Capítulo 27

Observó la puerta destrozada con pesar y se giró hacia Chimon, que había estado en extraño silencio esas últimas horas.

―No fueron ustedes ¿cierto? ―preguntó, tratando de animar el ambiente.

Chimon negó con la cabeza.

―No, mamá, ya estaba así cuando vinimos ―contestó con voz apagada.

Gun arrugó el ceño, pero no dijo nada mientras entraba al departamento que Pak había comprado y donde estuvo viviendo, todo el lugar destrozado y saqueado por las autoridades cuando fueron a buscarlo. Poco le importaba, en realidad, porque nunca fue un verdadero hogar para él, pero igual sentía algo de pesar ya que tenía buenos recuerdos allí. En especial recuerdos con Max.

Acomodó la gorra sobre sus cabellos, sabiendo que tenía que ocultar en lo posible su rostro para que los medios de comunicación no publicaran su cara en todas partes y así arruinar esa mentira que Off quería sostener frente a su madre y Mook.

Caminó directo hacia su cuarto.

―Ese cuarto de bebé... ―aventuró Chimon, pasando frente a la habitación con una cuna.

―Era para ti ―contestó Gun con calma― antes de que tu padre muriera, lo iban a trasladar a China así que nos mudaríamos aquí. No era el mejor alfa del mundo, pero se preocupaba de que no nos faltara nada.

Chimon se crispó un poco, sin saber por qué aquello le estaba afectando demasiado. Tal vez porque pensó que él era un alfa horrible por lo que le había hecho a Pluem.

Pero las cosas eran tan complicadas...

―Papá me dijo que él te golpeaba ―murmuró en voz baja.

Gun entró a su cuarto, caminando hacia el armario donde estaban sus ropas, y sacó una vieja maleta para guardar sus pertenencias.

―Pak era temperamental ―explicó Gun, sabiendo que le debía esa conversación a Chimon― como cualquier alfa en la vida. Trataba de no hacerlo enojar, tú sabes, sólo tenía diecisiete años, pero a veces era inevitable discutir ―sonrió con amargura―. Sabía ponerme en mi lugar con facilidad.

Abrió la maleta para guardar todas sus pertenencias, caminando por el cuarto mientras Chimon permanecía de pie con una expresión extraña.

―¿Yo fui producto de sus violaciones? ―preguntó con tono ahogado.

Gun se quedó quieto frente al armario, algo tenso y apagado.

―Chimon...

―Es sólo que... ―la voz del chico se rompió― no quiero ser como él, pero... pero siento que estoy arruinando todo con Pluem y...

―¿Qué? ―Gun se volteó, parpadeando―. Chimon, ¿de qué hablas? ―un pensamiento horrible cruzó por su mente―. Bebé, ¿lo golpeaste?

―¡No, no! ―gritó Chimon con horror―. No mamá, no, no lo hice...

Gun permaneció en silencio, y Chimon lo interpretó como un impulso para seguir hablando.

―Peleamos ―balbuceó―, no sé cómo comenzó todo, pero él estaba hablando de bebés, y yo le dije que no quería hijos. Él decía que debíamos tener tres y yo sólo tengo quince años, no me he puesto en ese plan todavía, no sé, entonces empezó a decir que estaba de mal humor desde que... que me enteré que tú y papá van a tener otro hijo, y eso me sacó de quicio, sólo quería que se callara, así que se lo dije, pero no pensé que usaría la voz alfa, salió sola, yo no...

―Oh, oh, ya, tranquilo cariño... ―se apresuró a decir Gun al verlo lloriquear, sus ojos brillantes, sorbiendo por su nariz, y lo llevó a la cama, sentándose a su lado―. Vamos, respira y calmémonos un poco, ¿está bien?

Chimon se acurrucó contra su mamá, respirando su aroma para buscar un ancla en ese momento, y su alfa pareció calmarse cuando Gun le acarició el cabello, sus dedos rozando su nuca, allí donde era vulnerable. Su cuerpo se relajó inmediatamente.

―No hagas eso ―gimoteó―, me siento como un perrito al que le rascas el estómago.

Gun se rió, sin embargo, no detuvo su toque, calmándolo mucho más.

―Ahora, Chimon ―dijo con cuidado―, ¿Qué ocurre?

