Capítulo 24

Nanon estaba batallando con Pluem cuando Chimon despertó al recibir un golpe en una de sus piernas.

—¡Chimon! —Lloriqueó Pluem tratando de impedir que Nanon lo sostuviera de los brazos—. ¡A... ayuda...!

—¿Qué ocurre? —preguntó confundido, su voz ronca por el sueño.

Nanon gritó al recibir una mordida en su mano, el omega gruñendo entre quejidos.

—No quiere tomarse el anticonceptivo de emergencia —explicó Nanon—. Su omega quiere un bebé, pero yo sé que Pluem no está hablando en serio y tengo que obligarlo cada maldito celo a tomarse la pastilla para que no quede preñado.

—¡Bebé! —Exigió Pluem tratando de girarse y escapar del agarre del alfa—. ¡Quiero bebés!

—¡No, no los quieres! —Bufó Nanon—. ¡Vamos, Chimon, ayúdame! ¡Sostenlo de los brazos!

—¡No! ¡No! —Sollozó Pluem al ser agarrado por el alfa menor—. ¡Malos! ¡Malos!

Nanon agarró su mandíbula, obligándolo a separar sus labios, y puso una pastilla en su lengua, tapándole la boca para impedir que la escupiera. Pluem terminó tragando la pastilla entre llantos y Chimon se sintió mal al escucharlo llorar de forma desquiciada.

—Quiero mis... mis bebés... —hipó el omega tocándose el estómago.

—Ya, Pluem... —comenzó a decir Chimon queriendo calmarlo— más adelante... ¡AH!

El omega lo mordió repentinamente en el hombro, enfurecido.

Nanon tiró del chico, empujando una almohada en su boca para que no mordiera a nadie más y Pluem abrazó el cojín, sollozando sin control alguno.

—No le creas —dijo Nanon al ver la expresión de Chimon— está fingiendo porque espera que le demos bebés con su llanto.

Las lágrimas de Pluem se detuvieron.

Nanon sonrió con burla.

—¡Los... los mataré...!

—Pluemie, no seas malo —regañó Chimon antes de recibir un golpe de la almohada—. Vamos, ¿te calmarás si follamos entre nosotros?

No sabía de dónde sacó la valentía para decir eso.

Pluem los miró con sorpresa, sus mejillas coloradas y ojos brillando y asintió con ferocidad.

Nanon observó a Chimon. Chimon observó a Nanon.

El menor levantó sus manos.

—Sólo bromeaba...

—¡No, no! —gritó Pluem enderezándose—. ¡Follen! ¡Follen!

—¡Creaste un monstruo! —acusó Nanon.

—¡Yo sólo quería...!

—¡Follen! —Pluem rompió a llorar (otra vez)—. ¡Malos! ¡Malos... alfas! ¡Malos! ¡No me... no me aman...!

Chimon rascó su nuca.

—Bueno, Nanon, si puedes ponerte en cuatro... —comenzó a decir Chimon antes de que Nanon se atragantara con su saliva.

—No me jodas, Chimon —balbuceó Nanon—. El delta en este celo eres tú. En cuatro, ahora. Creo que hay lubricante en un cajón...

Chimon iba a comenzar a llorar porque no creía que estuvieran hablando de eso, pero una mirada hacia Pluem, que estaba balbuceando cosas entre lágrimas, le hizo desistir de su plan de lanzarse por la ventana.

Mientras Nanon agarraba algo en el cajón, Chimon se giró y puso boca abajo, desnudo y un poco incómodo por la situación en la que estaba. Por sentirse tan expuesto de pronto.

Su alfa interior comenzó a chillar que no, que se diera vuelta y tratara de someter a Nanon, pero desistió porque el lugar donde el mayor mordió el día anterior pareció arder en señal de advertencia. Nanon había ganado justamente. Era el Alfa a cargo en ese celo. Quizás en el siguiente podría cobrárselo, pero por ahora...

