Final
Off iba a tener un ataque de nervios en ese instante.
De pie, en el pasillo del hospital más cercano donde habían llevado a Gun, sentía que todo el mundo se le venía encima ante el pensamiento de que le pudo haber ocurrido algo a su omega. A su bebé.
Si lo llegaba a perder, si ocurría cualquier cosa...
Off iba a ponerse a llorar como un niño pequeño.
Nanon, New y Tay estaban en otro cuarto mientras revisaban a Pluem, en tanto Chimon permaneció junto a Sammy cuando la policía comenzó con los interrogatorios. Se habían llevado a Mook entre gritos, pero a Off no le interesaba. Y su madre...
Bueno, la estaban operando para sacarle la bala. Sammy no había disparado a ningún órgano mortal, sin embargo...
El doctor salió del cuarto y Off se le acercó.
—¿Cómo está? —preguntó con voz urgida—. ¿Puedo pasar a verlo? ¿El cachorro?
—Está todo bien —dijo el doctor aliviado— no hubo aborto. Ha sido sólo el estrés de toda la situación. Su bebé está muy bien.
Off ahora iba a llorar por el alivio.
—Puede pasar a verlo —agregó el doctor— ha estado bastante calmado a pesar de todo, pero lo ideal es que duerma para que su cuerpo se relaje mejor.
Notó la indirecta del hombre: podía estar con Gun, pero primero tenía que hacerlo dormir. Para ello, su papel de alfa sobreprotector sería ideal.
Aunque, claro, cuando lo vio acostado en la cama no dudó en subir sobre ella para abrazar al omega y restregar su rostro contra el pecho como si fuera un bebé, queriendo quedar impregnado en su olor.
—Ow, Off...
—Casi te pierdo otra vez —gimoteó, con la voz temblando—. Soy el peor alfa del mundo...
—¿Qué estás diciendo? —Regañó Gun, acariciándole el cabello a Off—. Eres mi bebé grande.
—Debería haberte protegido y mira dónde estamos...
—Oye, no me ha pasado nada grave —Gun liberó feromonas para tranquilizar al alfa, que seguía algo alterado—. Nuestro cachorro sigue bien, mira...
Tomó la mano de Off, llevándola a su vientre algo abultado, lo que llamó bastante la atención del doctor porque recién iba a cumplir dos meses. Había comentado la necesidad de hacer exámenes, pero Gun le dijo que no se lo comentara a Off porque iba a preocuparlo más.
—¿Ves? —Off parecía fascinado mientras le acariciaba—. Cachorrito está bien.
El alfa asintió, estirando sus labios y Gun se rió para darle un beso pequeño, calmado por el toque dulce del alfa sobre su piel.
—Tienes al peor papá del mundo, cachorro —lloriqueó Off.
Gun rodó los ojos.
—Deja de llorar, tonto —le regañó—. Lo importante es que estamos bien, estamos juntos, y esto se ha acabado ¿cierto? —su expresión cambió—. ¿Tu mamá...?
Off frunció el ceño.
—Está viva —contestó, sin soltarlo un poco de su agarre— aunque...
—Hierba mala nunca muere —murmuró Gun.
—Al parecer —prosiguió el alfa cuidadosamente— va a quedar inválida. El impacto de la bala fue en la columna vertebral.
Gun parpadeó, observando el rostro tranquilo de Off y no se molestó en fingir que aquello le afectaba porque sería mentir. Si ella vivía, si moría, le daba lo mismo, lo único que deseaba era que le dejara en paz.
—¿Y Mook? ¿Mi padre? —prosiguió.
—Los han llevado detenidos. La policía está en espera de que estabilicen a mi madre para interrogarla también. Muy probablemente tengamos un juicio por la herida de bala. Además... —Off acarició su cintura— voy a demandarlas por secuestro, agresión e intento de asesinato. Haré que se pudran en la cárcel, Gunnie. Ellas ya no van a hacernos daño alguno.
Gun lo abrazó, olisqueando su cuello, sintiendo alivio y calma al sentir el alfa de Off, su olor varonil relajándolo. Off se movió sobre él, empujándolo a acostarse y el omega se dejó manipular como un bebé, riéndose cuando los labios del mayor acariciaron la piel de su mejilla.