―Usé la voz alfa con Pluem y le pedí perdón, pero él estaba enojadísimo conmigo ―explicó Chimon, su tono ahogado―, luego llegó Nanon, y Pluem no quería hablar con nadie, sólo quería salir, se había enfurecido mucho. Aun así, Nanon no lo dejó salir, dijo que era peligroso, así que... lo obligó a permanecer en el cuarto, y Pluem nos gritó más ―Chimon ocultó su rostro, sin querer mirarlo―. No quiero ser como... como mi padre, mamá. Yo no quiero hacerle daño a Pluem, pero es como si mi alfa fuera otra persona y...

―Chimon, pero ¿qué dices? ―Gun le obligó a levantar el rostro―. Jamás vas a ser como Pak, cariño, no pienses esas cosas ―los ojos del omega se tornaron tristes―. Mira, sé que... que yo no estado catorce años contigo, ¿cierto? ―Chimon asintió, su garganta apretada―, pero tengo claro que papá te ha criado bien, que él te enseñó que los omegas no somos objetos ni cosas que usar y desechar, así como la abuela quería enseñarte ―le dio un beso en la mejilla.

―Sí, él... papá me decía esas cosas, que yo debía respetar a mi omega y entender que era una persona libre ―barboteó el menor.

Gun le sonrió.

―Usar la voz alfa no está bien, pero es bueno que eso lo sepas ―le pellizcó la mejilla―, así que vas a tener que aprender a controlarla. Deja que pasen unos días para que Pluem se calme, y hablen como personas civilizadas. Y si empiezan a discutir, y sientes el impulso de usarla, sólo debes preguntarte a ti mismo cómo te sentirías si alguien tuviera ese poder sobre ti, ¿entendido?

―Sí, mami ―Chimon lo abrazó, sin querer soltarlo.

Gun le devolvió el abrazo, soltando hormonas maternas para relajar más a su hijo, y cerró sus ojos un instante.

―Ahora, Chimon ―volvió a hablar―, ¿tú no quieres un hermanito?

Chimon se apretujó más contra Gun, avergonzado.

―No es eso ―dijo algo ahogado―, estoy muy feliz por ustedes, mamá...

―Pero...

―Pero estoy celoso ―Chimon no aguantó más y rompió a llorar como un bebé, rompiendo el corazón de Gun porque se sintió como cuando Chimon tenía un año y lloriqueaba en busca de abrazos― es-estoy muy... muy celoso...

Gun frotó su barbilla contra el cabello de Chimon, sosteniéndolo mientras sollozaba ahora en su pecho, sorbiendo por su nariz y desahogándose de sus sentimientos malos. Él lo había notado, se había dado cuenta de lo mucho que le costaba al alfa expresarse, y no podía evitar culparse por ello.

Como bebé, Chimon siempre fue expresivo con sus sentimientos: si estaba feliz, se reía mucho; si estaba triste, lloraba sin descanso; si se enojaba, hacía rabietas y lloraba más aún. Sin embargo, cuando lo volvió a ver, cuando por fin estaba con él otra vez, notó lo cohibido, lo cerrado que era para expresarse. Parecía expresar mejor mediante el cuerpo, con abrazos, caricias, toques, pero con las palabras... parecía trabarse demasiado.

Y él sabía que se debía a que no estuvo con él, que, de forma inconsciente, el abandono había quedado grabado en el alfa de Chimon.

―No voy a quererte menos, Chimmie―le susurró segundos después, su voz temblando―, tú siempre serás mi príncipe ―sus ojos se llenaron de lágrimas― ¿está bien? Tú siempre vas a ser bebé hermoso. Un hermanito...

―No es eso ―Chimon hipó―, es que... Estoy celoso porque... porque el bebé te... te va a tener como yo no te tuve ―sollozó, jadeando―. Y no es justo. No es justo porque nadie me va a devolver todos estos años sin ti, nadie va a retroceder el tiempo para que puedas estar conmigo y hacerme feliz. Y yo... yo quiero mucho eso, ser un niño y que estés allí para mí ―Chimon ahora estaba llorando a lágrima viva y poco le importaba si se veía débil y estúpido, necesitaba llorar en ese instante―. Mook quiso reemplazarte pero nunca pudo hacerlo. Nunca lo logró, y la odio mucho por haberme alejado de ti.

―Oh, bebé...

Gun lo arrulló más en sus brazos, dejando que se desahogara todo lo que quisiera con él, y tarareando una canción en voz baja para relajarlo, para calmarlo un poco.

