Capítulo 4

―¿Es mi idea, Pluem, o tío Off no ha cambiado nada?

―Sigue con la misma cara de amargado.

―Voy a patearles el culo, par de mocosos insolentes.

Los dos chicos frente a Off se miraron con sonrisas cómplices y Chimon sintió que no había sido buena idea juntarlos todavía, no cuándo su papá lucía todo mareado y nervioso, casi ido por sus palabras dichas horas atrás.

Chimon no recordaba haberlo visto nunca antes así.

Su papá quitó la carne congelada que sostenía contra su mejilla hinchada, suspirando.

―Chimon ―preguntó con tono cuidadoso― ¿estás usando protección?

Se atoró con su propia saliva ante las palabras de Off mientras Nanon rompía a reír de forma desquiciada y Pluem parecía querer desaparecer de allí.

―¡¿De qué mierda estás hablando?! ―preguntó incrédulo.

Off señaló hacia Pluem.

―Mocoso uno huele a ti ―contestó como si eso lo explicara todo.

―Y a Nanon ―agregó Chimon―. No puedo creer que estemos hablando de esto. ¿No deberías estar saltando de la emoción?

Off le miró de forma inexpresiva, aunque Chimon fue capaz de leer nervios, ansiedad y terror en sus ojos, y eso, si era honesto, le asustaba un poco porque nunca antes había visto esa mirada en su papá.

―No iré contigo, Chimon ―respondió el alfa con brusquedad.

Arrugó el ceño, pero la persona que replicó no fue él:

―Y una mierda ―dijo Nanon― si nosotros vamos a ir, usted también debe acompañarnos.

El mayor miró a Nanon con rudeza, su mandíbula apretada mientras arrugaba los labios.

―No lo entienden ―gruñó molesto―, las cosas entre Gunnie y yo... no acabaron bien.

Chimon soltó un bufido.

―Bueno, ¿quieres contarme entonces toda la historia? ―espetó poniéndose de pie―. Tengo un montón de vacíos en todo esto que no logro comprender, y si tú no me los explicas... Supongo que la abuela sería una pésima opción pero sabré algo más.

Off le miró con derrota, suspirando y se enderezó.

―Engañé a Gun.

Chimon no pudo controlarse en ese instante y Nanon tuvo que ponerse de pie para sostenerlo por la cintura al ver que iba a lanzarse sobre el mayor para darle un golpe en la mandíbula.

Off no se movió e incluso parecía que quería recibir ese golpe.

―¡¿Tú qué?! ―escupió Chimon gruñendo para que Nanon le soltara, pero el otro chico respondió también con un gruñido, imponiéndose.

―No lo engañé de esa forma, Chimon ―masculló Off tomando aire y cerró sus ojos un momento― pero él y yo... ―hizo una mueca―. Mook y mi madre buscaron nuestros puntos débiles ¿entendido? Y estaba haciendo que Gun pudiera tener confianza en sí mismo, pudiera... verse a sí mismo como el omega que era... ―soltó una risa amarga― pero él... Él se reencontró con un antiguo compañero que lo quería como su omega, yo me descontrolé y le dije cosas horribles porque estaba herido y celoso y no soy más que un alfa idiota que quería poseerlo en todos los sentidos...

Chimon dejó de batallar contra el agarre de Nanon, pero no se alejó, sólo se quedó mirando a Off con sus dientes apretados, todavía conteniéndose para no lanzarse sobre el mayor. Ni siquiera las suaves feromonas que Pluem estaba soltando lo ayudaban a calmarse.

―¿Qué pasó entonces? ―preguntó helado.

―Lo dejé solo ―respondió Off sin sentimiento en su voz― y fui a beber. Y Mook me estaba siguiendo, entonces se aprovechó y...

―Oh dios ¿te acostaste con ella? ―balbuceó Pluem con asco en su rostro.

―Mook me hizo creer que así fue ―contestó Off humedeciendo su boca seca― pero en realidad no lo hice. Ella sólo me desnudó y fingió que nos acostamos para así... Para hacerme creer que la dejé embarazada.

Chimon le miró, las piezas que faltaban del rompecabezas encajando.

―¿Sammy...? ―preguntó con la voz ahogada.

