Capítulo 3
La motocicleta de Nanon se detuvo frente a él y Chimon sintió alivio de que el mayor estuviera sólo en ese instante porque no sabría cómo reaccionaría si también iba a buscarlo con Pluem.
El alfa frente a él se quitó el casco, su cabello desordenado cayendo sobre sus ojos y Chimon sintió deseos de pasar sus dedos por entremedio de su pelo.
Por supuesto, se contuvo.
―¿Necesitas un aventón para tu casa? ―preguntó Nanon sonriendo, ofreciéndole el casco.
Chimon lo tomó, poniéndoselo y subió detrás de Nanon, abrazándolo por la cintura, el masculino olor alfa envolviéndolo.
Chimon no sabía a qué olía él, no podía adivinar su aroma, pero esperaba que no fuera algo tan fuerte como el olor de Nanon porque él inmediatamente quedó un poco aturdido cuando el aroma de cuero y pino lo llenaron.
―¿Puedo pasar la noche en tu casa, por favor? ―preguntó en voz baja.
Nanon pareció tensarse unos segundos, sin embargo, luego relajó sus hombros y encendió la moto.
―Tus deseos son órdenes, Chimmie.
Cerró sus ojos cuando el apodo envió una ola de calor por su espina dorsal y se aferró al cuerpo de Nanon apenas partió, apretando contra su cuerpo la cajita con las cartas.
Minutos después Nanon se estacionó fuera de un conjunto departamental por lo que Chimon se bajó, esperando al alfa para que lo guiara a su hogar.
―Vivo solo ―comentó Nanon en el ascensor― bueno, con Pluem ―se removió, nervioso―. Sobre lo del otro día, me disculpo por él...
Chimon le miró, asintiendo.
―No importa ―contestó restándole importancia.
Nanon rascó su mejilla, sin decir otra cosa y cuando las puertas del ascensor se abrieron salió hacia la derecha, deteniéndose delante de una puerta. Chimon le siguió avergonzado pero sin saber exactamente el porqué.
El más alto abrió, quedándose quieto.
Chimon sintió que se ahogaba cuando un olor suave, como loción de bebé, llegó a su nariz.
―¿Nanon? ―se oyó una voz viniendo del interior―. Estoy aburrido, Nanon, ¿por qué no vienes y me follas?
Sentía de pronto sus mejillas coloradas, en especial cuando los ojos de Nanon se dilataron.
―Mierda, Pluem, ve a ponerte algo de ropa ―ordenó Nanon entrando.
―¿Por qué? ¿Sigues enojado conmigo? Anda, prometo... ―Pluem se enderezó cuando Chimon apareció también, sin mirarlo a los ojos―. ¡Oh! ―el omega bajó un poco la camisa blanca y larga que llevaba, ocultando su ropa interior― bueno, si quieres un trío...
―¡Pluem!
El omega soltó un resoplido, poniéndose de pie y marchándose al cuarto mientras murmuraba por lo bajo.
Nanon dejó las llaves de la moto sobre la mesita junto a su casco, frustrado y molesto y Chimon cerró la puerta detrás de él, sin saber qué hacer exactamente.
―¿Quieres un café? ―ofreció Nanon yendo a la cocina americana.
Chimon sacudió su cabeza, nervioso y Nanon le miró unos segundos. Luego, abrió el refrigerador sacando dos cervezas, ofreciéndola una en silencio.
El más pequeño miró la lata, parpadeando.
―Soy menor de edad ―dijo pero agarró la cerveza.
Nanon se encogió de hombros.
―Sí, pero tienes cara de mierda ―contestó honestamente―. Anda, siéntate.
Chimon obedeció acomodándose en el sofá mientras Nanon se sentaba frente a él, suspirando.
Hubo un extraño silencio entre ellos, no incómodo, pero sí raro. Por un lado, Chimon se sentía aturdido todavía, tratando de procesar toda la información que le fue soltada de sopetón en las últimas horas, forzándose a olvidar los ojos llenos de lágrimas de Mook, la voz destrozada de Off, la verdad cayendo sobre su cuerpo como una roca, pesada y difícil de quitar.
Observó la cajita en sus manos, sintiendo cómo sus dedos picaban y tragó saliva.
Bajo la atenta mirada de Nanon, sacó la primera carta, la que parecía ser más reciente y la abrió.
«Querido Chimon:
¿Cómo estás, bebé precioso? Sé que ya no eres un bebé, pero de seguro debes ser el chico más guapo del mundo entero. Aun así, aunque no te guste, tú siempre serás mi bebé, así que tendrás que soportar que te siga llamando de esa forma hasta que muera, Chimmie.