—Relájate, Chimonie —susurró Nanon acariciando su cintura de forma repentina, Pluem mirándolos atentamente—. Si es demasiado, me avisas y pararé.

Tomó aire, forzándose a relajar sus tensos músculos de su cuerpo, y tomó la mano de Pluem para sostenerse mientras sentía los dedos del alfa comenzando a acariciar su trasero.

—Vaya —comentó Nanon— tienes mejor culo que Pluem, quien lo– ¡POR UN DEMONIO, PLUEM!

El grito del mayor resonó en el cuarto cuando Pluem le lanzó ahora su zapato.

Chimon comenzó a reírse sin control alguno, tanto por la situación como por los nervios, pero antes de poder decir algo jadeó cuando Nanon, mascullando por lo bajo, apretó la botellita del lubricante soltando el líquido entre sus nalgas.

—Ven —instó Nanon agarrándolo de las caderas, tirándolo hacia la orilla de la cama—. Apoya tus pies en el suelo, pero no te endereces. Separa tus piernas y eleva tu culo, sí, así —alabó Nanon al verlo obedecer—. Ahora, Pluemie, ¿Qué tal si le chupas la polla mientras lo preparo para relajar a tu alfa?

Pluem gimoteó, asintiendo con torpeza, deslizándose por entre las mantas y acomodándose de rodillas en el suelo, entre las piernas de Chimon, agarrando su miembro con los labios para comenzar a chupar.

Chimon jadeó por la ola de placer que lo recorrió, inevitablemente relajándose un poco más cuando Pluem agarró su pene, y casi no notó el momento en el que Nanon deslizó un dedo en su interior.

Se sobresaltó por completo, pero no por el dolor: bueno, sí, era algo incómodo y con un pequeño dolor punzante, pero no era demasiado. Podía... Podía acostumbrarse.

Miró hacia abajo, su rostro entre sus brazos, observando a Pluem mirándole atentamente mientras seguía chupando su polla, sus mejillas coloradas, sus ojos brillando.

—¿Cómo se siente? —preguntó Nanon con voz ronca detrás de él, metiendo y sacando el dedo de su interior.

—Ex... extraño... —contestó Chimon respirando aceleradamente.

—Meteré un segundo —dijo Nanon antes de echar más lubricante en su entrada y su mano, juntando dos dedos para presionarlos contra su entrada.

Bien, ahora sí dolió un poco más.

Soltó un gemido tanto por el leve dolor como por el placer de la boca de Pluem, que estaba haciendo maravillas allí abajo. Chimon no tenía mucha tolerancia hacia el dolor, si era honesto, nunca había tenido accidentes graves o sentido demasiado dolor, por lo que cuando el tercer dedo ingresó, dejó salir ahora un grito más fuerte.

—¿Quieres que pare? —preguntó Nanon entonces, sin mover su mano mientras Pluem seguía trabajando allí abajo—. Si es así...

Chimon tomó una respiración más profunda, concentrando su mirada en los ojos de cachorro de Pluem, que lucía más excitado aún por la situación.

Es tu omega. Lo desea. Y, en el fondo, tú también lo quieres, murmuró una voz en su interior.

—Con... continúa... —le dijo en voz baja.

Pronto el dolor desapareció, los dedos de Nanon expandiéndolo, dilatándolo, agrandándolo con sucios chapoteos que se mezclaban con los sonidos ahogados de Pluem, y se encontró a sí mismo jadeando con los movimientos de la mano de Nanon, embistiendo contra su entrada.

—Creo que estás listo —dijo Nanon con voz ronca—. Vamos, ahora, ¿por qué no follas a Pluemie?

Pluem dejó de chupar el miembro mientras Chimon gemía cuando Nanon sacó sus dedos, comenzando a masturbarse y el omega lo empujó unos centímetros, acostándose boca arriba, levantando sus piernas.