Todo había acabado por fin, todo había terminado.
—Off... —se rió— estamos en un hospital, en un lugar público...
—No estoy haciendo nada malo —dijo Off sin alejarse, su voz ronca— sólo hago feliz a mi omega. Además ¿no me debías una mamada?
—Eso era si volvías, no si yo iba a rescatarte...
El menor suspiró, jadeando por los dientes de Off mordisqueando la piel de su cuello, separando sus piernas y–
—¡No jodan, son lo peor!
Off se cayó de la cama cuando Gun lo empujó, siendo un déjà vu de la primera vez que Chimon, siendo bebé, los vio juntos también.
Ahora, el chico estaba de pie bajo el umbral de la puerta, con las mejillas coloradas y una mirada atormentada por la situación.
Pero Gun no le sonrió.
Chimon bajó la vista, avergonzado, e incluso Off sólo se puso de pie, sin reclamar, notando el aire cargado de feromonas molestas.
El alfa tosió.
—Bueno, iré a ver a Sammy —dijo Off, dándole un beso a Gun— no seas duro con él —agregó en voz baja.
Gun soltó un bufido y Off casi salió corriendo, cerrando la puerta detrás de él.
—Mamá... —murmuró Chimon.
—¿Qué te dije, Chimon? —le preguntó, su voz grave y seria, su mandíbula apretada y sus ojos sin dejar de mirarlo.
El muchacho se crispó.
—Pero... yo quería...
—Qué. Te. Dije.
Chimon quiso ponerse a llorar al escuchar su tono bajo y enfurecido, pero se forzó a mantenerse entero, a no derrumbarse y hacerse bolita en una esquina.
—Que no fuera —dijo con la voz temblando—, que me quedara con Nanon en su departamento.
—Entonces —prosiguió Gun, sin amedrentarse por la visión de su hijo mirando el suelo, los ojos llorosos y expresión sufrida— ¿por qué fuiste a esa casa?
El muchacho sollozó.
—Quería... a-ayudarte... no pretendía...
—¿Ayudarme? Chimon, no pensaste que si te dije que no me acompañarías ¿fue porque sabía que serías un estorbo? —le dijo, sin dejar esa posición de regaño, su voz helada sin admitir réplica alguna.
Chimon se encogió en su lugar, herido por sus palabras pero sin ser capaz de replicarle. Nunca antes le habían regañado de esa forma, nunca le habían afectado tanto unas palabras como en ese instante.
—Lo... lo si-siento... —farfulló, sin atreverse a levantar la vista.
—No sólo me desobedeciste —continuó Gun, su voz más dura— sino que también fuiste tan estúpido como para dejar que mi padre te capturara. Me hiciste cambiar todo lo que tenía planeado e improvisar en unos segundos —Chimon para ese momento, ya estaba llorando—. Y no suficiente con eso, pusiste tu vida en peligro y haces que casi me dé un infarto en ese momento —el tono de Gun se quebró—. ¿Qué habría hecho yo si te hubiera pasado algo, Chimmie?
Chimon lo miró en ese instante y rompió a llorar como un bebé al ver a Gun sollozando también.
Se movió con rapidez, subiéndose a la cama mientras berreaba sin control alguno, acurrucándose en los brazos de su mamá para poder ser consolado por él, hipando y sorbiendo por su nariz.
—Lo... lo la-lamento, mami... —sollozó Chimon.
Gun suspiró, abrazándolo contra su pecho, acariciándole el cabello.
—Sigo enojado contigo y estoy pensando en tu castigo —le dijo Gun, aunque su voz ya no estaba tan furiosa.
Chimon gimoteó.
—No me odies, mami —balbuceó.
Gun se sintió derretir, pensando brevemente que si no se hubiera visto obligado a abandonar a su hijo, se habría comportado así a lo largo de su crecimiento para evitar ser castigado.
Pero trató de no pensar en ello, porque eso ya había ocurrido, era el pasado, y ahora estaban juntos. Ahora nadie lo iba a separar de su bebé, de Off, y se iba a asegurar de eso.
—¿Qué dices? —le dijo con dulzura—. Jamás podría odiarte, cariño. Eres mi bebé grande —suspiró, soltando más feromonas maternas—. Mi primer bebé grande. Te amo mucho, Chimon.