Ya has comenzado un nuevo año escolar y espero que te vaya muy bien, eres un chico muy inteligente, lo sé, y también imagino que debes tener a algún o alguna pretendiente por allí, después de todo, siempre has sido precioso, no como yo, que he sido siempre un desastre.
Espero que tu padre esté muy bien también y no siga tan gruñón, ¿ves que siempre anda de mal humor? Parece una mezcla de un gatito enfurruñado y un oso panda por lo dormilón que es.
La situación aquí está algo tensa, ya debes saberlo por las noticias, pero espero que pronto se solucione todo.
No tengo nada más qué decir por hoy día, he tenido una semana algo aburrida, en la biblioteca no ha pasado nada nuevo, así que me despido por hoy, Chimmie.
Te ama, mamá.»
Sus manos temblaron al leer la última frase y dobló la carta con cuidado.
Luego, rebuscó y sacó una más vieja.
«Hola hermoso bebé, espero que hayas tenido un lindo día hoy, ¡es tu cumpleaños! Ya tienes ocho añitos, estás tan grande, mi vida. Me habría encantado enviarte algún regalo, pastelito de arroz, pero pesa demasiado y no tengo el dinero suficiente como para enviar un paquete de un país a otro. Espero que puedas disculparme, mi vida.
Te extraño mucho, Chimmie, todo el mundo me ha dicho que esto se irá haciendo más fácil a medida que pase el tiempo, pero siento que es todo lo contrario, siento que se está haciendo más difícil. ¿Puedes creer que casi no recuerdo tu rostro? Casi no recuerdo tus ojitos cerrados por la risa, tus mejillitas rechonchas, tu sonrisa escandalosa.
¿Cómo serás ahora? Estoy seguro de que debes ser hermoso.
Chimmie, mi vida, ¿puedo volver a pedirte un favor? Sé que ya debes estar cansado a estas alturas, pero por favor, ¿podrías enviarme una fotografía tuya?
Entenderé si no quieres, no te preocupes, no voy a enojarme contigo así como tampoco me he enojado porque no has contestado mis cartas, pero me haría muy feliz que lo hicieras, Chimmie.
Bueno, en fin, lamento haber escrito palabras tan deprimentes, no quiero arruinar tu cumpleaños. Ojalá papá te haya comprado muchos regalos y haya sido un lindo día.
Te amo.
Mamá.»
Chimon trató de imaginarse a Gun escribiendo esa carta años atrás, sentando sin nadie a su lado, rogando por una fotografía de su hijo, sin recibir respuesta alguna, y antes de darse cuenta estaba llorando otra vez, sintiendo cómo su corazón se quebraba.
Su mamá –su verdadera mamá– le había estado enviando cartas en todo momento, sin cansarse, sin importarle si no recibía respuesta alguna, y volvió a sollozar.
Limpió sus ojos, levantando la vista, chocando con la tranquila mirada de Nanon y recordó sus palabras.
―Nanon ―murmuró llamando su atención― tú... ¿tú recuerdas a mi mamá?
El alfa frente a él arrugó los labios levemente, asintiendo, pero antes de poder hablar otra vez, levantó la vista y rodó los ojos.
―¿Qué está ocurriendo aquí? ―preguntó Pluem entrando.
Chimon observó las piernas desnudas del omega, vistiendo un short junto con esa maldita camisa blanca
―Pluem ―llamó la atención Nanon― ¿recuerdas a tío Gunnie?
El rostro de Pluem se iluminó, una sonrisa enorme extendiéndose por su rostro, mostrando sus dientes y Chimon tuvo que desviar la vista.
―¿A tío Gunnie? Claro que sí ―dijo Pluem― siempre nos dejaba jugar contigo, Chimmie ―el omega lo miró con falso disgusto―. Tú siempre hacías trampa en todos los juegos, Chimmie.
Chimon mordió su labio inferior, apenado porque no podía recordar nada y menos relacionarlo con recuerdos viejos porque no tuvo amigos en su infancia.
―Tío Gunnie nos hacía reír mucho ―prosiguió Pluem―, también jugaba con nosotros y nos bailaba canciones tontas ―la sonrisa del omega se tambaleó―. ¿Por qué lo preguntas, Chimmie?
El alfa bajó la vista.
―No lo recuerdo ―dijo con voz suave― no recuerdo a mamá ―su tono tembló―. Él... él se fue hace catorce años y no lo he visto más.
Nanon se atragantó con la cerveza mientras Pluem parpadeaba por la sorpresa.
―¿Qué? ―farfulló Nanon.
