05

Gire rápidamente hacia Yeonjun.

No estaba sonriendo, por supuesto que no estaba sonriendo, ¿en qué estaba pensando? Realmente me estaba volviendo loco. Quizás ya lo estaba.

——¡Soobin, no te quedes ahí parado!

Sin importarle los tantos pedazos de vidrios en su delante, avanzó, pasándome y haciendo crujir aún más los pequeños trozos cortopunzantes bajo su sandalia.

Ni siquiera pude preocuparme por si él se cortaba en ese momento. Estaba demasiado ocupado pensando; me puse de pie, pero no me moví del sitio. Prestando mucha atención, abrí y cerré la palma de mi mano, repetidas veces; esto solo hacía que más sangre brotara de las heridas, no obstante, no le presté tanta atención a eso, la cantidad de sangre era alarmante y cubría toda ni palma, pero no podría importarme menos.

¿Por qué carajo no estaba sintiendo nada?

——Soobin, ¿qué carajo estás haciendo? ——Yeonjun llegó de nuevo, esta vez logrando que dejara de ver mi palma para verlo a él. Había llegado de la cocina con un trapo húmedo. Sin darme tiempo, tomó mi muñeca y envolvió mi mano para que más sangre no goteara al suelo. Seguidamente, me empujó hacia el baño más próximo, al de visitas, pero yo estaba  en shock, recién procesando y entendiendo los sucesos ——. ¿Por qué demonios estás actuando así? Soobin, ya, me estás asustando ——No respondí, realmente no estaba escuchando ——. Dios, mío... ¡¿Puedes responder o moverte?! ¡Estás sangrando, dios!

Obedecí mecánicamente, realmente solo por hacerlo. Ya en el baño, me saqué de encima el trapo teñido de rojo y abrí el caño para enjuagarme las heridas.

Los cortes eran casi imperceptibles en mi piel, eran cortes muy finos.

Cerré el caño aún mirando a la nada, en mi mente buscando una explicación.

——¡SOOBIN! ——exclamó harto Yeonjun ——¡Te estoy hablando, qué te pasa, reacciona!

——Estoy bien ——declaré, aunque en realidad no estuviera muy seguro.

——Amor... ——Por fin vi a Yeonjun, serio, pero también veía en su carita aflicción ——, me preocupaste ——dijo y después me abrazó.

No podía ni hacer eso, yo seguía enfrascado en mis pensamientos. Si no me daban una explicación, terminaría por golpearme la cabeza contra el lavabo, iba a buscarlo si es que no venía a mí. Separé a Yeonjun de mí con gentileza.

——Voy a lavarme las manos.

Los ojos de Yeonjun se abrieron un poco más, su cuerpo se interpuso entre el lavabo y yo.

——No.

——Déjame lavarme las manos, Yeonjun, no quiero que las heridas se infecten.

——No, mejor no. Cariño, te va a doler. Además los cortes son pequeños y no quiero que-

Era raro, porque él era terco pero no a ese nivel, no al nivel del desespero.

——Yeonjun, apártate. Es para desinfectar los cortes, son pequeños como dices, no debería doler.

Su pecho subía y bajaba por su respiración inconstante, sus ojos se mantuvieron igual de abiertos, pero esta vez pareció pensarlo.

Después de un silencio, se rindió, pues miró a otro lado y tan solo se hizo a un costado. Rápidamente apreté la rendija del dispensador de jabón varias veces, como unas cinco, necesitaba la mayor cantidad de jabón posible. No obstante, cuando me lavé las manos, no sentí dolor alguno, ni siquiera con el jabón. No sentí absolutamente nada.

Me giré de nuevo hacia Yeonjun, estaba apoyado en la puerta del baño, cruzado de brazos, pero ahora su rostro no se veía como antes, ahora su expresión era abatida, como aburrida.

Sonreí ladino viendo mi palma.

——No dolió ni un poco, mentiroso.

——Los cortes superficiales no duelen Soobin, casi ni se ven en tu piel, supéralo ——dijo casi disgustado.

Entornó los ojos y salió del baño, empezó a subir las gradas. Lo alcancé hasta el corredor y vi con atención cómo su espalda se alejaba cada vez más.

——Yeonjun ——lo llamé demandante ——, baja.

——No quiero, estoy agotado ——Ni se molestó en voltear.