―No es mi hija ―concedió Off― y ruego a cualquier dios que sea hija del antiguo compañero de Gun, porque definitivamente no quiero que sea hija de mi madre.

Ahora fue el turno de Nanon de atragantarse con su saliva.

―¡Oh, mierda! ―gritó el alfa para luego mirar a Chimon―. Espera ¿si eso fuera así, no sería... media hermana de tío Off? ―el mayor tenía una expresión en blanco―. ¡Y sería tu prima, Chimon!

Bueno, Chimon sentía que llegó su turno de querer vomitar con toda esa repentina información.

Pluem alcanzó a moverse para sostenerlo al verlo mareado.

―Nanon, pendejo ¿puedes traer un vaso con agua? ―preguntó Pluem con falsa dulzura en su voz.

―¿Esa es manera de tratar a tu alfa, bebé? ―regañó Nanon, pero obedeció.

Off suspiró.

―Bueno, Mook le contó todo a Gun y él ya no quería verme nunca más, en especial porque... Mook te quería a ti ―sintió su estómago apretado― y Mook nos amenazó que si no te dejaba con ella, iba a decirle a todo el mundo que no eras hijo mío y te iban a matar y Gun no iba a sobrevivir a eso. Gun no podría seguir viviendo si te perdía a ti.

Sus ganas de vomitar fueron reemplazadas por deseos de llorar al pensar en el rostro de Gun, ese rostro tan iluminado y sonriente que vio en el vídeo, todo destrozado y derrotado al saber qué tendría que dejarlo para protegerlo.

―Y mamá se fue ―terminó de decir Chimon con la voz entrecortada.

―Cuando descubrí la verdad de que... de que Sammy no era mi hija, fui a buscarlo para decirle que... que podíamos arreglarlo, que podíamos solucionarlo, pero él no quería oírme, se negó a... Él sólo quería marcharse para poder sanar y te dejó conmigo y esa carta para explicarse ―Off parecía a punto de llorar también―. Te lo quería decir tantas veces, te quería decir la verdad sobre Gunnie y Mook, pero mamá me amenazó con matarte y no podía hacer nada y tú creciste y lo olvidaste y ya... ya no sabía cómo hacerlo sin destrozarte a ti con todas esas mentiras...

Pluem tuvo que hacer que Chimon se sentara cuando lo vio con el rostro pálido, como si fuera a desmayarse en cualquier momento.

Era demasiada información en tan poco tiempo, apenas podía procesarla por completo.

Toda su vida, toda su familia, era sólo una mentira que le hicieron creer por... por... Por un simple capricho personal.

―¿Ahora lo entiendes? ―murmuró Off―. Gun me odia, ¿cómo puedo...? Si lo veo, de seguro colapsaré y él va a odiarme más por no respetar sus deseos de estar lejos o...

―No ―espetó Chimon con tono quebrado―, él no te odia, ¿acaso no lo ves? Gun, mamá, él... ¡Él sigue con tu tonta marca y sigue enviándome cartas! ¿Cómo pueden esas cosas significar odio?

Off parpadeó, siendo consciente de que esos últimos días Chimon le había gritado más veces que nunca en esos catorce años, y por un instante recordó al pequeño bebé malcriado y sonriente que peleaba por llamar la atención de Gun pero, por sobretodo, buscaba cuidarlo a su propia forma.

Recordó también todos esos días en los que iba a despertarlo para darle de comer y la forma en la que Chimon preguntaba, con vocecita débil y ahogada, conteniendo las ganas de llorar:

―¿Dóne 'ta mamá?

Fueron meses largos, llenos de dolor, en los que Chimon se dormía en sus brazos, llorando todas las noches, preguntando entre hipidos dónde estaba Gun pero sin obtener respuesta alguna.

Sólo cuando el embarazo de Mook avanzó y la omega comenzó a liberar feromonas maternas las cosas cambiaron: la actitud de Mook se suavizó hacia Chimon, queriendo tenerlo en sus brazos y el dulce olor que soltaba la mujer, un olor tan parecido al de Gun, fue suficiente como para que Chimon aceptara esos toques.

Un año después de la partida de Gun, cuando Sammy estaba en los brazos de Mook con unos meses, Chimon mirándola con evidente admiración, fue que el niño llamó a la omega como mamá por primera vez.