Chimon se abrazó, temblando.
―Yo no sé... ―tomó aire, tratando de explicarse―. Yo creía que... me hicieron creer que mi mamá era... era Mook Atthaphan, su hermana, pero... Ella está casada con papá y... y no había nadie más y...
―Espera ―Pluem se enderezó― ¿Mook? ―su voz se volvió furiosa―. ¿Esa perra?
―Pluem... ―murmuró Nanon.
―¡Por la culpa de esa bastarda nos tuvimos que mudar! ―espetó Pluem enojado mirando a su hermanastro―. ¡No me mires así, Nanon, lo sabes bien! ¡Mierda!
―¡Carajo, Pluem, ¿puedes callarte unos segundos?!
―¡Vete a la mierda, Nanon! ¡Esa perra casi arruina el matrimonio de nuestros padres!
Nanon apretó sus labios.
Y luego habló:
"―Ve al cuarto a hacer la cama, Pluem y no regreses hasta que estés calmado."
Chimon sintió un escalofrío cuando Nanon habló con su voz alfa, todo demandante y exigente, sin permitirle protestar. Eran contadas las veces que había visto a algún alfa hacer uso de aquella voz y seguía sin gustarle porque podía ver cómo el omega se encogía por el miedo, sin poder reclamar por verse obligado a hacer algo que no deseaba.
Pluem se tensó, su expresión llena de humillación, y soltando maldiciones en voz baja volvió a marcharse con rabia.
Nanon se giró, mirando a Chimon de reojo.
―Lo siento ―se disculpó― Pluem es... ―rascó su brazo―. Desde que se reveló como omega que Pluem no tiene control.
Chimon observó la expresión de Nanon, aclarando su garganta.
―¿No lo esperaban?
El alfa frente a él sonrió amargamente.
―No, claro que no, Pluem tuvo que haber sido alfa ―los ojos del mayor se posaron sobre él― así como tú debiste ser omega, ¿no, Chimmie?
Se tensó, apretando su mandíbula, recordando los ojos sorprendidos de todo el mundo cuando, al cumplir los doce años, no tuvo ningún celo pero sí liberó un olor envolvente y duro que anunciaba su nueva condición.
―Para todo el mundo fue una sorpresa ―admitió Chimon.
Nanon asintió.
―Mi olor era demasiado fuerte ―dijo el alfa― y cubría el olor de Pluem y cómo estábamos todo el día juntos era fácil pensar que los dos seríamos alfas ―Nanon mordió su labio inferior―. A Pluem no le hizo gracia alguna cuando llegó su celo, se enojó con todo el mundo e inevitablemente nos alejamos ―tragó saliva, su boca seca―. Él... él quería demostrarle a todos que no importaba que fuera omega, podía hacer las mismas cosas y merecía el mismo trato que los alfas teníamos.
―Pues lo tiene ―replicó Chimon sin poder evitarlo.
Nanon asintió, aunque sus ojos estaban llenos de pena.
―Claro que sí, Chimon, pero no todo el mundo piensa igual que tú ―Nanon suspiró, acariciando su frente―. Pluem entró en celo cuando tenía dieciséis años en medio de una fiesta y todos los alfas allí enloquecieron porque querían marcarlo. Así que tuve que actuar antes de que eso ocurriera y... bueno...
―Lo marcaste ―completó Chimon.
―Pluem no estuvo feliz tampoco ―agregó Nanon― pero no es malo, sólo algo caprichoso.
Otro silencio entre ellos, pesado y un poco incómodo.
Pluem apareció cargando ropa en sus brazos, molesto y enojado todavía, murmurando groserías por lo bajo, cruzando hacia la pequeña habitación donde tenían la lavadora.
Nanon lo miró con una sonrisa perezosa para luego guiñarle el ojo a Chimon.
―Finge odiarme ―declaró en voz baja― pero en el fondo me quiere, mira... cuando Pluem volvió, enfurruñado, Nanon suspiró acariciando su cuello.
―Mierda, me siento tenso ―comentó como si nada.
Pluem miró a Nanon con el ceño arrugado, moviéndose, manoteando su mano y comenzando a masajear su espalda.
―Es porque duermes horriblemente mal y te encorvas cuando te sientas, ¿cuántas veces te lo he dicho, idiota?
Nanon se rió por lo bajo, moviéndose y palmeó el asiento a su lado.
―¿Por qué no te recuestas a mi lado, bebé?
Pluem empujó sus manos, fastidiado, pero obedeció y apoyó sus piernas sobre los muslos de Nanon, recostando su cabeza en la almohada, mirando a Chimon.
