02

Un mes pasó y Yeonjun seguía conmigo, pegado como un chicle fresco en la suela del zapato.

Molesto, sí.

Pero ya me había acostumbrado.

¿En un mes? Pues sí.

Si ustedes hubieran tenido al pesado de Yeonjun encima, hablándoles de literalmente cada minúscula cosa, todo el puto tiempo, créanme que se hubieran acostumbrado de una forma u otra a su voz y expresiones burlonas. Especialmente si jamás fueron de los que hablaban mucho, como un introvertido como yo.

Bien pude mandarlo a la mierda, pero no me nacía. Solo... porque sí.

Yeonjun podía parecer tonto, pero les sorprendería saber que en realidad no lo era. A veces me dejaba atónito con sus marcadas opiniones de cualquier tema.

Él tenía una visión clara del mundo; sus valores, lo que buscaba, disgustaba y quería. Jamás conocí a alguien tan decidido a nuestra edad como él.

Por eso solo lo escuchaba hablar y hablar sobre cualquier cosa.

Me enteré de muchas cosas de él ya que, en serio, el hombrecito nunca se callaba, y normalmente él hablaba solo de él, lo cual en sí no era sorprendente considerando que era una celebridad acostumbrado a ser el centro de atención.

Lo que sí me sorprendió era que al parecer él sabía muchas cosas de mí, incluso si yo jamás le hubiera dicho.

En ese entonces creí que él tenía una gran habilidad para deducir, porque en ese tiempo, también me había dado cuenta de que Yeonjun era un cauteloso observador.

Aunque para hablar no le temblarán los labios, irónico.

Bueno, como les digo, el chico era muy contradictorio.

Aunque eso solo lo sabíamos yo y su manager, los que habíamos visto al niño hacer su rabieta de bebé de 5 años.

Es difícil de creer que en tan solo un mes, ese bajito pegajoso lo redujo todo a mi alrededor con tal de ser él y solamente él.

Es todavía más difícil de creer que yo lo dejé.

Y bien pueden recordar que ese chico de sonrisa lobuna me disgustaba por completo al inicio, pero dejó de ser así por dos razones principales:

1. Nunca me gustó porque sabía que todo en él era falso, pero cuando dejó de serlo conmigo, mostrándome sus falencias y que era más humano que robot, ¿por qué tendría que seguir odiándolo? Era genuino, y a mí me encantaba la autenticidad. Tal vez por eso siempre intentaba ser único de alguna forma. Yeonjun era genuino, genuinamente irritante también, pero por lo menos se mostraba humano, no perfecto.

2. El chico no era una mala persona, joder. Me frustró que me agradara justo como los demás, haciendo a mi convicción flaquear con tal facilidad, pero es que... Era imposible odiarlo, ni en su faceta de principito, ni cuando el telón se cerraba. Él solo era él. Mimado, burlón, crudamente sincero...

Jodidamente estresante también, debo decir. Me daba dolores de cabeza y me hacía cuestionar que hacía amigando con un chico tan diferente a mí. Pero incluso cuando ese comportamiento escapaba por completo de lo que yo era. Igual me quedé con él, pues... porque sí.

En algún punto dejó de importarme el resto, aunque tampoco es que fuera demasiado cercano a mis compañeros de la universidad. Empecé a sentir que éramos los protagonistas en un cómic, mientras que todos los demás solo eran los extras.

Esas fueron las consecuencias del principito apegándose a mí 24/7, un potente lavado de cerebro.

Y es que Yeonjun siempre estaba lleno de sorpresas.

——¿Estás molesto conmigo? ——preguntó casi con indiferencia, mirando al océano. Me fijé en su mano que rebuscada algo dentro de su maletín negro.

Bueno, por lo menos tenía la decencia de preguntar después de que me hiciera saltarme clases para acompañarlo a la playa, totalmente vacía, por cierto.

¿Me obligó? No.

¿Por qué siquiera había aceptado? Jamás me había saltado clases, pero para todo hay una primera vez. Y raro que fuera obra suya.

Así que ahí estábamos, sentados en el medio de la arena, con la vista al mar, entallados en nuestros uniformes de gala de pantalón gris que debíamos usar obligatoriamente cada lunes.