Ese día, él y Mook habían discutido a gritos por el tema de la verdad.

―No puedo verlo ―dijo Off débilmente.

Esta vez Nanon no alcanzó a agarrarlo y Pluem sólo reaccionó encogiéndose en su asiento cuando Chimon se tiró contra Off, agarrándolo de la camisa y estampando su puño contra la mejilla del alfa mayor, gruñendo por la rabia.

Off no reaccionó, sólo hizo una mueca de dolor, quedándose quieto cuando un nuevo golpe cayó sobre su rostro.

―¡Eres un cobarde! ―gritó Chimon enfurecido―. ¡No eres más que un jodido cobarde! ¡Mintiéndole a mamá, dejando que se vaya, mintiéndome a mí, hundiéndote en toda tu... tu mierda autocompasiva!

―¡Chimon! ―soltó Nanon agarrándolo por la cintura para alejarlo, pero Chimon estaba enojado, iracundo, por toda la situación.

―¡¿Sabes qué más?! ¡Puedes quedarte, me importa una jodida mierda! ―le gritó―. ¡Pero cuando lo vea, cuando hable con mamá, me quedaré con él y no nos verás nunca más en tu patética vida! ¡Estoy feliz de que se haya ido porque no eres más que un cobarde!

Nanon logró tirar de él, separándolo de Off y Chimon contempló el rostro herido de su papá, su mejilla hinchada y colorada, su labio partido y sangrante, sintiendo una enferma satisfacción.

―Chimmie...

―Tío Off ―habló Pluem con tono suave― creo que lo mejor será que se vaya.

Off parpadeó hacia el omega, su estómago apretado.

―Pero...

―Venga ―el menor se puso de pie― le daré la dirección de papá Tay, ¿está bien? ―los ojos de Pluem lucían inquietos―. Le hará bien verlo. A él y a papá New.

Asintió, perdido, confundido, tomando el pañuelo que Pluem le tendía para limpiar su rostro, observó a Chimon que le observaba con odio en su mirada.

―Te... te voy a llamar... ―murmuró girándose.

Chimon sólo le gruñó.

Minutos después se quedaron sólo los tres en el departamento de Nanon, y Chimon se permitió derrumbarse.

Antes de darse cuenta estaba llorando contra el pecho de Nanon, jadeando mientras sus lágrimas caían, por lo que el alfa no tardó en acurrucarlo en su cuerpo, murmurando palabras tranquilizadoras, acariciándole el cabello.

Todo estaba mal, todo era un desastre, toda su vida se había arruinado en sólo unos días.

Sollozó porque recordó todos esos años en los que Mook le abrazaba con una sonrisa, diciéndole lo orgullosa que estaba de él, de su hijo mayor, y sintió una molestia en su corazón porque siempre algo dolía en su interior con esas palabras pero nunca pudo entenderlo hasta ahora.

Y quería odiarla, quería odiar a Mook por mentirle de esa forma, pero no podía hacerlo sin sentirse culpable también porque ella lo había criado y cuidado todo ese tiempo.

Una parte suya la despreciaba, la quería ver lejos, pero otra pequeña parte...

―Hey, está bien ―murmuró Pluem subiéndose al sofá donde estaba sentado Nanon con él encima, y como pudo, el omega se acurrucó contra él―, puedes llorar todo lo que quieras, Chimmie.

Volvió a sollozar, asintiendo.

―Du-duele ―tartamudeó entre lágrimas―, ellos... ellos me min-mintieron y ahora... ahora qui-quiero ir a buscar a mamá, pero... ¿pero si no quiere verme...?

―No digas eso ―regañó Nanon―, tío Gunnie te ama con todo su corazón, ¿no lo dice en sus cartas?

Sacudió su cabeza, aterrado.

―Y ahora... ahora papá ha-hace esto y... y estoy solo y no quiero...

―Chimmie ―Pluem llamó su atención, levantando su rostro― no estás solo. Me tienes a mí y a Nanon ―el omega mordió su labio inferior―. Siempre nos has tenido, Chimmie.

―Iremos contigo ―gruñó Nanon con aprobación en su voz― sí quieres, iremos contigo a donde lo desees. No vamos a dejarte solo nunca, bebé. Lo prometemos.

Su mejilla realmente dolía.