Chimon observó el ano de Pluem, lubricando ya, apretándose con cada nueva respiración, y Chimon gruñó mientras separaba más las piernas del chico, dirigiendo su polla húmeda hacia su entrada. Pluem gimió con fuerza al ser llenado, soltando más lubricante y Chimon comenzó a mordisquear su cuello expuesto.

Nanon separó sus nalgas.

—¿Estás relajado? Entraré lentamente —jadeó el alfa echando lubricante en su pene y otra vez en la entrada de Chimon.

Chimon tomó la mano de Pluem dándole un fuerte apretón cuando el glande de Nanon se abrió paso en su agujero.

—Oh, dios... —gimió Chimon por el dolor.

Pluem comenzó a mover sus caderas, auto penetrándose con algo de dificultad por la posición y sus labios se dedicaron a besar el rostro de Chimon.

Dolía demasiado. Dolía como el infierno, su entrada ardiendo por la presión y tuvo que luchar contra el impulso de gruñir y darle un golpe a Nanon para que se alejara.

Pluem liberó hormonas sexuales para distraerlo al notar su mueca y las manos de Nanon fueron a sus pezones, acariciándoselos para darle algo más de placer mientras seguía empujándose contra su entrada con lentitud, sin querer ser brusco y hacerle daño.

Nanon terminó de penetrarlo, jadeando al sentir el interior apretado de Chimon, sintiéndose extraño porque no estaba la lubricación natural a la que estaba acostumbrado por el cuerpo de Pluem y se inclinó dándole un beso en la espalda a Chimon.

—Avísame cuando te sientas mejor para moverme —gimió Nanon tratando de no moverse.

Chimon entornó sus ojos sobre el rostro colorado de Pluem, que estaba bajo él, todavía en su interior y pensó entonces que tal vez...

—Muévete —pidió con un jadeo.

Nanon empujó, moviendo el cuerpo de Chimon también contra el de Pluem, y el omega gimió por el placer, su ano apretándose. Chimon también gimió por el estímulo en su pene y en su interior, agachando su cabeza para besar el cuello del omega.

Todavía había dolor, pero estaba disminuyendo bastante con cada nueva embestida contra su entrada, mezclándose con el placer que sentía cuando Nanon pareció presionar contra su próstata junto con su pene dentro del ano de Pluem, el omega balbuceando palabras inconexas debido a su celo.

Así no aguantó mucho, no con ese doble estímulo: se corrió dentro del omega, enterrando sus dientes en el cuello de Pluem, reavivando su marca y el nudo pareció asentarse dentro del omega.

Pluem también se corrió con la mordida, chillando por el placer y Chimon se sobresaltó cuando los dientes de Nanon también se cerraron en su piel, en una marca suave, gruñendo al eyacular en su interior.

Nanon se retiró antes de formar un nudo, sabiendo que eso le provocaría un mayor dolor a Chimon, y se derrumbó a su lado.

Chimon se movió, saliendo del interior de Pluem, que comenzó a frotar sus ojos por el sueño.

—No podré caminar mañana —gimoteó Chimon contra la sábana.

Nanon se rió y Pluem se revolvió, dándole un beso en la mejilla a cada alfa.

—Los amo —dijo con voz suave.

Ambos sonrieron, satisfechos.

Off lo tiró hacia atrás segundos, protegiéndolo, antes de que algo estallara a metros de donde estaban ellos. Si no hubiera sido por los autos, basureros y latas protegiéndolos de las balas ya habrían muerto hace mucho, todos lo sabían bien.

—Más cuidado —le gruñó Off con aspereza.

Gun soltó un jadeo, observando a todo su grupo con las cabezas bajas para evitar las balas que los soldados del Gobierno disparaban desde las ventanas del Gran Salón del Pueblo. Tenían la clara desventaja de que los rostros de los soldados no se veían bien gracias a los vidrios y cortinas además de que ellos estaban en un campo abierto, pero no tenían otra opción más que entrar por la puerta principal... O por las alcantarillas.

