¡Oppa espera, corres muy rápido!

——¡Tú eres la lenta! ——Me volteé sin dejar de trotar solo para sacarle la lengua.

——¡Me voy a caer, espera!

——¡Te dije que las niñas no pueden jugar a las carreras!

Llegamos exitosamente a los columpios del parque, aquel parque que nos vio crecer, que fue testigo de la evolución de nuestra relación. Era hermosamente melancólico pensar en el pasar del tiempo. Y pensar que antes de que el columpio fuera demasiado angosto para mí antes mis pies colgaban de este.

Solo eran dos columpios, por eso desde que los encontramos, Heejin y yo decidimos que solo serían nuestros y de nadie más, por lo tanto botábamos a otros niños cuando se acercaban o intentaban sentarse, era de alguna forma tierno.

El mío era el amarillo y el de ella era el rojo.

Ya sentados empezamos a mecernos mientras observábamos las estrellas. Recuerdo que hicimos una competencia de quién podía mecerse más alto, porque ambos queríamos ser el que estuviera más cerca de esos seres refulgentes celestiales.

——¡No se vale! ¡Los niños tienen más fuerza! ——chilló al ver que yo llegaba más alto.

——Eres una llorona.

Heejin frenó y detuvo su columpio, lo que me hizo hacer lo mismo.

——No me gusta jugar contigo ——se quejó con un puchero ——. Me voy a casa ——anunció y se bajó molesta del columpio. Con  largas zancadas dramáticas empezó a alejarse de vuelta a casa.

——Oye no, ¿a dónde vas? ——Ansioso me bajé también para detenerla.

——A tu casa, a decirle a papá que nos lleve a nuestra casa.

——¿No te gusta la mía?

——No me gustas tú. ——Me sacó la lengua.

——Tú a mí tampoco ——dije dolido y a la defensiva a la vez ——, pero no puedes volver.

——¿Así? ¿Por qué no?

——Tu papá y mi mamá están tomando café.

——¿Y? Yo quiero irme a casa.

——No... Oye ——exhalé arrepentido ——, lo siento Heejin, olvido que soy muy brusco a veces. Realmente no fue mi intención.

Me miró con los ojos entrecerrados, pareciendo pensarlo.

——Mmm... No sé, no te voy a disculpar tan fácil, eh. ——Suspicaz arqueó una ceja.

Rendido suspiré.

——¿Qué puedo hacer para que me perdone,  su majestad? ——Hice una pequeña venia.

Ella rió complacida. Y lo pensó por mucho tiempo.

——Hmm... ¡Ya sé! ——exclamó emocionada ——¡Quiero que me regales un anillo tan bonito como el que mi papá le dio a tu mamá!

Inmediatamente me sonrojé.

——P-Pero esos son de compromiso.

——¿Y? Son lindos.

——¿Sabes lo que significa "anillo de compromiso"?

——No, pero quiero uno igual, me gusta.

Reí por su ignorancia que también vendría a ser inocencia. Heejin vivía en una burbujita, no me sorprendía con un padre tan sobreprotector que la alejaba lo más posible del mundo adulto. Tres años de diferencia a veces se sentían como el doble o más.

——¿En serio quieres que te dé uno?

Asintió presuntuosa.

Sonreí y me arrodillé.

——Bien.

Ella me miró raro.

Con la ayuda de mis dientes desaté el nudo de la pulsera de hilo verde y azul que tenía en la muñeca, ya suelta la puse en la palma de mi mano y se la extendí.

——Jeon Heejin... ¿Te casarías conmigo?

Ella abrió mucho los ojos al mismo tiempo que su rostro tomaba color, sus mejillas parecían dos tomatitos.

——¡¿C-C-Casarse?!

——Para eso son los anillos de compromiso, tonta.

Frunció el ceño ofendida por el insulto, pero luego señaló la pulsera.

——Pero eso ni siquiera es un anillo.

——Podemos hacerlo un anillo.

Traje su manito dos veces más pequeña que la mía hacia mí y envolví el hilo en su dedo anular, dándole las vueltas necesarias y atorando el mismo exceso de hilo para que no se moviera de su sitio.

——¿Te gusta?

Lo miro con atención.

——Pero el anillo no es real.

——No lo es ——Concordé con una sonrisa aún arrodillado.

——Yo quiero uno real.

——¿Realmente quieres uno real? ——pregunté alzando las cejas.

Asintió con la cabeza.

Fallé en ocultar mi sonrisa, no quería ser descubierto.

Atrapé su mano entre las dos mías.

——Entonces espera a que crezcamos para que pueda comprarte uno.

Sus ojitos se iluminaron, se hicieron más grandes.

——¿De verdad?

——Te lo prometo, Heejin.

Ella se sonrojó bellamente y sonrió intentando ocultarlo.