―Tú sabes, Chimmie... ―le susurró Gun―, cuando yo llegué acá, estaba muy triste. Lloraba todos los días porque te extrañaba mucho, y cuando logré... logré levantarme, cuando logré salir adelante, te seguía extrañando tanto que llegaba a doler ―Gun se alejó, poniéndose de pie, y caminó hacia el armario―. Era peor porque, ya sabes, no pude irme con alguna fotografía tuya, porque tuve que dejar mi celular para que no lo rastrearan y no tenía ningún recuerdo de ti ―comenzó a hurgar en el lugar, su voz temblando―. A ti te gustaban mucho las series de superhéroes, recuerdo, te quedabas mirando la pantalla todo el día aunque no entendieras nada porque te llamaban la atención los colores. Incluso, cuando jugabas con Pluem y Nanon, te gustaba usar capas.

Chimon no podía recordarlo. No podía recordar otra cosa que no fueran las fiestas de etiqueta, él rehuyendo a otros niños, alejándose de los grupos grandes porque le asustaban, le hacían sentir incómodo. Porque no podía mantener una conversación de más de cinco minutos sin sentir que le estaban juzgando.

Se enderezó cuando su mamá se volteó, mostrándole una pequeña capa que parecía para un niño de cinco años, y Gun bajó la vista por la vergüenza.

―Yo quería regalártela ―sollozó Gun―, quería enviártela, pero costaba demasiado, y no respondías mis cartas. Creía que me odiabas y que no ibas a recibir nada de mí. Yo creí que...

Chimon le tomó la mano, haciendo que se sentara a su lado, y le limpió las lágrimas con cuidado, dejando que su mamá llorara también.

―Cuando lleguemos ―le dijo con voz dulce―, podríamos comprar una capa más grande ―sus mejillas se pusieron coloradas―, y me enseñarás a andar en bicicleta, porque nunca aprendí.

Gun se rió, dejando que Chimon le abrazara, y se prometió que no lo iba a soltar más. Que no iba a permitir que nadie más alejara a su bebé de él.

Off frunció el ceño cuando su móvil vibró y levantó la cabeza, sus dedos acariciando el cabello de Gun, medio dormido en sus brazos. Al día siguiente iban a viajar, así que decidieron acostarse temprano, pero no esperaba esa llamada.

Después de todo, había hablado con Sammy horas atrás, ¿por qué...?

―¿Cariño? ―preguntó contestando el celular.

Escuchó un sorbido de nariz e inmediatamente su instinto se activó.

―Sammy ―dijo, exigiendo una respuesta.

―Pa-papá... ―sollozó la chica al otro lado de la línea.

―¿Qué ocurre, princesa? ―insistió.

―Es la... es mamá ―balbuceó Sammy― ella llegó a casa de tío Tay y tío New y...

La chica se interrumpió, soltando un grito bajo.

―¿Sammy? ¡Sammy! ―gruñó Off, sintiéndose de pronto desesperado de que algo hubiera pasado.

De que algo le hubiera ocurrido a Sammy.

Gun se despertó, alarmado por los gritos, y permaneció en silencio mientras Off caminaba por el cuarto.

―Off ―ronroneó entonces una voz al otro lado de la línea.

Dejó de moverse.

―Mook ―espetó con furia en la voz.

―Me enteré de que vuelves mañana ―dijo la mujer con tono meloso― ¿listo para la fiesta de compromiso y marca de Sammy?

Sintió como si un cubo de agua fría cayera por su espalda.

Dios, oh dios...

Mook no podía estar hablando en serio. No con Sammy. No con la pequeña niña.

―¡Tiene sólo trece años, Mook! ―gritó enfurecido―. ¡Es tu hija!

―Tal vez si mañana estás aquí a mediodía ―dijo Mook como si lo estuviera pensando―, podría cambiar de opinión.

La llamada se cortó.

Un ultimátum, eso le había dado Mook.

Off iba a matarla.

―¿Off? ―preguntó Gun con precaución.

Una fiesta de marca, por el amor de dios...

Off creía que Mook no sería tan desgraciada, tan bastarda, no con su propia hija. Hacer una fiesta de compromiso a la edad de Sammy, con trece años, y luego permitir una fiesta de marca, donde la omega sería tratada sólo como un objeto bonito para ser entregada a un alfa que la marcaría en la noche... eso era, definitivamente, algo cruel e inhumano. Esas fiestas habían sido prohibidas mucho tiempo atrás porque atentaban contra la integridad de los omegas niños, pero las familias más ricas solían usarlas todavía para sellar compromisos que trajeran beneficios.