Off miró su reflejo en el espejo del auto sin expresión alguna, sabiendo que debía lucir patético y roto y destruido por todo lo que había pasado los últimos días, y suspiró mientras apoyaba su frente en el manubrio, tratando de organizar sus pensamientos lo suficiente como para tomar una decisión que fuera sensata.

Aunque, si era honesto, desde que Gun se había marchado que su mente era un lío que apenas lograba controlar.

Su alfa estaba en su interior, callado, como si estuviera muerto, soltando sólo gimoteos de dolor por la falta que le hacía su omega a su lado, y quiso vomitar al recordar la mirada vacía de Gun en televisión, su sonrisa carente de calidez.

El primer pensamiento que tuvo al verlo fue un fugaz Allí está, ve a buscarlo, hazlo tuyo otra vez, que desapareció cuando Gun habló de su relación, contando una verdad a medias porque, de seguro, le debía dar vergüenza hablar de cómo su alfa lo engañó con su hermana y arruinó todas sus ilusiones.

A Off le daba vergüenza, sentía asco por sí mismo, recordar todas esas cosas que hizo.

Chimon tenía razón sólo que no había querido admitirlo: tenía razón sobre Gun conservando su marca, ¿cómo eso podía significar que lo odiaba? No, Gun siempre había sido demasiado bueno como para albergar tales sentimientos, incluso nunca llegó a odiar realmente a Mook a pesar de todo el daño.

Tenía razón sobre que era un cobarde, no era necesario que alguien más se lo dijera, porque sabía que estaba huyendo y ocultándose de sus verdaderos sentimientos, porque estaba actuando como un idiota y un niño pequeño aterrado del mundo, pero no podía evitarlo, porque tenía miedo de ver a Gun y no ver más que indiferencia en sus ojos.

No, Off no le temía al odio, porque el odio era un sentimiento fuerte y profundo, porque el odio significaba algo, pero la indiferencia... ¿cómo iba a poder enfrentarse, luchar contra ella, cuando la indiferencia sólo significaba la nada misma?

Off no quería observarlo y ver que Gun ya no sentía nada por él, porque eso lo iba a destruir más que a nada en la vida.

Tomó aire, bajando del auto, tratando de espantar esos oscuros pensamientos, y vaciló un momento antes de avanzar hacia la pequeña casa frente a él, tocando la puerta con suavidad.

Esperó unos segundos, abrazándose, su móvil vibrando con toda probabilidad por una nueva llamada de Mook pero lo ignoró.

Entonces, la puerta se abrió.

Parpadeó cuando observó la rubia cabellera de New, que le miró con ojos enormes y la boca entreabierta. La última vez que lo había visto, el cabello de su amigo era negro.

―Hola ―saludó con tono débil.

New parpadeó.

―¿Off? ―preguntó incrédulo, pero antes de que pudiera decirle algo más, el beta volvió a hablar―: ¡Demonios, ¿qué te pasó?! ¡Luces como la mierda!

Hizo una mueca.

―Para mí también es un placer verte, New.

New volvió a parpadear y se echó hacia atrás.

―¡TAY!

Su grito casi lo dejó sordo.

Segundos después, Tay apareció con una ceja enarcada.

―¿Qué ocu...? ¡Oh, demonios!

Off arrugó el ceño, fastidiado.

―Bueno, ¿me van a dejar pasar o no? ―preguntó exasperado.

La pareja se miró.

―Sigues tan encantador ―murmuró New rodando los ojos, pero se hizo a un lado para permitirle entrar.

Off no dudó en seguirlo, observando la cálida y familiar casa, una sensación nostálgica invadiéndolo porque ese lugar olía a hogar, y él no sentía algo parecido desde hace mucho, mucho tiempo.

New le dijo que tomara asiento mientras iba a buscar algo para su rostro magullado y Tay no tardó en sentarse frente a él con el ceño levemente fruncido.

―Bueno, ¿qué te pasó? ―trató de romper el hielo Tay.

Off le agradeció a New cuando le tendió un producto congelado que no tardó en poner en su mejilla hinchada y dolorida.

―¿En serio, Tay? ―se burló débilmente―. ¿Catorce años sin vernos y esa es tu primera pregunta?

New dejó salir un bufido, cruzándose de brazos.