El muchacho suspiró de alivio, aferrándose al abrazo de Gun, sintiendo que todo iría bien. Que, por fin, las cosas irían bien.
—Yo también te amo mucho, mamá —contestó, feliz.
Off acarició el cabello de Sammy, que dormía a su lado, contra su pecho y suspiró por el cansancio. El interrogatorio de la policía había acabado minutos atrás y su hija había llorado contra su pecho hasta quedarse dormida, pero a Off no le interesaba.
Si bien se habían librado por fin de esas dos mujeres locas, el precio que tuvieron que pagar fue demasiado alto, porque ninguno de los dos adultos tuvo que disparar sino una niña de trece años que además fue interrogada hasta el cansancio por los policías. Off estuvo presente en todo el momento, tratando de sostener a su bebé para que no tuviera un colapso, para luego decirle que no fue culpable de nada.
Que todo había sido en defensa propia y ellos la iban a seguir queriendo por siempre.
Se puso de pie, arropando a la niña para que no pasara frío en el hospital, y salió del cuarto con algo de agotamiento. Le darían el alta a Sammy al día siguiente, pero no la iba a dejar sola esa noche, no cuando lo necesitaba. Sin embargo, mandó a Gun a la casa junto a Chimon, sabiendo que el omega debería descansar los siguientes días por recomendación del doctor.
Off lo prefería así, no quería que Gun estuviera más en ese lugar.
Caminó por el pasillo, yendo a comprar un café, y mientras volvía al cuarto, se desvió hacia otra habitación.
No tocó al entrar, revisando que no hubiera alguien cerca, y entró.
Su madre estaba acostada, pero no durmiendo. La mujer lo miró, pálida, ojerosa, pero Off no se sintió mal, ni triste, ni amedrentado.
—¿Off? —preguntó ella, y el alfa nunca la había visto tan frágil como en ese instante.
No se acercó, apoyándose en la pared.
—Supongo que los doctores ya te lo han dicho —comentó— que no vas a volver a caminar.
Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas.
—Vivir en una silla de ruedas... —murmuró Dararat , su rostro lleno de desdicha— ¿vas a hacerte cargo de mí?
Off no pudo evitarlo: se rió.
Trató de controlarse, sacudiendo su cabeza en una negativa feroz.
—No, verás —dijo con cuidado—, dentro de unas semanas, cuando mejores lo suficiente, voy a llevarte a juicio por secuestro, extorsión, agresión e intento de asesinato —Dararat quiso decir algo, pero Off continuó con mayor fuerza—. Haré lo posible para que te den mucho tiempo en la cárcel, lo suficiente como para que mueras allí.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó, su voz temblando—. Soy tu madre, ¿Cómo puedes...?
—A Mook también la meteré contigo —prosiguió, como si no la hubiera escuchado—, ella puede hacerse cargo de ti allí. Yo voy a preocuparme de mi familia porque, bueno... —sonrió— no te lo alcancé a decir, pero Gun está esperando un bebé mío. Vas a ser abuela.
—¿Qué? —la mujer parecía en shock, aturdida, sin saber qué decir.
Off bebió el café, tranquilo, sintiéndose mejor que nunca en todo ese tiempo. Sabiendo que las cosas por fin habían acabado.
—Por fin vas a tener un nieto de sangre —comentó, regocijándose de su dolor.
—La empresa...
—Oh, las acciones han bajado mucho por todo esto —dijo el alfa, despreocupado—, ya sabes, no es bien visto que hayas raptado a tu hijo, a tu nieto y a otro omega, y que hayas amenazado a mi pareja —se encogió de hombros—, así que la he vendido.
—¡¿Qué?! —La mujer se enderezó, blanca como un papel, luciendo como si fuera a vomitar—. ¡¿Qué has hecho qué?!
—La he vendido —repitió, saboreando cada palabra— barata, producto de estos escándalos, pero de todas formas saqué buen dinero de eso. A Chimon tampoco le ha hecho mucha gracia, no te preocupes.
—Off, no puedes... debes...
—No, madre —dijo dándose la vuelta para salir— no debo hacer nada. Estás condenada y me encargaré de que te pudras donde sea que te manden —le hizo un gesto de despedida—. Nos vemos en el juicio, Dararat.