——Oppa, cierra los ojos ——pidió avergonzada.

Me puse de pie y sin poder ocultar esa estúpida sonrisa, lo hice, segundos después sentí un contacto frío de labios en mi mejilla.

Apenas se separó de mí, se puso a correr camino a casa.

Me dejó perplejo, palpando incrédulo mi mejilla que gracias a su tacto ahora se sentía cálida.

——¡Oppa, vamos a tomar chocolate caliente, el que llegue último es un huevo podrido!

En ese momento, que la vi correr contra el viento, el cómo su cabello volaba salvaje, cuando sentí cómo su beso todavía cosquilleaba en mi piel, tuve la primera epifanía más grande mi vida: Me di cuenta de que me gustaba Heejin.

Fue una buena primera vez para una vida entera pensando en ella como el amor de mi vida. Me resultaba tierno pensar que las cosas no cambiaron con los años, porque por más que lo de nuestros padres no funcionara, nuestra amistad solo siguió fortaleciéndose con los años, con las travesuras, desgracias y aventuras. Ella se volvió en alguien indispensable para mí. Era mi personita favorita y esperaba que eso nunca cambiara, de verdad lo esperaba.

Pero lo hizo.

Lo hizo, y pasó de la forma menos predecible posible. Tanto así que estaba seguro de que el Soobin del pasado y el Soobin de aquel presente eran personas totalmente diferentes. Mi vida dio un giro tan grande, que 360° es poco para describir lo diferente que me sentía, en cada aspecto. ¿Y saben? Es irónico, que bastara menos de un par de meses para eso, para cambiar lo que significaron años para mí.

Bastó un nombre, bastó un sueño, bastó el destino.

Yeonjun.

A esas alturas ya no sabía quién era la víctima. ¿A quién estaba engañando? ¿A Yeonjun, Heejin, o a mí?

——¿En qué piensas tanto? ——la escuché preguntar.

Mi pulgar que acariciaba su muñeca con afición, se detuvo por sobre aquel desgastado hilo azul y verde amarrado en su muñeca.

Tragué saliva sintiendo un nudo en la garganta.

¿Yeonjun estaría mirándome y sintiéndose decepcionado de mí?

——En nada ——dije y la solté para volver a echarme en el pasto.

Observar las estrellas era algo que le encantaba hacer a ella, yo era más fan de los atardeceres, pero observar las estrellas tenía su encanto, era terapéutico.

Se giró de costado para verme, yo hice lo mismo

——Te siento distraído.

——Lo siento, tengo mucho en la cabeza últimamente.

——Puedes decirme lo que sea, si hay algo que te está molestando, quiero que me lo digas, Binnie, ¿sí?

Con cariño acomodé un mechón de cabello detrás de su oreja. Vi sus ojos avellana y realmente quise llorar de frustración porque no pude dejar de pensar en los suyos...

——Tan solo pienso en lo frágil que es el tiempo. Eso es todo ——susurré.

Se acomodó de frente de nuevo, enfrentando las estrellas. Se quedó en silencio varios segundos antes de volver a hablar.

——¿Recuerdas el velorio de mi abuelo?

No sabía por qué lo mencionaba de la nada, pero sí podía recordar ese día. Recuerdo que tomé su mano y calmé su llanto mientras intentaba aprisionar el mío. Asentí.

——Hace unos días soñé con él ——contó con una sonrisa triste ——. Soñé que le decía todo lo que no pude decirle en vida. Yo... Me disculpé con él por no haber sido una mejor nieta, por no haberlo visitado más seguido, le dije que lo amaba... ——Todo esto me lo dijo mirando el cielo ——Me dijo que me amaba también, Binnie, y que estaba muy bien con la abuela, que eran felices allá.

Le sonreí incluso si sabía que no podía verme, pero como si supiera, ella giró un poco el cuello para así corresponderme la sonrisa. Pronto devolvió su vista hacia el firmamento.

——Me alegra mucho eso.

——Ellos dos tuvieron un amor de película ——siguió contando ——. Recuerdo que ambos me contaban sus versiones, de cómo se enamoraron tan rápido pero profundamente.

——Es precioso ——comenté conmovido.

——Les faltó mucho por vivir, pero estoy segura de que se han reencontrado en el cielo.

——¿Cielo?

Asintió.

——Si no es así, entonces en otra vida. Una donde van a poder vivir todo aquello que quisieron pero nunca pudieron, ¿sabes?

——¿Tú... crees en eso? ¿En las siguientes vidas?

Volvió a asentir emocionada.

——¿Te cuento un secreto? ——Me miró cómplice un segundo ——. Una semana después del funeral del abuelo empecé a salir a mi balcón para hablarle a las estrellas, por alguna razón creí que así podría escucharme ——rió bajito al final.

——Eso es de mi mamá ——le recordé risueño.