—Estamos perdiendo el tiempo —dijo Gun enfurecido—, no podemos quedarnos aquí todo el día. Debemos apoderarnos del Gran Salón lo antes posible.

—¿Y qué propones? —Espetó Max—. ¿Qué todos vayamos a ese jodido auto? ¡No entraremos todos allí, Gun! Somos casi cien personas, ellos van a sospechar lo que queremos hacer si vamos varios...

—¿Entonces qué propones tú, Max? —Contestó ZhouMi—. Song y CaoLu cuentan con que podamos tomar el Gran Salón lo antes posible.

El aire se llenó pronto de sonidos de disparos, de balas silbando en el aire y casquillos cayendo al suelo. Gun no tenía buena puntería así que prefería no arriesgarse a perder balas, y por otro lado, las manos de Off lo tenían abrazado, tratando de calmarle un poco, de que su omega interior no se alterara por todos esos ruidos.

―Conduciré yo ―dijo Max observando el interior del auto, los asientos con sangre―. Los disparos comenzarán apenas vean que queremos movernos, así que conduciré lo más rápido que pueda ―sus ojos miraron a ZhouMi brevemente―. Si para medianoche no hemos abierto las puertas, quedas a cargo de todo, ¿entendido? Necesitamos que nos cubran mientras.

ZhouMi asintió...

―Quiero acompañarte ―le dijo entonces Off a Gun.

Gun lo miró, abriendo su boca, pero Max contestó:

―No ―le dijo―, esta no es tu lucha. Sólo vas a molestar con tu presencia.―¿Sabes disparar una jodida arma? ―le preguntó Max con brusquedad―. No. Sólo vas a jodidamente distraer a Gun. ―En primer lugar, no deberías haber venido ―prosiguió Max terminando de recargar un fusil de asalto―. Lo has arruinado todo, como siempre lo has hecho.

Gun lo abofeteó.

―Te quedarás con ZhouMi ―le espetó Gun con frialdad― Off irá en tu reemplazo.

Max lo fulminó con la mirada.

―Irán los dos, maldita sea ―dijo ZhouMi―. Max no puede quedar fuera porque conoce las alcantarillas mejor que nadie, e irá Off porque es un alfa puro. La discusión acaba aquí. Y suben en dos minutos, o les prometo que les meteré el fusil por el culo.

Off y Max se miraron, ambos gruñendo en voz baja, pero terminaron asintiendo en silencio.

Cuando cada uno terminó de recargar sus armas observaron el auto.

―¡Ahora! ―dijo Max trepando hacia el asiento delantero.

Gun y Off se acomodaron en el asiento del acompañante mientras YuQi, Yang y YīngNán, lo hacían atrás, todo en unos segundos, y Max puso el primer cambio, acelerando tan ágilmente como pudo.

Los disparos volvieron a resonar en el aire.

Minutos después Max logró llegar hacia la entrada de la alcantarilla, todos bajándose (prácticamente tirándose al suelo) y cubriéndose con el vehículo, tratando de recuperar el aire. Los disparos volvieron a calmarse.

―¿Tienen todos sus armas? ―preguntó YuQi con voz grave mientras YīngNán ayudaba a levantar la tapa de la alcantarilla―. No desperdicien balas. Max, irás adelante.

―Eso suena magnífico ―murmuró Max, acomodándose para bajar por las alcantarillas. Sin embargo, antes de seguir, miró a Off―. Si las cosas salen mal, será tu única culpa.

Off tuvo que sostener a Gun para que no se lanzara a golpearlo mientras Max bajaba.

―Tontos alfas posesivos... ―murmuró YīngNán.

―Quiero matarlo ―masculló Gun enfurecido.

Off sacudió su cabeza en una negativa.