La mujer balbuceó su nombre, tratando de detenerlo, pero Off simplemente salió del cuarto, sintiendo gran alivio porque ya había dicho todo lo que podía decirle a esa mujer. No sentía compasión, ni dolor por todo ello, porque ella nunca fue una verdadera mamá para él. Fue, tristemente, sólo una desconocida.
Off ahora estaba listo para vivir su vida junto a las personas que amaba sin que nadie se interpusiera entre ellos.
Off tuvo que morder su labio inferior para no soltar un gemido, aunque si era sincero, a esas alturas sus hijos tuvieron que haberse puesto sus audífonos para no seguir escuchando.
Bajó la vista, observando los ojos traviesos de Gun mientras le miraba, su boca chupando el glande en tanto su mano acariciaba sus testículos.
—Eres ho-horrible —jadeó, cerrando sus ojos brevemente por el placer.
Gun sonrió, alejando su rostro.
—¿No te gusta despertar así? —contestó con inocencia— puedo dejarte en paz sí...
—No te atrevas —gruñó Off, antes de volver a gemir al sentir como la boca de Gun tomaba su pene sin dificultad alguna.
El rostro de Gun terminó cubierto de semen y saliva, pero poco le importó cuando se enderezó, subiéndose al regazo del alfa, ubicando cada pierna a un lado de su cintura, y comenzando a mover sus caderas para que el pene de Off volviera a endurecerse.
El alfa volvió a gemir.
—Estoy viejo —se quejó, agarrándolo de la cintura— ya no duro... lo mismo de antes, Gunnie...
Gun comenzó a reírse, sin dejar de moverse, sintiendo la erección entre sus nalgas, su ano lubricando.
—¿No te gusta cómo me veo? —le dijo enarcando una ceja.
Off lo observó, su cara con restos de semen, sus mejillas coloradas, la expresión sucia en su rostro. Se sentía algo más provocador verlo con su vientre abultado en señal de embarazo, donde el pensamiento de follar a su omega, que cargaba a su cachorro, envió una ola de excitación por todo su cuerpo.
—Me encantas —admitió, antes de gemir cuando el omega se auto-penetró solo, su pene abriéndose paso en su agujero apretado y estrecho.
—Mi Alfa... —murmuró Gun, besándolo en la boca.
Despertar de esa forma, consideró, no estaba tan mal.
Quince minutos después estaba anudando en su interior, gruñendo contra su cuello mientras renovaba su marca y Gun se derrumbaba en sus brazos.
—Estamos yendo tarde —murmuró Off, mirando la hora brevemente.
Gun suspiró, levantando sus ojos, y puso una expresión extraña en su rostro. Off supo que no sería algo bueno lo que vendría a continuación, sintiéndose algo estúpido porque los últimos días Gun había estado un poco raro.
Su alfa sintió pánico de pronto.
El omega se removió, sentándose a su lado, su mano puesta sobre su vientre abultado. Las últimas dos semanas Off se percató de lo notorio que era.
—Pareciera que tengo cuatro meses y no dos —le dijo, su voz suavizándose con algo de pena.
Hubo un instante de tenso silencio, en los que el alfa proceso lo que le estaba diciendo.
—No —murmuró Off, derrotado.
—No le pregunté al doctor porque estábamos preocupados de otras cosas, Off, pero... —vaciló un instante—. No lo consideré porque no lo creí posible, pero ahora... Tal vez debamos considerar que sea de Max. Pasé un celo con él antes de que tú volvieras.
Off puso un brazo sobre su rostro, sin querer mirar el triste rostro de Gun, sintiendo su corazón quebrándose ante la noticia. El omega no hizo amago de tocarlo, sin saber qué hacer en ese instante.
—Me dijiste que usaban condón —dijo Off, su voz completamente quebrada y Gun quería romper a llorar.
—La mayoría de las veces sí —admitió, avergonzado.
Hubo una pequeña pausa.
—Necesito estar solo un instante —pidió Off.
Gun tuvo el débil impulso de negarse, pero sabía que Off estaba a unos segundos de llorar y sabía que el orgullo del alfa le impedía hacerlo frente a él, menos en esa situación. Vacilante, se puso de pie, tomando su bata, y se envolvió en ella para salir del cuarto.