―Bueno, en la última vez que nos vimos fuiste a buscar a Chimon a nuestra casa y desapareciste sin más ―espetó New furioso― y ahora llegas así luego de catorce años, ¿qué otra cosa quieres que hagamos? ―puso una expresión incrédula―. No me digas que te peleaste con Gun y eso te lo hizo él, porque...

―Gun y yo no estamos juntos.

La pareja beta enmudeció.

Ambos se miraron con sorpresa, notando que Off no mentía porque su tono de voz decía toda la verdad, demostraba que no estaba ocultando nada.

―¿Qué? ―balbuceó New―. Pero...

―Y esto me lo hizo Chimon, aunque también el matón de mi madre.

Bueno, eso era demasiada información repentina.

Tay parpadeó, aturdido, mientras New abría su boca como si quisiera decir algo pero no se escuchó sonido alguno.

Off bebió agua rápidamente, sintiendo su garganta seca porque todos los últimos hechos estaban a punto de hacerlo tener un colapso nervioso.

―Off... ―farfulló Tay― ¿nos quieres explicar todo, por favor?

El alfa sonrió con amargura, roto, destrozado, y cuando habló, su voz sólo fue un temblor:

―Gun me dejó hace catorce años con Chimon ―dijo parpadeando para no romper a llorar―. Luego de eso, para protegerlo, me casé con Mook y todo fue un jodido infierno ―soltó una risa vacía―. Le hicimos creer a Chimon que era hijo de esa perra y mío, pero él... ―levantó la vista, encontrándose con los pálidos rostros de sus amigos― él se encontró con Nanon y Pluem y descubrió todo y me odia. Chimon me odia, pero no puedo culparlo por sentir eso.

New miró a Tay con una mirada de lástima y sorpresa, comprendiendo que en todo ese tiempo fuera Off había estado básicamente con las manos atadas, solo y sin nadie que pudiera oírlo porque no podía decir la verdad sin dañar a alguien en el proceso.

Y Gun, él...

―¿Qué hará Chimon? ―preguntó Tay―. Oh, mierda ¿no me digas que odia también a Gun?

Sacudió su cabeza.

―No, él... Chimon siempre...

Recordó al chico creciendo, tan callado y triste, distraído y arisco con todo el mundo, sin ser capaz de poder relaciones amistosas con el resto de los niños de su edad porque había algo que le impedía ser expresivo y amigable con ellos.

Chimon no lloraba, sólo derramaba lágrimas cuando tenía pesadillas, pero en ningún otro momento, ni siquiera lo hizo cuando tenía cinco años y estaba aprendiendo a andar en bicicleta, cayendo al suelo y haciéndose heridas en sus manos. No, Chimon no derramaba lágrimas en esos momentos.

Tampoco se reía: si algo le causaba gracia, lo único que hacía era sonreír con sus labios apretados, pero ya no había ningún chico de sonrisa enorme y ojos pequeños como cuando tenía más de un año y Gun lo hacía reír.

Menos se enojaba; si algo le disgustaba, si algo no le parecía, solía mantener la calma y solucionar todo fríamente.

Pero esas últimas horas lo había visto llorar y enfurecerse como antes, cuando era sólo un bebé y Gun no estaba a su alrededor para calmarlo, porque ahora que sabía la verdad, ahora que sabía que faltaba alguien, una pieza encajó en su interior y desencadenó al pequeño niño que necesitaba a su madre que desapareció con la partida de Gun.

Así que Off tomó aire y comenzó a contarles todo lo que había ocurrido en esos catorce años, desde que Gun se marchó hasta que Chimon le dijo que iría con él a buscar al omega.

Cuando acabó, ya estaba anocheciendo, New tenía la boca abierta mientras Tay parecía a punto de vomitar, y terminó de beber el agua de su vaso con la garganta seca, agotado por todo lo que estaba pasando.

Sin embargo, antes de que alguien pudiera decir algo más, se escuchó cómo alguien entraba en la casa.

―¿Papá New? ―preguntó una voz de chica.

Una omega de la edad de Chimon se asomó por el umbral del comedor, parpadeando hacia la visita, sosteniendo la mirada de un pequeño niño de no más de diez años.

―Emma ―dijo New recomponiéndose― ¿estas son horas de llegar, Em?