Su mamá había tratado de hacerlo con él, cuando tenía quince años, comprometiéndolo con una joven muchacha que se había revelado como omega sólo un mes atrás: Shin. Pero Off se había negado a eso, hasta el punto de arruinar su propia fiesta de compromiso y marca, echando a todo el mundo y haciendo que su mamá le castigara sin compasión alguna.

Off iba a matar a esa maldita.

Gun lo abrazó por detrás, olisqueando sus hormonas rabiosas, y besó su hombro.

―Ellas no van a seguir haciéndonos daño ―le murmuró Gun, acariciándole la cintura para calmarlo un poco.

La puerta de la habitación fue tocada, y ambos se voltearon cuando Nanon, Pluem y Chimon ingresaron con expresiones urgidas.

―Tío ―balbuceó Nanon― mis papás me acaban de llamar, ellos...

―¿Están bien? ―gruñó Off tratando de controlar su tono de voz―. ¿No les pasó nada malo?

―No, no ―barboteó Nanon― bueno, papá New dijo que lo golpearon cuando quisieron llevarse a Sammy, pero por lo demás están bien. Sólo algo asustados, pero...

―Tienen a Sammy ―hipó Chimon con los ojos llorosos― la tienen a ella, pero ella no ha hecho nada malo...

―La vamos a salvar ―prometió Gun queriendo calmar a los más jóvenes, que estaban bastante alterados― no le harán daño.

Off apretó su mandíbula, tratando de controlarse, observando a Gun abrazando a los chicos para que no entraran en pánico, y llegó a la conclusión de que ese juego del gato y el ratón que Mook insistía en jugar había llegado a su fin.

Off iba a acabar con esa víbora aunque tuviera que manchar sus manos con sangre.

El omega tuvo que sacar un pañuelo mientras Yun se deshacía en lágrimas, la pobre muchacha lloriqueando en sus brazos y Song le revolvió el cabello a la chica.

―Yun, HaoXi no se irá para siempre ―le dijo Song con materno amor―. Prometió volver para vacaciones.

―¡No es justo! ―sollozó la omega―. ¡Yo quería ver a HaoXi preñado!

Gun se rió, besándole la frente.

―Te enviaré fotos ―prometió― no seas dramática, Yun.

―El dramatismo vive en nosotros ―bufó YiXuan―. Ahora, ¿te vas a cuidar? Me ha costado un culo mantenerte con vida, si algo le llega a pasar al bebé o a ti, viajaré exclusivamente a matarte.

Las carcajadas aumentaron por las palabras del beta, y Gun lo abrazó también antes de sentir un tirón proveniente de su pantalón.

Bajó la vista, alzando a Ming, llevándolo a su pecho.

―Te estani-a-ré, tío Gunnie ―murmuró Ming, sus ojos lagrimeando también.

Gun le revolvió el cabello, balanceándolo, tratando de mantenerse entero porque los ojos de Ming le recordaban mucho a los de Max.

―Yo también, Ming ―le contestó pellizcándole la nariz―, pero volveré para tu cumpleaños. Te voy a traer un enorme regalo.

―¿I-rás dóne papá? ―preguntó Ming con voz temblando―. ¿pudes decile que vueva?

Gun se forzó a permanecer con la sonrisa en su rostro aunque iba a romper a llorar.

Tul apareció para salvarlo, tomando en brazos a Ming.

―Ah, mi amor... ―dijo Tul dejando que Ming se acurrucara en sus brazos―¸ papá está en otra parte, él te está cuidando pero no puedes verlo.

Pelo...

―Vamos, despídete de tío Gunnie ―insistió Tul para distraerlo―, él se irá a otro lado pero va a volver.

Gun le dio un beso en la frente a Ming, despidiéndose también de Tul, y luego hizo lo mismo con Song, dejando que la mujer le diera un abrazo fuerte.

―Tú eres fuerte ―le susurró Song al oído―, tú eres un omega increíble y que merece muchas cosas buenas ― No dejes que nadie pase por encima de ti, Zheng HaoXi.

Ella tenía razón: No iba a dejar que Mook y Dararat, lo manejaran a su antojo. Había llegado el momento de cobrar cada golpe, cada herida, que ellas le habían hecho.

Se alejó, despidiéndose con los ojos llenos de lágrimas de esa gran familia que tuvo en sus peores momentos, esa familia que le acogió aunque era un desconocido, dispuesto a no dejar que los lazos que había creado con ellos se rompieran.

Off y Chimon eran su hogar, pero esas personas allí también lo eran y sabía que eso jamás podrían arrebatárselo.

Eso nunca iban a quitárselo.

Tenía claro que le estaban esperando una vez bajara del avión.