―Lamento lo que dije sobre Mook ―dijo Pluem― no quise... uh... No tuve que dejar que mi rabia me cegara.
Chimon sacudió su cabeza, asintiendo.
―No te preocupes ―contestó con tono amable― supongo que ella... Ella no ha sido una buena persona.
Pero te crió. Estuvo a tu lado todo este tiempo. Fue una madre para ti.
Sí, fue una madre que te alejó de tu verdadera mamá.
―¿Chimon? ―preguntó Pluem con tono tímido.
Lo miró, inquisitivo.
―Tío Gunnie te quería mucho ―contestó en voz baja―. De verdad que sí. Cuando llorabas, él era el único que podía calmarte.
Cerró sus ojos un momento, recordando todas esas veces que había llorado antes en la soledad de su cuarto, sin nadie a su alrededor porque nadie era capaz de consolarlo, ni siquiera su papá.
Lloraba hasta quedarse dormido y cuando eso ocurría, solía soñar con Gun.
Nanon mordió su labio inferior, sus dedos acariciando las desnudas piernas de Pluem, causando que soltara leves feromonas.
―Necesitas relajarte y dormir ―dijo entonces Nanon.
Chimon lo contempló en silencio, sus ojos desviándose segundos después a la piel expuesta de Pluem y se sintió algo culpable porque estaba mirando al omega de un alfa que decía ser su amigo.
Porque se sentía extraño al lado de esos dos chicos.
Nanon le sonrió de forma cuadrada, divertido.
―¿Sabías que Pluem estaba enamorado de ti? ―dijo entonces en voz baja suave y persuasiva.
Pluem le contempló con incredulidad, sus mejillas coloreándose, para luego soltar un gemido bajo cuando los dedos de Nanon subieron a sus muslos.
―N-Nanon...
―Bueno, yo también lo estaba ―prosiguió Nanon sin vergüenza alguna― ambos creíamos que serías un omega, Chimmie, así que nos decíamos que cuando fueras más grande, los dos te compartiríamos.
Chimon parpadeó, sus ojos abiertos y expresivos, sintiendo de pronto su pantalón apretado, observando cómo la mano de Nanon se metía ahora bajo la tela del short, Pluem gimoteando en voz baja.
Bueno, ¿qué mierda?
―A mí no me molestaría compartir a Pluem contigo ―agregó Nanon― ¿qué dices tú, bebé? ¿Por qué no le dices a Chimon que quieres que te folle?
Pluem jadeó, mirando a Chimon por sus ojos entrecerrados, separando sus piernas mientras la mano de Nanon no dejaba de acariciarlo, la parte delantera de su short con una mancha oscura.
―Chimon... ―gimió Pluem moviendo sus caderas― te necesito...
Chimon observó la escena sin moverse.
―Perverso ―masculló Chimon mirando a Nanon, que sonrió ampliamente.
―No digas eso, Chimmie ―se rió Nanon, su mano moviéndose para bajar el short de Pluem― ¿no es más sucio de tu parte que quieras que yo te folle?
Chimon se puso colorado, moviendo su boca para tratar de negarlo de alguna forma, sin embargo, no pudo hacerlo cuando Nanon le quitó por completo el short a Pluem, juntando sus piernas y tirando de ellas contra su cuerpo, levantando su culo.
Antes de poder decir algo, vio como Nanon metía dos dedos por el ano de Pluem arrancándole un fuerte gemido, su polla erecta y goteante.
Mordió su labio inferior, luchando para no tocarse.
―Ahora, imagínalo... ―Nanon le estaba mirando directamente mientras metía y sacaba los dedos del trasero de Pluem haciéndolo gemir, su mano húmeda por la lubricación natural del omega―, imagina lo necesitado que estarías mientras te follo, Chimon. Imagina a Pluem bajo tuyo, en cuatro, follándolo, mientras yo te follo. ¿No te parece sucio?
―Nanon... po-por favor... ―murmuró Pluem, aunque miraba a Chimon.
―¿Qué quieres, bebé? ―preguntó Nanon como si nada, sin dejar de mover sus largos dedos en su interior, acelerando el movimiento de su mano.
―Co-correrme... ―balbuceó necesitado.
―Ah, pero Pluem... ―Nanon sacudió la cabeza― bueno, te dejaré correrte sólo si le dices a Chimon lo que me dijiste a mí anoche.
Pluem cubrió su rostro con ambas manos, avergonzado, sin dejar de gemir.
Entre balbuceos, Pluem contestó:
―Que me marquen ―jadeó sollozante― que los dos me marquen.
Chimon se corrió sin tocarse, viendo a Pluem alcanzar el orgasmo cuando Nanon le dio una palmada en su culo.