La chica mordió su labio inferior, tirando del niño que hacía un puchero indignado.

―Frank quiso ir a comer helado y tuve que llevarlo ―dijo la omega.

―¡Mentira! ―gritó el niño soltándose para luego correr hacia New, que no dudó en tomarlo en brazos―. Emma se olvidó de mí por conversar con sus amigas.

―¡Frank!

El niño le sacó la lengua a su hermana mayor mientras Tay se ponía de pie, llamando la atención de sus hijos.

―¿Por qué no van a cambiarse de ropa? ―preguntó con firmeza―. Luego vamos a cenar pizza ―les hizo un gesto a Off―. Es un amigo de la familia, así que le van a tener que decir tío Off.

―Ella es Emma ―presentó New señalando a la omega― y él es el menor de todos los hermanos Vihokratana, Frank ―añadió apuntando al niño sentado en su regazo.

Saludó a los niños, mirando de reojo a la chica y no pudo evitar ver a Sammy en ella, tan dulce, bonita y sonriente.

Por mucho que Sammy no fuera su hija, Off no pudo evitar llegar a quererla como una hija propia porque la pobre niña no tenía la culpa de nada. Además, Sammy era una chiquilla demasiado querible una vez que se le conocía, y tal como había ocurrido con Chimon, forjó un lazo irrompible con ella porque, irónicamente, Off siempre estuvo más presente en sus vidas que Mook.

Mook llevaba las riendas de la empresa y cada vez que podía Off se quedaba en casa, evitando ir a ese lugar porque estar allí provocaba que se sintiera más muerto que nunca rodeado de todas esas personas superficiales e hipócritas.

Una vez los chicos desaparecieron, Off miró otra vez a New mientras Tay llamaba para encargar la pizza.

―¿Cómo reaccionaste cuando Nanon marcó a Pluem? ―preguntó con cuidado.

New apretó sus labios un momento en una mueca de pena.

―Tay y yo estábamos furiosos, pero no tanto como Pluem ―masculló New―. Imagina que una mañana llegan tus dos hijos mayores discutiendo a gritos y con olor a sexo por todas partes.

―Mierda.

―Bueno, pero para qué vamos a mentir ―dijo Tay volviendo― entre ellos dos las cosas ya estaban tensas desde que Pluem tuvo su primer celo y el pobre de Nanon estaba solo con él ―New asintió, enfurruñado―. Probablemente a Pluem le dolió más el hecho de ser omega porque creía que Chimon sería también omega.

Off soltó una carcajada seca, recordando a Chimon el día que se reveló como alfa, con un celo afiebrado porque no tenía un omega con el que tranquilizarse y cuán avergonzado lució los días siguientes porque no podía controlar sus erecciones matutinas.

―Dios ―murmuró por lo bajo― todas nuestras vidas se nos han complicado un montón.

Ni Tay ni New respondieron, dándole la razón en un sepulcral silencio.

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Sus últimas palabras causaron un revuelo en toda la sala, pero si era sincero, no le interesaba demasiado, poniéndose de pie a pesar de las incesantes preguntas que la gente estaba haciendo, siguiendo a Song fuera del lugar sabiendo que Max estaba detrás.

Cuando la puerta se cerró, Ming se soltó de los brazos de Yun, corriendo hacia él y sujetándose de su pierna, mirándolo con clara necesidad. Gun sacudió su cabeza, riéndose, sin dudar para tomarlo en sus brazos.

―Bueno, eso fue divertido ―dijo Song como si nada.

―Divertido mis polainas ―murmuró Max desaprobatoriamente―. Ahora has llamado la atención y el Gobierno no tardará en buscarte, Gun.

Se encogió de hombros, acariciándole el cabello a Ming.

―El trabajo de la biblioteca ya me estaba aburriendo ―fue lo que contestó mirando a Yun―. ¿Cómo se portó el monstruito?

La omega sonrió.

―Muy bien, señor Zheng ―contestó―, aunque estuvo extrañándolo mucho.

Ming le miró con inocencia mientras Gun le sonreía, pero antes de poder decirle algo, Max se adelantó y le quitó al niño con el ceño levemente fruncido.

Trató de disimularlo: a Gun aquello le dolió.