La vida, al parecer, no iba a dejársela fácil a Off.
Una hora después, los cuatro estaban saliendo de la casa, sentados en el auto de Off, aunque los dos adultos iban en un mortal silencio.
Chimon observó a Sammy, que le devolvió la mirada, completamente extrañada porque en la mañana esos dos estaban teniendo sexo y ahora parecía que habían peleado. Sin embargo, no se atrevieron a decir nada, no cuando su papá tenía los ojos enrojecidos y Gun parecía culpable.
Se suponía que ese día todo iría bien, ¿por qué se había arruinado?
Ese día era el juicio contra Mook, Dararat y Arm, pero los dos adultos parecía que iban a un funeral.
En la Corte Suprema evitaron a los periodistas que estaban curiosos por el caso, encontrándose en el interior con la familia Vihokratana. Chimon no tardó en ir con Pluem y Nanon, en tanto Sammy se acercó a Emma y Frank. Incluso New y Tay notaron que la pareja no estaba bien, por lo que no quisieron acercarse a entablar alguna conversación.
Gun se giró hacia Off, estirando sus manos para arreglar la corbata alrededor de su cuello.
—Me haré exámenes mañana mismo —le dijo con tono apagado— y no quiero presionarte. Si no quieres hacerte cargo en caso de...
—No pasamos tanta mierda para que esto nos separe —contestó Off, obligándolo a sostener sus ojos—. Te amo a pesar de todo —lo abrazó y Gun quería llorar en su pecho—. Lo vamos a superar. Aún nos quedan muchas oportunidades para tener un hijo de los dos.
El omega asintió, hipando y minutos después se prepararon para ingresar a la sala de juicios donde se llevaría a cabo la sesión.
Fue un juicio largo, extenso, que duro toda la mañana y gran parte de la tarde, pero Off había presionado para que todo se solucionara dentro del día, en lo posible. No quería extender más esa situación, no cuando Sammy y Pluem tuvieron que testificar además, explicando todo lo ocurrido, visiblemente afectados por los recuerdos.
Bajo todas esas circunstancias, la decisión del juez fue sencilla: culpables los tres de todos los cargos que se les acusó.
A Dararat Adulkittiporn le dieron veinte años, sin posibilidad alguna de rebaja, por lo que, con toda probabilidad, iba a morir encarcelada.
Mook Atthaphan recibió quince años de prisión, con una orden de alejamiento de cualquier miembro de la familia Adulkittiporn. Si bien Gun esperaba más, quedó satisfecho con el hecho de que, si bien tenía un gran riesgo de salir viva, había perdido todos sus privilegios: ya no tenía a Dararat para que le protegiera ni un trabajo con el que mantenerse.
Y Arm recibió diez años de cárcel y si no moría dentro de los barrotes, saldría ya demasiado viejo como para hacer algo.
—¡Gun! —Había gritado Mook entre lágrimas mientras se la llevaban, pataleando, siendo arrastrada por los guardias en un intento desesperado de que la soltaran—. ¡Gun, por favor! ¡Por favor, no me hagas esto! ¡No a tu hermana mayor!
Gun hizo una mueca de desprecio, poniéndose de pie y le dio la espalda, caminando lejos de allí, sintiendo cómo esas puertas que tanto dolor le causaron eran por fin cerradas.
Por fin, luego de tanto tiempo, su pasado ya iba a dejar de perseguirle para siempre.
Chimon, definitivamente, tenía que estar fuera de casa esos últimos días.
Sus papás no le habían comentado nada, pero los dos habían adoptado una actitud demasiado extraña, saliendo casi todos los días por asuntos privados y volviendo a casa sin hablar demasiado.
Sin embargo, él no iba a meterse porque la relación era de ellos y estaba algo feliz además de no escuchar gemidos en medio de la noche.
Por otro lado, tenía varias preocupaciones que atender en ese momento.
—Pluem, bebé, ¿Qué pasa? —preguntó Nanon, con aspecto cansado, mientras el omega miraba la televisión con poco interés.
—No pasa nada, ¿por qué preguntas? —dijo Pluem, sonriendo forzadamente
—No has querido salir en estas últimas tres semanas, Pluem —contestó Chimon, viendo la sonrisa desaparecer—. Hasta estás más pálido por eso.