Off levantó la vista cuando reconoció a uno de los guardaespaldas que su mamá tenía, de pie entre las personas, esperándole con una expresión de piedra, y se volteó hacia Chimon. El chico permanecía tieso, con los ojos endurecidos y una expresión de contenida furia.

―Park ―saludó al guardia, sonriendo irónicamente―, supongo que nos llevarás donde mi madre ¿no es así?

―Por supuesto, señor Jumpol ―contestó el guardia― sólo los dos ―apuntó a Pluem y Nanon―. Ellos pueden irse.

Pluem soltó un gruñido, pero Nanon le sostuvo, impidiendo que se lanzara contra el guardia. El omega seguía molesto y enfurecido con ellos, sin embargo, eso no impidió que Pluem caminara hacia donde estaba Chimon, dándole un beso en los labios, frotándose brevemente contra él para impregnarlo en su olor.

―Si marcas a otro omega, te cortaré el pene ―le advirtió Pluem.

Chimon tragó saliva.

Nanon también se inclinó, besándolo, sin una pizca de broma en su rostro.

―Yo te cortaré los testículos ―agregó el alfa, agarrando la mano de Pluem.

Chimon sentía que se había metido con unos psicópatas.

Off lo tomó del brazo, despidiéndose con la cabeza de los menores, sus ojos escaneando entre la multitud. Gun no estaba a la vista, pero trató de no mostrar su ansiedad mientras seguían al guardia hacia la salida, donde una limusina ya estaba estacionada. No tardaron en subir, acomodándose con las maletas, quedando los dos solos.

―Papá... ―susurró Chimon.

Off le hizo un gesto negativo, escribiendo algo en su celular.

Puede tener cámaras y micrófonos.

Chimon apretó sus labios, preocupado también por si eso fuera a salir bien, tratando de controlarse para no estallar en pánico.

Su mamá. Sammy. Su tía. Su abuela.

¿Cómo podía existir gente tan desquiciada en ese mundo?

Media hora después, el auto se estacionó fuera del hogar de su madre, la enorme mansión fría y lejana. Ambos se bajaron, esperando al guardia, y caminaron hacia el interior.

Sammy estaba en el comedor, sentada en una silla, su rostro lleno de lágrimas.

―¡Papá! ―balbuceó la chica, poniéndose de pie para caminar hacia el alfa, abrazándolo de golpe―. Papá, papá...

La pobre chica comenzó a llorar contra su pecho, mucho más tranquila ahora que sentía el conocido olor de su papá a su lado.

―Tranquila, princesa ―le contestó Off, aliviado de que estuviera bien―, no te pasará nada...

―Déjame darte las condolencias ―dijo una fría voz detrás de él―, me enteré de tu omega muerto.

Gruñó mientras se volteaba, encontrándose con el helado rostro de su madre. Detrás, con nuevas cicatrices en su cara, estaba Mook.

―Me gusta tu nuevo estilo, Mook ―se burló, observando la rabia llamear en los ojos de la mujer.

―Vete a la mierda ―espetó Mook―, haré que pagues por ello, Off ―alzó su barbilla, orgullosa―. ¿Mi hermanito por fin desapareció de la faz de la tierra? ¿Lograste conocerlo, Chimon? ―el chico soltó un gruñido―. ¿Viste lo patético que era?

―Eres un monstruo, tía ―soltó Chimon.

Molestia brilló en el rostro de la omega.

―¿Tía? Fui mamá por catorce años, mocoso insolente ―dio un paso, suavizando su voz―. Ahora que estamos aquí, los cuatro, podemos solucionar nuestras diferencias. Volver a lo de antes...

―Estás desquiciada ―Off se acercó, observando con placer como la omega retrocedía en un acto reflejo―. ¿Lo de antes? Eso era una farsa. Todo esto ―apuntó al lugar―, es una mentira. Si he venido, ha sido por Sammy y porque vamos a acabar con esto.

―¿Vamos? ―Dararat soltó una carcajada mordaz―. Estás loco si crees que nosotras...

―En realidad, él se refería a mí.

Las dos mujeres se congelaron cuando una conocida y despectiva voz habló en el pasillo.

Veloces como un rayo, ambas se voltearon, sus rostros palideciendo cuando observaron a una persona que habían creído muerta durante los últimos días. Cuando vieron a un omega apoyado en la pared.

Gun Atthaphan sonrió con frialdad.

―Hola, hermanita ―dijo con falsa ternura― hola suegra. ¿Me extrañaron?

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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