——Pedí permiso a la universidad para venir aquí contigo. Saben que tengo horarios simultáneos y que vas a ser mi guía estos primeros meses. Solo era cuestión de poner carita bonita y hablar un poco con la directora. No afectará tu promedio perfecto, petit lapin.

Yeonjun era políglota en vista que viajaba por todo el mundo para conocer a sus fans. El idiota siempre aprovechaba eso para molestarme, porque varias veces soltaba una que otra palabra en idiomas que yo no entendía, por el puro gusto de molestarme. Cuando le preguntaba su significado, resultaron ser insultos. No sé de qué me sorprendía ya. Siempre repetía ese último en francés, según Yeonjun era "tonto". Y como empezó a hacerse recurrente los últimos los tres días que estuve con él, solo lo dejaba pasar.

——Manipulador, me gusta.

——No hay de qué ——Se giró hacia mí para guiñarme.

Otra cosa súper molesta de él: Era un coqueto, y no sólo conmigo. Resultaba que las cámaras le habían enseñado bien a cómo ganarse al público.

Gestos molestos, acciones desconcertantes que me dejaban abismado. Y era incluso peor ya que, como estábamos todo el tiempo juntos, yo era el único receptor de estos.

Yeonjun sacó la mano de su bolso negro, aún con la mirada concentrada y hasta reflexiva en el encalmado mar frente a nosotros. Había un objeto en esa mano.

Una botella pequeña de vodka.

Me le quedé mirando, verdaderamente viéndome estúpido, pasmado.

Como si fuera cosa de todos los días, destapó la botella y se la llevó a los labios.

¿Saben que hice yo? Se la arranché nervioso.

——¡Hey! ——se quejó.

——¡¿Tú tomas?! ——Mis ojos de pronto se volvieron occidentales.

——Sí, ¿y? ——respondió con cara y tonalidad obvia ——¿Por qué esa cara?

Una cajita de sorpresas, mon beau.

——Mmm... No lo sé ——fingí con exageración ignorancia ——¿Tal vez porque en todas tus malditas entrevistas has dicho que detestas cualquier clase de vicios nocivos?

El idiota sonrió como si fuera gracioso.

——Para no ser fan mío, seguro te has visto muchas entrevistas mías para poder asegurar eso. Además, creo que ya establecimos que solo soy un embustero con talento ——Aprovechó mi atención total en él para arrebatarme la botella de nuevo.

Todavía no salía de mi sorpresa.

Él bebió del pico.

Eso me hizo reaccionar de nuevo, buscando su mano que sostenía la botella para bajarla lo más posible.

——¿Qué haces? ——cuestionó ceñudo, su mano se presionó contra la mía. Miré a ambas juntas un segundo antes de volver a su rostro.

——No puedes beber en un lugar público. Si los paparazzis te descubren y te exponen, entonces-

Yeonjun rió.

——Tú, eres muy muy tierno, Soobinnie.

La primera vez se me llamaste así.

——No te burles ——Por alguna tonta razón, bajé la voz como si alguien más pudiera escuchar. Estábamos solos, completamente solos ——. Tu carrera podría v-

——Ni mi manager se preocupa tanto por mí ——se burló pero sin dicacidad ——. Es muy lindo que te preocupes así por mí cuando dices que te disgusto tanto ——Sonrió brillantemente ——. Tranquilo, mi valiente caballero de brillante armadura. No hay ni tres tristes gatos aquí. Estamos solos.

Ah... Lo que me hacías incluso en ese momento.

——Sí me disgustas, principito.

——¿Por eso te has quedado conmigo más un mes? ——retó, ladeando su cabeza con aparente inocencia.

——¿Tenía más opción? Tú ibas a joderme y seguirme hasta los baños si no te hacía caso.

Su sonrisa se agrandó, y sus ojitos chinos... Ok, imposible negar esto, pero siempre fueron adictivos.

——Es bueno que sepas que soy un principito mimado.

Algo cálido me llenó el pecho, eso me hizo sonreír, aunque sea un poco.

——Lo sé.

Silencio.

