Extra 1
La Bicicleta
Gun tenía cuatro meses de embarazo y un bonito estómago de preñado cuando recordó algo que Chimon le dijo muchas semanas atrás.
Su hijo mayor estaba terminando de hacer sus tareas en el instante en que tocó la puerta y Chimon levantó la vista de su cuaderno, sonriendo al ver a su mamá bajo el marco de ésta, luciendo tan bonito con ese vientre abultado.
―¿Pasa algo, mamá? ―preguntó, olisqueando las feromonas maternas.
―¿Estás muy ocupado? ―contestó Gun, entrando para sentarse en la cama.
―No, ¿quieres hacer algo? ―dijo Chimon, su tono volviéndose alegre porque llevaba mucho sin algo de tiempo con su mamá. Entre estar con Pluem y Nanon, y que su papá solía robarse a Gun...
No había que malinterpretarlo, tampoco: Chimon estaba muy feliz de que sus padres pudieran recuperar todo ese tiempo perdido y Gun se preocupaba un montón de él también. Los primeros días, mamá iba a dejarle y buscarle al colegio en el auto, esperándolo fuera y llamando por él como si tuviera cinco años, casi queriendo que Chimon corriera a sus brazos. En esos instantes sentía sus mejillas coloreadas de rojo por la vergüenza, pero decidía no decirle nada porque no quería herir sus sentimientos, comprendiendo que era su instinto natural en ese instante.
Sólo que, las últimas semanas, fueron un poco ajetreadas para todos ellos, pues Gun tuvo que ir a hacerse exámenes a la clínica, Pluem estuvo en celo, Off debió cumplir con turnos de noche en el hospital... Sus tiempos con mamá se acortaron mucho.
―¡Mira lo que compré! ―saltó Gun, tomándole la mano y Chimon se dejó llevar por el adulto, preocupado de que no se esforzara demasiado por los meses en cinta que tenía. Sólo tenía cuatro meses pero llevar tres bebés... Chimon no sabía cómo lo hacía.
Gun salió de casa y Chimon no tenía idea qué quería mostrarle mamá, menos cuando se dirigió al garaje.
Contempló, atónito, la bicicleta que tenía una cinta encima.
―¡TA-DA! ―gritó Gun con entusiasmo.
―¿Una bicicleta? ―balbuceó Chimon, sorprendido todavía.
―¡Sí! ―su mamá parecía a punto de saltar, entusiasmado―. ¿No recuerdas que me dijiste que debía enseñarte a andar en bicicleta? ―continuó Gun―. ¡Lo recordé durante la semana! Entonces pensé que podríamos aprovechar que... ―el tono del mayor se fue apagando al notar el rostro en blanco de Chimon―. No te gustó ―afirmó de pronto, tímido.
―¿Qué? ―Chimon se sobresaltó―. No mamá, no pasa...
―Sólo pensé que... Oh, supongo que ya no quieres aprender a andar en bici ―prosiguió Gun, su rostro avergonzado, pareciendo encogerse un poco― ya estás grande y esto no es tan útil, ¿cierto?
―¡No, de verdad que quiero! ―barboteó Chimon, entrando en pánico porque no deseaba que él se sintiera mal―. Quedé sorprendido, no es nada más. No lo esperaba, mamá ―dio unos pasos y lo abrazó, olisqueando su cuello, contento con el olor materno―. Gracias, mami, eres el mejor.
―Mañana la probamos, ¿vale? ―respondió Gun, contento.
A la hora de la cena, Chimon aprovechó que mamá estaba en la cocina preparando la cena, para atajar a Off luego de llegar del trabajo. Su papá le miró con extrañeza cuando le hizo unos gestos para hablar en voz baja.
―Necesito pedirte un favor ―dijo Chimon, un poco urgido.
―Depende ―respondió Off.
Chimon refunfuñó.