―No le des el placer de que te afecte ―contestó el alfa con tranquilidad en tanto Yang era el siguiente en bajar―. Si tú y yo estamos bien, entonces no importa nada más.

Gun asintió con labios temblorosos antes de que Off le dijera que bajara.

El omega no tardó en obedecer, bajando las escaleras lo más rápido que podía, dejando que la oscuridad lo envolviera. En el fondo ya lo esperaban sus amigos portando linternas, apuntando hacia el fondo del túnel, y sintió segundos después la tranquilizadora presencia de Off.

Su omega parecía exigir permanecer con el alfa la mayor cantidad de tiempo posible, sin importarle si lucía necesitado porque ya había estado demasiado tiempo solo y ahora quería sentirse amado.

Max se quedó un momento en silencio, pareciendo pensar bien lo que diría a continuación, y Gun recordó que el alfa, había colaborado en la remodelación del Gran Salón unos años atrás, por lo que conocía muy bien aquellos túneles.

—Son unos quinientos metros —dijo Max con cuidado—, la salida da a un sótano que queda algo alejado de la puerta principal. Probablemente esté vigilada, así que deberemos ser rápidos.

Gun tomó la mano de Off, que le dio un apretón en señal tranquilizadora, y se sintió por un momento en las nubes, fantaseando brevemente en la vida que pudieron haber tenido si las cosas no se hubieran torcido de tan horrible y desquiciado modo. Si Mook y la madre de Off no se hubieran metido.

De seguro se habrían casado para luego tener hijos en unos años, dedicándose por completo a ellos. De seguro habrían sido felices los dos juntos, él acostumbrado a ser un omega hogareño, ajeno a los problemas del resto.

Pero había algo en ese futuro que no le convencía por completo, y era eso último: a Gun nunca le gustó esa posición que poseía, teniendo que ser siempre un omega que debía vivir para hacer feliz a su alfa. Gun no quería ese futuro. No quería ese sueño porque sabía que, en el fondo, era sólo una felicidad falsa.

―Deténganse ―ordenó Max en un susurro apenas audible, apagando la linterna―. Hay dos alfas vigilando la entrada que está a dos curvas más. ....

Gun soltó un suspiro ahogado, cerrando sus ojos un breve momento mientras pensaba en la última conversación que había mantenido con Tul. La forma en la que el omega se había negado a mantener cualquier otra relación con Max.

Es el padre de mi hijo ―concedió Tul con voz helada― y pueden estar juntos cuando lo deseen. Pero no es más mi alfa. Lo he renegado, así como tú renegaste de Off ―Gun había querido seguir insistiéndole, pero su amigo le volvió a interrumpir―. Ya no lo amo. Mi omega lo quiere por necesidad, pero ya no siento nada por él.

Gun iba a decir algo, pero en ese momento se sobresaltó al escuchar disparos. Uno, dos, tres, cuatro...

Luego, silencio.

Escucharos chapoteos y pasos acercándose, y de forma inevitable, Gun encendió la linterna, sintiendo al resto de compañeros sacando sus armas.

―India ―susurró YuQi.

Todos suspiraron por el alivio cuando el rostro de la alfa se asomó por la curva, pálida y algo agotada, pero viva.

Aunque sus manos estaban manchadas con sangre.

―Muertos ―declaró la chica haciéndoles un gesto para que siguieran caminando― Se derramará sangre sí o sí.

Gun apretó la mano de Off, recibiendo un apretón de vuelta.

―Estaban con radios ―dijo Max volteándose a mirarlos―, pero no alcanzaron a dar aviso. Todavía contamos con el factor sorpresa, por lo menos, si no escucharon los disparos en el interior ―hizo una pequeña pausa―. Una vez entremos, vamos a cerrar esta escotilla. No podemos permitirnos que escapen. Saben lo que eso significa, ¿cierto?....

―A un lado ―ordenó Gun―, abriremos y esperaremos. Si hay militares al otro lado, no van a dudar en disparar. Iré yo primero.