De esos que son necesarios y bonitos.

Cada quien devolvió su vista al frente, y estoy seguro que no fue imaginación mía el ambiente de película de los 60.

Me sentí libre.

Solo había escapado de clases con un chico que apenas conocía, y aun así, mientras la brisa fresca hacía cosquillas en mi piel y revoloteaba mi cabello, me sentía extrañamente y por primera vez, libre y feliz.

Yeonjun volvió a dirigir la botella hacia sus labios, y esta vez no lo detuve, no me perdí ninguno de sus movimientos.

Luego de unos segundos, se giró hacia mí con la botella en mano y me la extendió, en forma de invitación.

——¿Tomas?

Lo hacía, a veces, pero no con regularidad.

Confirmándole sin palabras, tomé la botella y bebí igualmente del pico, bajo su atenta mirada.

Cerré los ojos, dando un sorbo, sintiendo el licor quemar mi garganta. También, por más raro que suene, sentí a Yeonjun sonreír.

——¿Quién diría que alguien tan correcto como tú también podría caer en el vicio?

——No es un vicio ——aclaré viéndolo a los ojos cuando di mi último trago.

Bajé la botella, dejando que esta descansará en la arena, sostenida por mi mano.

Cuando mis ojos se encontraron con los de Yeonjun, mi corazón latió con más fuerza, tanta que me cortó la respiración. Y no era que no hayamos tenido esa clase de contacto visual antes, pero por el ambiente y el lugar, esa vez fue más surrealista, como la primera.

——Eres una cajita de Pandora, il mío cattivo.

Vi a Yeonjun tragar saliva incluso cuando estaba viendo mis propios ojos reflejados en los suyos brillosos.

Irónico, porque la verdadera cajita de Pandora, siempre fuiste tú.

El contacto visual se hizo sempiterno, se sentía de esa forma. Y al parecer a ninguno le molestó que fuera así.

Después de varios segundos más que aproveché para apreciar su rostro, mientras paseaba mi pulgar por la boca de la botella dando círculos, él sonrió ladino, apenas, sin romper el intenso contacto visual.

——Creo que por fin ya lo descubrí... Agápē.

Esa palabra era nueva.

Le pregunté, aún con nuestras miradas conectadas que cada vez parecían ganar más intensidad. Como si el mundo fuera a arder en llamas.

——¿Qué significa eso, Yeonjun?

No sé cómo más describirlo sin decir que sus ojos desnudaron mi alma.

——Bobo ——respondió segundos después.

Era un jueves.

Yeonjun me acompañó a mi casillero antes de ir juntos al salón.

——No puedo creer que me haya comido casi todo para recién darme cuenta que había una mosca flotando en mi sopa ——se quejó con un puchero en los labios ——. Me voy a morir ——dramatizó en un lloriqueo.

Lo miré divertido y negué con la cabeza.

——Tú recomendaste el restaurante.

——Sí, porque claro que sabía que iba a venir con insectos de condimento. Piensa Soobin.

——De seguro te has comido hasta arañas antes allí y ni cuenta te has dado.

Yeonjun era aracnofóbico.

——¡Soobin!

Reírme era inevitable. Enojado, más que dar miedo, daba muchísima ternura, y sus labios no ayudaban.

Llegamos a la clase, yo reprimiendo las ganas de reír a carcajadas por lo ridículo, y él con amargura en su expresión.

Mi sonrisa se desvaneció cuando vi dentro del salón a quién estaba de espaldas esperando de pie en mi sitio, esperándome.

Fruncí el ceño, pero me sentí aliviado.

Heejin, una amiga mía, estudiante de derecho, y probablemente una de las chicas más bellas de la universidad, había vuelto a visitarme como antes, o eso sospechaba.

Ya me preguntaba donde había estado, pues me había acostumbrado a que fuera ella de las primeras personas que viera en el día, también la última al final de la jornada universitaria.

La castaña miraba la ventana con las manos tras la espalda, pero se giró y me sonrió cuando dije "hey" con una sonrisa.

Yeonjun recién se percató de la situación cuando hablé. Miraba con curiosidad.

Heejin fue entusiasmada a abrazarme, y yo le correspondí cariñosamente el abrazo.