——Verdad... Ella nos contó de pequeños ——rió bajito también.

——¿Entonces? ——De forma indirecta le pedí que continuara.

——Todas las noches hacía lo mismo, salía a contarle mi día a las estrellas, a conversarlo con mi abuelo. Después de hacerlo un tiempo, me di cuenta que siempre miraba una estrella en particular al hacerlo, entonces imaginé que era mi abuelo.

Nunca me había dicho aquello. La miré atento, su bonito perfil, recién dándome cuenta de lo mucho que la había extrañado, el poder pasar tiempo así con ella, amical.

——Con el tiempo fui dejando esa costumbre, pero entonces cuando falleció mi abuela años después, volvió. Por alguna razón sentía que el cielo no había cambiado, quiero decir, la posición de las estrellas, pero pude reconocer en la estrella de mi abuelito un cambio.

——¿Cuál?

——A su costado había otra, más grande brillando, justo una al lado de la otra, y puedes llamarme loca si quieres, pero, lo sentí, Binnie, no sé, solo algo dentro de mí me decía que eran ellos, que me iban a cuidar desde arriba, y... es hermoso, es hermoso pensar que a pesar de que ya no podemos verlos, podemos sentirlos así. Cuando estoy cansada y siento que no puedo más, voy a hablarles a ellos, y siento que me escuchan. Yo... confío en que ellos me cuidarán hasta que me les una años después, también estoy segura de que en sus demás vidas volverán a encontrarse y ser aún más felices, mucho más felices. Me encantaría poder ser su nieta de nuevo, lo haría mil veces... ¿Amor, estás llorando?

Me senté rápidamente dándole la espalda esperando que no me vea, pero ella hizo lo mismo para ver lo que había sucedido conmigo.

——Recordé a mi papá, lo siento.

Cada palabra pronunciada por sus labios era una memoria evocada.

Sumido en los recuerdos borrosos de mi infancia, las lágrimas se fabricaron solas. Nunca quise pensarlo mucho porque era ciertamente triste, y yo jamás quise concentrarme en las partes tristes de la vida.

Mientras Heejin hablaba no pude evitar recordarlo, a mi padre, lo poco que me acordaba de él, de cómo me enseñaba a montar bicicleta mientras mamá grababa risueña a lo lejos, o de cómo me lanzaba por los aires cuando solíamos caminar los tres por la orilla de la playa... No pude evitarlo.

Reconfortante, sentí a una mano pequeña acariciar mi espalda de arriba abajo, pude ver por mi visión periférica que me estaba sonriendo, tan dulce como siempre.

——Él también te cuida desde arriba.

——No recuerdo mucho de él, q-quisiera, pero yo era muy pequeño cuando se fue y-

Heejin me abrazó.

——Shh, shh ——calmó ——, está bien. Suéltalo.

——¿C-Crees que las almas gemelas existen? ——Me separé con suavidad de ella para poder verla a los ojos.

Con una sonrisa apaciguadora limpió mis lágrimas con sus pulgares y asintió.

——Sí, ¿y sabes? Así como le pasó a tus padres y a mis abuelos, yo sé que aún si el universo les puso mil obstáculos en esta vida, en la otra van a poder tener la oprtunidad de ser felices juntos.

Movido por sus palabras, le devolví el prieto abrazo.

Pensé en Yeonjun.

¿Estaría escuchando, viendo?  ¿Yeonjun tendría alguna vez la oportunidad de vivir de nuevo, de ser feliz? ¿Tal vez junto a mí?

Era la única esperanza de la cual podía aferrarme.

Tiempo después supe que no solo eran mis lágrimas regando el pasto de aquel vacío parque, no obstante, no era de Heejin tampoco.

Así como sus abuelos, así como mis padres, nosotros y muchos más, merecíamos una oportunidad. Y por más que no tuviera la certeza ni la verdad absoluta de que sucedería, imaginarlo tan solo era... la única opción.




Nota:

Ese capítulo fue algo personal, no va con la trama yeonbin, pero sentía que era necesario.

Valoro mucho a todos mis personajes, sean principales o no, y creo que esto lo demuestra. Heejin no es un personaje de relleno más, mi niña también tiene sentimientos, ¿ok? TT.

Ya era hora de conocer un poco más sobre Soobin, también sobre la historia de Heejin y el cómo inició su amistad.

Y sí, los padres de Heejin y Soobin fueron ex amantes, nunca llegaron a casarse después de pensarlo mejor, por sus niños, asuntos económicos y otros factores interponiéndose, prefirieron quedar como amigos. Así empezó la amistad de Soobin y Heejin. Siempre tuvo un trasfondo más profundo del que creíamos.

Dejen sus teorías si es que tienen kquseb, ¿qué creen que sucederá?

Besos, lamento errores, corregiré pronto <3

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