―Esto no es una broma ―insistió Max. No sé por qué quisiste asumir esto.

―Cállate un momento, Max ―se quejó Yun― me estás dando migraña.

―No me pasará nada malo ―regañó Gun mirándolo― además, ya estoy grande para tomar mis propias decisiones ―hizo una pausa pequeña― y no eres mi alfa como para decirme qué hacer, Max.

―Sólo quiero protegerte ―gruñó Max―, eres mi amigo.

―Lo aprecio, pero no es necesario ―contestó con firmeza― no voy a quedarme de brazos cruzados nunca más en mi vida, Max. Voy a hacer que los demás omegas tengan lo que merecen.

―¿Le dirás que lo amo? ―le preguntó con tono desgastado.

Gun lo miró.

―Por supuesto que sí.

Llevar a cabo todos los trámites para que le dieran acceso demoró unos quince minutos. Se sentó a esperar tras la ventanilla con una expresión casi aburrida.

Un momento después, Tul apareció siendo llevado por dos guardias.

El omega lo miró, enarcando una ceja con burla y Gun le sonrió tratando de aliviar la tensión. Descolgó el teléfono, esperando que Tul le imitara, pero el chico se tomó su tiempo.

―¿Cómo ha ido todo? ―preguntó con tono suave.

―No jodas, HaoXi ―se burló Tul― ¿a qué vienes?

Gun abrió el pequeño cajón donde podía entregarle las cosas que le había llevado a Tul.

―Ming hizo ese dibujo en la guardería ―dijo sin dejar de mirarlo, viendo cómo sus ojos se humedecían― así que te lo traje para ti, Tulie Pooh.

Tul observó el dibujo de una familia donde estaba él con una sonrisa enorme, Ming en el centro y Max tomándole la mano, con un gato sonriendo en el suelo y una casita de madera atrás.

―Quiero verlo ―gimoteó mirando a Gun―, quiero a Ming, Gunnie.

―Lo sé ―el omega suspiró, asintiendo―, pero no puedo traerlo aquí, Tul. Ming... él no sabe que...

Tul borró las lágrimas de sus ojos con rapidez.

―No, lo que pasa es que quieres quedártelo ―escupió con odio en su voz―, es eso, ¿no, Gunnie? Ahora que yo estoy aquí, estás aprovechando para quitarme a Ming porque te sientes culpable por haber abandonado a Chimon.

Gun lo observó con una expresión helada mientras trataba de no quebrarse frente a Tul, notando que eso era lo que buscaba su antiguo amigo.

―Fingiré que no dijiste eso, Tulie ―murmuró con la garganta apretada.

Tul le miró despectivamente.

―Sabes que es cierto ―espetó Tul―. Te estás acostando con Max y quizás estás a la espera de que deje de quererme para que te marque, ¿no es así? Y esperas que Ming te llame mamá porque no puedes soportar la culpa de haber sido un fracaso con Chimon.

―No metas a Chimon en esto ―le gruñó Gun― no sabes nada de él.

―¿Y tú sí? ―se burló―. No seas patético, Gun. Chimon debe odiarte y ser feliz teniendo a tu hermanita como madre.

Gun colgó el teléfono, poniéndose de pie.

Sin embargo, antes de retirarse, volvió a descolgarlo.

―Max te ama ―dijo con voz helada.

Pudo ver el brillo de dolor en los ojos de Tul pero no se conmovió, girándose para marcharse de allí.

«Tul Pakorn, condenado a quince años de cárcel por haber asesinado a un alfa que trató de violarlo y marcarlo».

El caso había aparecido en todos los diarios y noticieros del país junto con el largo juicio y la condena que se le dio sin importar que Tul hubiera alegado en todo momento que lo hizo en defensa propia, que no fue algo premeditado ni a propósito.

A las autoridades no les importo saber que Tul ya tenía una marca y un bebe. Si ese alfa lo agarró violentamente, tiró de él contra la pared y trató de marcarlo, Tul tuvo que haberse dejado hacer porque era un simple omega que no podía hacer nada más y tampoco importaba que ese alfa ya hubiera tenido una omega, porque si ese alfa simplemente ya no quería a esa omega y quería a Tul, entonces podía tenerlo porque era Alfa, podía tener lo que quisiera.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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