Se separó de mi agarrándome por los hombros.

——Oppa, te extrañé.

——Yo también, ¿dónde has estado estos últimos días?

Ella solía venir verme antes de todas sus clases, todos los días.

——He estado muy ocupada con los exámenes ——Me soltó ——. Pero pronto terminarán y podremos salir como antes, oppa.

——Me alegra ——Le sonreí.

——Tengo que irme a clase, mi pabellón es al otro lado. Yo... te extrañé mucho ——Tímidamente y casi dubitativa, me dejó un beso casto en la mejilla antes de huir avergonzada, lo que me hizo sonreír embobado ——¡Nos vemos, oppa! ——vociferó ya en el corredor.

Me senté casi dejándome caer en la mesa de mi escritorio.

Escuché los pasos de Yeonjun a mi costado y como este se apoyó en mi escritorio.

——Estás enamorado ——Eso fue una afirmación por su parte.

No, tampoco era así.

Yo sabía que Heejin tenía sentimientos por mí, y ella quizás me gustara porque era adorable, linda, inteligente y amable, pero definitivamente no estaba enamorado.

Mi corazón no se volvía loco, no tenía la necesidad de estar con ella todo el tiempo.

Negué con la cabeza sin poder borrarme esa sonrisa de la cara, viendo hacia ese vacío corredor.

——No lo estoy —— le hice saber ——. Pero quizás me gusta.

——¿Quizás? Es seguro que ella lo está de ti.

No quería tener que lidiar con mi responsabilidad afectiva, así que intenté desviar el tema.

Miré a Yeonjun y lo vi con una expresión adusta que jamás creí que estaría ahí por la suavidad en su tono al hablar, estaba mirando hacia el corredor.

——Has pensado mucho en ella últimamente, ¿no?

——¿Por qué lo preguntas?

——Curiosidad ——tajó.

——Mmm... Pues la verdad no, solamente me preguntaba un par de veces a dónde se había ido como para no venir como antes, ya sabes, uno se acostumbra.

——¿Entonces estás con la gente por costumbre? ——Otra súbita afirmación, como si hablara con él mismo ——¿Así como conmigo?

Fruncí el ceño porque no entendí, primero su actitud y luego la connotación.

——No hago eso. Si estoy con alguien es porque quiero ——refuté confundido por su actitud.

——Creo que confundí las cosas ——dijo aún sin verme ——. Y es bastante lamentable, porque para ser sinceros, yo ya me había entusiasmado ——Recién me vio a los ojos, con una expresión que no pude descifrar.

De nuevo Yeonjun hacía eso, hablar como si yo no estuviera ahí, y me molestaba.

——Odio encariñarme tan rápido. Todo es tu culpa ——dijo con la misma mirada inculpadora, pero luego la bajó.

Ya un poco harto, lo tomé del brazo y lo obligué a verme.

——¿Por qué sigues hablando solo? Háblame.

Sus ojos fríos fueron hacia mí rostro con determinación.

Percibí a su mano intentar subir para lo que yo creí era tocarme, pero se detuvo a sí mismo. Y mirándome a los ojos, me dijo:

——No estoy hablando solo, Soobin ——Esos benditos ojos me enviaban descargas incluso al inicio de todo ——. Estoy hablándote a ti, pero jamás vas a entenderlo, y honestamente no sé si quiero que lo hagas.

Yeonjun se levantó e intentó salir de la clase.

¿Qué mierda?

——Yeonjun, espera ——Lo detuve de la muñeca. Quería, necesitaba una explicación.

Él miró nuestras manos casi juntas y luego me vio al rostro, decaído.

——Estoy cansado, Soobin, nos vemos mañana.

Se zafó de mí y salió del salón sin mirar atrás, con las manos en sus bolsillos.

Toda la clase, aunque no quisiera admitirlo en ese entonces, extrañé sentir a un muslo chocar rítmicamente con el mío.

Yeonjun era un misterio para mí en ese entonces, decía y hacía cosas que no entendía.

Desearía jamás haberlo hecho.

Nota: 

¿Qué tal hasta acá? OMG MIEDO







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