——Yeonjun, necesitamos hablar, ven aquí.

——No puedo hacer esto más, Soobin, por lo menos no hoy ——Vi como Yeonjun despareció al girar por el corredor del segundo piso.

Me quedé viendo ese corredor vacío.

Horribles escalofríos vinieron a hacerme su presa. 

Extrañamente... No tengo ningún recuerdo más de aquel día. Ni uno solo.

Desperté con lágrimas secas en los ojos. Y la única persona responsable de todo aquel desastre, de cada sentimiento profundo que alguna vez sentí, no estaba; no estaba porque no existía cuando abría los ojos, o cuando los cerraba...

Estaba tan harto...

Tan malditamente cansado...

En clases no fue diferente. Todos ya habían salido, pero yo ni quería moverme de mi asiento, estaba recostado en la mesa, esperando a que el universo me tragara para siempre para que nunca me escupiera en ningún sitio. Me sentía deprimido. Mi respiración era cada vez más pesada: Me sentía terriblemente mal.

——Soobin, vamos, todos ya salieron ——dijo Jiwon acercándose a mi sitio.

Kai y Jiwon se acercaron a mi asiento, me esperaron, no se fueron al saber que estaba triste...

Tal vez sí tenía buenos amigos después de todo. Ellos siempre fueron así.

——¿Quieres que te demos tiempo o algo? ¿Prefieres hablarlo? ——tanteó Kai.

Desde que llegué en la mañana a punto de llorar, mis amigos detuvieron sus bromas de siempre y supieron respetar mi espacio, lo cual les agradecí eternamente. No quería preguntas, aunque pensándolo bien, igual no hubiera podido responderlas porque no entendía una mierda de lo que pasaba en mi vida en ese entonces.

Sentía que si abría la boca lloraría como un bebé, así que solo negué con la cabeza. Quería estar solo.

Una mano pequeña cayó en mi espalda para acariciar con gentileza, segundos después el tacto se fue y solo escuché pasos alejarse, luego la puerta cerrarse.

No planeaba moverme ni un milímetro hasta mi siguiente clase, ni siquiera lo iba a hacer cuando escuché de nuevo a la puerta abrirse, pero tuve se hacerlo cuando escuché su voz.

——¿Oppa? ——Me erguí al escuchar su voz, la vi cerrar la puerta al entrar ——¿Qué haces aquí todavía?

——¿Jiwon te envió aquí? ¿Te dijo algo?

——No, ¿por qué? Acabo de salir de clases. Iba para la cafetería y vi por la ventana para saber si Wonnie ya había ido allá, quería hablar con ella. Creí que la clase estaba vacía pero entonces vi que eras tú... ——Bajó la cabeza ——Solo quería saber si estabas bien ——susurró casi al final.

Incluso después de todo el daño que le hice, se seguía preocupando por mí... Heejin era definitivamente una de las mejores personas que conocía.

A pesar de cómo me sentía, ella me hizo sonreír, aunque sea solo un poco.

——Gracias por preocuparte. Estoy bien. ——Le dediqué mi mejor sonrisa merecedora de un Oscar.

Ella inmediatamente frunció el ceño.

Y ahí me di cuenta de que,  independientemente de lo que estuviera pasando, fuera un sueño o no, una amistad así como la nuestra, de tantos años, jamás caería por algo así.

——Oppa, discúlpame que sea tan entrometida, pero creo que ambos sabemos que eso no es verdad.

Tanto tiempo con Yeonjun me había hecho olvidar muchas cosas, me había obligado a sepultar sentimientos y relaciones que antes valoraba muchísimo porque... Diablos, con Heejin habíamos pasado por muchas cosas como amigos y como "algo más", tanto así que incluso en "sueños" era imposible borrar del todo esa conexión.

La comisura de mis labios se volvió a alzar, vi un punto en el suelo.

——Supongo que no puedo mentirte ni a ti.

Heejin trajo una silla del pupitre del costado y la acomodó frente al mío. Se sentó sin preguntar, pero no me molestó.

——Sé... ——empezó ella, miraba al suelo como si buscara las palabras adecuadas ——Sé que estos días han sido tensos, pero... sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, oppa ——El suave tacto de su mano por sobre la mía me hizo elevar la vista hacia sus ojos ——, en serio.

Claro que podía. ¿Por qué lo había dudado antes?