―Pero... ―comenzó a decir Off.

Gun le hizo un gesto para callarlo.

―Si hay alguien al otro lado ―dijo entre dientes―, van a sentir que soy omega. Tratarán de someterme antes que dispararme.

Off parecía dispuesto a decir algo más, a seguir protestando, pero desistió con sólo una mirada del omega, sus ojos furiosos diciéndole que se mantuviera al margen. El alfa tuvo que suprimir su instinto posesivo y gruñón queriendo imponerse para proteger al menor.

―No hay nadie ―susurró Gun hacia abajo antes de que la luz apuntara a su rostro.

―¿No es esto demasiado fácil? ―murmuró Yang al subir―. Tengo un muy mal presentimiento...

―Estás invocando a la mala suerte ―contestó Off―, si esto acaba en un desastre, será culpa de tus palabras.

―Oh, eres un alfa adorable ―dijo YuQi―, ahora entendemos porque HaoXi te dejó.

―Uh, golpe bajo ―respondió YīngNán mientras Gun le daba un golpe en la nuca a YuQi.

―YuQi, Off, vayan a la salida y vean si hay guardias cerca ―ordenó Max terminando de subir.

Los dos alfas obedecieron inmediatamente, Off dándole un beso corto a Gun en los labios.

―Nos dividiremos ―dijo Max entonces, llamando la atención del grupo―. Existen dos caminos hacia la puerta principal desde aquí. YuQi me ha acompañado antes ―los observó con cuidado―. No sé cuántos hombres tengan, pero no podemos ir todos en un solo grupo porque nos podrían neutralizar con mayor rapidez ―mordió su labio inferior―. YuQi irá con Gun y YīngNán. Yo iré con Off y Yang.

―Pero... ―Gun quería decir algo...

Off le observó, y le sonrió con dulzura.

―Estaré bien ―dijo Off―. Nos reuniremos en la entrada.

Asintió, su garganta apretada.

―El grupo de YuQi irá por el borde ―dijo Max―, las probabilidades de que se encuentren con alfas es mayor. Nosotros iremos por el centro, que estará más despejado, pero seremos más rápidos en llegar a las puertas. Muy probablemente a ustedes los sometan ―Max alzó su barbilla―, pero nosotros necesitamos a Off para imponerse en caso de ser necesario.

―Seremos distractores ―dijo YuQi estrechando sus ojos―. Vaya, que posición más mierda.

Max suspiró en señal de disculpa ―No lo haría si no fuera necesario...

―No importa ―dijo Gun tratando de que su voz no temblara―. La misión es más importante.

Antes de irse, Gun abrazó a Off dándole otro beso en los labios, su omega exigiendo quedarse allí, no moverse más, permanecer en los brazos del alfa.

Off le revolvió el cabello.

―Si terminas herido o muerto ―le dijo tratando de bromear― te mataré, Off.

El alfa le sonrió antes de darle otro beso.

Se alejó antes de romper a llorar y YuQi abrió la puerta. Yang fue el primero en salir, pero antes de que Gun pudiera seguirle, Max le agarró del brazo.

―Cuando esto acabe ―le dijo el alfa con voz suave― vamos a hablar.

Gun sólo asintió.

― El Palacio de Verano está en posesión omega ―gruñó un alfa.

―Somos con suerte treinta alfas aquí y el resto son políticos escondiéndose como ratones ―habló otra voz―. ¿Cómo es posible...?

―¡Eh, eh, lograron entrar! ―avisó alguien a través de una radio, su voz desesperada―. ¡Por el pasillo central! ¡Dejen las armas...!

―Distractores ―ordenó YuQi mirándolos fijamente.

Los dos asintieron.

__No eran sólo unos alfas. Eran más de diez, varios de ellos asomados por las ventanas, hacia la plaza donde estaba ZhouMi, y no tardaron el voltear sus armas.