Nanon quitó su mano del interior del culo de Pluem, tranquilo, para luego enarcar una ceja.
―¿Funcionó para relajarte, Chimmie? ―preguntó como si nada.
Chimon no pudo evitarlo en ese instante: soltó una risa nerviosa, aturdido.
―¿Hacen eso con todos sus invitados? ―preguntó sacudiendo su cabeza.
Pluem soltó un quejido.
―No, sólo contigo ―contestó el omega.
Chimon no sabía cómo sentirse exactamente.
―Anda, bebé ―dijo Nanon poniéndose de pie― lleva a Chimon al cuarto para que duerma mientras yo limpio mi mano de tu sucio desastre.
―Vete a la mierda, Nanon ―murmuró Pluem poniéndose de pie para luego chillar cuando otra nalgada cayó en su trasero―. ¡Eres un monstruo!
―Sí, sí, cómo digas...
Pluem, sin importarle si estaba desnudo de la cintura para abajo, tomó la mano de Chimon y tiró de él. Para fortuna del alfa, la camisa del omega era lo bastante grande como para cubrir sus partes íntimas, aunque no mejoraba mucho el panorama.
Pluem abrió la puerta del dormitorio, Chimon quedándose quieto al observar la cama matrimonial.
―Yo... ―su garganta se secó― ¿no prefieren que duerma en el sofá?
El omega se giró, arrugando la nariz mientras sacudía la cabeza para luego buscar en el cajón de ropa otro short para ponerse.
―No nos importa ―dijo Pluem como si fuera obvio―, puede que tú no te acuerdes de nada, pero entre los tres siempre compartíamos todo.
Chimon asintió, humedeciendo sus labios y entró con timidez. Pluem no tardó en entregarle un pijama también que de seguro le iba a quedar grande. Segundos más tarde Nanon también entró, tranquilo y Chimon de alguna extraña forma se sintió calmado cuando las suaves feromonas omegas de Pluem lo envolvían junto con el fuerte aroma de Nanon.
Había algo extrañamente reconfortante en aquellas dos presencias a su lado.
Se recostó y Pluem no tardó en trepar a su lado, acurrucándose contra su pecho, como si fuera un gato ronroneando, y Nanon tiró de él por la espalda, abrazándolo en su pecho, pero lejos de sentirse asfixiado, Chimon sólo pudo sonreír, cerrando sus ojos, sabiendo sin duda alguna de que había alguien a su lado para sostenerlo.
―¿Cuántos libros puedes llevarte, Lyn ?
―Tres, señor Zheng.
―¿Y cuántos llevas ahí?
―Cuatro.
Gun miró a la pequeña niña con ojos entrecerrados, pero Lyn le devolvió la mirada con ojos expresivos e inocentes.
El omega terminó suspirando, sacudiendo su cabeza.
―¿Qué me darás a cambio, Lyn? ―preguntó Gun mientras comenzaba a pasar los libros por el sistema, anotando la fecha de devolución.
La niña saltó por la felicidad.
―Le traeré un caramelo cuando vuelva, señor Zheng ―prometió Lyn.
―Tendrán que ser dos, si me descubren, me van a despedir ―contestó Gun entregándole los libros.
―¡Gracias, señor Zheng!
Gun rodó los ojos, sonriendo inconscientemente mientras la niña salía corriendo de la biblioteca municipal sosteniendo los libros contra su pecho, y Gun agarró los libros que fueron a devolver esa mañana para ordenarlos en sus estantes correspondientes.
Mientras hacía eso, pasó a ver a Ming, que estaba jugando en la sección de niños siendo vigilado por la señora Hao, una dulce beta que se hacía cargo de esa zona de la biblioteca.
Sus días solían ser bastante tranquilos y aburridos, aunque considerando que muy probablemente esa misma tarde...
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un aroma alfa....
―HaoXi.
Se giró, saludando con la cabeza a Oab y sonriéndole minúsculamente, ignorando el ramo de flores junto con el tierno peluche de perrito que sostenía.
―¿Cómo estas, Oab? ―preguntó con educación.
―Extrañándote, HaoXi ―contestó Oab con una expresión de pena, pero que no provocó nada en Gun.
Quizás antes se habría sentido culpable, habría sonreído con disculpa y prometido salir con el, pero eso habría sido antes, ahora ese Gun estaba muerto... Suspiró cansado,
―Estoy en mi horario de trabajo ―contestó impasible, frío y helado.