Pensativo me mordí el labio inferior.

Claramente necesitaba respuestas, necesitaba por lo menos un punto de inicio, una ayuda, una guía, algo. Pero estaba con las manos vacías.

Heejin me ofrecía su confianza en bandeja como hizo tantas veces en el pasado, siempre había sido suficiente eso: solo ella y yo, pero ahora...

¿Qué iba a decirle en ese momento?

Te rompí el corazón, lo siento, pero necesito un consejo, así que lamento ser egoísta al buscarte a ti porque tú siempre me entendiste de una forma diferente: Pasa que tú me gustabas mucho antes, pero luego conocí a un chico que puso mi vida de cabeza, se adueñó de mi corazón y vida, y... ahora resulta que no existe, o por lo menos cuando sueño, pero en los sueños es...

——¿Alguna vez has sentido dolor en sueños? ——Terminé preguntando.

——¿Disculpa? ——Se inclinó un poco más hacia mí y preguntó, al parecer no había entendido mi pregunta.

——¿Alguna vez has sentido dolor mientras sueñas?

——¿Dolor? ¿Estás así por un sueño?

——Sí, dolor. ——Ignoré su segunda pregunta, por mi propio bien.

——¿Físico?

——Sí... ¿Tú... alguna vez lo sentiste?

Heejin negó con la cabeza.

——No de ese tipo ——respondió ——, pero del emocional sí.

Indagué más por la intriga, sabía por donde iba la conversación, era lo que buscaba.

——¿Cómo? ——pregunté. Quería que fuera más específica.

——Oh, bueno. ¿Recuerdas esa vez que te conté de la pesadilla horrible que tuve con el hombre encapuchado?  ——Con un movimiento de cabeza le dije que sí ——. Creo que los sueños pueden ser tan intentos y sentirse tan reales que uno olvida que no es más que un sueño. Esa pesadilla que te menciono me despertó por la madrugada; estaba sudando y temblando, terriblemente asustada, apenas desperté empecé a llorar.

¿Sueños reales?

——Creíste que era real...

——Hmm... ——Fue un sonido de afirmación ——Lo que sientes es tan real que engañas a tu cerebro. Me pasó varias veces.

Me quedé mirando la pared, tallando mi rostro, conectando hilos. Todavía no estaba nada claro pero por lo menos no me sentía tan perdido.

——Espero que eso haya ayudado en algo ——agregó.

Nada iba a preparar a Heejin para lo que iba a decir o hacer.

——¿Por casualidad tienes una hoja de papel?

——¿Una hoja? ——preguntó confundida. Ella había escuchado, el problema era que no le estaba dando mucho contexto; tampoco iba a hacerlo cuando dentro de mi cabeza era una enredadera ——. ¿Vas a anotar algo? Hmm, bueno, tengo un pedazo de cartulina ——dijo y lo sacó del bolsillo de su camisa.

Era pequeño, cuadrado y grueso, pero lo que me importaba era la esquina: en perfecto estado.

——Gracias.

La recibí y no temí en deslizar justo esa parte contra la yema de mi dedo.

——Oppa, qué-

"Los cortes superficiales no duelen, Soobin".

Mi rostro se contrajo por el pequeño ardor que sentí apenas me corté. Ni siquiera salió sangre, pero dolió.

El rostro de Heejin era un cuento, pero no iba a dar explicaciones a alguien más cuando yo apenas estaba buscando las mías propias.

Solo me levanté de mi sitio, y con una mentalidad nueva, la abracé, la abracé con fuerza.

——Gracias Heejin ——Ella se congeló bajo mis brazos, pero después de un segundo enroscó sus brazos en mi cuello ——. Te extrañé mucho ——le dije.

——Yo también , oppa ——me susurró.

Cuando yo fui quién se separó primero, nuestros rostros quedaron más cerca de lo que deberían. Pero no pasó nada, descuiden, solo le sonreí agradecido una vez más y acomodé un mechón de cabello  detrás de su oreja, como solía hacer antes, con ese cariño puro que justo había olvidado.

——Lamento haber sido un idiota contigo.

No esperé a ver su reacción y salí del salón, pero no solo del salón, sino también me fui de la universidad.

Tenía que llegar a casa cuanto antes.

Esperaba que dos pastillas fueran suficiente ya que los somníferos nunca tuvieron un gran efecto en mí.