El omega arrugó el ceño con expresión de fastidio.
—Es porque prefiero estar acá en casa —explicó— ¿para qué voy a salir? Me encargo de que todo esté limpio y ordenado...
—Hey, hey —se apresuró a interrumpir Nanon— ¿desde cuándo quieres hacer eso? Siempre te quejas de que no eres un ama de casa —hizo una pequeña pausa—. Tú me habías comentado la otra vez que querías estudiar algo.
La expresión que puso el omega fue de pronto triste y desamparada, y ambos alfas se miraron con evidente preocupación.
—He causado muchos desastres —murmuró Pluem, su voz temblando—. Los he puesto a los dos en peligro por mis decisiones. Yo no... No quiero causar más problemas, sólo qui-quiero que los tres vivamos en paz...
—Oye, ¿Qué estás diciendo, bebé? —dijo Chimon, sentándose al lado del omega para abrazarlo—. No has hecho nada malo.
—Yo realmente pensé en huir con Ohm —soltó Pluem— y no suficiente con ello, confié en él porque me dio un poco de atención y provoqué que la maldita de Mook me tuviera en sus manos.
—No es tu culpa —insistió Chimon.
—Pluem, ellas te habrían llevado como fuera —agregó Nanon, tomándole la mano— pero de ninguna forma ha sido tu culpa. Y si te hubieras ido con ese idiota... —los alfas volvieron a mirarse— lo habríamos comprendido, porque te queremos. Y queremos que tú seas feliz —hizo una pequeña mueca—. Después de todo, si tú lo hubieras querido y pedido, nosotros habríamos marcado a otros omegas para liberarte de nosotros.
Pluem rompió a llorar ahora, dejando que ambos chicos lo abrazaran y llenaran de amor, el aroma alfa a su alrededor provocando que se volviera un bebé.
No quería que le soltaran, le dejaran nunca, se dio cuenta en ese instante, demasiado lleno de cariño y ternura.
—Ah, no nos hagas esto, conejito —murmuró Nanon— si tú lloras, harás llorar a Chimon...
—¡No estoy llorando! —sollozó Chimon.
—Y si Chimon llora, ¡yo voy a llorar! —terminó de decir Nanon con lágrimas en los ojos.
Los tres se mantuvieron en ese abrazo por varios segundos, arrimándose entre sí y dándose besos pequeños y cortos, lo suficiente para calmarse y tratar de recuperar la poca dignidad que les quedaba.
Luego de varios minutos, se separaron unos centímetros, lo que bastara para poder calmarse.
—Y no bromeábamos cuando te decíamos si quieres estudiar algo —dijo Chimon, acariciándole la mejilla húmeda por las lágrimas—. Si tú quieres estudiar alguna cosa, o entrar a trabajar, sólo tienes que decirnos para que te apoyemos.
—¿Puede ser cualquier cosa? —preguntó Pluem con timidez.
—Lo que quieras —prometieron los dos.
—Los amo —admitió Pluem, dándole un beso a cada uno—. De verdad que los amo. Lamento haberme dado cuenta tan tarde y hacer tantas cosas tontas.
—Hey, todos hemos hecho cosas tontas —dijo Nanon—. Por ejemplo, Chimon hoy se acabó tu leche de plátano.
—¡¿QUÉ ÉL HIZO QUÉ?!
—¡NANON!
Chimon sabía que las cosas iban a ir bien.
O al menos eso creía hasta que llegó a su casa después del colegio junto a Sammy, dos días después y encontraron a su papá llorando en el sillón a lágrima viva. Las únicas veces que lo habían visto llorar era cuando llegaba borracho, gimoteando el nombre de Gun y ellos no entendían qué ocurría.
Sus alarmas se activaron, dejando las mochilas en el suelo.
—¿Papá? —preguntó Sammy, asustada—. ¿Qué pasó, papá?
Pero Off hipó, incapaz de hablar.
Chimon levantó la mirada cuando sintió una presencia conocida, y Gun salió de la cocina, llevando un vaso con agua, una expresión cansada pintando su rostro.
—¿Mamá? —Balbuceó Chimon—. ¿Qué está ocurriendo?