Oab asintió, mordiendo su labio inferior. Era alto, con cabello negro, piel ni tan pálida ni tan morena. Lo bonito de Oab era su sonrisa, como de niño pequeño, amplia y mostrando sus dientes, capaz de sacudir los corazones de cualquier omega frente a él.
Menos de Gun, por supuesto.
―Yo sólo quería... um... quería traerte esto... ―balbuceó Oab torpemente― lo vi y pensé en ti, HaoXi.
Gun trató de suavizar su expresión para no seguir intimidando al pobre alfa.
―Gracias, Oab ―contestó con calma tomando el ramo de tulipanes, dejándolos sobre el escritorio― ¿no te molesta si las dejo aquí en el trabajo? Ayudarán a que se vea más lindo.
Oab sacudió la cabeza.
―No te preocupes ―contestó mordiendo su labio inferior― pero yo quería preguntarte sí... mmm... después de que salgas tenías algo qué hacer...
Gun le miró, recordando al alfa antes, sonriente y persuasivo, persiguiéndole para todos lados, notando que estaba actuando todo nervioso y tímido por haber sido rechazado tantas veces por el...
A Gun realmente no le interesaba, pero se sentía un poco mal porque Oab no era una mala persona.
Tomó el peluche, acariciando su lomo.
―No creo que sea buena idea, Oab ―dijo observándolo a los ojos― ¿por qué no te rindes?
Las mejillas de Oab se tornaron rojas.
―Es que realmente me gustas ―contestó el alfa―. Me pareces un omega dulce y amable, me gustas un montón.
Su marca ardió y sintió a su omega gemir por el dolor.
―No salgo con alfas ―respondió Gun―,
Oab asintió, apenado.... ―Pero si me dieras una oportunidad...
―No lo entiendes ―interrumpió Gun―, y no quiero sonar duro, Oab, no te lo mereces, pero no me dejas opción ―bajó su voz―: no confío en ningún alfa. No confiaré en ningún alfa nunca más en mi vida.
Oab bajó la vista, compungido.
―Nos vemos, HaoXi.
Gun se enderezó, haciendo un gesto vago con su cabeza mientras Oab se marchaba.
Cuando quedó solo, volvió su atención a la computadora hasta que su móvil recibió un mensaje de Max con una dirección y una hora, por lo que terminó suspirando con cansancio....
Chimon observó la casa desde fuera, mordiendo su labio inferior mientras sentía su mano temblar por los nervios, y miró hacia atrás, donde Nanon y Pluem estaban, sentados en el auto haciéndole gestos de apoyo.
El alfa no sabía cómo explicar la sensación de agradecimiento que sentía hacia los dos chicos, porque si bien todo había comenzado mal y extraño, incluso incómodo, estaban allí para darle apoyo moral, para tenderle una mano y aconsejarlo. Nunca nadie antes había hecho tanto por él sin querer algo a cambio.
Así que Chimon tomó aire, caminando hacia la casa, para luego abrir la puerta, entrando.
Esperaba encontrarse con Mook histérica, llorando en el sillón, o a su papá haciendo llamadas para encontrarlo, pero no...
No...
―¿Qué mierda está pasando? ―preguntó sintiéndose enfermo.
Su abuela se volteó, chasqueando los dientes y Off escupió sangre al suelo cuando el matón de la mujer lo dejó de patear. Mook tenía la mandíbula apretada, sentada en el sofá con una expresión de desprecio, la televisión prendida frente a ella.
―Chimon ―la voz de su mamá —no, su tía, su tía— sonó aliviada, poniéndose de pie― Dios, Chimmie, estaba tan preocupada...
―No te acerques ―gruñó mirando a su padre― ¿por qué están golpeando a papá?
―No es de tu incumbencia, Chimon ―espetó su abuela― ahora ve a tu cuarto, luego tendremos una seria conversa–
―¡Porque a tu dulce abuela no le pareció correcto que te dijera la verdad! ―se burló Off riendo sin levantarse―. Mook le contó todo y tu abuela quiso darme una lección.
―Cierra la boca, Off ―gruñó Dararat con rabia en su voz― ¡no puedes hacer nada bien!
―¡Lamento ser una decepción, madre! ―se rió Off―. Una horrible mujer sólo se merece un horrible hijo.
―Chimon, por favor, te acompañaré hasta tu cuarto para que podamos hablar ―rogó Mook con tono suplicante.
Pero Chimon sacudió la cabeza, recordando las cartas que dejó en el departamento de Nanon, los tiernos mensajes que no exigían nada a cambio, y pensó que todo ese tiempo su mamá le estuvo escribiendo a nadie, creyendo que si no recibía respuesta era porque Chimon no deseaba hacerlo.