―¡Omegas! ―gritó uno.

―¡Alto! ¡Alto! ―ordenó otro.

Gun sintió su cuerpo pesado entonces ante la orden, su omega desatándose, y se forzó a disparar una vez más, viendo la bala golpear a un militar, sangre manchando el suelo.

YuQi se agachó.

¡Deténganse ahora! ―escupió en una orden otro soldado―. ¡Suelten las armas!

Gun obedeció, el arma cayendo al suelo con un estrepitoso sonido, y Yang jadeó también. Sólo YuQi empuñó con mayor fuerza el arma, apretando sus dientes, su mano en un costado, y Gun soltó un ruido ahogado al ver su mano llena de sangre.

Yang y él eran omegas, por supuesto y obedecerían ante una orden. Pero YuQi era alfa. Y era una alfa traidora.

YuQi volvió a disparar antes de recibir otro impacto de bala en su hombro, su grito de dolor resonando en el lugar, cayendo de rodillas.

Gun trató de luchar contra la voz alfa para volver a recoger su pistola, pero antes de poder hacerlo, un alfa se adelantó y lo golpeó en el rostro. Cayó al suelo con un ruido estrepitoso, gimiendo de dolor, sabiendo que Yang también había sido golpeado.

Mareado, observó el techo antes de vomitar por las náuseas repentinas de la situación, el olor a sangre en sus fosas nasales.

―YuQi... ―jadeó, su boca con sabor a bilis, sus ojos buscando a la chica mientras se enderezaba.

No pudo decir cosa alguna cuando vio como un militar remataba a YuQi disparándole en la cabeza, sólo gimió.

Muerta. YuQi estaba muerta.

―Oh dios ―murmuró un militar en medio del silencio― ¿qué haremos con ellos?

―Matarlos ―ofreció un alfa―. ¡Por su culpa perdimos a otros cuatro soldados!

Tiraron a Yang a su lado, que tenía el rostro ensangrentado, su nariz rota.

Liberó feromonas de miedo, esperando que con ello se ablandaran un poco —YuQi. YuQi— Su mirada vacía estaba sobre él y se estremeció por el miedo.

―Pero si están temblando ―se burló el alfa que lo sostenía contra el suelo―. Ese es tu lugar, ¿no crees, putito? Boca abajo y a mis pies.

Apretó su mandíbula.

No digas nada. No digas nada...

―Oh oh, un omega marcado ―ronroneó ahora una mujer alfa―. ¿No es eso lindo? ¿Tu alfa estaría feliz si alguien más te marcara? Podría hacerlo yo, cariño ―sintió los dedos de la mujer en su cuello, sobre su marca, y se removió―. Tranquilito, bebé, di que quieres ser follado.

Tragó saliva, las palabras en su boca, pero se resistió a hablar. A decir algo.

Eso no les hizo gracia.

La mujer gruñó.

Di que eres una zorra que quiere que lo rompamos ―ordenó ahora sin diversión en su voz, dura y fría.

No pudo resistirse.

―Soy una zorra ―sollozó mientras el alfa sacaba el pie de su cabeza― por favor, rómpanme...

―Pueden quedárselo ―dijo un alfa desinteresado― a mí me gustan que estén sin marcar, como este chiquillo ―agregó observando a Yang.

Gun apretó sus dientes, viendo el aterrado rostro de Yang mientras le enderezaban y se forzó a soltar feromonas sexuales. A llenar el aire con su olor a pesar de lo grotesco que era todo.

Se escucharon unas carcajadas.

―¿Huelen eso? ―se rió otro alfa, poniéndolo boca arriba―. Al parecer tenemos a una puta celosa aquí. ¿Te abrirás de piernas a nosotros, cariño? ¿Tan poco orgullo tienes?

Gun le escupió en el rostro, recibió una bofetada y probó sangre en su boca.