Gun se sentó al lado de Off, ofreciéndole el vaso y el alfa no dudó en agarrarlo para beber. Gun le tomó la mano a Off.
—Bueno, necesitamos conversar seriamente con ustedes —dijo, hablando con cuidado.
Chimon iba a vomitar.
—¿Le ha pasado algo al bebé? —preguntó Sammy.
—El... el be-bebé... —farfulló Off antes de volver a beber agua.
Gun suspiró, sacudiendo la cabeza.
—Con papá fuimos a hacernos exámenes porque nos llamó la atención algo del embarazo —comenzó a explicar Gun—. Mi estómago no luce como si tuviera dos meses, es más, parezco tener por lo menos cuatro meses.
Chimon palideció mientras Sammy puso una expresión desconcertada.
—Espera... —musitó Chimon— ¿el bebé puede ser... uh...?
—Quisimos verificar también que todo estuviera bien —le interrumpió Gun a Chimon— y el doctor nos dijo, al final de todo, que...
—¡Son tres! —chilló Off, histérico—. ¡No un bebé! ¡Son tres!
Chimon se atoró con su saliva en tanto Sammy abría la boca por la sorpresa.
Gun parecía exasperado.
—Tienen los dos meses correspondientes —aclaró Gun cuando Off terminó de beber el agua— pero el doctor hizo varios exámenes para comprobar cuántos bebés eran. Apenas lo tuvo todo claro, nos avisó, y tuve que venir conduciendo yo porque tu pobre papá apenas podía decir algo. A mitad del viaje se puso a llorar como desquiciado.
Off volvió a llorar.
—¡Seré... seré papá! —Dijo con la voz temblando por el nervio—. ¡De tres... tres bebés! ¡Tres por... por uno!
Gun soltó un ruido por la incredulidad.
—Bueno... ¡felicitaciones! —dijo Sammy, todavía desconcertada.
Chimon arrugó el ceño.
—Pero no lo entiendo —dijo algo confundido—. ¿Por qué lloras, papá?
Gun se puso de pie.
—Tal vez tu papá quería sólo un bebé y no tres —dijo el omega
Off dejó de llorar, observando a Gun cruzarse de brazos.
—¿Qué estás diciendo? —Dijo Off—. Estoy llorando porque no creí que mi semen fuera tan potente.
—¡PAPÁ!
—¡OH POR DIOS, NO HAY CASO CON USTEDES!
Los dos adolescentes salieron corriendo de allí cuando Gun se subió al regazo de Off, comenzando a llorar por la felicidad repentinamente, su corazón latiendo sin control alguno.
—Tres bebés —murmuró Off, deslizando sus labios por las mejillas del omega— tres cachorros, Gunnie. Todos míos... Mis cachorritos...
—Todos tuyos —prometió Gun, dándole un beso en la boca, su omega revoloteando por la felicidad y se rió al sentir de pronto besos en su cuello—. Los niños están arriba —agregó, sonriendo mientras le besaba, las manos del alfa deslizándose por debajo de su camisa.
—Bueno, ¿qué importa si quedan más traumados? —Preguntó Off, girando y acostando a Gun sobre el sofá, tratando de quitarle los pantalones—. Esto hay que celebrarlo.
—Oh, ¿ahora ya no estás viejo para follar? —Ronroneó Gun, quedando desnudo en unos segundos, separando sus piernas—. Porque... Oh... Mmm...
Off amaba la sensación de penetrar el ano de Gun, sintiendo como su agujero le recibía sin dificultad, y sonrió contra sus labios, jadeando por el placer.
—Mi omega... —suspiró, moviendo sus caderas para llegar más profundo, observando el rostro agitado de Gun, la expresión de placer en su rostro—, mis cachorros...
—Tuyo, tuyo, tuyo por siempre —prometió Gun, tomándole la mano y dándole un apretón—. Te amo. Te amo Off Jumpol Adulkittiporn.
Off le devolvió la sonrisa, volviendo a besarlo con los ojos llenos de lágrimas, riendo por la emoción.
Gun había creído durante mucho tiempo que era un omega con mala suerte, pero ahora, se dio cuenta de que la fortuna iba a sonreírle.
Y él lo iba a disfrutar para siempre.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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