Y aun así continuó escribiendo.
―Yo sentía que no pertenecía a ningún lado ―dijo mirando a los ojos a Mook― no importaba cuánto me esforzara, sentía que no me acoplaba en ningún lugar ―tomó aire, sacudiendo su cabeza― pero ya entiendo por qué.
Mook dio un paso para acercarse, pero Chimon retrocedió.
―Chimmie, por favor...
―Ya sé a qué lugar pertenezco.
Off sonrió, y no importaba que su boca estuviera ensangrentada, que siguiera en el suelo, jamás lo había visto tan orgulloso como en ese instante.
―Es porque pertenezco a mamá ―Chimon miró ahora a su abuela con seriedad― es porque mi verdadero lugar es con mamá.
La expresión de su abuela se tornó roja por la rabia y el disgusto, enfurecida por las palabras de Chimon.
―No hables estupideces, Chimon ―espetó la mujer― tú perteneces a la familia Adulkittiporn, a nadie más ¿entendido? Si insistes con esto, me encargaré de que pagues cada uno de tus errores.
Chimon no se amedrentó, sólo endureció su mandíbula.
―¿Te arriesgarás a quedarte sin ningún heredero para tu empresa, abuela? ―preguntó con tono frío.
Dararat soltó un gruñido en advertencia.
―Vas a heredar esto quieras o no, así como obligué a tu padre a hacerlo ―escupió― y tú padre sabe bien que la persona que pagó por sus errores no fue él, sino ese asqueroso omega.
Chimon dio un paso, furioso, sin importarle si era más pequeño de porte que su abuela.
―Te atreves a tocar a mamá y prometo destruir todo tu maldito imperio ―amenazó apretando sus manos en puños―. Si lo haces, abuela, si te atreves a hacerlo, le diré a todo el jodido mundo que tu familia no es más que una farsa ―sonrió heladamente― ¿cómo crees que reaccionará el Gobierno si se entera que ocultaste que yo no soy hijo de papá y mamá, abuelita?
Mook rompió a llorar, desconsolada, mientras Off se ponía de pie limpiando su boca con la manga de su suéter, humedeciendo sus labios.
―¡No se te ocurra amenazarme, Chimon! ―gritó Dararat desquiciada.
―No es una amenaza, abuela ―replicó con dulzura― es un hecho.
Dararat endureció su expresión, furiosa por ver sus manos atadas, para luego soltar un resoplido mientras le hacía un gesto a su guardia que se ubicó detrás de ella.
―Ya te darás cuenta del enorme error que estás cometiendo, Chimon ―espetó para luego salir del cuarto sin mirar a nadie más, dejando el comedor sumido en un tenso y pesado silencio.
Off se sentó en una silla, haciendo una mueca de dolor.
―Si piensas golpearme, Chimon ―dijo su padre tranquilamente― que no sea en el rostro. Creo que me han roto la nariz.
El menor le miró impasible mientras Mook limpiaba su rostro.
―Por favor, Chimmie... ―murmuró la mujer, pero enmudeció cuando el chico sacudió la cabeza.
Iba a hablar, a decirle algo, a comenzar a exigir más respuestas, sin embargo, su voz quedó atorada en su garganta al ver el noticiero.
―Súbele volumen ―ordenó mirando a Off.
El alfa arrugó el ceño, confundido, pero al mirar la televisión pudo ver cómo su expresión se tornaba más pálida. Mook no tardó en soltar un grito de sorpresa y horror.
Era el noticiero de noche y se podía leer en la barra un Presentación de nuevo activista en China en letras grandes y más abajo un Asume luego de la muerte de Liu YiFei.
―¿... Gun? ―balbuceó Off con la voz ahogada.
Sus labios estaban secos cuando reconoció al omega en pantalla sentado entre dos personas, una mujer de aspecto duro y otro hombre con expresión tranquila.
Off le subió volumen.
"―... la presentación de Zheng HaoXi se ve enmarcada luego de que YiFei haya sido asesinada en una extraña redada por parte del gobierno chino. ―se mostraron en ese instante fotos de la redada―. Dentro del movimiento por los derechos de omegas que comenzó en China hace tres años, siempre se han visto tres rostros visibles como voceros y representantes. Song Qian ―se enfocó a la mujer al lado de Gun― considerara el cerebro detrás de todo esto, siendo la líder omega que se alzó con un pequeño grupo de simpatizantes cuando comenzó. Detrás de ella, Max Nattapol ―se apuntó ahora al hombre―, como uno de los primeros alfas en apoyar la situación, junto a Liu YiFei hasta su muerte....