―Esto será divertido ―gruñó el alfa enfurecido― te llenaremos con nuestro semen hasta que quedes preñado ¿no les gusta eso a las putas como ustedes?

―¡Váyanse al diablo! ―gritó enojado, comenzando a luchar para soltarse―. ¡Son unos bastardos!

Recibió ahora otro golpe mientras un alfa le agarraba de los brazos para que dejara de retorcerse.

―Eso, sigue luchando ―soltó la alfa que lo sostuvo de las piernas―, eso sólo me excita más. Te haré mi perra, siempre en cuatro para mí.

Chilló, sabiendo que todos los ojos debían estar puestos sobre él, que se debían haber olvidado de Yang, y comenzó a llorar entre gritos cuando empezaron a desabrocharle los pantalones.

Cierra los ojos, cierra los ojos, cierra los ojos... se repitió entre gritos para que le soltaran cuando le dieron vuelta.

Sintió dedos en sus muslos y volvió a vomitar.

Suéltenlo. Ahora.

Se estremeció al escuchar la dura, helada y furiosa voz de Off.

Todos le soltaron y cayó al suelo, girándose entre jadeos para ver al alfa antes de que el caos estallara.

Off nunca antes había hablado con esa voz alfa, grave y rabiosa, llena de peligro y aunque no iba dirigida a él, su omega también reaccionó haciéndose pequeñito.

Se agachó al escuchar gritos y disparos repentinos, arrastrándose hacia donde estaba Yang, que gimoteaba por el dolor de su nariz.

―¡El Gran Salón está colapsando! ―gritó un alfa por una radio antes de que una bala golpeara en su espalda.

Gun tiró de Yang, obligándolo a permanecer en el suelo como peso muerto, polvo, gritos, sangre y disparos llenando el aire. Entremedio de todo el peligro perdió de vista a Off y luchó por calmarse, por limpiar las lágrimas de su rostro.

Se puso de pie, tambaleante.

―Off ―murmuró―. ¡Off!

Entonces, lo vio.

Off le estaba dando la espalda cuando lo escuchó, pero Gun no pudo mirarlo más, no cuando había un militar con un arma levantada hacia el alfa.

Hacia su alfa.

―¡OFF!

Pero su grito fue ahogado por el disparo.

Apretó el gatillo del arma contra el militar pero sabía que era tarde. Sabía que...

Cayó al suelo al ver a Max agarrando a Off, empujándolo contra el suelo, su boca abierta en un jadeo de dolor.

Sangre salpicando el suelo por la herida de Max en su estómago.

Se arrastró con un gemido de horror, alcanzando a Max en el suelo.

―Oh dios, oh dios... ―jadeó desesperado.

Max tosió sangre.

―Duele ―balbuceó Max con los ojos llenos de lágrimas―. Duele, Gunnie...

―No, no, no... ―lloriqueó sacándose la chaqueta para tapar la herida, pero había demasiada sangre, demasiada sangre por todas partes y...

―¡Gun!

Se enderezó ante el desgarrador grito de Off.

Dolor estalló en su hombro mientras caía al suelo, pero se obligó a enderezarse, a acercarse otra vez a Max aunque tuviera que arrastrarse.

―Maxi, maxi... ―gimió llamando la atención de Max.

―Estás... sa-sangrando... ―susurró Max con voz quebrada.

―Estaré bien ―mintió Gun― es... estaremos bien...

―Te amo ―le dijo Max― te amo aunque no me... no me correspondas...

El agarre de Max se aflojó un poco y Gun comenzó a ver puntos negros en su visión.

―¡HaoXi, necesitamos un médico! ―dijo de pronto ZhouMi a su lado.

―No, no... Max primero, ¡Max primero! ―lloró con la voz quebrada por el dolor.

―HaoXi, él...

―¡No!

Fue su último grito, viendo el rostro vacío de Max, la sangre en su visión, el dolor en su hombro, antes de que la oscuridad se lo tragara por completo.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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