―Mamá quiere que aprenda a andar en bicicleta ―comenzó a decir, viendo la mirada confundida de Off.
―Pero si sabes andar en bici ―contestó su papá.
―¡Sí, pero eso mamá no lo sabe! ―Chimon parecía a punto de llorar―. No le digas que sé, ¿está bien? Por favor, papá.
―No puedo mentirle a mi bebé ―dijo Off, algo ofendido por lo que le estaba pidiendo su hijo.
El menor puso una expresión astuta.
―Sí se entera de que sé, probablemente va a llorar por lo sensible que estás y tendrás que hacerte cargo de eso, papá.
Off puso ahora una expresión de horror, porque algo de razón Chimon tenía: con el embarazo, Gun estaba demasiado sensible y llorón, sólo dos semanas atrás, hizo un show porque Sammy comentó que le faltaba un poco de aliño a la comida. La pobre niña tuvo que pedir perdón toda la tarde y Off consolar al pobre omega.
Así que terminó aceptando y como nadie en esa casa quería que Gun se pusiera triste, hasta Sammy mintió que Chimon no sabía andar en bicicleta.
Aunque el muchacho se dio cuenta de que quizás el plan no iba a salir muy bien cuando, al día siguiente, Gun volvió a entusiasmarse para que aprendiera, así que no le quedó más remedio que salir con él, observando la bicicleta casi con antipatía. Era muy bonita, de verdad, pero... pero las dos rueditas pequeñas, cada una a un costado de la rueda trasera, mataban su orgullo.
―Cuando te sientas preparado, entonces te las quito ―afirmó Gun.
Off, más atrás, trataba de aguantar la risa al ver a su hijo de casi dieciséis años andando en esa bicicleta.
Sin embargo, Chimon se dijo que lo valía. Se lo repitió mil veces al ver la sonrisa de felicidad que Gun tenía en su rostro, quizás pensando en un pequeño Chimon de siete años aprendiendo a andar en bicicleta.
Para el final del día, le aseguró que podía andar sin las rueditas, aunque Gun no estaba tan seguro, con una mirada temerosa en su rostro de que pudiera hacerse daño. Chimon finalmente le dijo que le sujetara el asiento y anduvieran lento para que así no se cayera y Gun decidió ceder.
Off finalmente grabó varios de esos momentos, asegurándole a Gun que era para que, cuando fueran más viejos, los vieran otra vez. Chimon estaba seguro de que lo hacía para seguir riéndose de él en veinte años más.
Pero mamá estuvo feliz incluso al irse a acostar, pasando a arroparlo a la noche y dándole las gracias por eso.
El día siguiente, Chimon decidió apurar un poco las cosas, y cerca de donde vivían ellos —su nuevo hogar, en una bonita parcela— había un pequeño monte. Chimon sugirió que quizás debería lanzarse por ahí con la bicicleta y agarrar velocidad, sin embargo, Gun se negó al inicio, alegando que era demasiado peligroso y podía caerse.
Chimon insistió tanto que su mamá terminó cediendo, aunque no sin antes ponerle un casco y rodilleras, por si acaso. El plan de Chimon era aprender de forma repentina a andar en bicicleta luego de eso, para que así su mamá quedara contento con haberle enseñado. Y, afortunadamente, esta vez Off no estaba para grabarlo.
Su mamá lo besó en las dos mejillas antes de ir a los pies del monte, para así esperarlo abajo y Chimon decidió empujarse por la pequeña colina, agarrando velocidad a medida que avanzaba.
―¡Wooaaah! ―chilló Chimon.
Tristemente, para su propia desgracia, las cosas no salieron como él lo esperaba: no se dio cuenta que, entremedio de todo el césped, había una enorme roca con la que su bicicleta se torció, cayendo de la bicicleta y rodando monte abajo.
―¡Chimon! ―chilló Gun.