Chimon sentía que iba a vomitar en cualquier momento por todo lo que estaba ocurriendo en ese instante.
Off no lucía mejor, aturdido, mientras Mook ponía una expresión de incredulidad en su rostro.
La presentadora dejó de hablar y se procedió a mostrar toda la entrevista.
―Señor Zheng, es la primera vez que se ve su rostro junto a Song Qian y Max Nattapol. Ni siquiera en las manifestaciones anteriores se le había visto.
―¿Por qué tendrían que verme? ―contestó Gun y Chimon se estremeció cuando oyó su voz en directo, suave pero firme―. Song, Max y YiFei eran los rostros importantes.
―¿No cree que ocupar el puesto de Liu YiFei es una gran responsabilidad para usted?
―Cuando YiFei fue asesinada cobardemente por la policía y se me preguntó por esto, por supuesto que pensé en negarme ―respondió Gun― pero YiFei confiaba en mí como su amigo, como activista y fue ella la que quiso que asumiera. Es una gran responsabilidad y trataré de dar lo mejor de mí para que los omegas podamos tener aunque sea la mitad de los derechos que tienen los alfas.
―¿Y cuál es su historia? ―preguntó burlonamente un periodista―. ¿Cuál es su triste historia con la que piensa conmovernos?
Chimon pudo notar como Off se tensaba mientras Mook bajaba la vista.
En la televisión, Gun enarcó una ceja, su rostro impasible y Chimon no pudo evitar sentir admiración por notarlo tan calmo.
―Cuando tenía dieciséis años mi primer alfa me violó y marcó detrás de un basurero ―dijo con tono amable― y dos semanas después nos casamos. Luego de diez meses di a luz a mi primer y único hijo, pero mi alfa murió en un accidente y quedé solo. Cuando mi bebé tenía más de un año, conocí a otro alfa que me prometió el mundo entero si me dejaba marcar por él y confié en él ―sus dedos acariciaron de forma distraída su marca― así que sacrifiqué la vida de mi bebito. Pero luego de marcarme, mi nuevo alfa me dejó por otra omega y volví a quedar solo. Perdí a mi bebé, perdí a mi alfa, por el simple hecho de dar todo y no recibir nada a cambio ―su tono se volvió frío, mirando directamente a la cámara ahora―. Nuestra intención no es conmoverlos a ustedes, sucios alfas, con nuestras historias. Nuestra intención es destruir su sistema jerárquico que nos han impuesto sólo para su propio disfrute.»
Chimon no pudo seguir escuchando la entrevista porque Mook se puso de pie, furiosa y golpeó la televisión con su pie, rompiendo la pantalla con odio.
―¡Un mentiroso! ―escupió Mook mirándolo directamente―. ¡¿Te das cuenta, Chimon?! ¡Ese imbécil es sólo un mentiroso! ¡Para él estás muerto!
―¡Cállate, maldita sea! ―gritó Off con la voz quebrada.
―¡¿Y tú aún lo amas?! ―espetó Mook―. ¡Pues si no lo notaste, Off, mi hermanito te odia! ¡Para él no eres más que una basura! ―la omega los miró con ojos llenos de lágrimas de rabia―. ¿Por qué no se dan cuenta? Nosotros podríamos ser... ser una familia...
―¿A base de mentiras? ―murmuró Chimon―. ¿Sammy es siquiera su hija?
―¡Chimon!
El chico miró a Mook en silencio, notando cómo parecía volver a llorar pronto y luego desvió sus ojos al magullado rostro de Off, que miraba la rota televisión con una mirada desamparada y ojos destrozados, totalmente afectado por lo que acababa de ocurrir, por lo que acababa de ver.
Recordó, entonces, que no sólo él llevaba catorce años sin su mamá, sino que Off llevaba esa misma cantidad de tiempo sin su omega y se preguntó cómo había sobrevivido lo suficiente y no enloquecer en el proceso, porque no había nada más doloroso para un alfa que no tener a su omega cerca.
Cerró sus ojos por un instante, recordando el rostro de Gun en televisión, sus dedos acariciando su marca, y tragó saliva.
Si Gun decía odiarlos, si odiaba a Off ¿por qué conservaba su marca?
―Voy a ir a buscarlo ―dijo en voz baja y ambos adultos le miraron―. Voy a buscar a mamá.
Mook negó con la cabeza mientras Off sonreía con debilidad.
―No Chimon, no puedes–
―Y no iré solo ―le interrumpió a Mook―, porque tú me vas a acompañar, papá. No pienso recuperar sólo a mamá, sino también a tu omega.
Off palideció y parecía a punto de vomitar.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top