Dejé el vaso de agua en mi mesa de noche y me acomodé mejor en la cama, intenté encontrar la posición más cómoda esperando a que los efectos de la droga lleguen a mí.

Espere pacientemente con los ojos cerrados, pude contar cuatro canciones.

Frustrado porque creí que las pastillas no habían servido, estaba por levantarme de mi cama y ya rendirme de una vez, sin embargo, apenas abrí los ojos, pasó algo similar a lo de la vez pasada.

Porque cuando los abrí ya no estaba en mi cama, sino en un salón gigante, lleno de gente.

Parecía un palacio: Un salón de baile ridículamente grande, unas escaleras de caracol que daban a un segundo piso, un candelabro colgando y reluciendo desde la parte más alta del techo...

Vi a mis costados; todas las personas estaban vestidos elegantemente, de etiqueta; las mujeres presumían unos vestidos que se veían carísimos, perlas y joyas, mientras que los hombres vestían trajes impecables, yo incluido al parecer.

Cuando vi mi propio cuerpo, vi que estaba usando un traje de diseñador negro, en mi mano derecha había una copa llena de... ¿Qué diablos era eso? ¿Champagne?

Estaba completamente perdido.

Pero las cosas parecieron ser menos difusas cuando, viendo a todos los presentes en el salón, a lo lejos pude reconocer a Yeonjun.

Se veía tan guapo de traje negro... Con el cabello peinado en su totalidad para atrás...  Mi corazón dio un brinco incluso cuando ya estaba acostumbrado a verlo todo el día. Él conversaba animadamente con otros señores elegantones.

Mi cabeza daba vueltas como para hacer algo más que solo existir. Tampoco pensé en lo raro que me veía así: parado en el medio de tanta gente ostentosa, observando con tal fijación enfermiza a Yeonjun, a mi novio.

Incluso después de toda la mierda que habíamos pasado esos últimos días, yo seguía mirando a Yeonjun como si fuera lo más precioso del mundo, lo más perfecto, porque para mí lo era, y siempre lo sería.

Amaba tanto a Yeonjun que me dolía, tanto pero tanto... que sentía que me asfixiaba solo por verlo respirar. Me dolía, me dolía mucho pensar que...

No.

Mi puño se cerró aún más apresando la copa. Con cada segundo que pasaba mi corbata estrujaba más, mi corazón dolía un poco más.

Yeonjun, mi precioso Yeonjun.

Lo vi reír, mi primera lágrima cayó al suelo.

Cada día...

"Es bueno que sepas que soy un principito mimado".

Desde el inicio.

"Mmm... Nop. Ya lo decidí, Soobin, me quedo contigo".

Cada beso...

"Prometiste devolvérmelo".

Cada vez que hiciste que mi corazón se detuviera.

"Que me gustas mucho".

Cada aventura...

"¡Es la primera vez que hago esto!"

Cada vez que nos entregamos completamente al otro...

"Prometo cuidar bien de ti".

Cada maldito regalo.

«Significa "te amo"».

Cada maldito día a tu lado.

"Te amo".

¿Acaso fue todo una mentira?

No sé en qué momento mis lágrimas tranquilas se convirtieron en torrentes salados.

No podía respirar por mis lágrimas, no podía dejar de llorar así, por mi amor por él, mi infinito amor, ese que me quemaba por dentro y dolía tanto.

Tenía que irme de ahí. No lo quería ver más, no si es que era una ilusión.

Sin importarme nada, subí corriendo las vacías escaleras al mismo tiempo que me arrancaba esa puta corbata que sentía me asfixiaba.

Entré a la primera habitación que encontré en el segundo piso. Había una cama y un tocador en esta; no tenía ni idea de quién era.

Sin poder retener mi llanto desconsolado, sin poder cesar el dolor, arañé mi pecho con odio, desesperado por una respuesta. No podía doler tanto el pensar que... que...

En ese momento sentí una mano en mi espalda.

——¿Soobin? Amor, ¿qué te sucede?

No me estaba volviendo loco, porque ya lo estaba.

Con toda la fuerza restante en mi cuerpo tomé a Yeonjun por el cuello y lo tumbé en la cama, apreté con toda fuerza con una sola intención.

——¡¿QUIÉN MIERDA ERES?!





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