Terminó con su cabeza doliendo y sus codos raspados, su rostro cubierto de tierra y césped, con su cuerpo lleno de sufrimiento, pero no murió. Sería muy trágico haber muerto en un accidente de bicicleta, luego de haber vivido una revolución en China.
En su visión se asomó Gun repentinamente, su rostro lleno de preocupación y a punto de llorar.
―¿No te rompiste nada? ―preguntó con rapidez, sorbiendo por su nariz―. ¿Qué parte te duele, bebé? ¿Cuántos dedos tengo aquí? ―puso dos dedos en su visión, sin embargo, Chimon no contestó inmediatamente―. ¿Sientes que te vas a morir? ¡Voy a llamar a tu padre para que te lleve al hospital, quizás te rompiste algo! ¡Sabía que ese idiota debía venir conmigo pero prefirió dormir su siesta, debería separarme ahora mismo!
―Mami ―maulló Chimon, adolorido― mami...
―Sí, bebé, estoy aquí contigo, mami está aquí...
Gun le quitó el casco, verificando que no hubiera sangre por ningún lado, limpiándole el rostro y medio riéndose cuando Chimon se sentó, sucio todavía, pero abrazándolo.
―Me duele ―lloriqueó Chimon.
―Lo sé, lo sé, deja que te revise, cariño.
Terminaron descubriendo que sí se hizo una herida: en la pantorrilla había un pequeño corte, probablemente se lo hizo con alguna piedra, que en ese momento sangraba. Gun sacó, del bolsito que llevó, un pequeño botiquín que Chimon observó algo sorprendido.
―Por si acaso ―se excusó Gun― no sabía en qué podía acabar esto ―procedió a limpiar la herida y ponerle una vendita, todavía luciendo como si fuera a llorar.
―Mami ―dijo Chimon inmediatamente― está bien, no te preocupes. A cualquiera le puede pasar.
―Te dije que era peligroso ―regañó Gun, rompiendo a llorar, sin poder evitarlo.
―Pero es preferible que me hubiera caído ahora y no cuando tenía siete años ―bromeó Chimon― ahí sí que habría muerto.
Gun medio rió, medio lloró y Chimon lo abrazó con más fuerza, sintiéndose pequeñito otra vez. Recordaba que, cuando pequeño, no le costó aprender a andar en bicicleta y se cayó un par de veces, siempre Off yendo a recogerlo para consolarlo. Pero no se sentía igual a esto. Ahora se sentía mucho mejor, teniendo a su mamá diciéndole palabras dulces.
―Santa mierda, Gunnie, Chimon ¿qué pasó?
Ambos se voltearon para ver a un sudoroso y atacado Off, apenas respirando, tratando de tomar aire. Lucía como si hubiera salido corriendo, aunque probablemente fue así, su alfa percibiendo el llanto de su omega.
―¡Se cayó, idiota! ―gritó Gun, apretando a Chimon más contra él, hasta el punto de sacarle un poco el aire―. ¡Te dije que vinieras, imbécil, pero tú querías dormir! ¡Quiero el divorcio, Off!
―No estamos casados ―recordó Off, indiferente a los reclamos de su omega, y revisó a Chimon, bufando cuando vio que estaba bien―. Mira, no se rompió ningún hueso.
―¡Porque yo estaba aquí para atenderlo, pedazo de imbécil!
―No te alteres, hazlo por los bebés, mi amor ―pidió Off.
―¡Lo llevarás en brazos a casa, ¿me oíste, Off Adulkittiporn?!
―Sí, sí...
Chimon le sacó la lengua a su papá cuando éste —obligado— lo tuvo que llevar cargado en sus brazos, mientras su mamá empujaba la maltratada bicicleta.
Ese día, Chimon concluyó que eso le pasó por mentirle a su mamá, así que se prometió que nunca más lo haría por el bien de su integridad.
Gunnie vivió, vive y vivirá para Chimon, a pesar de tener más hijos y eso es algo que ambos saben.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
----
¡Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top